Coplas a la muerte de su padre - Jorge Manrique.pptx

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Coplas a la muerte de su padre - Jorge Manrique


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Coplas a la muerte de su padre 2° Liceo - Cristoforo Colombo

Jorge Manrique, entre el Medioevo y el Renacimiento Estamos ya, LLEGAMOS al siglo XV: Consolidación de España como Estado Avance en el proceso de unificación a partir de la unión de las dinastías de Castilla y Aragón (1469) — Manrique muere luchando por los territorios de Isabel la Católica. Expulsión de judíos y musulmanes de la península ibérica en 1492. Expansión territorial de ultramar: conquista de América. Constitución de una nobleza cortesana, participante política y también comprometida con la tarea de escritura. Articulación entre armas y letras: lo vimos con don Juan Manuel, reaparece en Manrique. Aparición de una incipiente burguesía mercantil con sus propias nociones y valores. Choque entre lo tradicional propio de la nobleza y una clase que comienza a imponer sus principios. Avance progresivo hacia una secularización del arte: irrupción de lo civil en lo sagrado. Y, por último, y no por eso menos importante…

La primera Gramática del español (1492) Como conjunto de reglas y principios que regulan el uso de una lengua determinada, la gramática es un elemento propio de cada una de las lenguas del mundo. Una gramática implica una legitimación de una lengua hasta el punto de incorporarla con reglas y normas específicas. Es, ante todo, una manera de fijar conductas sociales que hacerlas oficiales. La Gramática de Nebrija es, también, una forma de fortalecer la práctica del escritor. Va de la mano con la progresiva consolidación de lo escrito y la figura de un autor con mayor conciencia artística, que firman sus obras y destacan la individualidad sobre lo colectivo. Pensemos también en el paso del anonimato al autor.

Jorge Manrique, entre el Medioevo y el Renacimiento El autor de las Coplas… es hijo de una familia noble castellana. Su padre, Rodrigo Manrique, era conde de Paredes, y a él está destinado este texto poético en forma de elegía Muerto en 1476, el texto fue escrito poco tiempo después. El recuerdo del padre inspira al hijo a componer un texto que, aunque repite muchos motivos comunes en la Edad Media, agrega la fuerza creadora individual que anticipa el humanismo como movimiento filosófico europeo. En este sentido, la obra de Jorge Manrique se diferencia de otras obras de su época porque no acude a las representaciones de la muerte macabras y aterradoras sino que opta por una visión de la muerte más conservadora y gentil, evitando una representación truculenta del tema. Composición poética destinada al lamento por la muerte de un ser querido

Cuando nos referimos a que en la poesía la muerte aparece de una manera diferente, es porque la época estaba repleta de representaciones alegóricas llamadas: Danzas de la muerte Esta representación artística se caracterizó por ser un diálogo en verso en el que una personificación de la Muerte , como un esqueleto humano, llama a personas de distinta posición social o en diferentes etapas en la vida para bailar alrededor de una tumba. Estas figuras suelen ser, en general, representaciones de poder. La Muerte les recuerda que los goces mundanos tienen su fin y que todos han de morir, al igual que el género de la vanitas en pintura. Se cree que las danzas macabras eran de hecho bailadas y representadas teatralmente en el siglo XIV.

Autorretrato del grabador suizo Matthäus Merian, el Viejo (1593-1650).

Danza macabra, Bern Notke (1435 - 1509)

De este espíritu de época, Manrique toma algunos elementos que iremos trabajando en nuestra lectura. En las Coplas hay dos direcciones: por un lado, el amor al padre, el recuerdo conmovido que permite insertarse en un contexto mucho más amplio: la naturaleza humana y finita del hombre, del mundo y de la vida terrenal frente a la realidad de la muerte. El libro es una dualidad entre lo universal de la muerte y el ser humano finito y lo personal del afecto al padre. Así, podemos afirmar que en el texto de Manrique aparecen temas y tópicos universales: la muerte representada como un fenómeno inevitable, inexorable e igualador el mundo terrenal, en el que lo material tiene poco valor frente al mundo eterno la fortuna y su inestabilidad el paso del tiempo, que no tiene marcha atrás, condensado en el tópico del tempus fugit -el tiempo que se va- el ser humano de paso en el mundo terrenal

Como venimos viendo en la literatura de la época, la celebración de Jorge a su padre, Rodrigo, se vincula también con los valores caballerescos en los que el linaje, las hazañas bélicas y las virtudes del vasallo son celebradas. En este sentido, Don Rodrigo tiene una serie de virtudes que son propias de su estamento: por un lado, contaba con virtudes morales como el esfuerzo, la generosidad, la lealtad; por otro, ostenta una trayectoria militar admirable. En definitiva, don Rodrigo es el modelo del señor cristiano medieval que se gana el cielo a través de su participación en las guerras cristianas, sirviendo a Dios y al rey con lealtad, y buscando el honor y la gloria de su linaje por medio de sus hazañas. No cualquier persona merece una elegía, sino que encarna un personaje destacado. Si bien otros miembros de la familia Manrique ocuparon puestos prominentes en la sociedad, ninguno llegó tan alto como don Rodrigo, quien fue nombrado maestre de la Orden

Coplas I a XIV: La muerte Fugacidad de la vida terrenal, la inestabilidad de lo mundano y material Coplas XV a XXIV: Los muertos Coplas XXV a XL: El muerto La vida que otorga la fama y los cambios de la Fortuna La vida eterna focalizada en los elogios a don Rodrigo, su padre. Esto es lo que se llama la “tercera vida”, la posibilidad de trascender más allá de la muerte física. Vamos a ver, ahora sí, la estructura del libro

Vamos a ver, ahora sí, la estructura del libro El libro est á formado por cuarenta coplas de pie quebrado. Cada copla de doce versos se divide en dos sextillas (seis versos) que a su vez están compuestas por semiestrofas de tres versos. Miremos la primera copla: Recuerde el alma dormida, avive el seso y despierte contemplando cómo se pasa la vida, cómo se viene la muerte tan callando; cuán presto se va el placer; cómo después de acordado da dolor; cómo a nuestro parecer cualquiera tiempo pasado fue mejor. Esto es una sextilla. A su vez está compuesta por dos semiestrofas de tres versos cada uno. Los dos primeros versos son de ocho sílabas, el tercero de cuatro o cinco sílabas. Esto se repite para así componer la copla entera.

Vamos a ver, ahora sí, la estructura del libro La primera copla inicia con tres verbos que invitan a la reflexión en torno a la fugacidad de la vida. Las tres exhortaciones que aparecen en la primera sextilla, “recuerde”, “avive el seso” y “despierte”, van dirigidos al alma dormida. El yo lírico aconseja al alma a prestar atención al paso del tiempo y el modo sigiloso en el que la muerte sobreviene. Por esta invitación y el modo en el que se refiere a ella como dormida y poseedora de sentidos, el alma aparece personificada. Manrique utiliza paralelismo cuando repite la estructura sintáctica encabezada por los adverbios exclamativos “cómo” y “cuán”, para enumerar todas las situaciones que el alma debe contemplar en relación con la fugacidad del tiempo. Ya en esta copla, el comienzo asocia a la vida con lo efímero, “cómo passa la vida” (v.4); con la mortalidad, “cómo se viene la muerte” (v.5); con el placer efímero, “cuán presto se va el plazer” (v.7); y finaliza la copla asociando la vida terrenal con el anhelo por el pasado, “cualquier tiempo pasado / fue mejor” (vv.11-12) , introduciendo así uno de los aspectos más clásicos de la elegía: la nostalgia.

Vamos a ver, ahora sí, la estructura del libro Nuestras vidas son los ríos que van a dar en la mar, que es el morir: allí van los señoríos, derechos a se acabar y consumir; allí los ríos caudales, allí los otros medianos y más chicos; y llegados, son iguales los que viven por sus manos y los ricos. Metáfora del río como la vida y el mar como la muerte. En este sentido, tanto los ríos como el mar están hechos de la misma sustancia, son en su esencia lo mismo. Esto coincide con la perspectiva de que lo que vendrá después de la muerte es también una forma de vida; es su forma más elevada y auténtica. Además, la metáfora crea una imagen visual que nos permite comprender de manera más concreta el paso del tiempo. El río en el que el agua fluye de manera constante llega al mar en el que el constante fluir parece detenerse y convertirse en permanencia. De este modo, la metáfora de los ríos y el mar no solo representan a la muerte igualadora, sino que ofrecen una imagen visual para un concepto tan difícil de concebir como la eternidad. E xperiencia común a todos los seres humanos. Tercera copla: aparición de la muerte igualadora: no importa si se trata de alguien rico o pobre, todas nuestras vidas se encauzan hacia la muerte.

Vamos a ver, ahora sí, la estructura del libro Dejo las invocaciones de los famosos poetas y oradores; no curo de sus ficciones, que traen yerbas secretas sus sabores. A Aquel sólo me encomiendo, Aquel sólo invoco yo de verdad, que, en este mundo viviendo, el mundo no conoció su deidad. Cuarta copla: incluye una invocación, recurso habitual tanto en el comienzo de las obras tanto en el Medioevo como en el Renacimiento. Para Manrique, hay dos alternativas: o seguir el camino cristiano y más usual en la Edad Media en el que el poeta se encomienda a la divinidad antes de empezar su obra; u otra alternativa sería iniciar invocando a figuras paganas, algo que va a ser la norma más adelante, en el Renacimiento. Con el comentario que hace en la primera sextilla Manrique demuestra su erudición y que conoce a los poetas y oradores paganos, pero elige el camino cristiano porque considera que los poetas paganos “traen yerbas secretas” (v.41). ¿Qué les parece que significa eso? Luego aparece Aquel que vivió en el mundo sin que este reconociera su divinidad. Por supuesto, esa referencia en mayúscula hace referencia a Cristo y su carácter divino, presencia clave en un texto que no deja de tener una impronta altamente medieval.

Vamos a ver, ahora sí, la estructura del libro Este mundo es el camino para el otro, que es morada sin pesar; mas cumple tener buen tino para andar esta jornada sin errar. Partimos cuando nacemos, andamos mientras vivimos, y llegamos al tiempo que fenecemos; así que, cuando morimos, descansamos. Quinta copla: incluye una invocación, recurso habitual tanto en el comi enzo de las obras tanto en el Medioevo como en el Renacimiento. En la quinta copla Manrique utiliza un tópico tradicional: el homo viator . Aquí se equipara la vida con un camino que el hombre debe recorrer. La vida terrenal es solo el camino que nos lleva a la vida eterna, que es donde el hombre puede descansar porque ha llegado a su verdadera “morada” y descanso. Este tópico se entrecruza con la fugacidad del tiempo porque el viaje según Manrique es tan solo una “jornada”, un solo día. Vean que así que, mientras que en la tercera copla, aparece la idea de que la vida es un mar, acá se ve la vida como un camino que se debe recorrer. Aparece una relación directa entre los verbos "partir", "andar" y "descansar", y los verbos "nacer", "vivir" y "morir" respectivamente.

Vamos a ver, ahora sí, la estructura del libro Ved de cuán poco valor son las cosas tras que andamos y corremos, que en este mundo traidor aun primero que muramos las perdemos. De ellas deshace la edad, de ellas casos desastrados que acaecen, de ellas, por su calidad, en los más altos estados desfallecen. De nuevo, la aparición de “ved” que da cuenta de una orden o mandato a sus lectores. Ahora el mundo es “traidor”, esto da paso al tópico homo viator : dado que el mundo no es más que un viaje transitorio, no vale la pena depositar valor en las cosas terrenales. Esto da pie al tópico contemptu mundi , que hace referencia al desprecio que debería tener el hombre por lo material. Las personas andamos persiguiendo cosas que en el fondo tienen poco valor porque no nos las llevamos con nosotros cuando llega la muerte. Luego, en la segunda sextilla, Manrique enumera distintos modos en los que perdemos esas cosas insignificantes que valoramos: por la edad, por la mala fortuna, por la cualidad misma de las cosas temporales, por la ruina inevitable.

Vamos a ver, ahora sí, la estructura del libro Decidme: la hermosura, la gentil frescura y tez de la cara, la color y la blancura, cuando viene la vejez ¿cuál se para? Las mañas y ligereza y la fuerza corporal de juventud, todo se torna graveza cuando llega al arrabal de senectud. Octava copla: De nuevo, la aparición de “decidme” que da cuenta de una orden o mandato a sus lectores. Aparecen acá menciones específicas del cuerpo humano y su finitud: “hermosura, gentil frescura y tez de la cara, color y blancura” son todos atributos que pierden sentido frente al paso del tiempo: el tempus fugit se materializa en el ser humano y sus características. También la fuerza de la juventud se opone con el “arrabal” de la senectud; la vejez aparece representada como un lugar adonde el ser humano llega.

Vamos a ver, ahora sí, la estructura del libro Los estados y riqueza, que nos dejen a deshora ¿quién lo duda? No les pidamos firmeza, pues que son de una señora que se muda, que bienes son de Fortuna, que revuelven con su rueda presurosa, la cual no puede ser una, ni ser estable ni queda en una cosa. Décima copla: La aparición de la Fortuna (con mayúscula) y la imagen de la rueda corr esponden a representaciones propias de la época: el Destino es, ante todo, caprichoso, y marca que la vida, como en una rueda, es mutable. Todas las posiciones de la vida se pueden girar: algunos sufren grandes desgracias, otros ganan ganancias inesperadas: la volubilidad de la fortuna como recuerdo de la fugacidad de las cosas mundanas.

De Casibus Virorum Illustrium de Boccaccio

Vamos a ver, ahora sí, la estructura del libro Copla XIV: Veamos acá que el poeta combina la noción de que todo en el plano terrenal es transitorio e inestable con el concepto de la muerte igualadora. La fortuna de todas las personas cambia, por definición, y quienes están en los estados más altos pueden verse afectados por desgracias. En el orden que usó Manrique para referirse a los personajes que menciona en esta copla, podemos ver reflejado el estricto orden social medieval: primero, los Papas; luego, los emperadores; detrás, los miembros de la iglesia que le siguen en poder a los emperadores; y en último lugar, los pastores. Esto ve el estamento propio de la época, el orden de mayor a menor. Estos reyes poderosos que vemos por escrituras ya pasadas, con casos tristes, llorosos, fueron sus buenas venturas trastornadas. Así que no hay cosa fuerte, que a Papas y Emperadores y Prelados, así los trata la Muerte como a los pobres pastores de ganados.

La segunda parte: los muertos Copla XV: Acá aparece la transición entre la muerte como concepto general y univer sal al paso a los muertos del pasado. En este sentido, la copla sirve como introducción al tópico del ubi sunt? Este tópico se remonta a la poesía latina medieval en la que la siguiente frase encabezaba las composiciones: Ubi sunt qui ante nos fuere? (¿Dónde están aquellos que vivieron antes que nosotros?). Estas composiciones tenían como propósito reflexionar sobre el carácter transitorio de nuestro paso por el mundo al preguntarse por grandes figuras del pasado que ya no están más. En esta copla, el poeta elige referirse a figuras de un pasado cercano que pertenecen “a lo d’ayer” (v.178). Nuevamente, muestra que conoce porque ha leído sobre los troyanos y los romanos, pero elige centrarse en lo inmediato porque es aquello que sí conoce. Así, la copla XVI empieza con la mención a personajes concretos contemporáneos conocidos por los lectores. Dejemos a los troyanos, que sus males no los vimos, ni sus glorias; dejemos a los romanos , aunque oímos y leímos sus historias; no curemos de saber lo de aquel siglo pasado, qué fue de ello; vengamos a lo de ayer, que también es olvidado como aquello.

La segunda parte: los muertos A partir de este momento, Manrique va a referirse a personajes históricos contemporáneos a él, muchos a quienes incluso conoció personalmente. El poeta elige jerarquizar el desfile de personajes históricos y por eso inicia con los reyes, continúa con los nobles e, incluso, hace referencia a los caballeros sin especificar sus nombres. La novedad en el tratamiento de este tópico por parte de Manrique es que acerca a estos personajes temporal y geográficamente, lo que hace que su obra sea una fuente que ayuda a comprender la época en la que se escribió. También es importante la elección de centrarse en un pasado inmediato, para mostrar el poder del tiempo como destructor. El recurso que organiza esta copla y la XVII es la pregunta retórica . ¿Qué se hizo el rey don Juan? Los infantes de Aragón ¿qué se hicieron? ¿Qué fue de tanto galán, qué fue de tanta invención como trujeron? Las justas y los torneos, paramentos, bordaduras, y cimeras, ¿fueron sino devaneos? ¿Qué fueron sino verduras de las eras ? Juan II de Castilla y los infantes de Aragón, hijos del rey Fernando de Aragón. El rey Juan II muere cuando Manrique tiene 14 años, el autor se centra en las figuras históricas importantes más cercanas a su época y a los reinos con los que tiene una relación la familia del poeta. El poeta se pregunta por lo que ha quedado de todas las actividades cortesanas en las que participaron el rey Juan y los infantes al igual que “tantos galanes” (v.184), es decir, otros nobles como ellos. Los elementos que se refieren al lujo y las celebraciones cortesanas aparecen representados como “devaneos”, algo tan pasajero como las verduras en el campo.

La segunda parte: los muertos Esta copla se complementa con la anterior porque los lujos de la corte aparecen ahora en la mirada femenina de los vestidos y los tocados. Vean que menciona otras banalidades: los amores palaciegos, la música y las danzas. Con el ubi sunt como estructura, utiliza las preguntas retóricas que buscan responder dónde han quedado todas esas experiencias. En estas dos coplas, Manrique parte de lo específico e histórico para luego referirse a algo más general, pero de ese modo consigue hacer una representación más general de la vida de la corte en la época. Es interesante pensar si la mirada del poeta intenta ser crítica sobre estas prácticas, a las que define a veces como distracciones, o si, simplemente, muestra hasta qué punto el tiempo destroza todo. Para mucho autores, el poeta muestra la fastuosidad de la corte como una crítica de la situación de la nobleza y la corte de su época. Al mencionar todos los afanes que se pierden por diversos motivos -desgracias, el pasar del tiempo, los cambios de fortuna- el poeta hace un retrato de la corte del siglo XV. Manrique se enmarca en una tradición filosófica que sostiene que es inútil depositar valor en algo que carece de permanencia, que no es más que una vanidad. Esta vida cortesana puede pensarse como un sueño que impide que el ser humano sea consciente de su mortalidad y el paso del tiempo. Así, Manrique busca que el alma se despierte y no pierda de vista que estos lujos no tienen un valor permanente. ¿Qué se hicieron las damas, sus tocados, sus vestidos, sus olores? ¿Qué se hicieron las llamas de los fuegos encendidos de amadores? ¿Qué se hizo aquel trovar, las músicas acordadas que tañían? ¿Qué se hizo aquel danzar, aquellas ropas chapadas que traían?

La segunda parte: los muertos Desde las coplas XVIII a la XXV, el autor continúa el desfile de personajes históricos a los que recurre para tratar el tópico del ubi sunt, luego de los reyes aparecen nobles que ocuparon cargos importantes en la corte: “don Enrique”, que es Enrique IV de Castilla, el “gran Condestable” (v.241), un personaje histórico que pasó de ser la mano derecha del rey a enemistarse con casi todas las familias nobles a morir decapitado por orden del mismo rey al que apoyó. En la Copla XXIII, aparece directamente, la interlocutora de sus preguntas: la Muerte: Tantos duques excelentes, tantos marqueses y condes, y barones, como vimos tan potentes, di, Muerte, ¿dó los escondes y traspones? Y las sus claras hazañas que hicieron en las guerras y en las paces, cuando tú, cruda, te ensañas, con tu fuerza las atierras y deshaces. Veremos cómo más adelante la Muerte se muestra cortés y amable con don Rodrigo. La personificación de la Muerte como combativa se integra al tema militar que desarrolla el poeta en la Copla XXIV. Aquí se mencionan distintos elementos de batalla: las huestes, los pendones, estandartes, castillos, murallas, fosas. Todos estos elementos apuntan a las defensas con las que cuentan los caballeros que resultan inútiles ante la Muerte que es capaz de traspasarlas todas. Tanto los casos concretos como los generales que introduce Manrique cumplen una misma función: llamar la atención sobre la futilidad de depositar valor en las cosas terrenales porque no son más que vanidad de vanidades, inconstantes como la fortuna y siempre frágiles ante el paso del tiempo y la muerte. Las dádivas desmedidas, los edificios reales llenos de oro, (...) ¿dónde iremos a buscallos? ¿qué fueron sino rocíos de los prados? Vean que e l retrato de la Muerte personificada en esta copla y la que sigue presenta una perspectiva negativa de ella: es violenta. En la Copla XXIV, la Muerte se muestra “airada” (v. 286) y es guerrera porque traspasa cualquier defensa con su flecha. Es interesante destacar que esta caracterización de la Muerte como un personaje feroz y cruel no se sostiene a lo largo de toda la obra.

La segunda parte: los muertos En la copla XXIV, l a personificación de la Muerte como combativa se integra al tema militar que desarrolla el poeta en la Copla XXIV. Vean la presencia de palabras del campo semántico de batalla: las huestes, los pendones, estandartes, castillos, murallas, fosas. Todos estos elementos apuntan a las defensas con las que cuentan los caballeros que resultan inútiles ante la Muerte que es capaz de traspasarlas todas. No hay reparo alguno frente a ella, que atraviesa todo. La idea de que la Muerte viene enojada a buscar a los humanos contrastará con la representación que aparece más tarde, cuando habla con don Rodrigo Manrique. Tanto los casos concretos como los generales que introduce Manrique cumplen una misma función: llamar la atención sobre la inutilidad de depositar valor en las cosas terrenales porque no son más que vanidad de vanidades , inconstantes como la fortuna y siempre frágiles ante el paso del tiempo y la muerte. Como vieron en Petrarca, vanitas vanitatum . Las huestes innumerables, los pendones y estandartes , y b anderas , los castillos impugnables , los muros y baluartes y barreras, la cava honda chapada, o cualquier otro reparo, ¿qué aprovecha? cuando tú vienes airada todo lo pasas de claro con tu flecha.

La tercera parte: el muerto En la copla XXV, don Rodrigo aparece mencionado por primera vez; veamos que comienza con una apelación a las virtudes que, según el poeta, “el mundo todo sabe/ cuáles fueron”. Aquél de buenos abrigo, amado por virtuoso de la gente, el Maestre don Rodrigo Manrique , tanto famoso y tan valiente, sus grandes hechos y claros no cumple que los alabe, pues los vieron, ni los quiero hacer caros, pues que el mundo todo sabe cuáles fueron. La mención al título de “maestre” hace referencia al lugar más poderoso que podía aspirar un noble que se dedicaba a la guerra. Ser maestre de la Orden de Santiago implicaba ocupar el lugar más poderoso entre los nobles que servían al rey. Durante mucho tiempo el nombramiento de maestre era decisión interna de la Orden, pero para el momento en el que vive Manrique, la decisión recaía en el rey. Cuando muere don Rodrigo, la familia Manrique espera preservar el lugar prominente dentro de las familias nobles al ser el hijo primogénito de don Rodrigo, Pedro Manrique, quien tendría que sucederlo como maestre. Sin embargo, los Reyes Católicos eligieron a otra persona para ocupar el puesto. La lealtad del mismo poeta fue puesta en duda cuando luego de una batalla en la que fracasó fue tomado prisionero porque se consideraba que no había luchado a favor de los intereses de la corona de Castilla y Aragón. En este sentido, el autor alaba su linaje en contraste con su endeble situación.

La tercera parte: el muerto En la copla XXVI, don Rodrigo aparece caracterizado con aquellos rasgos que lo distinguen con las virtudes propias de un caballero de la época: ¡Qué amigo de sus amigos!, ¡qué señor para criados y parientes!, ¡qué enemigo de enemigos!, ¡qué maestre de esforzados y valientes!, ¡qué seso para discretos!, ¡qué gracia para donosos!, ¡qué razón!, ¡cuán benigno a los sujetos!, y a los bravos y dañosos, ¡qué león!

La tercera parte: el muerto En la copla XXVII y XXVIII, el autor usa el mismo procedimiento: para destacar las cualidades generales de su padre, el poeta recurre a personajes romanos, casi todos emperadores, considerados arquetipos de cada una de las cualidades que se mencionan. Al mencionar únicamente al personaje y su cualidad distinguida, el autor asume que hay un conocimiento compartido con sus lectores que identifican a estos personajes por el lugar que ocupan en la historia y porque su fama ha hecho que perduren en la memoria. Es llamativo que, aunque al principio descarta remitir a figuras de la Antigüedad cuando inicia la sección de la obra dedicada al ubi sunt , ahora lo haga para remarcar las virtudes de su padre. En este sentido, estas dos coplas buscan a un lector que fuera capaz de reponer cada una de las celebridades que aparecen, lo que piensa también un texto que no apunta a referencias contemporáneas sino a grandes personajes históricos. En ventura Octaviano, Julio César en vencer y batallar, En la virtud, Africano, Aníbal en el saber y trabajar, En la bondad un Trajano, Tito en liberalidad con alegría, En su brazo, Aureliano Marco Atilio en la verdad que prometía.

La tercera parte: el muerto En la copla XXIX, el autor afirma que su padre “no dejó grandes tesoros”. Esto se opone a las coplas de la segunda parte, en las que Manrique se centró en las riquezas y los adornos de los personajes de la corte. En este sentido, don Rodrigo hizo algo más importante que lo material, porque es el deber del caballero cristiano: hizo la guerra a los moros. En la segunda sextilla de esa copla, el poeta aclara que todo cuanto tiene su padre lo ganó mediante ese oficio. Al mencionar las hazañas de su padre, el poeta menciona lo que sugirió en la copla XXV: sus grandes hechos y claros/no cumple que los alabe No dejó grandes tesoros, ni alcanzó muchas riquezas, ni vajillas, mas hizo guerra a los moros, ganando sus fortalezas y sus villas. Y en las lides que venció, muchos moros y caballos se perdieron, y en este oficio ganó las rentas y los vasallos que le dieron.

La tercera parte: el muerto Pues por su honra y estado en otros tiempos pasados ¿cómo se hubo? Quedando desamparado, con hermanos y criados se sostuvo. Después que hechos famosos hizo en esta dicha guerra que hacía, hizo tratos tan honrosos, que le dieron aun más tierra que tenía. Estas sus viejas historias que con su brazo pintó en juventud, con otras nuevas victorias ahora las renovó en senectud. Por su gran habilidad, por méritos y ancianía bien gastada, alcanzó la dignidad de la gran caballería de la Espada. Vean que, si bien la Fortuna es cambiante en la vida de Rodrigo, el poeta muestra cómo su padre pudo recuperarse. En este sentido, su padre es el agente de su propio destino. Además, su padre no se dejó vencer por la vejez: el paso del tiempo parece no haberlo debilitado, ya que sus hazañas de juventud “renovó / en senectud”

La tercera parte: el muerto Después de puesta la vida tantas veces por su ley al tablero; después de tan bien servida la corona de su rey verdadero; después de tanta hazaña a que no puede bastar cuenta cierta, en la su villa de Ocaña vino la Muerte a llamar a su puerta Finalmente, en la copla XXXIII, se anticipa su final porque abre los siguientes tres versos: “Después de puesta la vida / tantas veces por su ley / al tablero”. Vean que el autor metaforiza la vida militar como una partida de ajedrez y refuerza uno de los temas más importantes que trata a lo largo del poema: la fortuna como uno de los factores que hacen inestable a lo mundano. En la segunda sextilla el poeta repite la fórmula encabezada por el “después” seguido de una hipérbole que remarca la plenitud de la vida de su padre al mencionar que los logros de su padre son innumerables. Finalmente, en los dos últimos versos de la copla aparece la Muerte personificada. A diferencia de las menciones anteriores a la muerte en el poema donde aparece cruel e implacable, sin pedir permiso, acá ella aparece cortés al “llamar / a su puerta” (vv.395-396).

La tercera parte: el muerto diciendo: «Buen caballero, dejad el mundo engañoso y su halago; vuestro corazón de acero muestre su esfuerzo famoso en este trago; y pues de vida y salud hicisteis tan poca cuenta por la fama, esfuércese la virtud por sufrir esta afrenta que os llama. Desde la copla XXXIV hasta la XXXVII aparece directamente la voz de la Muerte. En este sentido, el yo lírico pasa de identificarse con la voz del autor a ser, directamente, la Muerte personificada. Vean que se dirige a don Rodrigo con cortesía refiriéndose a él como “buen caballero” (v.397). Seguidamente, la Muerte lo invita a dejar este mundo con el uso de un verbo en imperativo. El poeta realza la figura de su padre de tal modo que hace que su fama sea tal que la misma Muerte ha oído hablar de don Rodrigo, habla del “esfuerzo famoso” que llevó el hombre en vida.. Vean que Manrique pone en voz de la Muerte una característica de su padre que todavía no había mencionado: “de vida y salud/ hicisteis tan poca cuenta/ por la fama”; don Rodrigo no se ocupó de las cosas mundanas ni de su salud en función de alcanzar la fama. Como podemos ver, esto ocurrió de manera exitosa, ya que la Muerte conoce los logros del señor Manrique.

La tercera parte: el muerto No se os haga tan amarga la batalla temerosa que esperáis, pues otra vida más larga de fama tan gloriosa acá dejáis. Aunque e sta vida de honor tampoco no es eternal, ni verdadera , mas, con todo, es muy mejor que la vida terrenal, perecedera. El vivir que es perdurable, no se gana con estados mundanales, ni con vida deleitable, en que moran los pecados infernales, mas los buenos religiosos, ganánlo con oraciones y con lloros, los caballeros famosos con trabajos y aflicciones contra moros. Acá aparece la referencia explícita a la vida de la fama, unas de las tres vidas que desarrolla como tema Manrique. Según la Muerte, la vida de la fama puede ofrecer consuelo en el momento de enfrentar el fin de la vida terrenal. En la segunda sextilla, la Muerte jerarquiza las tres vidas: en último lugar se encuentra la vida terrenal que es “perecedera”. La vida de la fama es mejor porque es más larga; pero ninguna de las dos es auténtica ni permanente como la vida eterna. Vean que los dos caminos para la vida eterna están reservados para los religiosos y los caballeros. La misión de imponer el cristianismo es fundamental para la España del s. XV. Ni lo mundano ni el deleite llevan a la vida de la fama

La tercera parte: el muerto Y pues vos, claro varón, tanta sangre derramasteis de paganos, esperad el galardón que en este mundo ganasteis por las manos. Y con esta confianza y con la fe tan entera que tenéis, partid con buena esperanza, que esta otra vida tercera, ganaréis.» La mención a Rodrigo como “claro varón” muestra hasta qué punto los valores distintivos son conocidos hasta por la propia Muerte. Vean que haber derramado sangre de “paganos” -no cristianos- amerita el premio de una vida tercera, la vida de la fama. Así concluyen las palabras de la Muerte, con la certeza de que Rodrigo puede confiar y tener fe en que ha logrado todo en vida para ser recordado.

La tercera parte: el muerto «No tengamos tiempo ya en esta vida mezquina por tal modo, que mi voluntad está conforme con la divina para todo. Y consiento en mi morir con voluntad placentera, clara y pura, que querer hombre vivir cuando Dios quiere que muera, es locura.» La copla XXXVIII es la respuesta de don Rodrigo a la Muerte. Don Rodrigo demuestra su devoción al aceptar la voluntad divina. Se entrega a la Muerte porque considera una locura querer vivir “cuando Dios quiere que muera”. Todas las decisiones que toma Manrique en su poema parecen tener la intención de acercar el poema y la figura de su padre a todos. En el contenido, elige evocar figuras del pasado inmediato, limita las referencias en relación con la geografía también, evita casi siempre incluir referencias cultas, para hacer su obra más accesible. Asimismo, la inclusión de su padre como personaje al que le da voz en su poema tiene un efecto similar: acerca la figura de su padre y lo humaniza, a pesar de que opera en el poema como un noble caballero cristiano. La imagen final de un don Rodrigo todavía lúcido y rodeado de sus seres queridos es una imagen familiar que permite a los lectores identificarse con él, sin importar la distancia temporal o social que los separe.

La tercera parte: el muerto Tú que por nuestra maldad tomaste forma servil y bajo nombre; Tú que en tu divinidad juntaste cosa tan vil como es el hombre; Tú que tan grandes tormentos sufriste sin resistencia en tu persona, no por mis merecimientos, mas por tu sola clemencia, me perdona. En la Copla XXXIX, luego de la intervención de don Rodrigo como yo lírico, luego de la escena de su muerte, aparece una plegaria a Cristo para pedir perdón. Allí vemos una visión típicamente medieval del hombre como algo vil. Dios es, ante todo, la posibilidad de redención. Así, con tal entender, todos sentidos humanos conservados, cercado de su mujer, Y de sus hijos y hermanos y criados, dio el alma a quien se la dio, el cual la ponga en el cielo y en su gloria, y aunque la vida perdió, dejónos harto consuelo su memoria. La última copla muestra una escena familiar en la que don Rodrigo yace rodeado por sus seres queridos y entrega su alma. Vean estos dos aspectos sobre la imagen que presenta Manrique. Primero, utiliza la palabra cercado, término militar, quizá insistiendo en que ese oficio al que dedicó su vida. Luego, la repetición de la conjunción “y/e” para enumerar a todos lo acompañan al final de su vida, precisamente porque fue un gran señor con sus criados y sus parientes, algo que el poeta ya nos dijo de su padre anteriormente.

Y colorín, colorado… El texto de Manrique plantea algunas novedades dentro del panorama de la literatura de esos siglos. Más allá de la presencia de algunos tópicos universales que siguen atormentando al ser humano -la velocidad del tiempo, la permanencia de la muerte, la necesidad de trascender-, el autor se encuentra en un contexto en donde comienzan a cuestionarse ciertas formas de representación. En primer lugar, la Muerte como una figura que puede ser gentil y bondadosa con aquellos que merecen irse de este mundo con lujos y honores. En segundo lugar, la presencia de una “vida tercera”, la vida de la fama, a la que el ser humano accede gracias a sus méritos personales. Si bien no es permanente como la vida eterna, es una posibilidad de trascender. Finalmente, la vida cortesana aparece como mundana y frívola; Manrique se atreve a cuestionar las formas de vida de sus pares.

Carta al padre - Franz Kafka Cantata de puentes amarillos - Pescado rabioso La fama -Rosalía ft. The Weeknd Soneto CLXVI - Luis de Góngora Soneto XXIII - Garcilaso de la Vega A una calavera – Lope de Vega Mi peor enemigo - Dillom Claves de lectura - Jorge Manrique
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