La planta es dioica, y, por tanto, con ejemplares machos y hembras. Éstas florecen
con mayor fuerza, en forma de cogollos (inflorescencia tipo cima) con una polinización
rica en aceites esenciales y resinosos.
La planta puede alcanzar los seis metros de altura y, aunque se da en condiciones de
silvestre o salvaje, generalmente sin alcanzar más de un metro o dos, ha sido más
abundante su cultivo seleccionado en altura para usos concretos industriales. Esto es lo
que quiere decir “Cannabis sativa”: (cultivada en oposición a silvestre). Su recolección
conllevaba la posibilidad de aparición de lesiones específicas en zonas expuestas al roce
con las hojas. En nuestro país la bazagosis o cannabiosis, afección broncopulmonar
secundaria a la aspiración de las fibras de cáñamo, se consideraba una enfermedad
profesional clasificada como tal en el Sistema Nacional de Salud.
El desarrollo histórico de los últimos cien años ha hecho que el término “cáñamo”
se utilice para referirse a la subespecie de Cannabis sativa residualmente cultivada para
alpargatería, pasta de papel, cordelería y molduras. El resto constituiría lo que se conoce
como “Cannabis” y su importancia, se debe al contenido en aceites terpénicos, de los
que el más conocido y famoso es el delta–9-tetrahidrocannabinol, (THC), la sustancia
ilegal, susceptible de abuso y dependencia, de mayor consumo en el mundo. Su
importancia ha crecido exponencialmente desde 1930, pero, desde los años noventa del
pasado siglo, su consumo parece haberse estabilizado en la mayor parte del mundo
desarrollado, que comunica estadísticas fiables y permite el análisis de las tendencias de
consumo. No obstante, su cultivo y consumo sigue creciendo en algunos países, como
los del África subsahariana, donde hace un siglo ni existía, ni se transportaba, ni se
usaba.
Las características del terreno y del clima condicionan mucho el tiempo de
maduración de la planta y las posibilidades de recolección, y por tanto, la riqueza del
contenido en THC, que alcanza la máxima concentración en los “cogollos” florales de
las plantas femeninas de las variedades “indica”. Con ellas se elaboran los “hachís”
(chocolate, costo, china, kiffi, mierda, shit) y los extractos alcohólicos de aceites
esenciales.
Con el resto de las partes aéreas más o menos trituradas, seleccionadas o
parcialmente procesadas, se obtienen la grifa, la mariguana, marijuana (marihuana),
grass, María, Marie-Jeanne, banga o ganja.
Los frutos (cañamones) apenas tienen contenido de cannabinoles, son un producto
rico en proteínas vegetales y aceites OMEGA 3, y suelen ser incluidos en los procesos
de elaboración de marihuana para aumentar su volumen. Aún son, no obstante, usados
para alimentación de aves en cautividad y, en ocasiones, es un buen recurso para las
necesidades humanas en situación de emergencia.
El uso no alimentario ni terapéutico es el más extendido. Lo que se busca es un
estado de intoxicación, y su consumo por el ser humano, afecta a muchos órganos y
sistemas, especialmente al Sistema Nervioso Central. Actualmente el consumo más
frecuente es fumado, liado como un cigarro, la mezcla calentada de resinas de cáñamo
con tabaco rubio, que es lo que se da en llamar “porro”, generalmente sin filtro. Le
sigue el fumar, sin mezclar con tabaco casi nunca, la mezcla seca y triturada, más o
menos seleccionada, de partes aéreas de la planta, sobre todo las hojas. Ha ido cayendo
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