Actitud diagnóstica y terapéutica ante un trastorno de memoria 45
2.3.5. Síndrome de
inmovilidad
Poco a poco, conforme avance la
enfermedad, irá instaurándose el
síndrome de inmovilidad, es decir, el
sujeto sufrirá un descenso de la
capacidad para desempeñar las
actividades de la vida diaria como
consecuencia del deterioro de las
funciones motoras. En los estadios más
avanzados se perderá el control
postural, siendo incapaz el paciente de
mantenerse en pie en un principio e
incluso erguido en una silla
posteriormente.
Son muchas las complicaciones
derivadas de este síndrome,
conduciendo en su mayoría al estadio
final de la enfermedad, desde
sarcopenia, úlceras por presión,
hipotensión ortostática, neumonía
espirativa, estreñimiento,
malnutrición, incontinencia, depresión,
deprivación, sensorial etc.
El manejo del síndrome de inmovilidad
en ancianos con demencia y sin
demencia no varía. Se debe incidir en la
prevención de complicaciones de todo
tipo, con movilizaciones precoces,
cambios posturales (no solo en la cama
sino también en silla), control
cardiovascular, buena hidratación y
nutrición con textura adecuada a las
necesidades, control de deposiciones,
etc. Para la identificación de factores de
riesgo de ulceración se pueden utilizar
diferentes escalas, como el test de
Norton, Mc Laren y Exton-Smith o la
escala de valoración de riesgo de
Braden, que, a diferencia de la anterior,
incluye una valoración nutricional.
2.3.6. Alteraciones
nutricionales
Los problemas que se van a presentar
en lo que a alimentación y nutrición se
refiere van a ser diferentes, tanto en su
forma como en su importancia, en
dependencia del estadio de la
enfermedad. Así, podemos
encontrarnos con una alimentación
aquellos que permanecen en la
comunidad y más del 80% entre los que
reciben cuidados residenciales. Es el
mejor predictor de institucionalización
junto con los trastornos conductuales.
Por otra parte, pacientes dementes que
ingresan en residencia siendo
continentes, tienen más posibilidades
de desarrollar incontinencia en el
siguiente año que los no dementes.
Ninguna de las medidas aconsejadas
aplicables en pacientes con
incontinencia son útiles en los
pacientes dementes salvo, por supuesto,
tratar todas aquellas incidencias que,
de forma transitoria, la pueden
producir y el establecimiento de unos
programas o calendarios de
evacuación, acompañando al paciente
cada dos horas al servicio. El sondaje
vesical solo estará justificado en
presencia de retención urinaria o para
evitar la maceración de las zonas sacra
y glútea en pacientes con riesgo de
ulceración o ya ulcerados con
demencias avanzadas.
2.3.4. Incontinencia fecal
La incontinencia fecal es una patología
que, aunque aumenta su prevalencia con
la edad (7% >65 años sanos), no es
excesivamente frecuente en ausencia de
deterioro mental y funcional. Se asocia
directamente a la institucionalización
(59,6% en dementes institucionalizados
y 25,5% en no dementes
institucionalizados). Además de la
sobrecarga que produce en el cuidador,
aumenta la frecuencia de úlceras, de
infecciones y de la mortalidad. El
hallazgo de impactación fecal es muy
frecuente y el efecto de la misma sobre
la calidad de vida del anciano demente,
importante, ya que ejerce un clara
repercusión negativa, pudiendo producir
molestias abdominales, sensación de
plenitud con negativa a la ingesta,
náuseas, fiebre, oclusión intestinal,
agitación, delirium , etc. La aparición de
incontinencia fecal en estos pacientes
obliga, en muchas ocasiones, a utilizar
laxantes, enemas de limpieza y
antidiarreicos de forma alternante.