Ad verecundiam como argumento válido y necesario.

DagoAnaya 335 views 3 slides Jan 07, 2016
Slide 1
Slide 1 of 3
Slide 1
1
Slide 2
2
Slide 3
3

About This Presentation

Del status de falacia, a un argumento válido, breve en apariencia, pero extenso y rico en contenido…


Slide Content

Magister dixit:
Argumentum ad verecundiam.
Ad verecundiam como argumento válido y necesario.
DAGO ANAYA.

Del status de falacia, a un argumento válido, breve en apariencia, pero extenso y rico en
contenido…
Lo que se propone con este ensayo es limpiar las incrustadas connotaciones negativas
(peyorativas) que de ordinario juzga y reprueba el filósofo-lógico en cuanto detecta una
forma de falacia en la argumentación. Es decir, procuraremos realizar una especie de
“apología” de las falacias… –tarea por demás extensa, que, en este breve ensayo, no
abordaremos de manera integral y exhaustiva-, concretamente de la falacia ad
verecundiam.
Sabemos como filósofos (o deberíamos saber) que la falacia ad hominem implica descartar
un argumento, tesis o conclusión, sin atender al mismo, y desmeritarlo de inmediato y casi
a priori apelando a la “falta de autoridad moral-intelectual” de quien lo expresa; es decir,
reprobando de antemano lo dicho por alguien, por el simple hecho de provenir de esa
particular persona. Como ejemplo, sería rechazar cualquier enunciado político de boca del
führer, sólo porque de Hitler no podemos admitir un argumento de naturaleza filosófica
válido. De ahí que el argumento ad hominem adquiere una connotación, digamos, negativa.
Similar a la anterior forma de falacia lógica tenemos, en su connotación “positiva” –aunque
aún se asimila de manera peyorativa-, el argumento ad verecundiam. Este, por el contrario,
implica aceptar de antemano y a priori cualquier proposición u conclusión por la
“autoridad intelectual” que impone por su prestigio, fama y reputación quien la emite. Es
decir, por ejemplo, “cualquier cosa que dijo Kant –aun que estuviese borracho- es un
enunciado válido y lógicamente verdadero”. Esto, naturalmente, sería un error: una falacia
lógica…

Hasta aquí coincidimos y respetamos los límites de la veracidad que se desprenden del sano
reconocimiento y discernimiento de las falacias lógicas. Sólo un loco podría negar la
objetividad y utilidad que dichas leyes lógicas expresadas en las falacias nos aportan como
instrumento epistemológico. Al punto que, comprendidas dentro de sus límites intrínsecos,
-tales falacias- podrían ser fácilmente aceptadas universalmente, adquiriendo un valor (o
status) de axioma.
No obstante, empero, ad verecundiam puede ser utilizada de manera filosóficamente válida
como una metodología genuina o estrategia argumentativa que simplificaría mucho el
desarrollo explicativo del filósofo, abreviando en los silogismos, al plantear sus premisas
sin verse en necesidad de justificarlas (explicarlas) nuevamente. Es decir, se puede partir de
un premisa (concepto, idea, término, etc.) kantiana y conectarla con otra aristotélica (sin
agredir los limites epistemológicos), seguida de una idea hobbesiana –por poner un
ejemplo-, para llegar a una conclusión personal inédita (original). En este caso, considero,
ya no es necesario fundamentar y justificar la idea kantiana, porque se acepta, se reconoce –
ciertamente, de manera subjetiva o general (aquí es donde entra el factor ad verecundiam)-
que Kant ya lo hizo de manera adecuada y suficiente…, de modo que resulta innecesario y
poco práctico volver a lo ya dicho y explicado previa y suficientemente.
Naturalmente, siempre habrá quien no acepte dicha premisa kantiana o la refute –o de
cualquier otro filósofo al que se recurra en este procedimiento argumentativo-, pero esto
sería también mera cuestión de subjetividad, por un lado, y, por lo tanto, poco importa (es
irrelevante) a quien desea construir un nuevo argumento que infiere nuevas premisas.
Cabe distinguir que no estamos instigando al (o promoviendo el) plagio, ni mucho menos.
Simplemente nos referimos a una estrategia o metodología que acepta partir de
razonamientos (ideas, nociones, conceptos, términos y estructuras cognitivas) previamente
construidos por otros filósofos hilándolos adecuadamente y así llegar a personales
conclusiones universales (filosóficas). Es la vieja dialéctica de “tesis-antítesis-síntesis”… Y
ésta requiere, por parte del pensador, un gran bagaje intelectual que le permita ser más
breve y práctico en sus razonamientos al exponer sus propias ideas y conclusiones. Su arte
o maestría, naturalmente, dependerá de su habilidad para hilar adecuadamente: para
conectar las premisas e ideas de distintos filósofos con armonía…, es decir, con lógica e

inferencia adecuada, para que la conclusión personal sea lógicamente deducida de manera
valida (natural) y correcta.
El “problema” o desventaja que podría seguirse de esta técnica argumentativa (o
metodología filosófica), es que exigiría del lector, o bien un amplísimo (o, al menos
suficiente) bagaje intelectual para poder realizar una lectura fluida, inteligible e
ininterrumpida, o bien, que este estuviese consultando los términos, nociones, ideas y
conceptos que desconoce para poder asimilar y comprender satisfactoriamente el texto.
Aunque, en este último caso, si el recipiendario no goza del nivel intelectual mínimo
requerido (según la complejidad del texto), la búsqueda o investigación bibliográfica
(research) eliminará el objetivo de practicidad y brevedad (laconismo) del texto.

Conclusión:
Sin duda esta estrategia argumentativa o metodología filosófica que busca la brevedad,
síntesis, y economía en la redacción y exposición de nuevas filosofías o razonamientos, ya
es usada por los filósofos. El objetivo de este ensayo es: 1) aclarar la diferencia entre la
falacia lógica y la estrategia argumentativa válida; 2) distinguir (diferenciar) esta
herramienta intelectual de la tradicional citación de textos que tampoco favorece la
brevedad y economía en la lectura (aunque evidentemente es necesaria); y 3) sugerir el uso
de esta, pues a)fomenta la investigación personal (estudio autodidacta), b)facilita el trabajo
(estudio) a los intelectuales, y c)permite la realización de trabajos literarios-filosóficos
breves, objetivos, concisos: menos extensos y rebuscados…; y esto es una cualidad que se
hace cada vez más necesaria. Pues, con el pasar de los años y los siglos, el estudio de la
filosofía se vuelve cada vez más largo, extenso, cansado (extenuante) y prácticamente
irrealizable, dada la inmensa cantidad de pensadores, obras, y corrientes filosóficas. De ahí
que la brevedad (economía intelectual) en la redacción se hace necesaria e inminente.
Tags