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Apetito volvió, lo mismo que las fuerzas, los sudores
continuos cesaron, volvió la esperanza, no podía dudar
de una sensible mejoría. Sin embargo, desde algunos
días, las semillas no me parecían tan buenas, una
especie de repugnancia se apoderaba .de mi" mi
paladar- no sentía aquel sabor de leche, aquella dulce
emanación que dejaba después
Tuve entonces un segundo sueño, en el cual me hallé
transportado a un hermoso .jardín adornado con- las
más bellas y ricas flores que yo haya visto jamás. Mis
miradas se fijaron en un arbusto joven cubierto de-
semillas que la madurez hacía desprenderse hasta
cubrir el suelo; aquellas semillas me parecían ser las de-
mostaza, pero más frescas y de un color. paja
admirable. Desperté como la primera vez, y una voz se
hizo- oír fuertemente a mi oído, diciendo tres veces esta,
palabra: jenabe, jenabe, jenabe. No comprendí
entonces- el sentido de esta palabra, pero consulté un
diccionario. de plantas y vi que jenabe y mostaza son
sinónimos. Sometí esto nuevo sueño a Adela dormida:
me dijo- que las semillas que tomaba ahora eran del' año
anterior, que habían conservado su virtud mecál1ica,
pero- que habían perdido la virtud emoliente, pues
estaban viejas y secas, y me aconsejo pedir de. Las
nuevas, lo.que me apresuré a mandar hacer por esa
lúcida en- cuanto despert6, pero las que me trajo, en
nada se parecían, por el color, a las de mi sueño.
Pensando ser- más afortunado yo mismo, aunque muy
débil para salir, fui con Adela a casa de todos 105-