206
tenía más que decir en su vida al aire libre, con ojos para ver y oídos para escuchar, que él, encerrado
como está, en su féretro. Entonces, ahora debe estar haciendo un supremo esfuerzo para huir de
nosotros. Actualmente no la necesita. "Está seguro, con el gran conocimiento que tiene, que ella acudirá
a su llamada, pero eliminó su poder sobre ella, como puede hacerlo, para que ella no vaya a su
encuentro. ¡Ah! Ahora tengo la esperanza de que nuestros cerebros de hombres, que han sido humanos
durante tanto tiempo y que no han perdido la gracia de Dios, llegarán más lejos que su cerebro infantil
que permaneció en su tumba durante varios siglos, que todavía no ha alcanzado nuestra estatura y que
solamente hace trabajos egoístas y, por consiguiente, mediocres. Aquí llega la señora Mina. ¡No le diga
usted una sola palabra sobre su trance! Ella no lo sabe, y sería tanto como abrumarla y desesperarla
justamente cuando queremos toda su esperanza, todo su valor; cuando debemos utilizar el cerebro que
tiene y que ha sido entrenado como el de un hombre, pero es el de una dulce mujer y ha recibido el poder
que le dio el conde y que no puede retirar completamente..., aunque él no lo piensa así. ¡Oh, John, amigo
mío, estamos entre escollos terribles! Tengo un temor mayor que en ninguna otra ocasión. Solamente
podemos confiar en Dios. ¡Silencio! ¡Aquí llega!"
Pensé que el profesor iba a tener un ataque de neurosis y a desplomarse, como cuando murió
Lucy, pero con un gran esfuerzo se controló y no parecía estar nervioso en absoluto cuando la señora
Harker hizo su entrada en la habitación, vivaz y con expresión de felicidad y, al estar ocupándose de algo,
aparentemente olvidada de su tragedia. Al entrar, le tendió a van Helsing un manojo de papeles escritos a
máquina. El profesor los hojeó gravemente y su rostro se fue iluminando al tiempo que leía. Luego,
sosteniendo las páginas entre el índice y el pulgar, dijo:
—Amigo John, para usted, que ya tiene cierta experiencia..., y también para usted que es joven,
señora Mina, he aquí una buena lección: no tengan miedo nunca de pensar. Un pensamiento a medias
ha estado revoloteando frecuentemente en mi imaginación, pero temo dejar que pierda sus alas... Ahora,
con más conocimientos, regreso al lugar de donde procedía ese embrión de pensamiento y descubro que
no tiene nada de embrionario, sino que es un pensamiento completo; aunque tan joven aún que no puede
utilizar bien sus alas diminutas. No; como el "Patito Feo" de mi amigo Hans Andersen, no era un
pensamiento pato en absoluto, sino un pensamiento cisne, grande, que vuela con alas muy poderosas,
cuando llega el momento de que las ensaye. Miren, leo aquí lo que escribió Jonathan:
—"Ese otro de su raza que, en una época posterior, repetidas veces, hizo que sus tropas
cruzaran El Gran Río y penetraran en territorio turco; que, cuando era rechazado, volvía una y otra vez,
aun cuando debía regresar solo del campo de batalla ensangrentada donde sus tropas estaban siendo
despedazadas, puesto que sabía que él solo podía triunfar..."
"¿Qué nos sugiere esto? ¿No mucho? ¡No! El pensamiento infantil del conde no vela nada, por
eso habló con tanta libertad. Sus pensamientos humanos no vieron nada, ni tampoco mi pensamiento de
hombre, hasta ahora. ¡No! Pero llega otra palabra de una persona que habla sin pensar, debido a que
ella tampoco sabe lo que significa..., lo que puede significar. Es como los elementos en reposo que, no
obstante, en su curso natural, siguen su camino, se tocan... y, ¡puf!, se produce un relámpago de luz que
cubre todo el firmamento, que ciega, mata y destruye algo o a alguien, pero que ilumina abajo toda la
tierra, kilómetros y más kilómetros alrededor. ¿No es así? Bueno, será mejor que me explique. Para
empezar, ¿han estudiado ustedes alguna vez la filosofía del crimen? "Sí" y "no". Usted, amigo John, sí,
puesto que es un estudioso de la locura. Usted, señora Mina, no; porque el crimen no la toca a usted...,
excepto una vez. Sin embargo, su mente trabaja realmente y no arguye a particulari ad universale.
"En los criminales existe esa peculiaridad. Es tan constante en todos los países y los tiempos,
que incluso la policía, que no sabe gran cosa de filosofía, llega a conocerlo empíricamente, que existe. El
criminal siempre trabaja en un crimen..., ese es el verdadero criminal, que parece estar predestinado para
ese crimen y que no desea cometer ningún otro. Ese criminal no tiene un cerebro completo de hombre.
Es inteligente, hábil, y está lleno de recursos, pero no tiene un cerebro de adulto. Cuando mucho, tiene
un cerebro infantil. Ahora, este criminal que nos ocupa, está también predestinado para el crimen; él,
también tiene un cerebro infantil y es infantil el hacer lo que ha hecho. Los pajaritos, los peces pequeños,
los animalitos, no aprenden por principio sino empíricamente, y cuando aprenden cómo hacer algo, ese
conocimiento les sirve de base para hacer algo más, partiendo de él. Dos pousto, dijo Arquímedes,
¡dénme punto de apoyo y moveré al mundo! El hacer una cosa una vez es el punto de apoyo a partir del
cual el cerebro infantil se desarrolla hasta ser un cerebro de hombre, y en tanto no tenga el deseo de