LOS FENICIOS – Libro escrito por DONALD HARDEN – Parte I
Aporte de los fenicios a la humanidad
Los fenicios, un grupo humano poco numeroso establecido sobre un territorio pequeño, han
desempeñado, pese a todo, un papel importante en la Historia.
El peso específico de los fenicios viene dado por su intervención en dos hechos muy distintos: por su
aportación al desarrollo de la escritura alfabética, invento capital en la historia de la civilización, y por su
acción de puente entre los dos extremos del mar Mediterráneo durante el primer milenio antes de
nuestra Era.
Los fenicios inciden con el alfabeto fuertemente en todas las culturas posteriores que tienen su origen
en el mundo antiguo. Todas las lenguas semíticas e indoeuropeas, emplearán el medio inventado por los
fenicios y será rápidamente adoptado por las naciones adyacentes, incluso Grecia.
El papel histórico de los fenicios y de los griegos, de cara a los españoles y quizás del resto del mundo,
fue el de extender los límites de esta civilización hasta la Península Ibérica, que al margen de las
novedades de la revolución urbana, hacia el papel de zona “bárbara”, subdesarrollada. Los fenicios
llevaron los adelantos técnicos y manufactureros en el tinte con púrpura, en el trabajo del metal y en
construcción de navíos.
Las ciudades: Los fenicios tuvieron tal habilidad a la hora de elegir los emplazamientos de sus núcleos de
habitación, que luego han seguido siendo centros urbanos vivos, hoy ciudades importantes.
Geografía
Fue el medio ambiente geográfico lo que impulsó a los fenicios a desarrollarse de la forma en que lo
hicieron. La configuración de su país hacía necesario para ellos la búsqueda de un escape marítimo antes
que terrestre, y su posición en el camino entre las dos grandes áreas culturales de la antigüedad
(Mesopotamia y Egipto) los dejaba expuestos a constante sumisión política, así como a influencias
culturales por ambas partes.
La costa sirio-palestina, o como la llamaremos el Levante, se extiende a lo largo de unas 450 millas
desde el golfo de Iskanderun (Alejandreta), hasta la frontera egipcia.
Las ciudades fenicias se sitúan en la porción central de esta franja costera desde Antáradus (Tartus), en
el norte, hasta Dor, o quizás hasta Jafa, a una distancia de 200 millas aproximadamente, al sur del
Monte Carmelo en Israel. Las cuatro ciudades más importantes eran Aradus (Ruad), que estaba situada
en una isla frente a Tartus, Biblos (Jbeil); Sidón y Tiro. Otras eran Maratus (Amrit), Beritus (Beirut),
Ecdippa (Aczib).
A lo largo de esta franja, la cadena del Líbano, que alcanza en algunos puntos 2.700 metros o más de
altura, se extiende a una distancia de la costa de unas doce millas, aproximadamente, y aunque las
partes bajas de sus faldas son fértiles, no hay posibilidad de ampliarlas, de tal modo que, cuando la
población crece, su producción se hace pronto insuficiente para mantener a los habitantes. Por esto,
Fenicia nunca pudo vivir ni prosperar con su agricultura, ni convertirse en un país exportador. Lo único
que poseía en abundancia en la antigüedad era madera, especialmente de cedro, procedente de los