Indudablemente, la caída del Muro de Berlín representó un hito en la historia contemporánea. Marcó un punto de
inflexión en las relaciones internacionales y dio origen a otro proceso tan veloz como significativo: la unificación de
Alemania como se mencionó anteriormente.
En efecto, la caída del muro fue el resorte que disparó el ciclo de las revoluciones en la Europa del Este; un ciclo que
derrocó a los regímenes comunistas en Hungría, Rumania, Polonia, Checoslovaquia y muchos otros países que lenta y
dificultosamente recuperaron sus sistemas democráticos. Pero los efectos de ese ciclo revolucionario no se detuvieron
allí. Como una ola expansiva, esta fuerza llegó al corazón de la URSS y, en diciembre de 1991, la desarticuló.
Obviamente, la disminución del Estado Soviético determinó la finalización del conflicto Este-Oeste y del sistema bipolar,
dando origen a una nueva etapa en las relaciones internacionales: la post-Guerra Fría. Con respecto a la situación de
Alemania, la caída del muro impulsó el proceso interno y en menos de un año estuvieron las condiciones de anunciar al
resto del mundo, la reunificación del Estado.
Fuente: wordxpress “el muro de Berlín”
Por tanto se puede decir que después de la
segunda post-guerra en la que se involucró
Alemania esta impresión se proyectó hasta el fin
de la Guerra Fría cuando nuevamente los
alemanes sorprendieron al mundo con un
proceso de reunificación que se dio por la vía
rápida y pacífica. De hecho, se dio la unificación
en tres niveles (económico, monetario y político)
siguiendo un itinerario sumamente preciso. En
julio de 1990 se completaron los dos primeros
niveles, declarándose la unificación política. Fue
una negociación en la intervinieron las cuatro
potencias vencedoras de la Segunda Guerra
Mundial y las dos Alemania. A partir de entonces,
el nuevo Estado firmó los acuerdos de no
proliferación nuclear y se integró a la OTAN.
Indudablemente, la reunificación de Alemania aún no se había completado. Existían muchos problemas pendientes y se
calcula que fueron necesarios 20 años para que las regiones del sur de Alemania puedan autoabastecerse. Muchos
alemanes del Este seguían abandonando sus pueblos y ciudades, y muchas comunas ya habían anunciado que se
preparaban para desaparecer, sin embargo, las esperanzas y la determinación de la sociedad alemana han demostrado
que siempre se puede ir más allá de los límites. Alemania se configuró de tal manera que actualmente es la principal
potencia, tanto económica como política de la Unión Europea, sosteniendo en último a los demás países que han caído
en crisis, como son los casos de Grecia o Chipre, tal cual se denota en las palabras del ministro de finanzas de
Alemania, BERLÍN.- El ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble, garantizó hoy que Grecia recibirá nuevas
ayudas comunitarias si cumple con todos sus compromisos y continúa con su proceso de reformas.
Impacto simbólico de la caída del muro de Berlín en la población alemana y mundial
La caída del muro de Berlín, que subdividía a la capital alemana en dos facciones, una capitalista y la otra comunista, en
el año 1989, trajo consigo un simbolismo que marcaría posteriormente a la población. Los muros como tales generan a
su vez un efecto simbólico impactante, su construcción y también su caída revisten una importancia manifiesta y
sostenible. Eso se presenta tanto para la fase de su edificación, como también cuando están permanentemente
presentes como monumento de piedra que simboliza la delimitación, la cautividad y el desprecio de los derechos
humanos. Y cuando el muro cae, el efecto simbólico es particularmente grande. Lo que cae no es solamente el muro que
se compone de acero, piedras y hormigón, de una materia sin vida. Es al mismo tiempo una ideología, un sistema y un
régimen social, que de repente se convierten en un montón de escombros. Y entonces cuando el muro cae sin violencia,
sin una bala de un fusil, tal como sucedió el 9 de noviembre de 1989 en Berlín, porque los habitantes emplearon
recursos pacíficos y renunciaron a la violencia, el impacto simbólico de este acto es particularmente duradero para la
conciencia, la memoria colectiva y sobre todo, para la historia de un pueblo. Eso se puede percibir con particular claridad
es estos días en Alemania, con la caída del muro de Berlín. Hoy, veinte años después, aún hechizan las imágenes de la
multitud eufórica e incontable, desbocada, de los jóvenes subidos al doble muro de concreto, pintando grafiti en un