II Macabeos Capítulo 1 4
El pueblo de Jerusalén y de Judea, y el senado, y Judas, a Aristóbulo,
preceptor del rey Ptolomeo, del linaje de los sacerdotes ungidos y a los judíos
que habitan en Egipto, salud y prosperidad.
11
Por habernos librado Dios de
grandes peligros, le tributamos solemnes acciones de gracias, habiendo tenido
que pelear contra tal rey;
12
que es el que hizo salir de Persia una muchedumbre
de gentes, que combatieron contra nosotros y contra la ciudad santa;
13
y aquel
mismo caudillo que, hallándose en Persia al frente de un ejército innumerable,
pereció en el templo de Nanea, engañado por el consejo de los sacerdotes de
dicha diosa.
14
Pues habiendo ido el mismo Antíoco con sus amigos a aquel lugar,
como para desposarse con ella, y recibir grande suma de dinero a título de
dote,
15
y habiéndoselo presentado los sacerdotes de Nanea; así que hubo él
entrado, con algunas pocas personas, en la parte interior del templo, cerraron
las puertas,
16
después que estaba ya Antíoco dentro, y abriendo entonces una
puerta secreta del templo, mataron a pedradas al caudillo y a los compañeros,
y los hicieron pedazos, y cortándoles la cabeza los arrojaron fuera.
17
Sea Dios
bendito por todo, pues Él fue el que destruyó los impíos.
Descubrimiento del fuego sagrado
18
Debiendo nosotros celebrar la purificación del Templo el día veinticinco
del mes de Casleu, hemos juzgado necesario hacéroslo saber; a fin de que
celebréis también vosotros el día de los Tabernáculos, y la solemnidad del fuego
que se nos concedió cuando Nehemías, restaurado que hubo el Templo y el
11. Contra tal rey: Se trata, a lo que parece, del rey Antíoco IV Epífanes (175-164).
13. Nanea, nombre presemítico (sumerio) de Artemis. El significado del nombre es: señora.
16. El mismo acontecimiento se relata de distinta manera en I Macabeos 6 y en II Macabeos
9. Para armonizar los relatos, al parecer contradictorios, propone Schuster-Holzammer, y con él
algunos otros exégetas, la siguiente solución: “Se ha de considerar que el primer relato (I Macabeos
6) procede de un cronista a quien, para su objeto histórico, sólo interesa dar sumariamente y en
sus rasgos generales el proceso de los acontecimientos. El autor del segundo libro lleva en su obra
un plan religioso, y por eso pone (en II Macabeos 9) especial empeño en describir los pormenores.
Ambos relatos pueden armonizarse entre sí y con noticias que de otras fuentes tenemos acerca del
mismo suceso, de la siguiente manera: Antíoco quería saquear al templo de Artemis (Nanea) en
Persépolis, provincia de Elimaida (Persia), pero fue puesto en fuga. A su regreso a Babilonia, le llegó
en Aspadana (“Ecbátana” dice el texto por error del copista o por confusión) la noticia de la derrota
de sus tropas en Palestina. Le afligió tanto esta mala nueva, que enfermó gravemente. No obstante,
insistió en apresurar su viaje a Jerusalén para tomar terrible venganza de los judíos. La rapidez del
viaje agravó sus dolores y le hizo caer del carro, con las consiguientes contusiones y heridas, que
empeoraron su estado. Según noticias extra-bíblicas, el rey fue llevado a Gabe, próxima a Ecbátana,
y allí murió, después de reconocer las injusticias que había cometido contra Jerusalén y asegurar el
trono para su hijo. La carta de II Macabeos 1 refiere que, habiendo Antíoco intentado saquear un
templo de Persia, fue asesinado con su séquito. Aquí hay una confusión con Antíoco III, en quien
concurren estas circunstancias; o, de otra suerte, sería preciso admitir que la carta recoge un rumor
propalado en Jerusalén (cf. II Macabeos 5, 5, donde se hace mención expresa de un “falso rumor”
acerca de la muerte de Antíoco). El autor del libro trae la carta como documento del cual no
responde.” En este caso el escritor inspirado no asume ninguna garantía, como lo dice expresamente
en 2, 29.