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P.D-2: "El Terremoto Gitano" (1960) Dolores Vargas (y Pepe Castellón)
El flamenco en España es el equivalente a la verdura para los niños, hay que
disfrazársela, enguarrarla, flamenquito, rumbita, para que se la coman, y ni aún así con
los años se la comerán a pelo, de adultos se la seguirán comiendo a disgusto, disimulada
con salsas, con exotismos varios, Entre dos aguas, La leyenda del tiempo, El
patio, Omega. No deja de ser paradójico que el país supuestamente más preparado
para comprender, respetar, valorar, el flamenco, el que mayor número de gitanos tiene
después de Rumanía, su cuna y su tacatá, sea el país al que le resulta más indiferente,
agobiante. Ni tan siquiera los andaluces, los gitanos, tienen curiosidad por escuchar
flamenco, al 90% de los aficionados no les sacas de Camarón y de Paco de Lucía, y su
conocimiento no va más allá de un grandes éxitos. Algo falla y no puede ser solo falta
de educación, de curiosidad, hay cientos de intelectuales, de universitarios, incapaces de
escuchar flamenco. Que realmente no se escuche por ninguna parte, ni por la radio ni
por televisión, ni por internet, influye que duda cabe, pero tiene que haber algo más, una
especie de conspiración universal, de mal de ojo, de mal de oído. Es la única
explicación que puedo hallar, porque el flamenco es tan variado, rico, que es
materialmente imposible que no encuentres una veta, o varios filones, que poder
disfrutar, admirar.
Hay flamenco puro accesible, inaccesible, áspero, suave, rápido, lento, amargo,
alegre, sentimental, surrealista, tradicional, moderno, torrentes de voz, chorritos de voz,
virtuosos, primitivos, vamos que hay de todo como en botica, como en el pop, como en
el rock, como en el indie, también llamado pop-rock para gafapastas, para flojos. Una
forma de adentrarse es con los flamencos chorras, los humoristas, los que se toman en
serio el flamenco, la copla, pero no a sí mismos, la diversión prima sobre el rigor,
Emilio el Moro, que parodia todo lo parodiable con estilo y compás, y el extraterrestre
Tomasito, la alegría con patas, mítico su break-dance flamenco. Otra forma de entrar,
los flamencos-copleros, los cupletistas, Lola Flores, Farina, Juanito Valderrama,
Antonio Molina, Miguel Molina, Bambino, etc. Y la más acertada, la que puede servir
de escalón, los rumberos clásicos, Pescailla y Peret, y la más grande, el Terremoto de la
rumba, Dolores Vargas, la inmortal cantaora de Achilipú, A tu vera, Tío, tío, tío,
un despliegue de talento, de intensidad, de gracia. Su mejor disco, para no variar, está
grabado en el extranjero, ni más ni menos que en Nueva York para el prestigioso sello
Decca, nunca ha sido editado en España, en Alemania sí, manda huevos.