Inicio de la Rebelión Asturiana
Asturias era gobernada y controlada por Munuza desde Gijón. Al principio los astures
fueron vasallos, pero poco a poco se fueron convirtiendo en rebeldes populares hasta que
dejaron de pagar tributos al gobernador musulmán.
En el 718, los nobles astures a las órdenes del caudillo Pelayo, decidieron recuperar su
legitimidad y el territorio perdido. Recuperar Hispania para los Cristianos, su lucha se iba
a convertir también en una guerra de religión: la cruz contra la media luna.
Pelayo se niega a seguir pagando tributo, ya no es vasallo de los musulmanes. Se inicia la
sublevación con hombres vascos, astures, gallegos, todos ellos dispuestos a levantar su
espada contra el invasor musulmán.
La crónica musulmana de Córdoba, habla de unos “asnos salvajes” que se han levantado en
el norte de Hispania. Les consideran salvajes, sin educación, bárbaros. Entonces, desde
Córdoba se envía un ejército al mando de Alqama para rendir a los “asnos salvajes”. Alqama
era uno de los mejores generales de Muza, había que rendirlos lo antes posibles, no se
debía correr riesgos de nuevas sublevaciones.
Entre tanto, Pelayo ampliaba su control sobre la zona desde el valle de Cangas y a inquietar
a las guarniciones de Munuza de la comarca. Los nobles se fueron, poco a poco sumando a la
rebelión.
Comienza la Batalla de Covadonga
Pelayo, no contaba con muchos medios, entre 200 y 300 soldados estaban a sus órdenes en
las montañas de los Picos de Europa. Su cuartel general o corte lo establece en Cangas de
Onís, desde donde va a iniciar las acciones de castigo a lastropas musulmanas. Pelayo guió a
sus hombres a una montaña mágica, el monte Auseva que será su refugio de Pelayo y sus
irreductibles.
Según la crónica musulmana, Alqama se dirigió a Asturias con un ejército de 185.000
hombres, historiadores reducen la cifra a 20.000.Los musulmanes tenía la razón de la
fuerza pero Pelayo tenía la razón de su tierra, de un linaje de 300 años de historia. Un
enorme ejército de jinetes, arqueros, honderos se van acercando a Cangas.
En ese momento Pelayo recibe una visión, ve en el cielo una inmensa cruz bermeja, es el
pendón perdido de los godos en Guadalete; y además se le aparece la Virgen y le anuncia
que la victoria estará de su lado; después de esta visión, un ermitaño atestigua que la
Virgen le entrega una cruz, una cruz confeccionada con las ramas de un roble, es la Cruz
de la Victoria. Pelayo está convencido de su papel y decide presentar batalla.
Alqama recurre a la guerra psicológica, envía al traidor don Oppas como parlamentario
para negociar con Pelayo. Don Oppas, anima a Pelayo a la rendición, a la entrega de las
armas, ofreciéndole todo tipo de promesas. Le habla de lo bueno que son los musulmanes,
le asegura que le devolverán sus tierras y posesiones, que con los musulmanes se vive bien.
Según el rey Alfonso III, las palabras del traidor al caudillo, fueron estas:
“Escucha mi consejo y vuelve tu ánimo de tu decisión, hara que poseas muchos
bienes y disfrutes del consorcio de los caldeos”
Pero afortunadamente, Pelayo ha cambiado y le asegura al ex-arzobispo de Toledo, que él
ya no lucha por sus tierras, que no es una guerra por las posesiones, que es una guerra por
la Fe . Está convencido que es una lucha por la Cruz, que él no va a ser gobernado por
alguien que no asume la creencia de la Cruz.
Pelayo se preparó para resistir la embestida musulmana contra su cueva el 28 de mayo
del año 722 , año 103 de la Hégira.
Pelayo toma a su ejército y se atrinchera en la Cova Dominica, en Covadonga. Los
musulmanes inician los ataques, eran por los desfiladeros, Pelayo a desplegado a sus 300
guerreros godos. Los godos eran expertos en arcos y lanzamiento de piedras con ondas.
Conocían el territorio perfectamente, atacaban en emboscada, se replegaban y volvían al
ataque; no paraban, no permanecían fijos en el terreno.