La palabra “Pero” implica cierta connotación negativa en relación a la estrofa anterior. Ahora, el
yo-lírico va de las golondrinas en general como en la estrofa anterior, a estas golondrinas más
particulares, “aquellas que el vuelo refrenaban.” En el verso a continuación, podemos
imaginarnos al yo-lírico y al tú-lírico juntos, y disfrutando de la felicidad que solían gozar.
El final de la estrofa es el más pesimista de estas dos estrofas,
“aquellas que aprendieron nuestros nombres…
¡esas… no volverán!”
Aquí el yo-lírico hace alusión a golondrinas particulares a través de una personificación donde
se le atribuyen cualidades humanas. Los signos de exclamación del último verso hablan de
mucha emotividad por parte del yo-lírico y se pueden relacionar con el movimiento Romántico.
La pausa que sugieren los puntos suspensivos se pueden interpretar como una pausa de dolor
por parte del yo-lírico respecto a lo que dirá a continuación. El final de este verso, “no volverán”
implica un claro contraste con el “Volverán” de la primer estrofa y muestra un cierre en esta
idea que circula a través del mundo animal: las golondrinas continuarán viviendo y emigrando,
pero aquellas golondrinas particulares que el yo-lírico solía admirar con su amada, esas nunca
las volverá a ver, porque uno no puede retroceder en el tiempo.
En la segunda parte de la estructura interna notamos una estructura muy similar a la primera,
con dos estrofas contrapuestas y similitud en los recursos literarios, pero esta vez el elemento
de importancia es la naturaleza,
“Volverán las tupidas madreselvas
De tu jardín las tapias a escalar.”
Nuevamente, la palabra “Volverán” sugiere el deseo del yo-lírico de recobrar ese pasado
perdido. Las “madreselvas” son unas plantas trepadoras muy comunes en España, con flores
blancas o rosadas. El epíteto “tupidas” nos permite imaginarnos con mayor vivacidad a estas
voluminosas plantas apoderándose de la pared. El hecho de que se use el verbo “escalar”
puede verse como una personificación, pues una planta crece, pero escalar es una actividad
más bien humana. A su vez, vemos que esta idea que recorre los dos versos también es un
hipérbaton, y notamos como Bécquer continúa desvirtuando el orden natural de los
enunciados, quizás sugiriendo, como la vida está lejos de ser ordenada.
El final de esta estrofa continúa reforzando esta idea de vida e ilusión,
“y otra vez a la tarde aún más hermosas
Sus flores se abrirán”.
El nacimiento de flores es sinónimo de vida, de ilusión, de nuevas oportunidades. Esto es lo
que el yo-lírico anhela. Esta idea de vida y hermosura contrasta con la siguiente estrofa,
“Pero aquellas, cuajadas de rocío
Cuyas gotas mirábamos temblar”
La palabra “Pero” nuevamente nos anticipa la negatividad de esta estrofa en relación con la
anterior. La primer metáfora “cuajadas de rocío” donde se le atribuye una característica de las
flores, crea la imagen visual de las flores cubiertas de rocío. El verbo en plural del segundo
verso “mirábamos” incluye ambos, yo-lírico y tú-lírico, y sugiere que esta era una de esas
actividades particulares que se almacena en la memoria del yo-lírico.
El final de la estrofa es nuevamente la conclusión pesimista del yo-lírico ante la imposibilidad
de volver al pasado,
“y caer como lágrimas del día…
¡esas… no volverán!”
El símil “como lagrimas del día” hace alusión a esas gotas de rocío que cuelgan de las flores.