La acción didáctica debe enriquecer el repertorio metodológico de los sujetos apoyándose en las
competencias adquiridas para explorar nuevas estrategias y construir nuevas capacidades.
La estrategia es una serie de operaciones cuyos comportamientos efectivos la ponen de manifiesto.
La didáctica debe adaptarse a las estrategias de aprendizaje de los alumnos en la clase.
Adaptar la enseñanza a las estrategias de aprendizaje de los alumnos es buscar lo que se puede cambiar
de la propia enseñanza como podemos negociar situación-problema, agilizar la propia programación
didáctica, organizar sus propios >cuadros de propuesta y ayudas<.
Apartir de la observación podemos modificar, ajustar y aconsejar a los alumnos, podemos practicar una
ayuda individualizada.
En el caso de la diferenciación simultánea, el problema es un poco más complejo en la medida en que
primero es necesario resolver la cuestión de la distribución de los alumnos entre las diferentes
actividades propuestas. Esta puede realizarse de 3 formas.
1.- Mediante un diagnóstico previo: El profesor habrá obtenido por evaluaciones anteriores, charlas,
observaciones, del alumno en el trabajo, suficiente información, como para proponerle un tipo de
actividades en función de lo que conoce de su propia estrategia.
2.-Mediante orientación por ensayo: Se hacen varias propuestas al alumno entre las que se escoge
libremente, con ocasión del examen de los resultados de la evaluación, se produce a los reajustes
necesarios.
3.- Por eliminaciones sucesivas: Se propone una estrategia para todos, para los que manifiestan
dificultades, se propone otra y así sucesivamente.
Se trata de examinar tranquilamente cómo funciona el aprendizaje en la clase y en el establecimiento y
de preguntarse lo que cada uno debe aportar, en que debe trabajar cada uno a fin de que se aprenda
más y mejor.
La escuela solamente evolucionara si de manera simultánea se exigen mejores resultados y le damos
rienda suelta para inventar soluciones originales.
La formación debe permitir al maestro comprender donde y como tienen lugar los aprendizajes, sin
abandonar las exigencias legitimas referentes al saber enseñar y al dominio de sus contenidos.
La formación continua debe entonces dedicar una parte de sus medios a actividades de intervención en
los establecimientos de búsqueda con los actores implicados de las soluciones más efectivas con miras a
los objetivos a alcanzar, de las condiciones a cumplir y de los resultados a esperar.
La pedagogía consume incluso una gran cantidad de “modelos”: la clase en “colectivo- frontal” es un
ejemplo, como la enseñanza programada, el trabajo libre en pequeños grupos, la pedagogía del
proyecto a la pedagogía del proyecto o la pedagogía por alternancia. Necesitamos estos modelos para
actuar, porque es a partir de ellos que realizamos nuestra elección.
La validez de un modelo se debe, en realidad, a tres elementos indisociables: la calidad del proyecto
ético que lo inspira, su conformidad --o por lo menos su no-contradicción—con las aportaciones de las
ciencias humanas y la fertilidad de su procedimiento.
1.- El principio: toda elección debe ser una respuesta
Una pedagogía de situaciones problemas deberá esforzarse por organizar unos dispositivos en donde se
articulen explícitamente problemas y respuestas, en donde las respuestas puedan ser construidas por
los sujetos e integradas dentro de la dinámica de un aprendizaje finalizado.
La pedagogía explicativa no se centra en la enseñanza de las explicaciones sino en la cultura, es decir en
lo culto, a la necesidad de explicación.