fallecidos en la Guerra Civil y durante la posterior represión, que afectó más a los hombres como
combatientes.
Hay otro descenso de varones de menor amplitud en las cohortes 70-74 y 75-79, causado
probablemente por la emigración de los años sesenta, que implicó principalmente a la población
masculina.
[Estructura por edad]
Los porcentajes de las diferentes edades ya vienen recogidos en un gráfico de sectores, como hemos
dicho, y desvela un predominio de la población adulta (63%) frente a la joven (20%) y vieja (17%).
La forma de la pirámide es de urna o huso, tal y como era de esperar al trasladar datos de 2012.
Indica una población envejecida, al haber menos de un 25% de jóvenes, y más de un 12% de
ancianos.
La base se estrecha por el parón demográfico que supone una baja natalidad. Al aumentar también
la esperanza de vida (mejoras médicas, de higiene, etc.) hay una gran abundancia de ancianos. La
base de la pirámide (cohortes 0-4 y 5-9) es más ancha que los tramos siguientes, debido
seguramente al aumento de natalidad provocada por la llegada de inmigrantes, con una tasa de
fecundidad muy superior a la de los españoles.
[Sucesos demográficos desde la cima]
Ya se hace difícil apreciar el parón demográfico que supuso la Guerra Civil, aunque como hemos
visto podría ser el responsable de la menor proporción de varones en la franja de 85 y más años. Sí
se nota la difícil posguerra, con sus bajón demográfico correspondiente, en los entrantes de las
cohorte 70-74 y 75-79.
Los tramos más amplios se corresponden a las cohortes 30-34, 35-39 y 40-44, que se corresponden
con el baby-boom de los años 60-70, y a los hijos que tuvo esa generación.
[Conclusiones]
La presente pirámide refleja una población en proceso de envejecimiento, lo que constituye un serio
problema, pues disminuye la población activa y hace que el Estado tenga que aumentar sus
esfuerzos para sostener y atender a los ancianos. De seguir así esta progresión, como parece
probable, el sistema del Estado del Bienestar se convertirá en insostenible, salgo que se produzca
una nueva llegada masiva de emigrantes o bien aumente la tasa de fecundidad de los españoles.
Dadas las circunstancias económicas y sociales de la España actual, ambas posibilidades parecen
hoy por hoy remotas, lo que dibuja un futuro sombrío para nuestro país.