mujer casada, pero creo que el amor está por encima de
cualquier institución. Le voy a dejar mi e—mail para que
me conteste
[email protected]
Puede escribirme con confianza, soy una persona
muy discreta. Me encantaría abrazarla con toda mi
complacencia.
Silvano.
Bella tiró el mensaje al inodoro. Esa noche tuvo fiebre. El
doctor Poniatowsky le dio unos comprimidos y le
recomendó que descansara. Ella, pálida y ojerosa, tuvo
fuerzas para insultarlo una vez más.
—No creas que porque estoy enferma me olvido de lo
que está pasando. Sos una basura. Me violaron y no te
importó. Si querés que vuelva a hablarte, portate como un
hombre: decile a tu amiguete que se vaya, echalo a patadas,
matalo... Hacé algo... Te odio, Abel. Te odio.
Poniatowsky salió de la habitación y se cruzó en el
pasillo con el profesor Scholl.
—¿Sucede algo?
—Ella está enferma.
—Amigo Poniatowsky, debo contarle algo. Se trata de
un episodio enojoso.