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—Esta cena para sir William podría ser tan importante para ti, para él, si
es que tienes la
ambición de convertirte en lady Cavendish.
Bess no negó dicha ambición, En cambio, dejó de protestar y se dispuso
a escuchar con toda
atención.
—Para convertirse en consejero privado del rey, sir William debe contar
con la aprobación y el
respaldo de los demás consejeros privados; por eso la cena que ofrezco.
Como el Lord Tesorero
Mayor, William Paulet, es el jefe dc William, se mostrará bien
predispuesto, tal como su amigo Parr, y
desde luego William Herbert, conde de Pembroke.
Repentinamente Bess comprendió la importancia que tenía el matrimonio
en la corte Tudor. Una
de las hermanas de Parr se había convertido en reina al casarse con el
rey Enrique, en tanto la otra se
había convertido en condesa de Pembroke al casarse con William
Herhert. Parr mismo estaba a punto
de casarse con Elizabeth Brooke, hija de lord Cobham, y el hermano de
Elizabeth, Thomas, estaba
comprometido con la hija de Cavendish.
—¿Piensa invitar a las esposas a la cena?
—Sí; por supuesto, Bess. La influencia de una esposa frecuentemente es
la fuerza impulsora
detrás de un hombre importante. Toma, por ejemplo, al consejero privado
Edward Seymour, conde de
Hertford. Hizo su condesa a Ann Stanhope. ¡Yo la detesto con toda mi
alma! Es una perra rabiosa:
celosa, avara, posesiva, en síntesis, precisamente la clase de mujer que
necesita todo hombre
ambicioso. Ten muchísimo cuidado con ella, Bess. Por el contrario, no
tienes que preocuparte por la
esposa de John Dudley, lady Warwick, o por lady Pembroke, la esposa
de William Herbert, ya que te
conocen de tu visita a Chelsea.
—Parece que una simple cena puede estar plagada de intrigas y
puñaladas por la espalda. Quizá
no debería asistir —dijo Bess, dubitativa.
—Si deseas ser una jugadora de éxito en la corte de los Tudor, no
puedes ser tímida. Una mujer