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Cómo
orar
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orar a través de
Él,
más que por uno mismo,
es
decir simplemente de otra manera que
debemos orar "en
el
Espíritu".
Así,
cuando
vivimos en Cristo, nuestros pensamientos no
son nuestros, sino suyos; nuestros gozos no
son nuestros, sino suyos; nuestros frutos no
son nuestros, sino suyos;
tal
como los brotes,
hojas, flores y frutos de las ramas que vivían
en
la
vid no eran los brotes, hojas, flores y fru
tos de las ramas, sino de
la
misma vid quien
hacía fluir vida a través de las ramas y
se
mani
festaba a
sí
misma en esos brotes, hojas, flores
y frutos.
Para vivir en Cristo
uno
debe,
por
supuesto, estar en Cristo mediante recibir a
Cristo como Salvador expiatorio de la culpa
del pecado, el Salvador resucitado del poder
del pecado, Señor
y
Maestro de nuestra vida
entera. Para estar en Cristo, todo lo que
tenemos que hacer para vivir
-o
continuar
en Cristo es simplemente renunciar a una
vida completamente propia, renunciar a
cada pensamiento, cada propósito, cada
deseo, cada afecto propio,
y
solo mirar día
tras día hacia Jesucristo para formar sus pen
samientos, sus propósitos, sus afectos, sus
deseos en nosotros. Vivir en Cristo es una
Vivir
cuestión realmente simple; sin embargo,
es
una vida maravillosa de privilegio
y
poder.
2.
Pero en este versículo aparece
otra condición, aunque
se
encuentra conteni
da en
la
primera:
"Mis
palabras
permanecen
en
vosotros".
Si
vamos a obtener de Dios todo
lo
que
le
pidamos,
Las
Palabras de Cristo
d~ben
vivir o
continuar en nosotros. Debemos estudiar sus
Palabras, devorarlas, permitirles introducirse
en nuestro entendimiento
y
en
nuestro cora
zón, guardarlas en nuestra memoria, obede
cerlas constantemente en nuestra vida,
permitirles que moldeen
y
formen nuestra
rutina
y
cada uno de nuestros actos.
Este es,
en realidad, el método para vivir
en Cristo.
Es
por medio de sus Palabras que
Jesús
se
nos comunica a sí mismo.
Las
Palabras que
Él
dirige hacia nosotros son espí
ritu
y
son vida (ver Juan 6:33).
Es
en vano
esperar que
la
oración sea potente, a menos
que meditemos lo
suficiente sobre
La
Palabra
de Cristo,
y
le
permitamos penetrar profunda
mente
y
encontrar una morada permanente en
nuestros corazones.