Levantada la prohibición en Argentina en 1983,
realiza un recital en Buenos Aires y aprovecha
para acercarse a su tierra, hasta que fuera
posible su regreso a Uruguay en marzo de
1984. Al llegar a Montevideo es recibido por
una multitud que lo aclama y lo acompaña por
toda la ciudad, en una jornada definida por él
mismo como “la experiencia más importante
de su vida”, lleno de una emoción profunda por
el rencuentro con su tierra, con sus amigos, sus
hermanos de ruta y la inmensa alegría por el
regreso a su amado país.
Como músico, componiendo a favor de las guitarras y “por milonga”, creó un estilo de arreglos
“a lo Zitarrosa”, sello de su creatividad musical que se impuso como un estilo popular vivo. Fue
impulsor del concepto de la fusión musical en el Uruguay, llegando a asimilar desde la milonga
hasta el candombe y el rock, continuando la búsqueda de lo que él mismo definió como un
“auténtico jazz del sur”, siempre con base a la milonga.
Su temprano y sorpresivo fallecimiento a los 52 años, el 17 de enero de 1989, repercutió
hondamente en el pueblo y en toda la comunidad latinoamericana. Su familia, con el apoyo de
personalidades de la cultura y en honor a su ejemplo artístico y ético, creó la Fundación
Zitarrosa, para preservar su legado y trabajar a favor de la cultura, de los valores humanistas e
ideales sociales, del mismo modo que él los defendió.
Alfredo Zitarrosa fue “El Cantor”, por mandato de su voz extraordinaria, conmovedora e
irrepetible. Fue un ser excepcional, humano, bueno, tierno, ingenuo, solidario, generoso y
sensible. Un optimista porfiado que le cantó al amor en todas sus formas: el amor de pareja, el
amor a los desposeídos, a sus compañeros, en suma: el amor a la vida. Su talento como creador
le permitió crear canciones de gran valor poético y musical, cargadas de belleza, que
reconfortan el espíritu de quien las escucha.
Defensor acérrimo de sus convicciones, que partían de la base de que toda persona tiene
derecho a una existencia digna. Asumió un compromiso ineludible con su tiempo y con su clase
social. A través de sus ideas, como militante activo y con inquebrantable coherencia entre los
dichos y los hechos, algo difícil de encontrar en figuras populares de su talla.
Sus contemporáneos y también las generaciones más jóvenes de músicos y artistas populares,
lo respetan profundamente, más allá de las corrientes de opinión. Alfredo Zitarrosa es uno de
los más altos exponentes del patrimonio musical y cultural del Uruguay. Su voz, su canto, su
honestidad, su ejemplo de vida y su actitud militante, perduran en el tiempo y proyectan una
luz cada vez más intensa.