El Barrio León
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bajo el brazo, se le veía principalmente los sábado s y domingos
por la mañana ya que eran, generalmente, los días en que el Ama
de Casa disponía de dinero recién entrado a las más que
depauperadas y sufridas arcas domésticas. Algunas veces se iba de
vacío, pero, no importaba, el Ditero sabía perfectamente que
cuando no había, ¡es que no había! Gracias a él muchas novias y
casadas, cubrían sus necesidades en esos tantísimos órdenes de
que se compone una casa.
Como se habrá podido apreciar, es sorprendente
cómo un núcleo de población de tan reducidas dimensiones y tan
pocos años de vida, haya podido encerrar, no sólo en su
idiosincrasia o sus inquietudes a todos los niveles , tanta actividad
comercial, sino en la necesidad de crear un tejido tanto Industrial
como Laboral, cual si tuviera la necesidad de que n inguno de sus
pobladores tuviese que salir de él. Y para muestra, como decía mi
Abuela Rosa, basta un botón, y ese no es otro que el de dar a
conocer en este final cómo una calle llamada Regla León, y con tan
sólo 28 números llegaría a tener: Una Droguería en su esquina con
Avenida de Coria, según sus números impares. A continuación
una Verdulería y Frutería, Taller de pianos, Obrador, Lechería,
Carbonería, más tarde Butano, Comestibles, Carnicería, Bar,
Ultramarinos, y Barbería. En cuanto a su acera con números pares
estarían en esa misma esquina reseñada: El Bar Quijano,
siguiéndole: Platería-Relojería, Estanco-Librería-Mercería,
Verdulería, Quincalla, Pescadería, Taberna, Recreativos,
Pescadería, Freiduría, Carnicería, y Taller de Marr oquinería.
He querido dejar para el final, tal vez el Recuerdo
más entrañable. El de aquellos años de mi infancia transcurridos
felizmente en mi primer Colegio. Un Colegio, en cierta medida
“Miguilla” (lo que hoy se conoce como el Parvulario ), sin el cual es
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muy posible que hoy yo no disfrutara de esta cortas habilidades
para escribir.
El Colegio de Doña Manuela en la calle Dolores
León número 4, y mi querida Maestra, la Señorita Manolita Lara
Capitán, la cual supo y aun a pesar de ser tan pequeño, ponerme
con sus interminables “Redacciones”, en el camino d el maravilloso
mundo de la Imaginación. ¡Dios la Bendiga donde quiera que se
encuentre!
Una persona entregada y a la que habré de
agradecer siempre, cómo después de terminar la clase algunos
días hacía que me quedara un buen rato más en el que me hablaba
y me enseñaba acerca de materias que a duras penas conseguía
entender; conocimientos que no se hicieron firmes en mí hasta
pasados algunos años cuando aquellos recuerdos acudían a mi
memoria durante mis horas lectivas en la Universida d Laboral.
Los recuerdos de aquella época 1.949/1.953,
acuden a mi mente tan veloces, y de forma tan atropellada cual si
de una carrera por salir todos el primero se tratara. Este
comportamiento me obliga, y pido perdón por ello, a dejarlos en el
cajón de mi intimidad, callados, para ser disfrutad os a solas.
Casi agotados los recuerdos, porque estoy seguro
de que en los sótanos de mi memoria quedarán algunos otros
episodios que, vaya Vd. a saber, por qué no tuvieron interés en
hacerse presente a tiempo, doy por terminada esta o brita la cual no
ha pretendido alcanzar otra Meta que la de el haberme tenido
entretenido (aunque en honor a la verdad, a veces agobiado)
durante muchas horas sobre los mullidos momentos que Dios me
regaló a lo largo de mi estancia en el Barrio, mi B arrio León. Eso sí,