primero en argumentar contra Dios fue Lucifer, por lo tanto, una de las
primeras semillas que se sembró de pecado tiene que ver con
argumentos. La caída de Adán y Eva fue articulada con una serie de varios
argumentos bien fundamentados, pero falsos, fundamentados en la razón
y en el saber, y querer saber. Lo primero que hizo para llevar a Eva a un
plano de argumentos, fue aislarla, seducirla y tentarla con aquello que no
tenía y no podía comer. Los argumentos trabajan en el marco de la razón,
la soledad y la seducción. Esos argumentos del infierno suenan muchas
veces coherentes y hasta justos, pero solamente suenan así. La única
paternidad del diablo en la Biblia, es la mentira: y los argumentos contra
Dios son el nivel más alto de engaño y son el nudo inicial de una gran
atadura. Antes de comenzar a sembrar un argumento, el infierno hace lo
posible por aislar a la persona, y en medio de la soledad, comenzar a
operar. Por eso, Jesús envió a sus discípulos de “dos en dos”.
Por ejemplo, alguien que no fuma, pero toma en su mano su primer
cigarrillo, va a oír una voz suave que le dice: ¿por qué no hacerlo? ¡Te
mereces descargar toda tu ira y frustración con este cigarrillo! La adicción
nunca entra con su rostro más oscuro, sino con la dulzura de los
argumentos porque los argumentos son la antesala a las ataduras. Los
argumentos siempre operan en la base del “yo” y del ego. Cuando una
Palabra viene de Dios para romper un argumento, lo primero que mata es
el “yo”.
Segundo nivel: atadura inicial y eventual. Luego que el argumento es
sembrado, todo argumento lleva a la acción, entonces esto tiene que ver
con el pecado inicial y primario. El perdón y la liberación son las armas
más poderosas para desterrar y cauterizar el efecto de esta atadura. La
atadura inicial es como una semilla que necesita una tierra preparada en
donde crecer y multiplicarse. Cuando una persona maldice, planifica una
venganza, insiste en recordar episodios traumáticos de su vida, o permite
que su mente se convierta en un río de suciedades y basura, la atadura
encuentra el terreno ideal en donde establecerse. Si una atadura
encuentra un corazón arrepentido, quebrantado, humillado y dispuesto a
la Presencia de Dios, no puede prosperar.
Tercer nivel: Atadura habitual. La atadura habitual es el nivel en donde se
reproduce una actitud a tal punto que termina formando un hábito y con
el hábito, una conducta. Esto abarca palabras, pensamientos, intenciones