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Esta pregunta no es puesta por el hombre común, pues el mismo, aún cuando yerra, juzga poder conocer la verdad con certeza y de hecho muchas veces la
conoce; la cuestión más bien se pone por el filósofo, cuyo oficio es juzgar sobre el conocimiento, porque la filosofía es la ciencia fundamental (el problema
radical y la doctrina universal de las cosas) o sea, la sabiduría. Sin embargo, la cuestión no se pone en el ejercicio de filosofar:
“Existe pues, un paralelismo entre la evolución cultural del hombre en singular y la evolución cultural de
la humanidad y de la filosofía”
Monica Cavalle
El hombre en su infancia considera solo el mundo circunstante y poco atiende el propio “yo”; en la juventud más vale el yo para sí mismo que el mundo,
mas el mundo se considera como puro instrumento del propio yo; y mientras antes muchas veces simplemente y sin disputa sostenía y retenía las cosas por
la tradición y el testimonio de otros, tiempo después somete todo esto al juicio crítico y se hace a sí mismo preguntas buscando que sea el mismo, el mundo,
que deba hacer para adquirir un óptimo estado de vida.
De una manera semejante, casi todos los primeros filósofos se estuvieron en la consideración del mundo (cosmologismo); después hicieron una reflexión
hacia el propio “ego”, o sea, hacia el hombre y establecieron juicios acerca de la capacidad del hombre para conocer y para obrar.
La crisis siempre acompaña a la adolescencia, ya del hombre singular, ya de la filosofía. Así mismo nosotros primero hemos tratado las cuestiones del
mundo infrahumano (Cosmología), después las cuestiones del hombre (Sicología) siempre juzgando que el conocimiento nos refiere las cosas como son en
sí. Ahora también por esto que:
Advertimos con frecuencia que hay error en nuestros conocimientos.
Encontramos muchas veces contradicción en las doctrinas de los filósofos.
Tendemos naturalmente a conocer las cosas suprasensibles acerca de las cuales se tienen muchas dificultades, ponemos el problema acerca del
valor del conocimiento para que:
1.- Desechemos el error por medios aptos.
2.- Expliquemos en general la oposición de las doctrinas filosóficas.
3.- Establezcamos la posibilidad de conocer las cosas suprasensibles o de construir la ciencia metafísica.
4.- El problema, pues sobre el valor del conocimiento constituye el problema crítico (Juicio del conocimiento) o problema
gnoseológico, cuya solución se da en la Gnoseología.
5.- No obstante analizaremos brevemente la historia del problema gnoseológico para que podamos resolver más claramente las
cuestiones singulares.
2.2. INTRODUCCION HISTORICA
Después de un inicio eminentemente gnoseológico, la filosofía griega trató también de cuestiones sobre el valor del conocimiento, es muy célebre la
oposición entre Heráclito y Parménides: el primero prefiere el conocimiento sensitivo y sostiene que todas las cosas cambian continuamente, porque
así aparecen a los sentidos; el segundo prefiere el conocimiento intelectivo (conceptual) y sostiene que todo se reduce al ente uno e inmóvil.
Heráclito por consiguiente sostiene que sólo el conocimiento sensitivo aprende las cosas como son en sí, Parménides sostiene que solo el
conocimiento intelectivo aprende las cosas verazmente mientras el conocimiento sensitivo refiere sólo la mutación de las apariencias.
Por la doctrina de Heráclito y Parménides los sofistas dedujeron esta doctrina: el conocimiento humano no puede aprehender las cosas como son en sí,
luego las cosas son como aparecen a cada hombre (Relativismo, en cuanto el valor del conocimiento y la naturaleza de las cosas son relativos a cada
hombre en singular: la verdad es relativa a los individuos).
Contra los sofistas, Sócrates proclama el valor universal y necesario del conocimiento intelectivo, es decir, el valor del concepto, el cual es necesario
para la obligación universal y absoluta de la ley moral.
Platón y Aristóteles perfeccionaron la obra de Sócrates. Platón desprecia el conocimiento sensitivo; porque este aprende las cosas como mutables mientras
aquello que es el ente debe ser necesario e inmutable; la sensación ofrece solo la opinión o la probabilidad; de donde Platón exalta el conocimiento
intelectivo; porque este solo aprende las cosas inmutables o sea los entes ejemplares eternos de todas las cosas (ideas, especies, formas) y ofrece la ciencia.
Aristóteles admite el valor del conocimiento, ya sensitivo, ya intelectivo. Según él, el conocimiento sensitivo aprende las cosas singulares y concretas como
están en la naturaleza, el conocimiento intelectivo obtiene de las cosas aprendidas por los sentidos obtiene los conceptos universales por los cuales se
obtienen los principios y las argumentaciones para la construcción de la ciencia.
Después de Aristóteles, los filósofos griegos, principalmente bajo el influjo de las condiciones políticas (Sumisión de Grecia bajo Filipo Macedonio) trataron
más bien los problemas morales, pero no faltaron estudios del conocimiento y de la ciencia.
Algunos platónicos (Arcesilao, Carneades) sostienen que nunca se puede obtener la certeza en el conocimiento humano, sino que se solo se obtiene la
opinión (Probabilismo Académico); otros sostienen que nunca se puede obtener ni la certeza, ni la opinión y por lo tanto la condición humana del
conocimiento es la duda permanente y la inquisición continua (Escepticismo).
Por la encarnación de Verbo, además de la razón humana, se da otra fuente de conocimiento, es decir la revelación de Dios por la cual el hombre conoce más
acerca del mundo, de sí mismo, de Dios y de la vida moral. De aquí se origina un problema entre los cristianos acerca de la relación de la fe (Doctrina
Revelada) y de la ciencia ¿Cuál es la doctrina que prevalece: la fe o la ciencia?
Las soluciones a este problema pueden reducirse a tres:
Unos exaltan la fe y desprecian la ciencia (Tertuliano y otros); otros exaltan la ciencia contra la fe (Los Gnósticos, Basíledes, Valentino); otros intentan poner
una síntesis entre una y otra, de tal manera que la fe, se coloque sobre la ciencia.
Entre los Santos Padres sobresale San Agustín el cual defiende contra los académicos la certidumbre del conocimiento humano y prefiere el conocimiento
intelectivo al conocimiento sensitivo, porque través de la intelección se aprende la Verdad, la cual es el mismo Dios. San Agustín sostiene también la
superioridad de la fe con relación la ciencia, pero en el mismo conocimiento humano mucho atribuye a la iluminación gratuita de Dios (La doctrina
agustiniana de la iluminación).
En la edad media los filósofos siguieron generalmente a San Agustín o a Aristóteles; sin embargo, se dio un gran problema sobre los universales, o sea, el
problema sobre el valor de los universales. Preguntan los escolásticos: ¿Los universales son reales o lógicos? (¿Existen en la cosa, o realmente están en la
mente?).
Este problema es de importancia fundamental para juzgar el valor de la ciencia; entre las varias soluciones Santo Tomás sostiene la vía media y enseña que
los universales tienen al mismo tiempo valor lógico y real, o sea, están en la mente con fundamento en la cosa (El realismo moderado).
En el tiempo renacentista se da por una parte un aristotelismo heterodoxo (El aristotelismo que se concibe en un sentido anticristiano) y la vehemente
reacción antiaristotélica, que se esfuerza en traer nuevas doctrinas filosóficas: el aristotelismo fue enseñado por los filósofos adictos al averroísmo (Padue) y
al alejandrismo (Bononiae); la reacción se dio en las doctrinas tratadas por B. Telesio, Bruno, Tomas Campanela. Una y otra posición prepara las nuevas
filosofías de la edad media.
F. Bacon proclama una gran instauración de las ciencias que él mismo juzga que se han de hacer destruyendo los ídolos o sea, las falsas apariencias de la
ciencia antigua y medieval. La instauración aquella exige sin embargo un nuevo método, o sea, un nuevo camino de construir la ciencia. Por tanto según
Bacon el aristotelismo se construye por medio del silogismo o por un método puramente racional (Sin fundamento en las cosas) es necesario exaltar la
experiencia o conocimiento sensitivo y sumar la inducción o método experimental, para eso él mismo dio las reglas.
R. Descartes juzga también que la filosofía debe ser restaurada por fundamentos más profundos; no obstante mientras Bacon exalta la experiencia y tiene una
seguridad plena hacia nuestras facultades cognoscitivas, Descartes hace retroceder a la duda todo el patrimonio de los conocimientos humanos para afirmar
mejor la certeza.
La posición de la duda es superada por Descartes por la certeza que ofrece la misma conciencia de la duda; a la conciencia de la duda la llama él mismo
pensamiento, de la cual se deduce y sobre la cual se funda toda la certeza; y así el único criterio de certidumbre es la idea clara y distinta.
Después de Bacon y Descartes la filosofía moderna sigue un doble método: El empirismo y el racionalismo en los siglos XVII y XVIII.
Siguen el empirismo de Locke, Berkeley y Hume, los cuales poco a poco condujeron a extremas consecuencias la doctrina de Bacon. Locke enseña que la
íntima esencia de las cosas nunca puede ser conocida por nosotros, porque las ideas complejas son meramente la suma de las ideas simples, las cuales solo