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Si la anemia es muy aguda, como ocurre por ejemplo en hemorragias, puede dar lugar
a un shock hipovolémico. Si la anemia es crónica, el volumen plasmático va
aumentando progresivamente y se produce una primera fase de adaptación con una
disminución no proporcional de la hemoglobina, por hemodilución.
En caso de anemia leve puede pasar desapercibida durante mucho tiempo sin
presentar ningún síntoma, aunque los síntomas van apareciendo conforme va
progresando la anemia. Los síntomas más frecuentes son astenia, disnea, cefalea,
alteración del sueño y disminución de la capacidad de concentración.
Además puede aparecer disminución del apetito, irritabilidad, vértigos, acúfenos,
pérdida de cabello, uñas quebradizas, palpitaciones y en caso de anemia intensa
síntomas de insuficiencia cardíaca, dolor torácico de tipo anginoso o síncope.
En la exploración física podemos encontrar palidez mucocutánea, taquicardia, signos
de insuficiencia cardíaca y la presencia de un soplo sistólico en ápex o foco pulmonar
que desaparecerá al corregir la anemia.
3. DIAGNÓSTICO
Existen tres causas principales por las que se puede producir anemia, estas son:
- Falta de producción de glóbulos rojos (dieta, malabsorción, embarazo…)
- Destrucción de glóbulos rojos antes de ser reemplazados (talasemia,
tratamientos quimioterápicos…).
- Pérdida de sangre que disminuye los glóbulos rojos (períodos abundantes,
hemorragias, úlceras, cáncer, cirugías…).
La anemia no es un diagnóstico final como tal, sino que debe estudiarse siempre para
encontrar la causa subyacente. Para llegar al diagnóstico etiológico debe realizarse
una buena anamnesis, una exploración física completa y un análisis de sangre.
ANAMNESIS: es muy importante preguntar sobre las posibles pérdidas hemáticas
tanto gastrointestinales como ginecológicas o urológicas. Debe incluir también el
análisis del tipo de dieta, la toma de fármacos, alcohol u otros tóxicos, infecciones
recientes, historial de transfusiones, así como antecedentes personales (hepatopatía,
hipotiroidismo, insuficiencia renal) y familiares (historia familiar de anemia, ictericia,
litiasis biliar pueden sugerir hemólisis).
EXPLORACIÓN FÍSICA: valoraremos la coloración de piel y mucosas, estado
nutricional, la presencia de bocio, adenopatías, hepatoesplenomegalia o masas
abdominales. Debemos realizar una exploración neurológica valorando ataxia,
Romberg positivo, alteración de la sensibilidad vibratoria, paresias, hiperreflexia, signo
de Babinski…
PRUEBAS COMPLEMENTARIAS:
» Hemograma:
o Número de hematíes (que puede ser normal)
o Hemoglobina, mide la concentración de Hb en sangre. Define la presencia
o no de anemia.
o Hematocrito, porcentaje volumétrico que ocupan los eritrocitos en sangre.
o Volumen Corpuscular Medio (VCM), valor medio del tamaño de los
hematíes. Permite clasificar la anemia en 3 grupos según criterios
morfológicos (normocítica, macrocítica, macrocítica).