Armaduras

miguelantognini 1,805 views 35 slides Sep 04, 2007
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About This Presentation

Castillos


Slide Content

Las armaduras medievales fueron
un elemento esencial para los
caballeros de la edad media,
resguardándoles ante las
acometidas que pudieran sufrir
con espadas u otras armas. Ya
desde la antigüedad cuando el
hombre tenía que enfrentarse a
un combate cuerpo a cuerpo,
intentaba protegerse de alguna
forma, primero con pieles de
animales, luego con cuero, y por
último con los metales, con las
armaduras.

TALLER DE ARMERIA MEDIEVAL LOBO
es el fruto de la curiosidad y
destreza de su creador, quien
desarrolla este arte con la misma
técnica de los antiguos armeros
medievales, es decir sin soldaduras
ni prensas, ocupando solamente
golpes, remaches, calor y amor por
el oficio.

El modelo más grande y pesado es el Yelmo,
enorme casco que forma parte de la
Armadura.
Al final de la Edad Media tanto los Yelmos
como los demás cascos podían estar abiertos
o cerrados gracias a la adopción de piezas
móviles.

GLADIUS
GUANTELETE
ESPADA
MAZOS DE GUERRA
HACHAS

Podemos llamar armadura
medieval al conjunto de
piezas utilizadas para la
defensa, realizadas en acero
(o algún tipo de metal), que
cubrían todo el cuerpo de
los caballeros de la Baja
Edad Media y principios de
la Edad Moderna. Las
armaduras de los caballeros
se solían usar en combates,
torneos, y en
enfrentamientos bélicos,
por lo que las armaduras les
ayudaban mucho en su
defensa, intentando que les
ocasionaran el menor daño
posible.

Posteriormente los griegos desarrollaron estas
armaduras, realizando petos y espalderas de una
única pieza, de forja o fabricadas en metal unas
sobre otras con reforzamientos acolchados, y
también con espinilleras para cubrir las piernas.
En la época de esplendor griego la parte superior
del cuerpo no iba protegido, tampoco la parte
superior de las piernas (que iba cubierta por una
falda de tiras sueltas) ni el brazo derecho, ya que
suponían que eran zonas del cuerpo que estaban a
salvo por la habilidad del guerrero en el combate
cuerpo a cuerpo y por la protección del escudo. Éste
era de gran importancia ya que no sólo hacía la
función de proteger el brazo izquierdo sino que
protegía también la zona del corazón.
Los íberos utilizaban una armadura de discos para
proteger primordialmente la zona del pecho. Los
samnitas (guerreros del pueblo itálico) utilizaban
corazas de discos, pero que tapaban más zona del
pecho. Los celtas, por otro lado, utilizaban petos
que cubrían el torso y la zona de los hombros; y los
cascos, a veces eran embellecidos con acabados
geométricos los cuales se le incorporaban algunas
plumas.  

Durante la República, la loriga se
redujo bastante, sin mangas, llegando
solo hasta las caderas, recubierto con
una red de pequeños y apretados
anillos de hierro, sin embargo durante
la época imperial se realizó una
coraza más maleable formada con
láminas anchas de acero cubriendo
todo el tronco que dejaban más
libertad al soldado. No obstante, la
pieza más conocida del Imperio
Romano era la que estaba formada
por dos piezas, el peto y el espaldar.
Ambas se amoldaban al cuerpo, dando
mayor libertad de movimientos.
Referente al casco, parecía etrusco,
poseía una cubrenuca y yugulares.

También fue mejorando el metal hasta que se llegó al acero
templado, más resistente y modulable. De este modo surgieron
las armaduras de placas, que se realizaban de forma artesanal
por maestros armeros. La primera pieza completa metálica que
se propagó fue el peto, aunque el guardabrazo también tuvo
una gran evolución, al adaptársele láminas articuladas para
facilitar el movimiento, mientras que el rostro se protegía con
el varaescudo y el cuello con la gola.

Se fueron introduciendo protecciones para zonas específicas,
por ejemplo, los guantes de cuero se recubrían de malla o
pequeñas piezas metálicas, también se realizaron medias y
escarpines de mallas, codales y rodilleras, guardabrazos y
quijotes, colocados sobre la cota. Vamos, todas las zonas
visibles del caballero estaban tapadas con planchas de acero,
salvo la parte inferior de los muslos y las nalgas, que quedaban
protegidas por la silla y el cuerpo del caballo. 

La armadura de placas
(como la llamaban
tradicionalmente) aparece
en el siglo XIV, a finales de
siglo formaba el arnés
blanco o armadura de unta
en blanco, el arnés que
cualquier caballero hubiera
querido. Una armadura podía
llegar a tener más de
doscientas cincuenta piezas
con un peso de unos 30
Kilogramos. Aunque dichas
piezas no tenían siempre un
nombre preciso, podemos
enumerar algunas de las
partes más comunes de una
armadura (o armadura de
placas como
tradicionalmente se
llamaban):
 
 

- El casco y semejantes, para proteger
la parte superior de la cabeza.
- Algunas veces el casco llevaba visera
para cubrir el rostro.
- La babera o barbote para la
protección de la boca, barbilla, y
mandíbulas. La gola que servía para cubrir el
cuello. El gorgal o gorguera en la
parte alta del pecho, incluyendo la
garganta y la espalda, llegando a
sustituir a la gola.
- La cubrenuca para cubrir la zona que
va del cuello a los hombros.
- EL lámete o yelmo, que es un casco
pero cerrado. EL yelmo estaba
formado por: la cimera (para decorar,
situada en la zona más alta), la celada(
para resguardar la cabeza), y el collar
(adorno, toda la circunferencia
inferior del yelmo) Solía ser la pieza
más cara, ya que era la encargada de
proteger una de las zonas más
importantes: el cerebro.

.
 
- La ventalle, que era la pieza móvil situada al lado de la
visera, y que cerraba la parte anterior del lámete.
- El alpartaz de malla, que cubría el cuello pero dejándole
movilidad.
- El ristre, era el hierro del peto del armadura que servía
para afianzar la lanza.
- El peto para cubrir el pecho.
 
- El espaldar para cubrir la espalda.
- El volante o falda por la cintura y
caderas.
- Las escarcelas que llegaban algo más
abajo que el anterior, que se anudaban
a la falda.
- Los escarcelones, especie de
escarcelas pero mas grandes, que se
prolongaban con articulaciones hasta
las rodillas.

- El guardarrenes, o prolongaciones del espaldar más
desarrollados que servían para proteger la región lumbar.
- La pancera para el vientre y estómago, hecha de malla.
- La bragadura, para proteger la zona de la entrepierna.
- La culera, para los glúteos, también fabricada de malla.
- Las hombreras, que cubrían los omóplatos (en ocasiones éstas
también cubrían la parte delantera, sustituyendo a las bufas)
en el hombro.

- Los guardabrazos, para
proteger la parte superior del
brazo.
- Las sobaqueras, para
resguardar la parte delantera
y trasera de las axilas.
- Los codales, para cubrir el
codo.
- Los brazales, pata cubrir el
brazo y el antebrazo.
- Los cangrejos, para la parte
opuesta del codo o sangría del
brazo.
- Las manoplas, lúas, guantes,
manteles o mandiletes, con
piezas móviles para cada
dedo, que protegían las
manos, y las muñecas.

- Las bufas, para proteger la zona de la clavícula.
-Los quijotes o musleras, para la protección de los muslos.
-Las rodilleras, protegiendo las rodillas, que iba acompañado casi siempre por
unos abanicos por la parte de fuera de las rodillas, para cubrirlas de los
golpes laterales.
- Las grebas para la zona baja de las piernas, en ocasiones llevaban medias
grebas articuladas que protegían la parte inferior de las rodillas.
- Los grebones, para proteger las pantorrillas.
- Escarpes o escarpines, que tenían el fin de resguardar el empeine, también
se usaban zapatos herrados para proteger los pies.
- La tarja o tarjeta, era un escudo que iba en la zona superior izquierda del
peto, con el emblema del caballero.

La primera pieza que debía colocarse un caballero al ponerse una armadura
medieval era la cota de malla (que podía llevar una capucha o almófar,
colocada debajo del yelmo) Después de la cota de malla se ponía el gorjal. A
este se le unían la coraza o peto y los guardabrazos. La zona de las piernas se
comenzaba a montar por los pies. Las piezas se iban sujetando entre ellas por
medio de correas, ganchos, tuercas y clavos. Al finalizar de montar toda la
armadura, su peso final era de unos 30 ó 40 Kg., e incluso más. A causa de
esto el caballero no podía moverse con toda la libertad posible, este
caballero sería prácticamente insuperable pero por otra parte también
inamovible. Para montar toda la armadura el caballero necesitaba de un
escudero que le ayudara a vestirse y desvestirse, y a colocarse en el caballo.
Éstos además de ser sus compañeros asiduos eran sus sirvientes, y les
limpiaban la armadura y las armas y custodiaban sus bienes y pertenencias, e
incluso llegaban a dormir en su puerta como guardián. También les curaban
las heridas, y en el caso de que el caballero muriera ellos eran los encargados
de hacerles un entierro apropiado.

Un caballero con armadura medieval
en un caballo era casi imposible de
vencer o derrotar, pero si este se caía
al suelo, sería un contrincante muy
fácil de abatir, ya que pesaba tanto
que le sería casi imposible levantarse
y moverse con facilidad.
Para combatir también se usaban
caballos con armadura, para poder
defenderse de los ataques de los
combatientes, en el siglo XII algunos
caballos ya iban dotados de armadura
o barda. Las piezas utilizadas para la
armadura del caballo eran de forma y
aspecto muy parecido a la de los
caballeros. Primero se empezó a usar
el cuero, luego la malla y finalmente
los metales. Las armaduras para los
caballos eran muy diversas, de
distintas formas y estilos, llegando
incluso a ser más bonitas que las de
los caballeros medievales.

Algunas de las piezas de la armadura del caballo eran:
- La testera, para resguardar la cabeza del caballo.
- La capizana, para la protección del cuello. 
- La pechera o petral, para resguardar la parte del
pecho, en esta pieza se solía poner el emblema
heráldico
- Las flanqueras, para resguardar la zona de los
costados.
- Las bardas o gruperas, para proteger la grupa o parte
trasera del caballo.
- También podríamos nombrar el arzón, que es la parte
que se une a la silla de montar, aunque su función
consistía más para resguardar al caballero que al
caballo, se trataba de que el caballero no tuviera
golpes por lanza en la zona genital.

En el siglo XV se dio la época de mayor auge de las armaduras de combate, a esta se
le llamó armadura gótica, con zonas lisas y bastante brillo, y con sugerentes curvas y
decorados, pero sin exageración, sólo en los bordes. Los petos, cascos y guardas de
los brazos, y las piernas tenían zonas con hendiduras y estrías, mientras que la zona
de los dedos de los pies se realizaban muy anchas. Las armaduras de esta época son
unas de las más grandiosas, y aunque se realizaban para combatir, nunca se hicieron
unas armaduras tan espléndidas. Durante este siglo el caballero iba armado
completamente, totalmente envuelto en la armadura. No podríamos hablar de todo
esto sino hubieran existido los armeros, las personas que realizaban el trabajo de
crear las armaduras. Este oficio viene de años atrás, y tuvo mucha importancia en el
Imperio Romano. Muchas familias completas se dedicaban a esta ocupación. Lo
primero que se realizaba en el proceso de elaboración de las armaduras era la forja,
después se pulían, se ensamblaban las piezas y se colocaban las correas, los forros y
los rellenos, y en el caso de que lo llevara se grababa el escudo o emblema y se
adornaban, algunas de ellas con oro. El grabado era la forma más tradicional de
ataviar el metal, era un proceso complicado y trabajoso. También podríamos hablar
de la heráldica, eran unas insignias o blasones que servían para distinguir a los
caballeros en el campo de batalla. Cada noble tenía su propio blasón, y lo estampaba
en el escudo, el abrigo o en su bandera. Cada insignia era única e individual. Así pues
con las insignias los combatientes podían distinguir a los enemigos.

El uso de la armadura medieval fue cayendo en declive, ya que con el
invento de la pólvora la armadura dejaba de tener la utilidad por la que se
había creado, para los combates cuerpo a cuerpo, lo cual deja de hacerse
con este nuevo invento, donde se guardan las distancias. La pólvora fue
descubierta en el siglo XI en China, pero la usaban únicamente para fuegos
artificiales o similares. Los europeos fueron los que descubrieron y
desarrollaron usos más destructivos. A principios del siglo XIV apareció la
primera arma de pólvora, esta era un cañón que proyectaba lanzas,
posteriormente se empezaron ha utilizar balas de piedra y de hierro.
Algunos sitios interesantes donde podemos ver algunas de estas
armaduras son: en la Armería Real de Madrid, en el Museo del Ejército de
París, en la Torre de Londres, en Nueva York, o en el Museo de Arte
Histórico de Viena.
Se podrían mencionar algunas anécdotas sobre las armaduras por ejemplo
que cuando un caballero con armadura se quería subir al caballo se
necesitaba una grúa, ya que el caballero no podía subirse por si solo. Una
armadura pesaba como mínimo unos 35 Kilogramos, aunque podía variar
mucho ya que se podían colocar más de una armadura, una encima de la
otra, se dice que en algunos casos caballeros murieron por infartos o
embolias, aunque también tendría que ver la alimentación tomada antes de
la batalla. También habría que destacar que estos caballos eran
entrenados de una forma especial, solían ser más fuertes y ágiles de lo
normal, pero que por el peso que tenían que soportar su movilidad era
también más reducida.

“Los primeros torneos consistían en que un grupo de nobles y sus caballeros
formaban dos pequeños ejércitos, acordaban unas cuantas normas básicas y
se preparaban para luchar por un terreno determinado durante un día
concreto, o parte de un día. Si algún señor había invitado a otros,
probablemente demostrara su larguesse otorgando premios a los caballeros
que hubieran combatido valientemente.”
“Una de las normas de los torneos consistía en que si a uno hacían prisionero,
debía entregar su caballo, sus armas y su armadura a su captor y pagar un
rescate, como en la guerra real; no resultaba fácil juzgar un ataque a campo
abierto en un terreno que podía abarcar muchas millas, pero no cabía duda
quien había capturado a quién. Los caballeros aceptaban la casi total certeza
de que iban a terminar el día agotados y llenos de magulladuras, con
bastantes probabilidades de resultar heridos o lisiados o resultar muertos si
la habilidad o la suerte les fallaban.”
“Muchos caballeros se convertían en auténticos adictos a los torneos, forma
rápida de ganar una fortuna o de perderlo todo. Se cuenta como, después de
grandes torneos, decenas de caballeros derrotados salían corriendo hacia los
prestamistas. También se narra que muchos caballeros que habían perdido
todas sus riquezas en los torneos, eran salvados de la ruina total y del
encierro por sus esposas, reuniendo lo suficiente para pagar el precio del
rescate.

Otros, sin embargo, obtuvieron fama y fortuna gracias a los torneos. Por
ejemplo, William Marshal, que terminó su carrera gobernando Inglaterra
como regente de Enrique III, se había labrado anteriormente una reputación
y fortuna como campeón de torneos.”
“Quienes disfrutaban de los torneos aseguraban que eran muy útiles. ¿De qué
otra manera podían los caballeros en tiempo de paz, practicar las artes de la
guerra? Los torneos eran las mejores escuelas de armas. Además, sin ellos
los caballeros habrían estado inquietos y pendencieros y es mucho más fácil
que estallaran peleas y desordenes.
Si embargo, muchos reyes pensaban de otra manera. Para ellos los torneos
eran acontecimientos perniciosos para el espíritu del caballero. Además
provocaban peleas y enemistades entre los nobles; los que perdían acusaban a
los que ganaban de dar golpes sucios y hacer trampas, y muchas veces, los
ganadores se enfurecían de tal modo que golpeaban sin piedad a los
perdedores.
Los reyes de Inglaterra solían prohibirlos excepto en ocasiones especiales.”
“La iglesia los desaprobaba aun más. En 1130, el Papa declaró que cualquier
caballero que perdiera la vida en una lucha tan innecesaria contra otros
cristianos no podría ser enterrado en terreno consagrada.”
“Se cuenta que en Neuss, Alemania, murieron en 1245, al menos 80 caballeros
en un solo torneo.”

“Con el tiempo, los torneos fueron cayendo en desuso y sustituidos por las
justas, duelos uno contra uno.
Los caballeros sujetaban la lanza firmemente bajo la axila, dirigían la punta
contra su oponente y se lanzaban a la carga, con todo el peso del caballo y del
jinete tras la afilada punta. Cada caballero trataba de golpear al contrario
con la fuerza y la puntería suficientes para desmontarlo de la silla, lo que
exigía una habilidad considerable. Estas competiciones eran más fáciles de
observar y juzgar que los torneos y mucho menos más peligrosas. Los
distintos tipos de justas terminaron por tener sus propias reglas y sus
propias armaduras, se introdujeron yelmos más grandes y resistentes que
habrían resultado demasiado incómodos y pesados para utilizarlos en
batalla.”
“Es probable que las justas comenzaran el Alemania y se extendieran
rápidamente por Europa occidental. Todavía se organizaba batallas fingidas,
pero con un número de caballeros reducido y se celebraban en recintos
cerrados donde todo el mundo los pudiera ver.”
“Los torneos y justas se fueron convirtiendo en espectáculos populares y
grandes acontecimientos sociales. Por la noche se organizaban festejos y
bailes. Con el tiempo aparecieron otro tipo de torneos al incluirse un
elemento de ficción o fantasía. Así, el noble que daba el torneo decidía, por
ejemplo, hacerlo a la manera de Arturo: él fingía ser el rey Arturo y sus
invitados representaba los papeles de Caballeros de la Tabla redonda etc.”

La ordalía o Juicio de Dios era una
institución jurídica que se practicó hasta
finales de la Edad Media en Europa.
Su origen se remonta a costumbres paganas
comunes entre los bárbaros y mediante ella
se dictaminaba, atendiendo a supuestos
mandatos divinos, la inocencia o culpabilidad
de una persona o cosa (libros, obras de arte,
etc.) acusada de pecar o de quebrantar las
normas.
Consistía en pruebas que mayoritariamente
estaban relacionadas con el fuego tales como
sujetar hierros candentes o introducir las
manos en una hoguera. En ocasiones también
se obligaba a los acusados a permanecer
largo tiempo bajo el agua. Si alguien
sobrevivía o no resultaba demasiado dañado,
se entendía que Dios lo consideraba inocente
y no debía recibir castigo alguno.
De estos juicios se deriva la expresión poner
la mano en el fuego para manifestar el
respaldo incondicional a algo o a alguien.
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