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Los libros para los más pequeños deben tener gran cantidad de ilustraciones y elementos
gráficos atractivos. Mediante los dibujos, los niños reconocen objetos, personas, animales y
situaciones cotidianas. Algunos libros incluyen pequeños textos: palabras, frases sencillas,
diálogos cortos, repeticiones, palabras y frases sonoras. De hecho, el sonido de las palabras
puede ser un aliciente para la lectura de un libro: descubrir sonidos extraños, divertidos,
cacofónicos. A estas edades les gusta la repetición de sonidos, de palabras o de ideas. Es
muy importante verificar que las cubiertas de los libros estén plastificadas, que los libros no
contengan materiales tóxicos, ni elementos punzantes que puedan dañar a los niños.
Por otra parte está el trabajo en el aula en ocasiones, se intenta emplear a la lectura dentro
del aula, pero es el maestro quien interpreta el texto escrito. En efecto, en el salón de clases
el empleo de la lectura, además de que es poco frecuente, suele darse a través de la
mediación del maestro, quien selecciona, interpreta y concluye lo que el texto plantea. Es el
docente quien da las instrucciones en relación a la lectura elegida, es también quien señala
de dónde a dónde leer, que apuntar, que retomar o que enfatizar. Para esto es muy
importante recordar que los alumnos de este nivel tienen una increíble necesidad por
descubrir y aprender cosas nuevas, es por ello que se debe aprovechar la curiosidad natural
e interés del niño y/o niña, buscar objetos, cosas, que interesen al pequeño y aprovechar
para introducirle la lectura. Se puede emplear por ejemplo animales que le gusten, juguetes,
coches, personajes, etc. En edades tempranas bastara con mostrarle escrito las letras que
forman el nombre del animal; más adelante se podrá leer información sobre el animal con
el pequeño, etc.