Despertando al Gigante Interior Anthony Robbins
Proyecto Vagner Lover Bandido
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tiempo, o enojadas, inseguras, asustadas o deprimidas. Una de las razones es porque usan
siempre las mismas palabras para describir su experiencia. Si analizáramos más críticamente
las sensaciones que experimentamos en nuestros cuerpos, y fuéramos más creativos en
nuestra forma de evaluar las cosas, podríamos adscribir una nueva etiqueta a nuestra
experiencia y, al hacerlo así, cambiar nuestra experiencia emocional de ella.
Recuerdo que, hace años, leí algo respecto a un estudio llevado a cabo en una prisión.
Se descubrió que, cuando los presos experimentaban dolor, una de las pocas formas en que
podían comunicado era a través de la acción física; su limitado vocabulario limitaba su
abanico emocional, canalizando hasta las más ligeras sensaciones de incomodidad hacia
elevados niveles de cólera violenta. Qué contraste con alguien como William F. Buckley,
cuya erudición y dominio del lenguaje le han permitido describir una imagen tan amplia de
las emociones, y representar así una variedad de sensaciones en sí mismo. Si queremos
cambiar nuestra vida y configurar nuestro destino, necesitamos seleccionar conscientemente
las palabras que usamos, y esforzamos por expandir nuestro nivel de elección.
Para darle una mayor perspectiva, la Biblia utiliza un total de 7200 palabras diferentes;
los escritos del poeta y ensayista John Milton incluyeron 17000, y se dice que William
Shakespeare usó más de 24.000 palabras en sus diversas obras, 5000 de las cuales sólo
empleó una vez. De hecho, él es responsable de haber creado o acuñado muchas de las
palabras inglesas que usamos habitualmente. He aquí algunas que quizá le parezcan
interesantes.
Los lingüistas han demostrado sin el menor género de dudas que estamos cultural
mente configurados por nuestro lenguaje. ¿Verdad que tiene sentido el hecho de que el idioma
inglés esté tan orientado hacia los verbos? Al fin y al cabo, como cultura somos muy activos y
nos enorgullecemos de nuestro enfoque sobre emprender la acción. Las palabras que usamos
habitualmente afectan nuestra forma de evaluar las cosas y, por lo tanto, nuestra forma de
pensar. En contraste, la cultura china otorga un gran valor a aquello que no cambia, un hecho
reflejado en los numerosos dialectos que muestran un predominio de los nombres, antes que
de los verbos. Desde su perspectiva, los nombres representan cosas que perdurarán, mientras
que los verbos (como acciones) estarán aquí hoy y habrán desaparecido mañana.
Así pues, es importante damos cuenta, de que las palabras configuran nuestras
creencias y ejercen un impacto sobre nuestras acciones. Las palabras son el tejido del que
están hechas todas las preguntas. Como ya hemos observado en el capítulo anterior, al
cambiar una sola palabra en una pregunta, podemos cambiar instantáneamente la respuesta
que obtendremos para la calidad de nuestras vidas. Cuanto más buscaba comprender el
significado de las palabras, tanto más impresionado me sentía por su poder para cambiar la
emoción humana, no sólo dentro de mí mismo, sino también en los demás.
Airosamente por la lengua...
He aquí una muestra de palabras poderosas, inductoras de esta dos de ánimo, acuñadas
por Shakespeare, el maestro del idioma inglés.
Según la Enciclopedia Compton utilizó en sus obras un total de 24.000 palabras (5.000
de las cuales sólo empleó una vez).
abogar por, afanar, agilidad, airosamente, a propósito a, archivillano, asesinato,
azaroso, bizarría, boato, bravata, brillante, bufón, cachorro, consagrado, cruel, desgraciado,
deslucido, disputar, engendrar, estrella fugaz, estupefacción, fanfarronear, gañidos, hastiado,
hostil, implacable, insondable, invulnerable, majestuoso, manchado de sangre, mortificante,
náufrago, negociar, obsceno, olímpico, pendenciero, perplejidad, perro guardián, rayo de luna,
resplandor, risible, sacrificio, salvajada, sigiloso, sobrenatural, tarambana, tardanza, torturar,
tranquilo, trascendencia, valor del dinero, vomitar.