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Si hay un comedor donde los chilenos nos sentimcs casi igual de cómodos que en nuestra propra casa, ese
lugar es la fuente de soda.
Se trata del restaurante donde nuestras comidas
han encontrado un lugar donde ser cocinadas y
servidas sin pretensiones ni rituales engorrosos, con
un servicio informal, cotidiano y directo.
lv4uchos paises tienen ese tipo de restaurantes
que terminan siendo el sitio donde el ciudadano
corriente puede almorzar todos los dÍas o ir después
del trabajo por un plato reconfortante, rápido y
sencillo a conversar con los amigos. En España es el
bar de tapas; en ltalia, tal
'rez
la trattoría, en Francia
me atrevería a decir que es el bistrot. En muchos
lugares del mundo se Ies llama sencillamente cafés,
o boliches o huariques.
Pero todos cumplen con este requisito
primordial: acoger con sencillez y alimentar con
una comida sencilla, abundante y deliciosa (confort
food, le llaman los gringos) a toda clase de gente, de
todas las edades y a casi todas horas.
Hablando de gringos, justamente fue en Estados
Unidos donde nació el ccncepto sodafountain, que
eran pequeños boliches donde, en una barra,
se servían las primeras bebidas gaseosas. Con el
tiempo esto derivó en el dinner norteamericano,
con hamburguesas hechas al momento, batidos
y café, y fue ese el restaurant que en los '50
quisimos imitar. Conseguimos hacerlo parecido
en ciertas cosas, la estructura, las sillas backto
back,la barra con taburetes, los materiales.
Pero a la larga nos salió todo bien distinto:
la comida nos quedó más alemana, y también
más francesa e incluso algo italiana. Entremedio
agregamos a la carta chancho a la chilena, cocina
huasa, algunos mariscos y sánguches, enormes y
bellisimos. Nos gustó más la barra que las mesas,
le pusimos espejos a los muros y nos creció un
servilletero de casi un metro de alto. Todo el cóctel
resultó ser, con el tiempo, profundamente chileno,
criollo en el más literal de los sentidos, como un
joven con rasgos de aquí pero también de allá, de
esos abuelos venidos de otros continentes, un joven
que habla con puros chilenismos pero se vrste de
gringo. Un hrbrido hermoso, que huele y sabe a
Chile, sin duda el restaurante más nuestro.
En Chile todos tenemos una fuente de
soda preferida, en el presente o en el pasado.
Personalmente, cuando chico, las pequeñas
celeb raciones fa m ilia res cotid ia nas se acom pa ñaba n
con un buen churrasco en la que considerábamos
la me.jor fuente de soda de San Fernando. Quedaba
en una esquina frente a la plaza de armas. Se
llamaba Lido ll y, lamentablemente, ya no existe.
Juan Pablo Mellado Tomado de
La tan chilenafuente de soda