El epistolario del NT contiene dos misivas enviadas por
Pablo a Corinto.
La 1ra es conocida hacia el 95 por Clemente Romano
(1Clem. 37,5; 47,1-3; 49,3).
La cita como un escrito paulino.
Después de él, a partir de Ignacio de Antioquía (Eph.
16,1; 18,1; Rom.5,1), no sólo la citan frecuentemente
sino que no tienen dudas o incertezas acerca de su
autenticidad.
Probables reminiscencias de la 2da se encuentran en
Policarpo (Phil. 2,2) y en Carta a Diogneto(5,8).
El texto de las dos cartas está contenido por entero en el
manuscrito P
46
(Chester Beatty), escrito hacia el 200.
Han sido reconocidos como canónicos desde tiempos
antiguos; de hecho, ambas son citadas en el Canon
muratoriano, donde figuran al inicio del corpus paulino
La autenticidad de las dos cartas enviadas
con el nombre de Pablo a la comunidad
de Corinto no es puesta en discusión por
ningún estudioso.
De hecho, en ellas se reflejan vivamente la
personalidad, el estilo y las ideas del
apóstol.
Por otro lado, se descubren numerosos
datos que permiten situarlas en ambiente
histórico-geográfico y cultural en el cual él
ha actuado
A.LA COMUNIDAD DE CORINTO
1. UNA CIUDAD RICA Y CORRUPTA
La ciudad de Corinto, situada en el istmo
homónimo, era conocida en la antigüedad por
su prosperidad económica y por su poder
político.
En el 338 aC. el rey Macedonio Felipe II la
había hecho el centro de la liga
panhelénica, confiándole así la guía política de
toda la Grecia.
A causa del papel asumido en la resistencia
contra los Romanos, había ido completamente
destruida por el general Lucio Mummio(146
aC.).
Cerca de un siglo después (44aC.) Julio
César la había reconstruido.
La nueva Corinto tomó el nombre de Laus
Julia Corinthusy se convierte en la capital
de la provincia de Acaya(27 aC.).
Al tiempo de Pablo contaba probablemente
con medio millón de habitantes, en parte
romanos
Corinto era importante sobre todo para el
comercio, favorecida por sus dos puertos;
Lecaónal norte, en el golfo de Corinto y
Céncreasen el golfo Sarónico.
En la antigüedad, estuvieron unidas de
modo que una nave de carga transitar de un
mar a otro.
En la época de Pablo este ingenioso
sistema ya había caído en desuso.
La actividad comercial era fuente de un
notable bienestar económico, concentrado
en las manos de pocos ricos.
El resto de la población, compuesto por
esclavos y trabajadores de puerto, vivía en
condiciones no decorosas.
También había una clase
intermedia, formada sobre todo por
artesanos y empleados de la administración
púbica, quienes tenían poco peso en la vida
de la ciudad
Cada año se tenían en el gran Templo de
Poseidón los “juegos ístmicos”, los cuales
congregaban gente de toda raza, lengua o
religión.
Entonces la ciudad era un centro intenso de
intercambio cultural entre el mundo greco-
romano y los países más remotos de Asia y
África.
En ella tenía un papel unificador la cultura
griega que influenciaba profundamente en la
vida y en las costumbres de toda la
población
Desde el punto de vista religioso Corinto era
célebre por el culto de la diosa Afrodita, a la
cual se le había dedicado un famoso
santuario.
Según Estrabónacogía más de mil
sacerdotisas dedicadas a la prostitución
sagrada.
Pero esta noticia, no confirmada, se refiere
a la antigua Corinto, mientras que en el
tiempo de Pablo, tal vez sólo existía un
pequeño templo sobre el Acrocorinto.
No faltaban otros cultos, entre los cuales
eran particularmente florecientes aquellos
orientales y mistéricos.
Característica de Corinto era la formación
de pequeños grupos religiosos
(qi,asoi), que colocaban como cabeza a un
“protector”.
También existía una consistente comunidad
judía.
En cuanto a la moral, Corinto no gozaba de
buena fama: ello se debía tanto a la
actividad del puerto como al tipo de
religiosidad dominante.
2. EL NACIMIENTO DE LA COMUNIDAD
CRISTIANA
Según la narración de Hch, Pablo fundó la
comunidad de Corinto al finalizar su 2do viaje
misionero (Hch18,1-17).
Después de haber evangelizado Macedonia
(Filipos, Tesalónica y Berea), el apóstol se dirigió
a Atenas y de allí se dirigió a la capital de Acaya.
En Corinto encontró a Aquila y Priscila, una pareja
de judíos, probablemente ya cristianos, los cuales
habían dejado Roma a causa del edicto con el
cual el emperador Claudio había expulsado a
todos los judíos de la capital.
Como ellos eran también fabricantes de tiendas
(schnopouoi,), Pablo se les unió, trabajando para
su sustento.
También se dedicaba al mismo tiempo a la
predicación que tenía lugar en la sinagoga el día
sábado.
Después de un cierto tiempo, le dieron el alcance
desde Macedonia, Silasy Timoteo (cf. 1Tes 3,2), se
dedicó totalmente a esta actividad.
Como los judíos le creaban gran dificultad, se
estableció en la casa de TicioJusto, un “temeroso
de Dios” que vivía junto a la sinagoga.
Los frutos no tardaron en venir: muchos
corintios, entre los cuales el jefe de la
sinagoga, Crespo, se convirtieron al cristianismo
En este período Pablo tuvo una visión:
apareciéndole el Señor lo animó a persistir en su
trabajo apostólico, asegurándole su ayuda y
prometiéndole conversiones abundantes.
Transcurrido cerca de un año y medio, los judíos
hicieron una denuncia contra él ante el procónsul
romano Galión, con la acusación de propiciar un
culto contrario a la ley.
Pero Galión, visto que se trataba de una cuestión
religiosa interna de la comunidad judía, no consideró
intervenir.
Nace una trifulca, durante el cual, Sóstenes, jefe de
la sinagoga, fue golpeado por la gente.
Después de este episodio, Pablo se quedó
por algún tiempo en la ciudad, luego se
embarcó para Siria en compañía de Priscila
y Aquila (18,1).
Llegados a Éfeso, los dos esposos se
detuvieron, mientras que Pablo tomaba
contacto con la comunidad judía, prosiguió
para Jerusalén, desde donde luego retornó
a Antioquía
Terminaba, según el esquema de Hch, el 2do viaje
misionero de Pablo (Hch18,18-22).
Después de un breve tiempo, partió para Galaciay
Frigia.
Mientras tanto, llegaba a Éfeso un judío de
Alejandría, de nombre Apolo, “hombre culto y
conocedor de las Escrituras”, que era ya creyente en
Cristo pero que conocía sólo el bautismo de Juan.
Aquila y Priscila, después de haber completado su
formación, lo enviaron a Corinto, donde su obrar fue
muy útil para la comunidad (18,23-28).
Poco más tarde, llegaba a Éfeso también Pablo
(19,1)
De las noticias que encontramos en el cuerpo paulino, resulta
que en Corinto el apóstol había tenido junto a sí a Silvano y
Timoteo (1Tes 1,1; cf. 3,6).
Probablemente éste último le había llevado una gran ayuda
financiera desde Filipos(2Cor 11,9; cf. Filp4,15).
Acerca de la modalidad de su predicación en Corinto, él
observa:
“Cuando yo, hermanos, llegué a ustedes, no llegué para
anunciarles el misterio de Dios con despliegue de
elocuencia o de sabiduría; pues me propuse no saber entre
ustedes otra cosa que a Jesucristo; y éste, crucificado. Y
me presenté ante ustedes débil y con mucho temor y
temblor. Mi palabra y mi predicación no consistían en
hábiles discursos de sabiduría, sino en demostración de
espíritu y de poder”(1Cor 2,1-4).
Siendo el fundador de la comunidad (1Cor 3,10; cf. 9,1-2; 2Cor
3,3), personalmente el apóstol bautizó solamente a Crispo y
Gayo además de la familia de Estéfanas(1Cor 1,1.16).
En cuanto a Apolo, él se empeñó con gran
celo en la evangelización de Corinto (1Cor
3,6).
Involuntariamente se convierte en ocasión
de división, porque en él se apoyaba uno de
los partidos en los cuales se había dividido
la comunidad (1Cor 1,12).
Después de un cierto tiempo, el alejandrino
dejó Corinto para regresar a Éfeso, aquí se
encontraría junto a Pablo mientras escribe
la 1Cor. (1Cor 16,12).
La permanencia en Corinto representó para
Pablo una etapa culminante del trabajo
apostólico en Grecia.
Probablemente ya habría decidido de dirigirse
a Roma y desde allí embarcarse para España.
No pudo realizar prontamente este proyecto tal
vez a causa del edicto de Claudio, que había
prohibido el acceso a Roma a los judíos (cf.
Hch18,2).
Mientras tanto, se dedicará a la evangelización
de Éfeso y al cuidado pastoral de las
comunidades apenas fundadas.
3. RICOS Y POBRES
La composición de la comunidad de Corinto no es
conocida sino de modo indirecto y fragmentario.
Según Hch, Pablo en Corinto no tuvo mucha fortuna en
ambiente judío.
Se puede suponer que la nueva fe haya sido aceptada
preferentemente por el estrato greco-romano de la
población.
Había en la comunidad una minoría calificada
hebrea, desde el momento en que Crispo, jefe de la
sinagoga, se había convertido con toda su familia (Hch
18,8), llevando ciertamente con él a otros de sus
correligionarios.
El bautismo de un cierto número de judíos es confirmado
por el mismo Pablo (1Cor 12,13), el cual les exhorta a no
esconderse su origen (7,18-19).
La mayor parte de los cristianos de Corinto pertenecía a
los estratos sociales más humildes (cf. 1Cor 1,26).
Sólo algunos eran ciudadanos libres, mientras que
otros, en número no precisado, eran esclavos (1Cor
12,13; cf. 7,21).
No faltaron tampoco otro tipo de personalidades:
Erasto, por ejemplo, tenía el cargo de tesorero de la
ciudad (cf. Rom16,23);
Gayo tenía una casa capaz de acoger a toda la
comunidad (Rom16,23),
Aquila y Priscila eran ricos comerciantes (Hch
18,2), los cuales estaban en grado de ofrecer el mismo
servicio en Éfeso (1Cor 1,19) y en Roma (Rom16,3-5)
Crespo, para haber llegado a ser jefe de la
sinagoga, debía tener una óptima posición económica.
La presencia de personas de dinero encuentra
confirmación en el hecho de que, en ocasión
de la cena, algunos podían disponer de comida
en abundancia (1Cor 11,21).
Por otro lado, sin su aporte, la colecta para los
pobres de Jerusalén (cf. 1Cor 16,1; 2Cor 8—9)
difícilmente habría alcanzado su objetivo.
En fin, las argumentaciones contenidas en la
carta suponen que en la comunidad hubiesen
personas dotadas de una buena cultura, y por
lo tanto, de medios también para procurársela.
Este estrato económico, y también más culto de la
comunidad, era también el más sensible al mensaje de
Pablo.
Allí había muchos cristianos menos dotados desde el
punto de vista económico e intelectual, los cuales vivían
su fe de modo simple y espontáneo, llevando consigo
los condicionamientos de su experiencia precedente.
Éstas eran vistas con una cierta suficiencia por los
primeros, que las consideraban como “psíquicas”
(2,14), “carnales” (3,1), “débiles” (8,9-11).
A ellas también van las simpatías del apóstol (9,21), el
cual, acusa a aquellos que se consideran “espirituales”
de ser todavía “carnales” y “niños” en la vida cristiana
(3,1-3).
Las desigualdades sociales típicas de la
gran metrópoli griega se encuentran al
menos en parte, también al interior de la
comunidad cristiana, si bien no resulte que
fuesen casi de extrema pobreza o de
riqueza excesiva.
Esta situación no podía no crear entre sus
miembros dificultad y tensiones, las cuales
contribuyeron en medida notable el
surgimiento de problemas religiosos.
B. LA PRIMERA CARTA
1. TEMAS PRINCIPALES Y SU ARTICULACIÓN
La carta se abre, según la costumbre de
Pablo, con el prescripto, de la cual hace parte
un largo agradecimiento (1,1-9), y termina con
el proscripto que comprende numerosas
noticias personales (c. 16).
En el cuerpo de la carta se toman en
consideración, abusos, dificultades y
problemas que emergen en la comunidad.
El criterio con el cual el apóstol reagrupa sus argumentos no es
claro.
Algunos estudiosos consideran que Pablo haya seguido un
orden temático bastante coherente.
U. Vannidivide el cuerpo de la carta en 4 bloques lit.:
1,10—3,22: prevalece la idea de la sabiduría;
4,1—6,11: caracterizado por la frase “hincharse de orgullo” (cf.
4,5; 5,2) es condenada la auto exaltación de los Corintios;
6,12—11,1: flanqueado por el slogan: “todo me es lícito” (6,12;
10,23), presenta tres temas con respecto a la corporeidad;
11,2—16,14: se afrontan diversos argumentos con respecto a
las asambleas litúrgicas (cf. 11,17).
No faltan los tentativos de identificar el plan de la carta a partir
de procedimientos de la retórica griega.
La opinión más común permanece hasta ahora
aquella en el cual Pablo ha ordenado su material en
base a las informaciones y a los pedidos de los
corintios:
1,10—6,20: corrige los abusos del cual ha tenido
noticias a través de la “gente de Cloe” (cf. 1,11) y tal
vez también de Estéfanas, Fortunato y Acaico(cf.
16,17);
7—14: da su respuesta a algunas cuestiones que le
habían sido propuestas por escrito (7,1; cf. 8,1;
12,1);
15: afronta el tema de la resurrección final, acerca
del cual es difícil decir si le han llegado preguntas
explícitas o sólo algunas ideas
Prescripto y agradecimiento (1,1-9)
I. Algunos comportamientos negativos (1,10—6,20)
1) La división en partidos (1,10—4,21).
a. Introducción (1,10-17)
b. La verdadera sabiduría (1,18—3,4)
c. Los predicadores cristianos (3,5—4,21)
2) Tres graves abusos (5,1—6,20)
a. El incestuoso (5,1-13)
b. Las luchas entre cristianos (6,1-12)
c. La fornicación (6,12-20)
II. Directivas y consejos (cc. 7--14)
1) Matrimonio y virginidad (c. 7)
a) Los esposos cristianos (vv. 1-16)
b) Cada uno que permanezca en su condición (vv. 17-24)
c) Las vírgenes, los célibes y las viudas (vv. 25-40)
2) La carne sacrificada a los ídolos (8,1—11,1)
a) Libertad de los cristianos y cuidado a los hermanos más débiles (8,1-13)
b) El ejemplo de Pablo (9,1-27)
c) Los israelitas y la tentación de la idolatría (10,1-13)
d) Directivas prácticas (10,14—11,1)
3) Las asambleas comunitarias (cc. 11—14)
a) El velo de las mujeres (11,2-16)
b) La cena del Señor (11,17-34)
c) Los carismas (cc. 12—14)
-Su función en la Iglesia, cuerpo de Cristo (12,1-31)
-“El himno del amor” (13,1-13)
-Directivas prácticas (14,1-40)
III. La esperanza cristiana (c. 15)
1) La resurrección final (vv. 1-34)
2) Características del cuerpo resucitado (vv.
35-53)
3) Himno triunfal (vv. 54-58)
Epílogo y Postcripto(c. 16)
2. PABLO EN ÉFESO:
OCASIÓN PARA LA CARTA
Pablo escribe 1Cor mientras se encontraba en Éfeso (cf. 1Cor
16,8).
Su permanencia en esta ciudad duró, según Hch, cerca de 3
años (cf. Hch20,31),
Se recuerdan sólo 3 episodios:
1)el bautismo de un grupo de discípulos de Juan
Bautista, ya creyentes en Cristo (Hch19,1-7);
2)la mala aventura de algunos exorcistas judíos (19,11-20);
3)los disturbios causados por los orfebres de la ciudad
(19,23-41).
Después de este último episodio Pablo, obligado a dejar
Éfeso, se dirigió a Corinto y, después de tres meses, se puso
en viaje de vuelta a Jerusalén (20,1—21,16), donde fue
arrestado y procesado
En 1Cor, Pablo da algunas noticias acerca de su
permanencia en Éfeso.
En esta ciudad “se ha abierto una puerta propicia y
grande” para su obra de evangelización “aunque los
adversarios sean tantos” (1Cor 16,9).
Allí incluso se ha visto obligado a “luchas contra las
fieras salvajes”(15,32).
Mientras se dedica a la predicación y al cuidado de
los nuevos convertidos, mantiene los contactos con
cristianos de Galacia, entre los cuales, da inicio a
una colecta en favor de los “santos” (16,1), vale
decir, de los cristianos de Jerusalén
Con los cristianos, las relaciones han sido muy estrechas.
Ante todo, les escribe una misiva (carta A), que tal vez se ha
perdido, en la cual, entre otras cosas, les exhorta a no
mezclarse con libertinos (1Cor 5,9).
Luego, les envía noticias mediante los familiares de Cloe (1,11).
Por otro lado, lo visitan Estéfanas, Fortunato y
Acayo, responsables de la comunidad (16,15-18).
También son portadores de una carta, en la cual, los Corintios le
ponen toda una serie de cuestiones (7,1).
Otras noticias, le llegarían a través de Apolo, que mientras
tanto, ha llegado a Éfeso (1Cor 16,12).
Pablo viene así a saber que en la comunidad de Corinto se han
dado algunos graves abusos, mientras circulan malos
entendidos y dudas acerca de algunos puntos de su enseñanza.
El apóstol escribe a los Corintios una 2da
misiva (carta B), la 1ra de las dos cartas
canónicas.
En ella corrige los abusos, aclara su
pensamiento acerca de algunos puntos
controversiales y al mismo tiempo propone la
colecta para la iglesia de Jerusalén (16,1-4).
Timoteo probablemente es el portador de la
carta (16,10).
Comunicará a los Corintios las directivas de
Pablo (c. 4,17) y dará inicio a la colecta.
Pablo, por su parte, cuenta de ir a Corintio
después de Pentecostés, pasando a través de
Macedonia, y de quedarse hasta que pase el
invierno.
Luego, si es necesario, se dirigirá a Jerusalén
para llevar lo recaudado en la colecta, o tal vez
proseguirá para otro destino (1Cr 16,3-8).
Los efectos de la misiva y de la misión de
Timoteo no son conocidos, pero es cierto que
rápidamente retornó con el apóstol, porque
aparece como remitente, junto con él, de 2Cor
(2Cor 1,1).
1Cor entonces fue compuesta antes que
sucediesen los hechos que impulsaron a Pablo
a abandonar Éfeso.
Se sitúa en un período de intensa actividad
apostólica que vio al apóstol trabajando no sólo
en la primera evangelización del Asia
proconsular, sino también en el cuidado
pastoral de las comunidades apenas fundadas.
Como fecha aproximativa de su composición
se puede indicar hacia la mitad del año 51
3. LA COMUNIDAD RESPONDE
A SU FUNDADOR
Pablo en Corinto se enfrenta tal vez, por 1ra
vez, con un frente “antipaulino”, vale decir, con
cristianos que, al interior de una comunidad por él
fundada, no sólo sostienen ideas diversas de la
suya sino que critican explícitamente su persona
(cf. 9,3).
La oposición se mueve tal vez en los estratos más
cultos y pudientes de la comunidad, pero desde
allí se extendía de modos diversos a todos sus
miembros
A. LOS PROBLEMAS DE
UN CRISTIANISMO DE FRONTERA
Los abusos y malos entendidos que Pablo
corrige en 1Cor no son atribuidos por Pablo a
un grupo particular de personas.
Se trata de tendencias bastante difundidas en
la comunidad.
Se puede pensar que en ellas estuviesen
interesados sobre todo aquellos que de alguna
manera se oponían también a su persona
Las ideas de los opositores se pueden intuir con una
cierta aproximación de las intervenciones correctiva
del apóstol.
Ellos están convencidos que Dios ha instaurado su
reino (escatología realizada) y que, en cuanto
elegidos, participan de su soberanía (cf. 4,5.8).
Distinto de Pablo, no logran aceptar que la meta
final sea todavía lejana (9,24-26; 13,8-10.12).
La insistencia del apóstol en la muerte de Jesús
(1,13.17-25; 2,2.8; 5,7; 8,11; 11,23-26; 15,3-5)
muestra que los opositores tendían a exaltar el
Cristo glorioso (cristología de la gloria), minimizando
la obra cumplida por Jesús en su vida terrena
Con el Resucitado, se sentían unidos sobre todo
mediante el conocimiento (gnwsij), considerado el
único medio capaz de garantizar su salvación (8,1).
Este conocimiento era alimentado sobre todo por los
discursos de los predicadores (1,17; 2,4-7), en torno a
los cuales se formaban grupos pequeños (1,12)
similares a los qi,asoimuy difundidos en la ciudad.
Ellos encontraban su máxima expresión en los carismas
de la comunidad (1,5), de modo particular en el “hablar
lenguas”, que podía dar lugar a manifestaciones
estáticas similares a aquellas de los paganos (12,1-2).
Como efecto del conocimiento de su adquisición, los
cristianos se consideraban hombres perfectos (2,6) y
espirituales (3,1; 12,1), totalmente libres de todo
condicionamiento (9,1; cf. 6,12; 10,23) y consideraban a
los otros, débiles en la fe (8,7-12).
Tal espiritualismo exacerbado llevaba a estos cristianos de
Corinto al desprecio del cuerpo.
En el campo sexual su posición oscilaba entre los excesos del
libertinaje (5,1-5; 6,12.15) y el de un rígido ascetismo (7,1).
No tenían escrúpulos para consumir carne sacrificada a los
ídolos (8,4-6).
Probablemente su resistencia en relación a la resurrección final
(cf. 15,12) se debía al hecho que no aceptaban la idea que el
cuerpo participase de la gloria final y definitiva de los salvados.
La Cena del Señor (11,28) y tal vez el bautismo (10,1-5; 12,13)
eran considerados capaces de poner automáticamente al
creyente, prescindiendo de sus disposiciones personales, en
relación directa, casi mística, con el Señor glorioso
En la comunidad de Corinto había tomado pie
un modo de concebir y de vivir el
cristianismo, distinto a aquel inculcado por el
apóstol.
Sin formar todavía un sistema homogéneo y
bien definido, las nuevas ideas ponían en
discusión aspectos neurálgicos de su evangelio
con respecto a la persona de Cristo, la
salvación y la Iglesia, con situaciones
preocupantes en el campo moral.
Es claro que los que sostenían estas ideas no
podían no manifestar desconfianza y hostilidad
en relación con el apóstol.
B. LAS RAÍCES CULTURALES
DEL FRENTE ANTIPAULINO
La identidad de los adversarios de Pablo es objeto de
un debate entre los exégetas.
Fue considerado por 1ra vez por F.Ch.Baur.
Sostiene que el partido de Cristo en Corinto no era otro
que la facción judaizante y petrinade la comunidad, la
cual se contraponía al partido de Pablo y a aquel de
Apolo.
La hipótesis judío-cristiana suscitó las simpatías de
diversos estudiosos, los cuales identificaban
espontáneamente a los adversarios de la Primera con
aquellos de la Segunda carta.
Ph.Vielhauerha afirmado que en 1Cor 3,11 Pablo
polemiza con aquellos que quieren poner a Pedro como
fundamento de la Iglesia en la línea de Mt 16,18.
W. Lütgert:en ambas cartas los adversarios de
Pablo eran cristianos pneumáticosy libertinos de
orientación gnóstica.
Aquellos, despreciando la debilidad carismática del
apóstol y colocando en 2do plano el Cristo
crucificado, se habían hecho promotores de una
nueva libertad entusiasta basada en el evangelio.
Esta hipótesis ha suscitado numerosas adhesiones:
W. Schmithals: en Corinto se desarrolló una gnosis
precristiana de extracción judía, a la cual se
adherían los miembros del partido de Cristo, en
contraposición a aquellos de los otros tres grupos
mencionados por Pablo.
U. Wilckens: los adversarios de Pablo propagaron
una cristología modelada sobre el mito judío-
gnóstico de la Sabiduría de Dios que desciende de
lo alto y cuyo cuerpo es crucificado por el poder
demoníaco (cf. 1Cor 2,6.8).
H. Conzelmann: prefiere hablar no de gnósticos en
sentido propio sino de “proto-gnósticos”, cuyo
sistema puede ser definido como una gnosis en
status nascenti.
A pesar de su amplia difusión, esta línea
interpretativa es hoy contestada especialmente por
los expertos del gnosticismo, los cuales ponen en
guardia del peligro de proyectar sobre los opositores
de Pablo las connotaciones de un movimiento que
se desarrolló un siglo después.
Junto a las dos orientaciones dominantes se
suena nuevamente la opinión ya sostenida
hace ya algunos años por J. Dupont: en
Corinto se estaba difundiendo un movimiento
cristiano de matriz judeo-helenista, cuyas ideas
eran cercanas a aquellas de Saby de Filón de
Alejandría.
Apolo le habría dado un impulso decisivo , e
cual, en base al retrato que de él se tiene en
Hch18,24-28, parece poseer todas las
características teológicas que Pablo atribuye a
sus adversarios
La crisis que se desencadenó en Corinto se
puede atribuir en buena parte, a la
predicación de Apolo, el cual, habría
presentado a Cristo como la Sabiduría y el
Hijo de Dios que, entrando en la gloria del
Padre mediante la resurrección, otorga un
conocimiento nuevo.
En fuerza de este don, sus seguidores son
libres de los condicionamientos de la
materia y al fin de esta vida, entran en
relación directa con el mundo divino.
A la parte más culta de la comunidad, este
anuncio debió haber parecido superior a
aquel de Pablo, el cual había puesto al
centro de su predicación el Cristo
crucificado (cf. 1Cor 2,2).
Así se comprende la oposición que se
manifestaba sobre todo al interior del grupo
de los que apoyaban a Apolo
4. LA CRÍTICA LITERARIA DE PANTALLA
La autenticidad, al menos en su globalidad, no suscita particulares
problemas.
Las dificultades surgen más que nada a consecuencia de su unidad.
En ella se observan, de hecho, desarmonías, cambios repentinos
de tema y contradicciones que podrían hacer pensar en la fusión de
escritos originariamente distintos.
J. Héring, por ejemplo, observa que Pablo escribe antes que se
dirija a Corinto (4,19),
Luego anuncia que su venida será postergada (16,5-9).
Como consecuencia de las carnes sacrificadas a los ídolos
demuestra preocupación sólo de la caridad hacia los débiles (8,1-
13; 10,23—11,1).
Luego da al problema una solución rigorista (10,1-22).
En el c. 9 retoma el discurso sobre su apostolado que parecía ya
concluido precedentemente (cc. 1—4)
Sobre la base de estos puntos J. Héringpropone la
siguiente hipótesis:
la gente de Cloe ha llevado a Pablo noticias poco
seguras acerca de la comunidad de
Corinto, quienes, por su cuenta, le han enviado una
carta en la que le piden explicaciones acerca del
matrimonio y la carne sacrificada a los ídolos.
Pablo responde con una 1ra carta (1Cor 1—8;
10,23—11,1; 16,1-4.10-14).
Luego le llegarán otras noticias por medio de
Estéfanasy él escribe una 2da carta (1Cor 9,1—
10,22; 11,2—15,58; 16,5-9.15-24)
Un redactor posteriormente habría fusionado las dos
cartas dándole sólo pequeños retoques
Otros consideran que la 1ra carta enviada a la comunidad (carta
A), en la cual se exhortaba a los cristianos a no mezclarse con
libertinos (cf. 1Cor 5,9),no se hubiese perdido sino que se
conservó al interior de la primera carta canónica.
Ella también aparecería en 2Cor 6,14—7,1, un paso que parece
fuera de lugar en su contexto actual.
Como consecuencia W. Schmithaalsdescompone la 1Cor en
dos cartas.
J. Weissconsidera, por su parte, que en ella en realidad, hay
tres cartas: la carta previa (A) y dos cartas sucesivas, que
contendrían respectivamente la respuesta al escrito enviado por
la comunidad (cf. 7,1) (B/1) y la toma de posición en relación
con los partidos de Corinto, de los cuales habían llevado noticias
aquellas de Cloe (B/2).
En fin, R. Peschencuentra incluso en la carta hasta cuatro
misivas
Ninguno de los tentativos hechos para
identificar las cartas originarias ha logrado
hasta ahora resultados satisfactorios.
El multiplicarse es un signo de que ese camino
tomado no es seguro.
Por eso, la mayor parte de los estudiosos
sostiene hasta ahora la unidad de la carta y
explica sus incongruencias por el hecho de que
ella se ha debido a las varias redacciones, en
un tiempo más que nada largo, durante el cual
Pablo pudo haber recibido nuevas
informaciones y haber cambiado sus
programas.
5. EL MENSAJE: LA SALVACIÓN EN CLAVE
COMUNITARIA
1Cor es un escrito eminentemente práctico, en el cual
Pablo afronta una serie de problemas con respecto a la
vida de la comunidad.
El método que adopta es típicamente teológico, en
cuanto procede según un esquema “triangular”, que
prevé:
-el análisis de la situación,
-la confrontación con los datos esenciales de la fe, y
-las soluciones prácticas que se derivan.
En la carta se encuentran numerosos desarrollos
doctrinales que manifiestan, en modo sistemático, el
pensamiento del apóstol
A. DIOS, PADRE DE JESUCRISTO
Al origen y sobre todas las cosas, Pablo pone a
Dios, quien las ha creado por medio de su
sabiduría (1,21).
Él es el Padre que ha dado la existencia al
universo y representa el fin último al cual todo
creyente debe orientar su vida:
“Para nosotros, no hay más que un solo
Dios, el Padre de quien (evxou-) todo
[procede] y nosotros [somos] para él (eivj
auvto,n)” (8,6).
Es a Él, al final, al Cristo a quien dará el
reino, después de haber reducido a la nada
todo principado, toda potestad, todo dominio
(15,24).
Desde el punto de vista cristológico, la contribución
más original de la carta consiste en la identificación
de Cristo con la Sabiduría de Dios (1,24).
Él es el único Señor “en virtud del cual (diVou-)
[existen] todas las cosas, y nosotros por medio
de él (diVauvtou/) retornamos al Padre” (8,6).
Único mediador de la creación y de la salvación, él
confiere a todos los hombres el don de la justicia
(justificación), de la santificación y de la redención
(1,30), tomando así el lugar que en el judaísmo se le
daba a la ley mosaica; ya antes de su nacimiento en
la carne, él estaba presente y operante en la historia
de su pueblo
En la obra de Cristo, el aspecto más importante
es su muerte en cruz:
Ella es tontería para aquellos que van en
perdición, pero para aquellos que se salvan es
poder de Dios (1,18). En fuerza de su muerte
cruenta Cristo se ha convertido en “nuestra
Pascua” (5,7), vale decir, en el cordero pascual
inmolado por nuestros pecados (cf. 15,3).
El sentido de la muerte de Cristo se comprende
plenamente sólo a la luz de su resurrección
(15,3-4), negarlo le quitaría todo valor a la
predicación apostólica y a la fe de los cristianos
(15,14-15)
Cristo continua hoy su obra mediante el
Espíritu, el único capaz de sugerir la profesión
de fe “Jesús es el Señor” (12,3).
De él viene toda la sabiduría que Pablo
comunica a sus cristianos (2,10-16).
Es el Espíritu quien guía a la comunidad
mediante los carismas (12,7-11).
Entonces, Pablo en esta carta lee la acción
salvífica de Dios en clave trinitaria, mostrando
cómo en la muerte de Cristo en cruz, se haya
revelado plenamente el poder misericordioso
de Dios, que continua obrando mediante el
Espíritu para salvación de toda la humanidad.
B. LA COMUNIDAD DE LOS SANTOS
El proyecto salvífico de Dios, actuado en la cruz de
Cristo, tiene como término la formación de la
Iglesia, que es el pueblo de Dios de los últimos
tiempos, la comunidad de “aquellos que son
santificados en Cristo Jesús” (1,2).
Ella se hace visible en la comunidad local, cuyos
miembros están en comunión con todos aquellos que
invocan el nombre del Señor nuestro Jesucristo.
La Iglesia es el campo, el edifico de Dios (3,9), su
templo, fundado sobre Jesucristo (3,11) en el cual
habita el Espíritu Santo (3,16), el cuerpo mismo de
Cristo, del cual son miembros con pleno derecho tanto
judíos como griegos, esclavos como libres (12,12-13)
Su característica fundamental es la unidad; quien
introduce una división entre sus miembros no hace sino
lacerar el cuerpo de Cristo (1,13).
En la Iglesia, cuerpo de Cristo, se entra mediante el
bautismo (1,13-15; c. 10,2; 12,13).
Este mismo cuerpo se hace visible en la Cena del Señor.
En ella se actúa aquella solidaridad entre hermanos que
es el fruto por excelencia de la muerte de Cristo (11,23-
29; cf. 10,16-17).
Tal solidaridad no excluye la exigencia de separarse de
los hermanos que no hacen el esfuerzo (5,11).
Pero esta “separación” tiene una función
medicinal, porque tiene como objetivo su salvación (5,5).
La unidad de los creyentes va a la par con la
multiplicidad de los carismas que el Espíritu
distribuye a cada uno para utilidad común
(12,4-11).
Como los miembros del cuerpo, así los
carismas, también los más
insignificantes, tienen todos una gran
dignidad, y por eso, deben ser respetados y
cultivados (12,12-27).
Ellos no crean división porque tienen lo vital
que es el amor, que es un don de Dios, el único
capaz de edificar la Iglesia (13,1-13; cf. 8,1-3).
La dignidad de los carismas no excluye que, en
vista de la edificación de la Iglesia, se
establezca entre ellos una especie de jerarquía
(12,28-30).
El primero de los carismas que el Espíritu
distribuye a la Iglesia es aquel de los apóstoles
(12,28) los cuales son ministros de Cristo (4,1)
y servidores de la comunidad (3,21-22), por
ellos edificada sobre el único fundamento que
es Cristo (3,12-15).
Ellos deben representar en vivo en sí mismo, la
cruz de Cristo, de modo que se conviertan en
modelo para todos los cristianos (4,9-16).
En cuanto al apóstol Pablo, es el fundador
de la comunidad (9,2), a la cual ha
anunciado en primer lugar el evangelio
(1,17).
Por eso no tiene miedo de presentarse a sí
mismo como ejemplo para imitar (4,16;
9,19-23).
A los anunciadores del evangelio, los
cristianos deben el máximo
respeto, evitando servirse de ellos para
crear divisiones en la comunidad (4,6).
Un papel preponderante en lo referente al carisma del profeta en
la Iglesia, el cual, “habla a los hombres para su
edificación, exhortación y consuelo” (14,3).
Más a fondo, en orden de importancia (después de
milagros, sanaciones y asistencia) se sitúa el carisma de
gobierno, que compete a los responsables locales de la
comunidad (12,9-10.28-30).
Al final de la carta el apóstol no cesa de recomendar sumisión y
respeto en cuanto “han dedicado al servicio de los hermanos”
(16,15-16).
En fin, Pablo no rechaza ni siquiera el carisma de “hablar en
lenguas” (glosolalia), siendo consciente de los riesgos que ello
comporta (14,1-25).
Para el ejerció de la glosolalia, como también para aquel de
profecía, traza severas directivas para que no se verifiquen
abusos o escándalos (14,26-40).
C. PARA UNA MORAL DE SERVICIO
Todos los miembros de la Iglesia están llamados a
un elevado comportamiento moral, abandonando
definitivamente los vicios propios de su sociedad
(5,11; 6,9-10).
En particular, Pablo es muy exigente por lo que
respecta a la vida sexual, que encuentra su
verdadero significado en el amor recíproco del
hombre y de la mujer (6,16) vivido en el ámbito de la
familia (7,3-6).
Contra las primeras tendencias de carácter
dualístico, afirma la licitud del matrimonio y de todo
lo que ello comporta, colocando en primer lugar la
exigencia, afirmada por el mismo Jesús, de una
fidelidad recíproca sin límites de tiempo (7,10).
A los no casados propone el celibato en cuanto
considera que ello, en la perspectiva inminente de la
parusía, pueda garantizar más que el matrimonio, un
servicio indiviso al Señor (7,25-35).
En la vida moral del creyente tiene un papel importante
la conciencia, la cual le permite de deducir, de las
instancias supremas del evangelio, las líneas prácticas
del comportamiento.
Las directivas de la propia conciencia, también cuando
son objetivamente discutibles, tienen para cada uno un
carácter vinculante y como tal son respetadas (8,7-13).
Los creyentes deben estar atentos a la sensibilidad de
los extraños, los cuales podrían permanecer
escandalizados de actitudes demasiado liberales y
desprejuiciadas (10,32; cf. 5,1; 11,14).
Las enseñanzas del apóstol aparecen como una viva espera
escatológica.
En la perspectiva del fin inminente, él aconseja a cada uno vivir
en la condición en la cual se encontraba cuando se adhirió a la
fe (7,17-24).
Si como “pasa la escena de este mundo”, a todos recomienda
una sincera separación de las realidades terrenas (7,29-31).
Al final tendrá lugar la resurrección de los justos, del cual la
resurrección de Cristo es la primicia (15,20-23).
En ella estará involucrado todo el hombre, comprendida su
componente corporal, la cual será transformada para poder
participar en la nueva realidad de los redimidos (15,51-53).
Entonces la muerte será eliminada para siempre, y con ella
desaparecerá el pecado y la ley, sobre las cuales se funda su
poder (15,54-57).
La idea clave de toda la carta es el amor, que
parte de Dios y se revela en la muerte de
Cristo sobre la cruz y del don del Espíritu
Santo.
Tal amor representa la verdadera fuente y la
única razón de ser de la Iglesia; ella hace que
las relaciones de los creyentes entre ellos y
con todos sean radicalmente renovadas.
Construida sobre el amor, la Iglesia es signo de
esperanza para toda la humanidad, a la cual
anuncia el advenimiento de un mundo nuevo
1. ESTRUCTURA DE LA CARTA
La Segunda carta a los Corintios se inicia con el prescripto
(1,1-11) y termina con un breve proscripto (13,11-13).
El cuerpo no presenta un andamiento orgánico y
progresivo.
De hecho, se nota una fuerte escisión entre el c. 7 que
termina con una expresión de gozo por la buena acogida
que los Corintios han tenido para con Tito, y el c. 8 en el
cual, el apóstol enfrenta el tema de la colecta.
Otra escisión se advierte entre el c. 9 al final del cual el
apóstol agradece a Dios por el don de la colecta, y el c.
10, en el cual, por el contrario, inicia de modo improvisado
una apasionada defensa en relación a las acusaciones que
le han sido dirigidas.
Teniendo en cuenta estas dos escisiones la carta se divide
claramente en tres partes (1,12—7,16; 8,1—9,15; 10,1—
13,10), entre las cuales no existe un nexo lógico preciso.
Al interior de la primera parte se notan 2 escisiones que dividen el
orden de las ideas:
Entre 1,13, donde Pablo señala sobre su viaje a Macedonia para
encontrarse con Tito y 1,14, donde inicia un largo discurso
apologético sobre el ministerio apostólico;
Entre 7,4, donde termina su autodefensa diciéndose estar pleno
de consolación aún en las tribulaciones, y 7,5 donde retoma la
narración del viaje a Macedonia.
Esta parte de la carta aparece dividida en dos secciones,
1)1,12—2,13; 7,5-16: narrativa y confidencial, marco de la 2da
2)2,14—7,4: de carácter apologético.
Esta 1ra apología es completamente autónoma con respecto a
aquella contenida en los últimos 4 cc: entre las dos no faltan los
llamados temáticos y verbales.
cc. 8—9, aún tratándose ambos de la coleta, aparecen claramente
como dos desarrollos autónomos del mismo tema.
Prescripto y agradecimiento (1,1-11)
I Una crisis ya superada (1,12—7,16)
1) Los hechos pasados: la visita intermedia, una ofensa
recibida, la carta amarga (1,12—2,13).
2) La autodefensa de Pablo (2,14—7,4)
a) Introducción (2,14-17)
b) El ministerio de la nueva alianza (3,1—4,6)
c) En vista de la gloria futura (4,7—5,10)
d) El ministerio de la reconciliación (5,11—6,2)
e) El comportamiento del apóstol (6,3—7,4)
3) Conclusiones acerca de los hechos pasados: el
encuentro con Tito (7,5-16)
II. Las colectas para los pobres de Jerusalén (cc. 8—9)
1) La comunión en el servicio de los santos (c. 8)
2) Por una eucaristía de todas las iglesias (c. 9)
III. Segunda defensa del apóstol (cc. 10—13)
1) La acusación de debilidad (10,1—1)
2) La acusación de ambición (10,12-18)
3) La vanagloria del apóstol (11,1—12,18)
4) En previsión de una próxima visita (12,19—13,10).
Epílogo y Postcripto(13,11-13)
2. DESARROLLO DE LA CRISIS DE CORINTO
Las vicisitudes que han dado origen a 2Cor
están brevemente indicadas en el curso de la
misma.
En contraste con cuanto había decidido
precedentemente (cf. 1Cor 16,3-6), Pablo
prolongó se permanencia en
Éfeso, comunicando previamente a los
Corintios que se habría dirigido hacia ellos, y
posteriormente iría a Macedona para regresar
luego a Corinto y de allí dirigirse a Judea; de
tal manera que haría tenido dos veces el gusto
de verlos (2Cor 1,15-16)
Por desgracia, su visita a Corinto fue ocasión de
un doloroso contratiempo, pues mientras se
encontraba aún en la ciudad o justo después de
haberla dejado, Pablo recibió, en persona o uno
de sus colaboradores, una grave ofensa que
tocaba de cerca su dignidad de apóstol (2,5-10;
7,11-12).
En el pasado, era la opinión que el agraviante no
fuese otro que el incestuoso de Corinto (cf. 1Cor
5,1-5), pero hoy eso está prácticamente excluido
porque al respecto el apóstol habría pronunciado
una excomunión tajante.
Parece que el agresor no fuese un miembro de la
comunidad (cf. 7,11).
Nada hace pensar que esta situación tuviese como fondo
una cuestión doctrinal de importancia.
Si el incidente turbó las relaciones de Pablo con la
comunidad, se debió al hecho de que ésta, con toda
probabilidad, no tomase claramente posición en su favor.
Pero no se excluye que el personaje en cuestión haya
actuado como representante de un frente antipaulinomás
amplio, del cual se tiene noticias en otras partes de la carta.
Los que apoyan esta hipótesis consideran generalmente
que la carta escrita en medio de lágrimas fuese en realidad
la Primera a los Corintios.
El incidente obligó a Pablo a cambiar sus
proyectos, en vez de ir a Macedonia para luego
regresar, como había prometido, a Corinto, partió
para Éfeso y de allí, “en un momento de gran
aflicción y con el corazón angustiado, entre
muchas lágrimas” (2,4), escribió una carta a la
comunidad y la envió con toda probabilidad por
medio de Tito
Esta es la tercera carta enviada a Corinto
(indicada, por eso, como carta C), después de
aquella que se perdió (cf. 1Cor 5,9: carta A) y la
primera carta canónica (carta B).
Luego, el apóstol se dirigió a Tróadepara evangelizar
aquella ciudad, esperando al mismo tiempo de
encontrarse con Tito y recibir noticias de Corinto.
En Tróadeel mensaje evangélico encontró una acogida
favorable, pero Pablo, no habiendo encontrado a su
colaborador, partió para Macedonia (2,12-13).
En esta región, probablemente en Filipos, se encuentra
con graves problemas, tanto al exterior como al interior
de la comunidad (7,5).
Yienela consolación de encontrar a Tito, el cual le
refiere que los Corintios han castigado al que lo ofendió
(2,5-6) y están sinceramente incómodos con lo que ha
sucedido (7,6-7).
Entonces el apóstol escribe de nuevo a la
comunidad, alegrándose por lo sucedido y
exhortando a los cristianos a perdonar al
ofensor.
Se trata de la 4ta carta (carta D) escrita por
Pablo a los Corintios, que corresponde en todo
o en parte a 2Cor.
En fin, envía nuevamente a Tito a Corinto para
llevar a término la colecta para la iglesia de
Jerusalén (8,6)
2Cor fue escrita por Pablo hacia la mitad del
54, cuando, después de la forzada interrupción
de su permanencia en Éfeso, se encontraba
en Macedonia, antes de acercarse
nuevamente a Corinto y de ponerse en viaje
para la Judea.
¿Pero se trata de toda la carta o sólo de la
parte en donde aparecen estas noticias?
3. LOS RESTOS DE UNA INTENSA
CORRESPONDENCIA
2Cor es seguramente paulina.
Las dudas sólo corresponderían a un brano (6,14—
7,1), que diversos estudiosos consideran como un
agregado posterior.
De hecho, no rompe el hilo lógico que une 6,13 (“abran
también ustedes sus corazones”) con 7,2 (“hagan lugar
en sus corazones”).
Por otro lado, revela un tono marcadamente
judío, similar a aquel de los textos de Qumram.
Según algunos estudiosos, el brano es auténtico, pero
originariamente habría sido parte, como se ha visto, de
la carta A recordada en 1Cor 5,9.
No faltan aquellos que continúan considerándolo
auténtico y en el lugar adecuado
Mucho más complejo es el problema de la unidad
interna de la carta.
De hecho, ésta está compuesta de diversas partes que
no se relacionan claramente entre ellas y que en
origen, podrían haber sido otras tantas misivas
autónomas:
Carta de reconciliación (1,1—2,13 + 7,5-16);
Primera apología (2,14—6,13 + [6,14—7,1]+ 7,2-4);
Carta credencial para la colecta en la iglesia de
Corinto (c. 8);
Carta credencial para la colecta en las iglesias de
Acata (c. 9);
Segunda apología (cc. 10—13)
Diversos estudiosos modernos consideran que los
cambios repentinos de estilo y el argumento no son
tales como para poner en tela de juicio la unidad de la
carta, en cuanto podrían haber sido causados por
nuevos eventos o estados de ánimo suscitados durante
su composición.
Por el contrario, según otros, la situación de la carta
puede ser adecuadamente explicada sólo suponiendo
que en ella confluyan diversas misivas enviadas en
momentos sucesivos a la comunidad de Corinto.
Si como luego en 2Cor 2,4 Pablo recuerda haber
escrito precedentemente una misiva “entre tanta
lágrima” (carta C) uno se pregunta si por casualidad no
haya sido conservada, al menos en parte, al interno de
la carta.
Aquellos que consideran 2Cor como una
compilación de cartas autónomas o
fragmentos no están de acuerdo en el número
o en la extensión de las mismas, el contexto
histórico en el cual han surgido y su sucesión
en el tiempo.
Entre las hipótesis más confiables se pueden
recordar las siguientes:
1)Las noticias recibidas desde Corinto acerca de
la llegada de los nuevos predicadores
obligaron a Pablo a dirigirse a la ciudad.
Después de la ofensa recibida y el retorno a
Éfeso, el apóstol escribe la carta “entre
lágrimas” que corresponde a 2Cor 11—13.
Después de haberse encontrado con Tito en
Macedonia, probablemente en Filipos, y haber
sabido que la ofensa había sido reparada, él
escribe una segunda carta con la cual pone fin
a toda esta situación: ella consiste en 2Cor 1-9
2) Pablo viene a saber de la nueva situación que
se ha creado en Corinto y se dirige a la ciudad.
Luego frente a la ofensa recibida, escribe la
carta de las lágrimas (perdida).
Este episodio se concluye definitivamente en
una carta de reconciliación (cc. 1-9) escrita
después del regreso de Tito.
La situación se agudiza y Pablo escribe una
dura carta polémica (cc. 11—13).
La pacificación tendrá lugar sólo durante la
tercera visita de Pablo (cf. Hch20,2-3).
3) Después de haber sabido de la nueva situación en
Corinto, Pablo envía una primera carta apologética
(2,14—7,4).
Luego se dirige a la ciudad, donde encuentra a la
comunidad en estado de rebelión y recibe una gran
ofensa.
Entonces escribe la carta de las lágrimas (cc. 10—
13).
Ésta obtiene finalmente los efectos deseados y
Pablo, después de haber recibido las buenas noticias
traídas por Tito, escribe la carta de reconciliación
(1,1—2,13; 7,5-16).
Le da a Tito 2 cartas credenciales para la colecta (cc.
8 y 9). Esta hipótesis es la que recibe hoy mayor
consenso
La teoría que ve en 2Cor una colección de diversas
misivas enviadas por Pablo se va cada vez más
afirmando.
En el último período de su permanencia en Éfeso, y
luego, durante el viaje que lo habría llevado por última
vez a Corinto, el apóstol habría escrito más veces a los
cristianos de aquella ciudad.
Un redactor habría unido las diversas misivas de modo
tal que apareciese un escrito aparentemente unitario.
No se excluye que en este proceso, algunas partes de
la carta (especialmente el prescripto y el postcripto) se
hayan perdido, por cuanto contenía cosas ya dichas o
referencias a situaciones o personas que resultaban
incomprensibles en el nuevo contexto
4. LOS ADVERSARIOS DE PABLO
Las dos secciones apologéticas de la carta
(2,14—7,4 y 10,1—13,10) atestiguan
que, después del envío de 1Cor, las relaciones
entre Pablo y lo cristianos de Corinto pasaron
a través de una crisis, determinada por el
surgimiento de una nueva y más aguerrida
oposición en relación con él.
Para comprender las reacciones del apóstol es
importante identificar estos nuevos adversarios
y definir sus ideas, además de su situación
religiosa y cultural
A. LAS CARACTERÍSTICAS DE LOS
ADVERSARIOS
Pablo no hace referencia a los contenidos de la
predicación de sus adversarios y ni siquiera los
enfrenta directamente.
Sí hace referencia en un modo polémico, dentro
de un diálogo que tiene como únicos
interlocutores a los Corintios.
Se pueden recabar sus ideas sólo de modo
indirecto, suponiendo por una parte, que sean
esas las concepciones que el apóstol condena
y, por otra parte, que esas ataquen precisamente
las posiciones doctrinales o prácticas que él
defiende en los branos apologéticos
De la primera autodefensa(2,14—7,4), se
deduce que los opositores de Pablo son
predicadores cristianos que “mercantilizan”
(kaphleu,ontej) la palabra de Dios (2,17)
Se hacen pagar por la enseñanza
impartida, como hacían los filósofos itinerante a
menudo considerados tramposos vagabundos.
Se presentaban en una comunidad con carta de
recomendaciones dadas por otra comunidad
precedentemente visitada (3,1).
Por otro lado, se consideraban dentro de la
tradición judía, especialmente la ley, por la cual se
podían paragonar con Moisés (3,7-
10), ostentando en sí mismos de modo excesivo
(5,12)
La sección polémica (cc. 10—13) deja
entrever que los adversarios, se insinúan de
una comunidad no fundada por
ellos, recomendándose ellos
mismos, poniendo la propia persona como
criterio de autenticidad apostólica y se
vanaglorian de los frutos y de las fatigas de
otros (19,12.15.18).
Buscan seducir a los Corintios, como hizo un
día la serpiente con Eva, anunciándoles un
Jesús y un evangelio diversos de aquel
predicado por Pablo (11,3-4).
Se presentan como “súper apóstoles” (11,5;
12,11) y pretenden ser mantenidos por la
comunidad.
Pablo ha renunciado desde el inicio a tal derecho
(11,7—12,20; cf. 12,13-18).
En realidad, se trata de “pseudoapóstoles” obran
fraudulentamente, ministros de Satanás, los
cuales, imitando a su maestro, se revisten como
ángeles de luz (11,13-15).
Se vanaglorian de ser hebreos, israelitas y
descendientes de Abraham (11,22); además de
“ministros de Cristo” (11,23), apoyándose en
fenómenos estáticos, revelaciones y milagros
(12,1.7.12)
En cuanto a Pablo, cuestionan su legitimidad apostólica (10,7-8),
lo acusan de debilidad y de oportunismo (10,1.10-11) y
subrayan su poco dominio de la palabra (11,6);
llegan a insinuar que, no habiendo aceptado la ayuda de la
comunidad, la habría explotado con el engaño (12,13-18).
La presencia de dos secciones polémicas hace suponer que la ig.
de Corinto haya pasado a través de dos momentos de crisis.
Las características que el apóstol atribuye a sus adversarios son
tales que hacen pensar que se trate de los mismos personajes.
En ambos casos se trata de predicadores cristianos
itinerantes, que visitan comunidades ya establecidas
anunciándoles “su” evangelio, considerándose ellos mismos en la
gloriosa tradición judía y haciendo muestra de fenómenos
carismáticos; se exaltan a sí mismos y explotan a las comunidades
B. JUDAIZANTES, GNÓSTICOS O MISIONEROS
JUDÍO-HELENISTAS
F.Ch.Baurindicó que el partido judeo-
cristiano, encabezado por Pedro, propugnaba
al interior de la Iglesia la observancia de la ley
mosaica, verdadero y único frente contra el
cual el apóstol combate tanto en la 1Cor como
en 2Cor.
Los adversarios de Pablo serían, por
tanto, predicadores judeo-cristianos de
tendencia farisea (judaizantes) provenientes
de la Palestina o de alguna región limítrofe, los
cuales se apoyaban en la autoridad de los
primeros apóstoles
Tenían la intención de inculcar en los nuevos
convertidos, la práctica de la ley
mosaica, aunque al momento no se hablase
de modo explícito.
Hacían lo imposible para descalificar a
Pablo, y presentarlo como privado de
autorización por parte de los primeros
apóstoles.
Los nuevos predicadores de Corinto, serían
exponentes de aquel movimiento
que, partiendo de la Palestina, llegó en el
mismo período a Filiposy a las iglesias de
Galacia.
Según otros estudiosos, los opositores serían parte del
mismo “movimiento gnóstico” contra el cual Pablo toma
posición en 1Cor.
De hecho, no manifiestan tendencias propiamente
económicas, que, por otro lado, revelan la misma búsqueda
de experiencias milagrosas y estáticas.
Es verdad que en 2Cor el humusdel cual provienen los
adversarios no es más el helenismo, sino el judaísmo, pero
debemos notar que también en ellos estaba presente
tendencias de carácter gnóstico.
Si bien en 2Cor la apertura de un nuevo frente antipaulino
es provocado por personas extrañas a la comunidad, no se
puede excluir que los “gnósticos” de Corinto hayan hecho
causa común con los nuevos predicadores de ambiente
judeo-cristiano, habiendo encontrado en ellos algunas de
sus ideas, y sobre todo, su misma crítica en relación con
Pablo.
Para D. Georgi, los nuevos llegados eran predicadores
judeo-cristianos de ambientes helenísticos, los cuales
daban gran importancia al hebraísmo, sin considerar
indispensable la práctica de la ley mosaica.
Se apoyaban en la concepción helenística del “hombre
divino” (theíosanēr), ya usada por la apologética
judía, presentándose como personajes
excepcionales, capaces de responder a las esperas
milagrosas difundidas en ambientes griegos.
Esta tesis suscita hoy muchas simpatías, aunque la
utilización por parte de los nuevos predicadores del
concepto de “hombre divino” es siempre más
cuestionada, en cuanto que ello no encuentra base ni
en el mundo judío ni en el cristiano
G. Theissenafirma que los adversarios de Pablo eran
simplemente predicadores cristianos que sostenían una
diversa concepción del ministerio.
Como fundador de nuevas comunidades, Pablo se financia
con su trabajo y encuentra la legitimización de su rol
apostólico en los resultados obtenidos (cf. 1Cor 9,1; 2Cor
3,2; 10,15-16)
Sus adversarios, por el contrario, se basan en una
legitimización de tipo carismático, ligada a la carta del
mandato de Jesús (cf. Mt 10,40-42; Mc 16,17-18).
Por eso, visitan comunidades ya fundadas, viven de su
ayuda y cumplen signos extraordinarios.
Estas dos formas de ministerio estaban destinadas a entrar
en conflicto, en cuanto implicaban una distinta relación con
la comunidad y al final, una diversa interpretación del
mensaje cristiano
La identidad de los adversarios de Pablo en
2Cor queda, por tanto, como un problema
abierto.
La línea indicada por Theissenpermite afirmar
que en la base de la controversia no hubiese
relevantes contrastes doctrinales, sino más
que nada, un problema de mentalidad, tal vez
en gran parte determinado por el paso del
cristianismo del mundo palestino a aquel
helenístico
5. EL VERDADERO APÓSTOL DE CRISTO
2Cor no es sólo una apasionada apología que
Pablo hace de sí mismo y de su ministerio en
relación con sus adversarios, sino una amplia
reflexión acerca del ministerio eclesial, que
pone a la luz las características específicas en
el plan de Dios y en la vida de la comunidad
A. EL CRISTO RECONCILIADOR
Al presentar su ministerio apostólico, Pablo, toma
como ejemplo la personalidad de Cristo, muerto y
resucitado para la salvación de la humanidad.
Cristo es “imagen” en el cual Dios revela
plenamente su gloria (4,3-6).
Por medio suyo, Dios ha reconciliado consigo
todo el mundo (5,18-19).
Él, que no había conocido pecado, ha sido tratado
como “pecado” (sacrificio o víctima por el
pecado), de modo que pudiésemos participar por
medio suyo, de la “justicia de Dios” (5,21).
De rico que era, se ha hecho pobre por
nosotros, para que nos hiciésemos ricos por
medio de su pobreza (8,9).
En él se han dado todas las promesas de Dios
(1,20).
Él ha dado a los creyentes el Espíritu Santo, a
quien se le atribuyen los apelativos de
“unción, sello y fianza”, en cuanto inaugura y
anticipa en ellos la salvación final.
Precisamente por obra del Espíritu se ha
realizado la nueva alianza anunciada por los
profetas (3,3-6).
La obra de Cristo tiene como resultado la
fundación de la comunidad, la cual, salvada
por él, une al suyo, su propio “amén” a gloria
de Dios (1,20).
Ella es como una carta de Cristo, que lleva en
sí, en los corazones renovados por sus
miembros, la presencia viva y dinámica del
Espíritu (3,3).
En ella, todos los creyentes participan de la
vida nueva de Cristo resucitado (4,11-12) y se
preparan para entrar un día en su gloria (4,17-
18)
B. EL MINISTERIO DE LA NUEVA ALIANZA
Sobre este fondo Pablo delinea las características del ministerio
apostólico.
El apóstol debe, ante todo, comportarse con la santidad y la
sinceridad que viene de Dios (1,12).
No debe hacer de patrón en relación a la fe de los cristianos.
Es más que nada, colaborador de su gozo (1,24).
Es el perfume de Cristo que difunde el conocimiento de Dios en
todo el mundo (2,14-15).
Habla a nombre de Cristo con sinceridad, sin comercializar la
palabra de Dios (2,17).
El verdadero apóstol no se predica a sí mismo, sino al Señor
Jesús, por amor del cual se pone completamente al servicio de la
comunidad (4,5).
Es ministro de la nueva alianza, de la cual recibe una gloria
inmensamente superior a aquella de Moisés, mediador de la antigua
alianza (3,1-11).
Como el amigo del esposo, debe llevar la Iglesia a Cristo, su
esposa, manteniéndola pura y casta (11,2)
La vida del apóstol, que lleva la gracia de Dios en un vaso de
barro, está marcada por las tribulaciones sufridas con coraje porque
mediante la participación en la muerte de Cristo, debe dar a los
creyentes su vida (4,7-12).
Impulsado por el amor de Cristo (5,14), tiene la tarea de ministro de
la reconciliación (5,18-21), afrontando innumerables pruebas (6,3-
10).
Lo que garantiza la autenticidad del apostolado no son los
milagros, y ni siquiera las visiones o revelaciones, como firmaban
los predicadores carismáticos, sino los sufrimientos soportados por
Cristo.
Como en Cristo, de hecho, también en el verdadero apóstol el poder
se manifiesta en la debilidad (12,9-10).
La característica fundamental del apóstol en cuanto ministro de Dios
consiste en el saber revivir la misma experiencia de debilidad y de
poder que ha sido propia de Cristo crucificado.
Por ello, él puede presentarse como testigo auténtico de la
redención, evitando aquel culto de la personalidad y aquella
dependencia servil que sus adversarios pretendían de los Corintios.
El servicio apostólico que Pablo hace a la
comunidad, abraza también la colecta para los pobres
de Jerusalén, que ha sido sugerida por las autoridades
mismas de aquella iglesia (cf. Gál2,10).
Pablo la propone a sus comunidades como un servicio
sacro (8,4; 9,12) con la cual, ellas imitarán a
Cristo, quien ha renunciado a su riqueza para
enriquecerse con su pobreza (8,9).
Habiendo abandonado la observancia de la ley
judía, con la ayuda prestada a la iglesia de
Jerusalén, las comunidades paulinas reconocerán
haber recibido de ella, su fe, actuando así aquella
igualdad que es condición esencia de una verdadera
relación de comunión (9,13-14).
C. EL DESTINO FINAL DE LOS CREYENTES
Reconciliado con Dios, el creyente es desde
ahora, una “nueva criatura”, pero debe caminar
hacia la reconciliación plena (5,17-
20), eliminando los vicios que aún amenazan
su relación con Cristo (12,20).
La vida terrena, entonces, se extiende hacia el
cumplimiento final.
De hecho, “Pues sabemos que si nuestra
morada terrestre, nuestro cuerpo, se
derrumba, tenemos un edificio hecho por
Dios, una casa no fabricada por mano de
hombre, eterna, situada en el cielo”; por
eso, deseamos no ser “desvestidos, sino
sobrevestidos, de suerte que lo mortal quede
absorbido por la vida” (5,1-5).
Con estas palabras el apóstol alude a la
transformación que entonces tendrá lugar, en
cuanto el cuerpo terreno deberá ser sustituido
con un cuerpo glorioso (cf. 1Cor 15,49).
Recurriendo a otra metáfora muy expresiva, Pablo
dice que hasta que “estemos domiciliados en el
cuerpo, estamos exiliados lejos del Señor; pues
por fe caminamos, no por realidad vista. Pero
tenemos ánimo e incluso preferimos exiliarnos del
cuerpo y vivir junto al Señor” (vv. 6-8).
Aún morando en el cuerpo, vale decir, en esta
vida terrena y mortal, se esfuerza por ser
agradable al Señor como cuando ya no estará
más en él, vale decir, en la vida gloriosa: sólo así
está seguro de obtener la recompensa en el día
del juicio (vv. 9-10).