Creo que si hubiésemos guardado silencio, en cinco años
todo habría terminado. Los planes para tomar el control se
hubieran estado realizando. Nadie lo hubiera podido resistir.
Pero, puesto que publicamos ALBERTO, creo que retardamos
sus planes por lo menos cinco años. Y nuestra esperanza y
oración es que con el material que estamos publicando, podamos
atrasar su calendario por lo menos por una generación, para que
nuestros hijos sobrevivan antes que Roma lleve a cabo su
holocausto contra nosotros,
Casi puedo escuchar algunos comentarios: “Chick, eso es
pura especulación. Al respecto, usted sólo tiene la palabra del
Dr. Rivera, ¿Qué prueba tiene de que el Vaticano quiera destruir
o tomar el control de los Estados Unidos?”
Bueno, muchos de ustedes nunca han leído la obra cristiana
clásica 50 AÑOS EN LA ‘IGLESIA’ DE ROMA, por Charles
Chiniquy. Estaba agotada, pero la reimprimimos en Chick
Publications, Créame, los jesuitas odian ese libro. Permitame
citar las palabras de Abraham Lincoln en relación a la Guerra
Civil, tal como se encuentran en 50 ANOS EN LA “IGLESIA?
DE ROMA: “Esta guerra nunca hubiera sido posible sin la
siniestra influencia de los jesuitas. Gracias al papado, vemos
ahora nuestra tierra enrojecida con la sangre de sus más nobles
hijos. Aunque había grandes diferencias de opinión entre el sur
y el norte respecto al tema de la esclavitud, ni Jeff Davis, ni
ninguno de los líderes de la Confederación se hubiesen atrevido
a atacar a los del norte si no hubieran confiado en las promesas
de los jesuitas, de que, bajo la máscara de la democracia, el
dinero y las armas de los católicos romanos, y aun las armas de
Francia estarían a su disposición si ellos nos atacaban. Siento
lástima por los sacerdotes, obispos y monjes de Roma en los
Estados Unidos cuando la gente sepa que, en gran parte, ellos
son responsables por las lágrimas y la sangre que se derramaron
en esta guerra, Lo que sé respecto a ese tema, no lo revelo a la
nación, porque si el pueblo se enterara de toda la verdad, esta
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guerra se convertiría en una guerra religiosa, e inmediatamente
volveria diez veces más salvaje y sangrienta. Sería una guerra
cruel, como lo son todas las guerras religiosas, Sería una guerra
donde ambos bandos se exterminarian. Los protestantes, tanto
los del norte como los del sur, sin duda se unirían para exterminar
a los sacerdotes y los jesuitas, si pudieran escuchar lo que el
profesor Morse me dijo de las conspiraciones hechas, en la
misma ciudad de Roma, para destruir esta república, y si
supiesen cómo los sacerdotes, las monjas y los monjes -que
llegan cada día a nuestras costas con el pretexto de predicar su
religión, enseñar en sus escuelas, cuidar de los enfermos en los
hospitales- no son otra cosa sino emisarios del papa, de
Napoleón y de los otros déspotas de Europa, con el fin de minar
nuestras instituciones, desviar los corazones de la gente
alejándolos de nuestra constitución y leyes, destruir nuestras
escuelas y preparar aquí un reino de anarquía como lo han hecho
en Irlanda, México, España y dondequiera que haya personas
que deseen ser libres”.
Después el presidente Abraham Lincoln dijo: “¿No es
absurdo darle a un hombre algo que él juró odiar, maldecir y
destruir? ¿Acaso la iglesia de Roma no odia, maldice y destruye
la libertad de conciencia cada vez que puede hacerlo sin correr
peligro? Defiendo la libertad de conciencia en su sentido más
noble, más amplio y más elevado. Pero, no puedo conceder
libertad de conciencia al papa y sus seguidores los papistas-
mientras, por medio de sus concilios, teólogos y leyes canónicas,
me digan que su conciencia les ordena quemar a mi esposa,
estrangular a mis hijos y cortarme el cuello cuando tengan la
oportunidad de hacerlo, Parece que la gente no comprende esto
hoy, Pero, tarde o temprano, la luz del sentido común mostrará
claramente que no se puede conceder libertad de conciencia a
hombres que han jurado obedecer al papa, quien pretende tener
el derecho de matar a aquellos que no están de acuerdo con él en
materia de religión
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