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niños, si es que los hay, o las propiedades en común. Es frecuente que los
depredadores utilicen, por ejemplo, el farragoso proceso de divorcio para atacar a
esa víctima, que ha tenido la ‘osadía’ de liberarse, con la intención de aniquilarla.
Para él supone un fracaso y no lo va a consentir fácilmente, por eso, es
recomendable en muchos casos dejarle ‘ganar’ la casa o el coche para que así,
satisfecho con la sensación de haber triunfado, deje descansar a la víctima.
Eso sí, cuando el depredador se da cuenta de que los bienes materiales no le
interesan a su víctima va a por los hijos, si los hay. Puede hacerlo, por ejemplo,
comprándoles estupendos regalos pero poniéndoles la condición de sólo los
pueden usar con él, lo cual les hace a los pequeños un daño atroz.
En cualquier caso, y superados estos dolorosos escollos, lo que debería hacer la
víctima es considerar el periodo del depredador como una especie de coma del
que se despierta con la ilusión de comenzar una nueva vida. Es muy duro, sí, pero
es el precio a pagar a cambio es la libertad.
¿Cómo saber si necesito ayuda?
Puedes necesitar ayuda si:
Dudas de tu propio juicio o te preguntas si estás loca.
Tienes miedo de tu pareja y expresas tus opiniones con menor frecuencia, y
menor libertad.
Tienes miedo de los demás, y tiendes a verlos con menor frecuencia.
Te tomas tu tiempo para evaluar cuidadosamente los estados de ánimo de tu
pareja antes de tratar un tema.
Tienes que tener mucho cuidado cuando estás con otra gente, y tiendes a estar
hipervigilante durante su presencia.
Pides permiso para gastar dinero, tomar clases, o para salir con amigos.
Has perdido confianza en tus habilidades, te vuelves depresiva, te sientes
atrapada e impotente.
Descubres que tus hijos están siendo negativamente afectados por el abuso. Por
ejemplo, se aislan, vuelven agresivos, tienen pesadillas, o les va mal en el colegio.