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Ya que los hombres —como lo subraya la célebre formula de Pascal— se
gobiernan «más por capricho que por tazón» («De l'art de gémérie=), hay que
Gnsisir en la elección delos aros y de las premisas de una argumentación. El hecho
de que una argumentación se diria siempre aun oyente a un público específico
explica la importancia de es cleción: «Es necesario que el locator} se haga, entre
¿tras representaciones, una de su oyente. No sólamente de lo conocimientos que
tiene, sino también de ls valores alos cuales s adhiere» (Grize 1981), Desde esa
perspectiva, se comprende que Aristórels y lteriormense Perelman se hayan dei
cado a estudiar detenidamente la nacualez de las premisas. El rızonamiento de
Acistóels es el siguiente: para convencer un interlocutor, hay que ponerlo en una
Sicuación cal que se encuentre en la imposibilidad de rechazar as proposiciones pre
sentadas. Par ire el sentido de cs imposibilidad, hace flea que ess proposiciones
Sean Lo mis cercanas posibles de alguna opinión o autoridad general Para hacerse
vna idea de lo complejo que resulta unir tales premisas comunes, es suficiente
dbservar cómo Aristórels lo describe: «Se pueden retener ls opiniones que son de
todos los hombres, o decai todos, à las de aquellos que representan una opiaién
itaserada, y ene tes, aquellas de todos, o de casi todos, ls delos más conocidos,
aciendo excepción de aquellas que contradicen ls evidencias comunes» (Tupi
14), Seguramente, premisas y dos elegidos revelan la idea que el locutor e ace de
las reresenraciones conocimientos, creencias, ideología) de su inerlocutar
Así llegados als froneras de nuesto objero, hay que admicr ciertamente las
salvedades expresada tato porJ-B. Grie: «Sis considera los textos que el senti
do común ese dispuesto reconocer sin restricción como argumentarivos, se
encuentran formas muy diferentes unas de otras e inluso |...) una acgumentación
0 ofece ninguna homogeneidad» (1974), como por M. Chuolls: «La argumenta»
ción no implica que los discursos producidos tengan una forma específica clara»
(1980: 38. Me parece que esas reservas están justificadas desde un punto de vista
‘ext global: lo texts discursos argumenrativos son evidentemente can varados
como los modos textuales de la rare, Pero ello o prohibe Formular una hipóxe-
sis secuencia mucho más rstingida y modesta.
Pacs pasar del esquema procedural elemental que ha sido considerado más
acba hacia una definición la secuencia protoípica de bas, paramos de una defini
ción propuesta por O. Ducrot
‘Un gan méme de str ico, sobre codo ens siglo XVI y XVI, peseta
come namiento Sa obje eden o io tl un ss. Par Tacto, urn de
mias, palo demás no semper expla, creadas cnt, eat de mu
ar que nose pia adit ias emis sin admin tmbn al conclusión ol cra
“To cols lis que se quer deste, in la negación de a ta de ss
ra Y, para par de pcs ls once han peros pecdimio”
tor rgumea que según pit, ag hombre senso pude pcia deine
tours ao 980°)
Aunque se apoye en formas muy elaboradas (litera) de discusos
cativos, esa definición se acerca al modelo puesto de manificsto más arriba. O.
Duetor habla ca primer lugar de dos movimientos argumentacivos : demaserar y
oft una csi. En lo des casos, el moviemiento sel mismo puesto que e cara de
par delas premisas (datos que no podíamos mir sin amic también tal con-
lusiön o al oua, Entre ambos, la traición esd asegutada por «procedimientos
argumentativase que se presentan como encadenamientos de acgumenos pruebas.