fácil, y además, más barata.
11.Sigue la secuencia lógica de la narración. El acto formal terminó a las seis de la tarde
cuando se despidieron los invitados de honor. El buque se fue con las luces
encendidas y dejando un reguero de valses de pianola, y por un instante quedamos a
la deriva sobre un abismo de incertidumbre, hasta que volvimos a reconocernos
unos a otros y nos hundimos en el manglar de la parranda.
12.Sigue la secuencia lógica de la narración. Los gemelos volvieron a la casa un poco
antes de las tres, llamados de urgencia por su madre. Encontraron á Ángela Vicario
tumbada bocabajo en un sofá del comedor y con la cara macerada a golpes, pero
había terminado de llorar. «Ya no estaba asustada –me dijo-. Al contrario: sentía
como si por fin me hubiera quitado de encima la conduerma de la muerte, y lo único
que quería era que todo terminara rápido para tirarme a dormir. »Pedro Vicario, el
más resuelto de los hermanos, la levantó en vilo por la cintura y la sentó en la mesa
del comedor. -Anda, niña -le dijo temblando de rabia-: dinos quién fue. Ella se
demoró apenas el tiempo necesario para decir el nombre. Lo buscó en las tinieblas,
lo encontró a primera vista entre los tantos y tantos nombres confundibles de este
mundo y del otro, y lo dejó clavado en la pared con su dardo certero, como a una
mariposa sin albedrío cuya sentencia estaba escrita desde siempre.
13.Sigue la secuencia lógica de la narración en este punto ya los hermanos Vicario
asesinaron a Santiago lo cual podría indicar que el fin del libro se acerca pero no es
asi ya lo veremos: vislumbraron el recurso de la defensa desde que se rindieron ante
su iglesia pocos minutos después del crimen. Irrumpieron jadeando en la Casa Cural,
perseguidos de cerca por un grupo de árabes enardecidos, y pusieron los cuchillos
con el acero limpio en la mesa del padre Amador. Ambos estaban exhaustos por el
trabajo bárbaro de la muerte, y tenían la ropa y los brazos empapados y la cara
embadurnada de sudor y de sangre todavía viva, pero él párroco recordaba la
rendición como un acto de una gran dignidad. -Lo matamos a conciencia -dijo Pedro
Vicario-, pero somos inocentes. -Tal vez ante Dios -dijo el padre Amador.
14.La narración se devuelve a un punto donde no se ha cometido el asesinato es mas en
este punto de la narración Santiago Nasser aun sigue de juerga con sus amigos aun ni
siquiera ha ido a su casa a dormir. Nunca hubo una muerte más anunciada. Después
de que la hermana les reveló el nombre, los gemelos Vicario pasaron por el depósito
de la pocilga, donde guardaban los útiles de sacrificio, y escogieron los dos cuchillos
mejores: uno de descuartizar, de diez pulgadas de largo por dos y media de ancho, y
otro de limpiar, de siete pulgadas de largo por una y media de ancho. Los
envolvieron en un trapo, y se fueron a afilarlos en el mercado de carnes, donde
apenas empezaban a abrir algunos expendios. Los primeros clientes eran escasos,
pero veintidós personas declararon haber oído cuanto dijeron, y todas coincidían en