LA NUEVA TRIADA DEL BULLYING Página | 36
como la familia, la escuela, el grupo de amigos, los medios de
comunicación, hasta los más lejanos, como recursos educativos,
culturales y económicos, sin olvidar los valores imperantes en cada
cultura
La Fundación Piquer (s/f) abunda en esta perspectiva al afirmar que
en este sistema, la micro cultura de las relaciones con iguales, se
estructura en base a unas claves socialmente pervertidas en las que
predomina el esquema dominio–sumisión, prevaleciendo por tanto “la
ley del más fuerte”. Así, en este esquema de dominio–sumisión,
adoptado en ocasiones por los grupos de escolares, se produce una
sola dicotomía de referencia: el dominante y el dominado sobre una
relación de prepotencia y vulnerabilidad que conduce, en poco tiempo,
a una relación de poder y sufrimiento y, consecuentemente de
maltrato, infringido y padecido.
Lo expuesto nos hace comprender porque el mayor vacío en las
políticas promovidas contra el bullying y la violencia en la escuela es el
desinterés por mirar más allá de la institución educativa. Como bien lo
señalan Benites (2012), Fierro (2013), Carozzo (2014), Viscardi y
Alonso (2013), Carbajal (2013) y Arellano (2007) se debe apelar a las
estrategias de carácter amplio que tienen como principal
característica responder a un enfoque preventivo que se dirigen a toda
la población estudiantil en general, así como a los equipos docentes,
padres y madres de familia, se centran en identificar y atender los
factores de riesgo presentes en los diversos contextos sociales,
consideran la violencia como un problema estructural y no solo de
institución escolar y recomiendan la convivencia democrática como la
mejor herramienta para crear un clima institucional democrático y
equitativo, con la participación de todos los agentes de la comunidad
educativa.
En realidad, el cuestionamiento que se hace al bullying es,
implícitamente, un cuestionamiento a un estilo de relación
interpersonal de carácter asimétrico y violento que impera en todos los
escenarios de nuestra sociedad porque constituye una forma de
control social que ha sido normalizada a tal punto que todos estamos