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Desenfundó una de sus dagas negras con una mano perfectamente firme y se
inclinó sobre su compañero de habitación.
Lo que no debía estar allí necesitaba ser removido. Y dado lo malvado que era, la
extracción tenía que ser hecha aquí, en territorio neutral, y no en su hogar ni en la
clínica de Havers. Además, la muerte le estaba respirando al poli en la nuca, y
cuanto antes fuera descontaminado, mejor.
—Butch, compañero, quiero que respires hondo, y que luego te mantengas
quieto. Voy a…
—Ten cuidado, guerrero.
V se dio vuelta agazapado. Justo allí detrás de él, flotando sobre la tierra, estaba
la Virgen Escriba. Como siempre, era puro poder, su ropa negra imperturbable a
pesar del viento, el rostro oculto, la voz clara como el aire nocturno.
Vishous abrió la boca, pero lo interrumpió. —Antes de que te excedas y empieces
la indagación, te contestaré, no, no puedo ayudar directamente. Esto es un asunto
del tipo del que debo mantenerme apartada. Sin embargo, te diré esto. Sería sabio
revelar la maldición que aborreces. Manipular lo que está dentro de él te llevará más
cerca de la muerte de lo que nunca has estado. Y nadie puede removerlo aparte de
ti. —Sonrió un poco, como si le leyera los pensamientos—. Si, el momento actual es
parte de la razón por la que soñaste con él en un principio. Pero hay otra causa de
la cual puedes enterarte a su debido tiempo.
—¿Vivirá?
—Ponte a trabajar, guerrero —le dijo con tono duro—. Progresarás más en el
camino de su salvación si actúas en vez de ofenderme.
V se inclinó hacia Butch y se movió con rapidez, dibujando con el cuchillo sobre
el estómago del policía. En el momento que se abría un agujero, un gemido salía de
los partidos labios del hombre.
—Oh, Jesús. —Había algo negro encerrado dentro de la piel.
La voz de la Virgen Escriba estaba más cerca ahora, como si estuviera justo sobre
su hombro. —Descubre tu mano, guerrero, y actúa con rapidez. Se extiende con
presteza.
V enfundó la daga en la vaina sobre el pecho y se arrancó el guante. Se estiró
hacia abajo y luego se detuvo. —Espera, no puedo tocar a nadie con esto.
—La infección le proporcionará protección al humano. Hazlo ahora, guerrero, y
cuando hagas contacto, visualiza el blanco brillo de tu palma extendiéndose a tu
alrededor, como si estuvieras bañado en luz.
Vishous adelantó la mano mientras se imaginaba rodeado de una pura y radiante
incandescencia. En el momento que hizo contacto con la pieza negra, su cuerpo se
estremeció y se sacudió. La cosa, fuera lo que fuera, se desintegró con un siseo y
estalló, pero, oh, mierda, se sintió enfermo.
—Respira —dijo la Virgen Escriba—. Solo respira mientras pasa.
Vishous osciló y se apoyo en el suelo, la cabeza colgándole de los hombros, la
garganta latiéndole. —Creo que voy a…
Si, vomitó. Y mientras las nauseas se apoderaban de él una y otra vez, sintió que
sus brazos eran aliviados de su peso. La Virgen Escriba lo sostenía mientras
vomitaba, y cuando terminó, se aflojó contra ella. Por un momento hasta le pareció
que le estaba acariciando el cabello.
Luego salido de la nada, el móvil apareció en su mano buena, y la voz sonó alta
en su oído. —Ve ahora, llévate al humano, y confía en que el asiento del mal está en
el alma, no en el cuerpo. Y debes regresar con el pote de uno de tus enemigos.
Tráelo a este lugar y usa tu mano sobre él. Hazlo sin demoras.
V asintió. Recibir un consejo de la Virgen Escriba sin haberlo solicitado no era el
tipo de cosa que dejaras a la orilla del camino.