Defensa caro kann variante clasica

luimen981 2,530 views 151 slides Apr 19, 2015
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About This Presentation

Defensa caro kann, aperturas de ajedrez, aperturas, aperturas abiertas, libros de ajedrez pdf.


Slide Content

LA DEFENSA CARO-KANN
Variante Clásica
Kasparov
Shakarov
colección ricardo aguilera

colección RICARDO AGUILERA

GARI KASPAROV
ALEXANDER SHAKAROV
LA DEFENSA CARO-KANN
Variante Clásica
/
colección RICARDO AGUILERA

Primera edición, junio 1987
Traducción y revisión técnica: Fernando S. Amillategui
© VAAP,
1985. Moscú
© AGUILERA
Centro de Ajedrez Internacional,
S. A.
Madrid, 1987
Reina, 39-Tfl. 521 20 08
ISBN: 84-7005-215-2
Depósito Legal: M-20686-1987
Composición: Francisco Arellano
Impre
so en España.
Printed in Spain
Impreso por NOTIGRAF, S. A. San Dalmacio, 8. 28021 Madrid
Diseño: Esther Berdión

INTRODUCCióN
El Sistema Clásico es una antigua variante de la Defensa Caro-Kann, a
pesar de
lo cual se juega todavía con frecuencia.
En una época estuvo considerada como una apertura "igualadora" (según
frase de Botvinnik), de tendencias decididamente tablíferas.
Debía esta repu­
tación "especialmente a Capablanca, quien alcanzó la suprema maestría en el
arte de entablar con Negras" (Botvinnik).
Los intentos blancos de asegurar
una iniciativa duradera simplemente con­
fiando en
"la ventaja de la primera jugada" (5. Ad3; 5. Df3; 5. Cg3 Ag6 6.
Ac4, etc.) o en la pareja de alfiles (5. Cg3 Ag6 6. Cle2 continuando con
Cf4xg6)
nunca han producido resultados convincentes. Lo mismo se puede de­
cir del juego más libre y de la ventaja de espacio que las blancas obtienen en
las variantes
5. Cg3 Ag6 6. Cf3 Cd7 7. Ad3, y 7. h4 h6 8. Ad3.
Una idea de Spasski -8. h5, seguido por De2 y Ce5, ,como ocurrió en la
decimotercera
partida de su match de 1966 con Petrosian por el Campeonato
Mundial
-enriqueció el juego de las blancas,
dár¡dole nuevas perspectivas en
el
final gracias al peón h avanzado. Durante un tiempo, los términos "Caro­
Kann clásica" y "peor final" se hicieron sinónimos ...
Gradualmente,
fue tomando forma una estrategia de defensa para el bando
negro. Al
principio, el interés se concentró en la posición que surge tras 13.
De2
0-0-0 14. Ce5 Cb6!. Más tarde, las negras se volvieron más atrevidas aún,
adoptando la jugada 13 .... c5!, que retomaba la idea del enroque corto. Se
idearon otras variantes, básicamente similares, para contestar a otras posibles
variaciones del plan blanco
-13. c4, 13. Rbl y 13. Ce4.
Pero en la práctica de torneos de la actualidad, siguiendo el ejemplo de
Larsen, nuestra
vieja amiga Caro-Kann es tratada de una forma que hemos de
reconocer revolucionaria:
10 .... e6, 11. ... Cgf6 y 12 .... Ae7. ¡En la actualidad,
se
da por supuesto que habrá enroques de signo contrario!
De esta forma, la Variante Clásica de la Caro-Kann se ha vuelto mucho
más interesante ...
Para trabajar en este libro, hemos recurrido a las fuentes más diversas: el
Tomo B de la
Enciclopedia de Aperturas (a la cual nos referiremos a partir de
ahora como EdA), el libro de Boleslavski Caro-Kann bis Sizilianisch; el ma­
nual de Konstantinopolski y Veits, La Defensa Caro-Kann, recientemente apa­
recido; un viejo folleto del mismo título (en alemán) obra de B. Ulrich (1952);
7

los volúmenes del Informator; los tomos de The New Chess Player; antologías
de partidas de Lasker, Chigorin, Botvinnik,
Fischer, Karpov, Geller, Simagin
y otros; los tomos de
Tournament Chess; diversos libros de torneos y recopila­
ciones de miniaturas; las revistas Shakhmatni Bulletin, Shakhmati v
SSSR,
Shakhmati de Riga, y otras.
+
~'¡:
+-
- +
+
+--
- - + +
O)
!!
!?
?!
?
??
B
N
8
SÍMBOLOS
Jaque
Ventaja ligera
Vent
aja clara
Ventaja ganadora
Posición poco clara
Jugada fuerte
Jugada muy fuerte
Jugada interesante
Jugada dudosa
Jugada débil
Error grueso
Juegan Blancas (Diagramas)
Juegan Negras (Diagramas)
G.KASPAROV
A. SAKHAROV

CAPíTULO 1
5. Ad3, 5. Df3 y 5. CeS
l. e4 c6
2. d4 dS
3. Cc3 de
4. Cxe4 AfS (1)
1
B
En este capítulo examinaremos
las variantes siguientes:
A
5. Ad3
B
5. Df3
C 5. Cc5
En la parte final de este libro
nos dedicaremos a estudiar con deta­
lle variantes que llegan hasta el me­
dio juego (algunas veces incluso has­
ta el final), y nuestros análisis cubri­
rán treinta o cuarenta jugadas. En
este momento la situacjón es dife­
rente; no podemos extender seria­
mente nuestros análisis hasta tal lon­
gitud cuando nuestro punto de parti­
da es la quinta jugada.
¿Querrá decir esto que si el
blanco no desea estudiar largas va­
riantes de apertura, bastará con que
evite jugar 5. Cg3, abriéndosele así
terreno para desarrollar su creativi-
dad (si se nos permite acuñar una
frase)? Quizás.
Sin embargo, la Variante A
deja
también al negro terreno libre para
su creatividad -para no mencionar
su peón extra-. Y bajo su atractiva
superficie, la Variante A es ... una
variante vacía. El negro resuelve fá­
cilmente sus problemas haciendo las
jugadas prácticamente más obvias.
Fischer y Bronstein están entre
aquéllos que han recomendado 5.
Cc5
(Variante C). Quizás por esta
razón disponemos aquí de mayor
cantidad .de material práctico. Aun
así, las negras
disponen de diversas
posibilidades en su quinta jugada
-5 .... e5, 5 .. :. b6, 5 .... De?, 5 ....
Db6-y las blancas no han logrado
hasta la fecha
poner fuera de com­
bate ninguna de estas continuaciones.
Vemos así que las blancas
obtie­
nen "terreno virgen para su creativi­
dad" a costa de renunciar deliberada­
mente a las mejores continuaciones,
favoreciendo las variantes de segun­
da fila.
A
2
N
S. Ad3 (2)
El sacrificio de un peón por un
par de tiempos
es un motivo perenne
en la lucha por la iniciativa en la
apertura.
9

No todos los ajedrecistas difru­
tan defendiéndose contra las incur­
siones de un oponente quien, a pesar
de tener un peón menos, tiene ven­
taja de desarrollo. De esta forma, a
las
negras les gustaría tener contra
cualquier gambito no sólo la "refuta­ción" (en este caso 5 .... Dxd4) sino
también algún método alternativo de
juego, el cual evite hacer concesio­
nes posicionales, a cambio de renun­
ciar a ganancias materiales.
En la variante 5 .... e6 6. Cf3
Cd7 7. O-O Axe4 8. Axe4 Cgf6 9
Ad3 Ad6 las negras tienen un buen
desarrollo, pero han pagado por él,
con el cambio
de un alfil por un ca­
ballo (lo cual es una concesión).
Por
lo tanto, no pueden estar satisfechas.
Por otra parte, tras 7 .... Cgf6 8.
Cxf6+ (8. Ag5?! Axe4 9.Axe4 h6) 8.
...
Dxf6 9. Ag5 Dg6
10. Axf5 Dxf5
11. c4, el retraso en el desarrollo de
las piezas negras es incómodo.
Una versión favorable de la
misma idea es 5 .... Cd7! 6. Cf3
Cgf6, dando lugar a la siguiente po­
sición ( 3 ):
3
B
Las negras hacen uso de un te­
ma típico de la Caro-Kann: 7. Cxf6+
Cxf6 8. Axf5 Da5+, y las blancas no
tienen posibilidad alguna de alcanzar
ventaja.
En lugar de jugar 6. Cf3, las
10
blancas pueden elegir 6. Df3, lo cual
resulta en
una transposición a la Va­
riante B tras 6 .... e6 ó 6
.... Ag6.
Aunque quizás sea "antitemáti­
ca", la jugada 5 .... Cd7 parece des­
activar el gambito 5. Ad3 de manera
suficientemente sencilla.
5.
6. Cf3
Dxd4
Dd8
En esta casilla, la dama no vol­
verá a ser atacada inmediatamente.
Sin embargo, 6 .... Dd5 no merece su
mala reputación. Después
de 7. De2
Cf6 (7 .... e6 8. Ch4!? Ag6 9. Cxg6
hg
10. Af4) 8. c4 Dd8 (evitando el
conocido motivo: 9. Cxf6+ gf 10.
Axf5 Da5+) 9. 0-0, llegamos a la
misma posición que se alcanza tras 6.
...
Dd8, salvo por la diferente posi­
ción del peón e blanco -que carece
de importancia.
7. De2
En una partida Badalov-Shaka­
rov, 1982, las blancas golpearon de
inmediato con 7. Cfg5, amenazando
8. Cxf7!.
Siguió entonces: 7
.... Cf6 (tam­
bién son j ugables 7. . .. Axe4, 7. ...
e6
y 7 .... Ag6) 8. Cxf6+ ef (8.gf?
9.Cxf7! Rxf7
10. Dh5+ favorece a las
blancas;
una continuación más débil
es
10. Ac4+ e6! 11. Dxd8 Axb4+) 9.
De2+ Ae7 10. Axf5 Da5+ 11. Ad2
Dxf5 12. 0-0-0! (las negras no ha­
bían previsto que el sacrificio de
pieza sería tan fuerte. Dos líneas de­
sagradables -aunque en grado dife­
rente-son 12 .... fg 13. The1 De6
14.
Dd3 Dxa2 15. Txe7+, y 13 .... 0-0 14. Dxe7) 12 .... Cd7! 13. The1
Ce5 14. f4! (si 14. Cf3 0-0-0, las
blancas
recuperan su peón, pero eso
es
todo) 14 ....
0-0?! (tras 14 ....
0-0-0 15. Cxf7, las blancas manten-

drían su iniciativa, pero existía una
mejora: 14 .... fg 15. Dxe5 Dxe5 16.
Txe5 f6 17. Te4 Rf7 18. Ab4 Axb4
19. Td7+ Rg6 20. Txb4 b6 21. fg
Thd8, con tablas) 15. g4! Cxg4? (co­
mo ocurrió en las jugadas 7 y 14, a
las
negras las pierde su optimismo.
Después de 15 .... Dxg4 16. Dxg4
Cxg4 17. Txe7, todavía tendrían po­
sibilidades de tablas. Sin embargo,
para ser más exactos, a esto no lo
de heríamos llamar optimismo sino
subestimación de las posibilidades
ofensivas que el blanco obtiene en
esta variante de gambito, considerada
en su conjunto) 16. Dxe7 fg 17. fg
Tad8? (la posición ya era difícil, pe­
ro ahora las negras pierden necesa­
riamente) 18. Ab4
De& 19. Txd8
Txd8 20. h3!, y dado que tras 20 ....
Cf2 las blancas deciden la partida
con 21. Ac3 seguido por 22. De5, las
negras
pueden abandonar.
7. Cf6
No recomendaríamos 7 .... Cd7. Pero 7 .... Axe4 8. Axe4 Cf6 9. 0-0
lleva a la misma posición que 7. . ..
Cf6.
Para aquéllos que jueguen esta
variante con piezas negras, que la si­
guiente línea les sirva de aviso: 7 ....
e6?! 8. Af4 Cd7 9. 0-0-0 Cgf6? 10.
Cxf6+ Dxf6 11. Ag5 Dg6 12. Axf5
Dxf5 13. Dd2 Dd5 14. Df4 ganando.
8. 0-0
8. Cxf6+ gf 9. Axf5 Da5+ 1 O.
Ad2 Dxf5 11. 0-0-0 resulta intere­
sante sólo por la celada 11. . .. De6
12. Dd3 Dxa2? 13. Dd8+!, como
ocurrió en una partida de Kolta­
nowski, en el año 1931. Tras jugar
11 .... Cd7 en vez de ello, las negran
completan su desarrollo y conservan
su peón extra.
Otra posibilidad más para las
blancas
-8. Ad2 seguida de
O-O-O­
no ha sido experimentada en partidas
de torneo (ni tampoco lo ha sido 8.
0-0). Para ser más rigurosos, no co­
nocemos tales partidas.
4
N
8. . .. Axe4
9. Axe4 (
4)
No se sabe mucho sobre esta
posición. La EdA da la variante 9 ....
Cxe4 1
O. Dxe4 e6 11. Ag5 Ae7 12.
Tadl Dc7 13. Tfe1 0-0 14. Af4 Da5
15.
Ae5, y concluye opinando que
las blancas tienen "compensación por
el material".
Probablemente está en
lo cierto. La tarea de concluir el de­
sarrollo negro está aún por terminar,
y las amenazas blancas pueden vol­
verse peligrosas rápidamente. Sirvan
de prueba las ilustraciones siguientes:
a) 15 .... Td8 16. Dg4 g6 17. Ac3
Dc7 (17 .... Df5? 18. Txd8+ Axd8
19. Dd4) 18. Txd8+ Dxd8 19. Ce5.
Ahora no se puede jugar 19 .... Cd7,
y
las negras necesitan defenderse
contra la amenaza Df4 seguida por
Cg4.
b) 15
.... Td8 16. Dg4 Af8 17. Af6
Txdl 18. Txd1 Df5 (si 18 .... Ca6, la
respuesta 19. Ce5 es desagradable)
19. Dxf5 ef
20. Td8! gf 21. Cd4, y
resulta
ahora que tras 21. ... Rg7 22.
Cxf5+ Rg6 23. g4! h5 24. Txf8 hg
11

25. Cd6 las negras pierden de inme­
diato (la amenaza es 26. Tc8, seguida
por Ce8 y Cc7; las negras no pueden
poner a salvo a su rey-sin pérdidas,
por ejemplo 25 .... f5 26. Cxb7 Rf6
27. Ca5 Re7 28. Txb8, ó 26 .... a5
27. Cc5 a4 28. Cd7); mientras que
tras 21. ... h5 22. Cxf5, se quedan
sin jugadas.
14
.... Dc8, para preparar ...
Cd7, podría parecer más segura que
14 .... Da5.
Pero la respuesta blanca
es obvia: 15. Ce5 Af6 16. Te3 (ó 16.
Td3), y tras 16 .... Axe5 17. Axe5 de
nuevo las negras no podrán jugar 17 .
... Cd7
en vista de 18. Axg7. Por supuesto, el mero análisis es
inadecuado para agotar las posibili­
dades mutuas existentes en la posi­
ción tras la novena jugada (!). Si el
lector nos preguntara acerca de
nuestros "sentimientos", le responde­
ríamos que a nuestro juicio la posi­
ción que obtienen las blancas tras 10.
Dxe4 vale el peón sacrificado.
No obstante, una jugada antes la
situación era menos favorable para
las blancas. En la posición del Dia­
grama 4, las negras no deberían
apresurarse a cambiar. Por supuesto,
después de 9 .... Cxe4 hay menos
piezas atacantes -sin embargo, las
supervivientes pueden ser situadas
para el asalto con mayor facilidad-.
Además de ello, ¿no piensa usted
que el caballo de f6 es más útil para
el defensor que el alfil de e4 para el
atacante? Aconsejamos a las negras
elegir jugadas como 9 .... Dc7, 9 ....
Cbd7 ó 9 .... g6.
B
5. Df3
(5)
Las jugadas 5. Ad3 y 5. Df3
tienen una idea en común -el pro­
pósito de apoderarse de la iniciativa
con métodos bastante sencillos-. De
la misma forma, como veremos, los
12
métodos recuerdan unos a otros en
ambos casos.
5
N
Estrictamente hablando, la salida
de la
dama blanca implica un retraso
en el desarrollo
de sus piezas meno­
res. Las blancas, no obstante, debe­
rían encontrarse muy a gusto con
variantes como 5 .... Axe4?! 6. Dxe4
Cf6
7. Dd3
(tambi~n 7. Dh4); o bien
5 ....
Dd5?! 6. Ad3 Axe4 7. Dxe4
(también 7. Axe4!? Dxd4 8. Ce2) 7 .
... Dxe4 8. Axe4. ¡La
pareja de alfi­
les!
La respuesta más natural es:
5. e6
Esto asegura a las negras
un có­
modo desarrollo de sus piezas, por
ejemplo:
a) 6. c3 Cd7 (ó 6 .... Ae7 7. Ad3
Ag6 8. Ce2 Cf6 9. Cf4 Axe4, etc.) 7.
Af4 Cdf6! 8. Cd2 Ce7 9. h3 Ced5.
b)
6. Ae3 Da5+!?
(a,quí también es
buena 6 .... Cd7, así como la inme-
diata 6 .... Cf6 7. Cxf6+ Dxf6) y
ahora:
bl) 7. Ad2 Dd5 8. Ad3 Dxd4 9.
0-0-0 Cd7, y las negras tienen
un peón extra, con una sólida
posición Velderhof -Euwe, La
Haya 1931.
b2)
La EdA da 7. c3 Aa3 8. b4
Dd5 9. Ad3 Ab2
10. Tbl Axe4

11. Axe4 Axc3+ 12. Rf1 Dxa2
13. Ce2, "con compensación ... ".
No deberíamos aceptar este ve­
redicto: 13 .... Ad2 14. Dg3 (ó
14. b5 Ce7) 14
.... Cf6! 15. Dxg7
Cxe4 16. Dxh8+ Re7 17. Td1
Db3, con una posición ganada
por las negras. Por lo tanto, en
lugar de 8. b4? recomendamos
las jugadas más modestas 8. Tbl
ó 8. Acl.
Queda una idea de gambito:
6. Ad3!?
Puede que esto no dé malas
oportunidades a las blancas, por
ejemplo, con 6 .... Dxd4 7. Ce2 Dd8
8.
Cg5 Cf6 9. Axf5 Da5+
10. Ad2
Dxf5 11. Dxf5! ef 12. 0-0-0 (6).
6
N
A pesar de haberse cambiado las
damas, las blancas pueden crear
amenazas desagradables. Por ejemplo:
12
.... h6 13. The1 !? hg 14. Cg3+
Rd7 15. Aa5+ Cd5 16. c4.
¿No es más sencillo entonces
(igual que en la sección A) declinar
el gambito?
Una partida Tal-Bala­
shov, Campeonato de la URSS, 1971,
continuó:
6.
7.
Ce2
Cd7
Ag6
Ni 7 .... Axe4 8. Dxe4, ni tam-
poco 7 .... Cgf6 8. Cxf6+ Cxf6 9.
Axf5 Da5+
10. Ad2 Dxf5 11. Dxf5
deberían satisfacer a las negras si
buscan la continuación
óptima, pues­
to que en ambos casos las posibilida­
des blancas son ligeramente mejores.
8.
9.
Af4
Cg5
Cdf6
Cd5 O bien 9 .... Dd5!?
10. Axg6 hg
11. Ad2 Ch6
12. 0-0-0 Ab4
13. c3 Ae7
14. h4
Y las blancas tienen mayor acti­
vidad.
Aunque no todas las jugadas de
Balashov están a salvo de cualquier
crítica, una de ellas -7 .... Ag6-
sugiere la idea de refinar el juego
negro en un momento anterior, con
5
.... Ag6!? 6. Ad3 Cd7 7. Ce2 Cgf6,
y
aquí no parece que las blancas
puedan evitar que su oponente ob­
tenga una posición muy confortable.
No
hay duda de que 5 .... e6 es
(objetivamente) la
mejor respuesta a
5. Cf3. Sin embargo, sí las negras se
encuentran especialmente preocupa­
das por su seguridad, 5 .... Ag6 les
convendrá como alternativa.
e
CeS (7)
"Durante una gira (en 1964) pu­
se a prueba la excéntrica jugada 5.
Cc5?!. La mayor parte de mis opo­
nentes contestaron con 5 .... e5 6.
Cxb7 Dxd4 (si 6 .... Db6 7. Cc5
Axc5 8. de Dxc5 9. c3, y las blancas
están
mejor, Fischer-Petrosian, par­
tida a cinco minutos, Bled, 1961) 7.
Dxd4 ed 8. Ad3, con mejor final.
13

Algunos replicaron .5 .... b6 6. Ca6
Cxa6 7. Axa6 Dd5!. Incluso hubo
quienes jugaron 5 .... Dc7 6. Ad3
Axd3 7. Cxd3 e6. Las blancas tienen
más espacio, pero sólo la experiencia
podrá decir si tienen ventaja; no
obstante, el caballo de d3 resta áni­
mos a las negras para llevar a cabo la
maniobra liberadora normal... c5 yjo
... e5. ¡Por lo menos, se trata de algo
que rompe la monotonía!". (Fischer).
7
N
El ex-campeón mundial escribió
estas líneas hace casi quince años. En
aquella época, 5. Cc5 apareció unas
pocas veces en la práctica magistral,
pero no llegó a ser realmente popu­
lar. Vamos a examinar ahora mismo
las razones de ello.
Las negras pueden elegir entre:
Cl 5 .... e5
C2 5 .... b6
C3 5 .... Dc7
C4 5 .... Db6
Cl
5. eS
6. Cxb7 (8)
6. . .. De7
Esta idea fue pro bada en una
partida Klovan-Machulski, Riga
14
1978.
El maestro búlgaro Kaikamd­
zozov ha sugerido, en su lugar, 6 ....
Db6 7. Cc5 e8 8. De2+ Ae7 9. Ce4
Db4+, o bien 8. Cb3 Ab4+ 9. Ad2
Cf6
10. Cf3 Ce4. Normalmente, esta
manera de jugar tiene sus inconve­
nientes. En la segunda variante, por
ejemplo, después de 11. Ad3 Cxd2
12. Cfxd2 Axd3 13. cd 0-0 14-0-0,
hay debilidades notorias en la posi­
ción negra.
8
N
7.
8.
9.
Ca5
Ae2
Ad2
ed+
Db4+
Dxb2
Klovan obtuvo la victoria con la
siguiente continuación: 1 O. Ad3
Axd3 11. cd Ab4 12. Cf3 Axd2+ 13.
Cxd2 Ce7 14. Cac4 Db4 15. Tbl Dc5
16.
Ce4 Dd5 17. Ced6+ Rf8 18.
0-0
c5 19. Cb5 Dd8 20. Df3 Cbc6 21.
Cbd6 f6 22. De4, etc. Sin embargo,
los comentaristas de esta partida han
defendido que la idea de Machulski
es básicamente correcta, y que ha­
bría dado resultado si el negro hu­
biera jugado, con mayor precisión,
13 .... Db4 ó 10 .... Ab4.
Permítasenos manifestar nuestro
escepticismo. Después de 13 .... Db4
14. Cc4, las negras no pueden estar
satisfechas ni con 14 .... De7 + 15.
Ce4!,
ni tampoco con 14 .... Cf6 15.

De2+ De7 16. Cd6+ Rf8 17. Dxe7+
Rxe7 18. Cf5+.
La clave de la ingeniosa jugada 10 .... Ab4 (en lugar de 10 .... Axd3)
es
que tras 11. Cf3 Axd2+ 12. Cxd2
Ce7 13. Cac4
Db4 14. Tbl Dc5, las
blancas no pueden jugar 15. Ce4.
Pero existe una línea suficientemente
buena (por ejemplo): 15. Axf5 Cxf5
16. De2+ De7 17. Dxe7+ Rxe7 18.
Tb7+.
Combinando ambas recomenda­
ciones, llegamos a la variante
10 ....
Ab4 11. Cf3 Axd2+ 12. Cxd2 Db4.
Como respuesta a esto, sugerimos
experimentar 13. Axf5 Dxa5 14.
Ac8,
por ejemplo: 14 .... Dc7 (14 ....
De5+ 15. De2 Dxe2+
16. Rxe2 a5 no
es
tan arriesgada) 15. Cc4 (amena­
zando 16. Ab7!) 15 .... Rf8 16. Dxd4!
Dxc8 17.
0-0-0 Ca6 18. Dd6+ Ce7
19. The1 Dc7 20. Da3.
C2
9
N
5.
6. Cb3
b6
La alternativa es 6. Ca6 (9)
Y ahora:
a) 6 .... Cxa6 7. Axa6 Dd5!, como
indicaba Fischer. En vista de las
amenazas 8 .... Dxg2 y 8 .... Da5+, el
alfil blanco debe retirarse con 8.
Afl. La pérdida de tiempo es consi­
derable, aún cuando tras 8 .... Cf6 9.
Cf3 e6 10. Ae2 Ae7 11. 0-0 0-0 to­
do lo que han hecho las negras es
aproximarse mucho a
la igualdad.
b) En la partida Timman"-Pomar, Orense 1976, las negras jugaron 6 .
.. . e6 (si 6
.... Cd7, entonces 7. d5!
Ae4 8.d6!). Tomando
el punto c6 co­
mo objetivo de ataque, Timman se
apoderó de la
Iniciativa después de
7. Df3 Ce7 8. Cxb8 Dxb8 9. Af4
Db7 1 O. c3 Cd5 11. g4! (11. Ae5 f6
12. Ag3 Cb4!?) 11. ... Cxf4 12. Dxf4
Ag6 13. Ag2 Ae7 14. h4 h5 15. Cf3.
Parece
ser que la mayor parte de
los
jugadores consideran tácitamente
que
la línea reseñada en la Nota (a)
es
buena para las negras, toda vez
que 6. Cb3 suele ser la elección
normal de las blancas.
JO
N
6.
7. e6
Cf3 (JO)
O bien 7. g3 Cd7 8. Ag2 Tc8 9.
Ce2 Cgf6 10. 0-0 Ad6 11. c4 0-0 12.
Ae3 De7 13.
Te! c5 14. Cc3 Ag4 15.
f3 Ah5 16. g4 Ag6 17.
g5 Ce8 18. f4
cd 19. Cxd4 Cc5
20. f5 Axf5 21.
Cd5 Dd7 22. Txf5 ef 23. Ah3 Ce6
24. Cxf5 Rh8 y el ataque de las
blancas es poco convincente, Vito­
lins-Kivlan, Copa de Riga, 1979.
Las partidas que citaremos ahora
15

(al igual que la última) sugieren que
hasta el presente tanto las blancas
como las negras se han limitado a
tantear posibles caminos que conduz­
can a los planes correctos para esta
variante.
a) 7
.... Cd7 8. g3 Cgf6 9. Ag2 Te& 10. 0-0 Ad6 11. De2 Dc7 12. Ch4!
Ag4 13. f3 Ah5 14. Cf5 0-0 15.
Cxd6 Dxd6 16. Af4 De7 17. c4, con
mejores posibilidades para las blan­
cas, Birbrager-Shmit, URSS 1967.
b) 7 .... Ad6 8. g3 Ce7 9. Ag2 h6 (9 .
... 0-0 1 O. Ch4) 1 O. 0-0 0-0 11. De~
Cd7 12. c3 Te& 13. Cbd2 Ag4 14. h3
Ah5 15. Cc4
Ab& 16. b4 b5 17. Ca5
(17. g4!? Ag6 18. Cce5 Ah7 19 a4)
17 .... Cd5 18. Ad2 Te& 19. c4 be
20.
Cxc4 e5 21. de Cxe5 22. Ccxe5 Axe5
23. Tae1
1/2-1/2, Bronstein-Petro­
sian, Campeonato de la URSS, 1966.
e) 7 .... Cf6 8. Ae2 h6 9. Ad3!?
(evidentemente Larsen no quería ha­
cer 8. Ad3 en la última jugada, a
causa de 8
.... Ag4 9. h3 Ah5) 9 ....
Axd3 1
O. Dxd3 Dc7 11. 0-0 Cbd7
12. Te! Ad6 13. Cbd2 0-0 14. Cc4
Ae7 15. b3 c5, y el negro no tiene
preocupación alguna, Larsen-Hüb­
ner, Tilburg 1979.
La jugada 5 .... b6 es una conti­
nuación sólida, según impresión ge­
neral. Lo mismo se puede decir de la
siguiente variante.
C3
S.
6. Ad3
Dc7
Axd3
O bien, 6 .... Ag6!?
7. Cxd3 e6
(1 1)
En la práctica, el mayor espacio
del
que escribió Fischer no ha repor­
tado ventajas tangibles a las blancas:
a) 8. Af4 Da5+ 9. c3 Cd7
10. Cf3
Cgf6 11.0-0 Ae7 12. Te! 0-013.
16
AgS Dd& 14. Db3 Db6 lS. Tad1
Dxb3 16. abaS 17. Tal Tfd& 18. c4
Rf& 19. Ad2 1/2-1/2, Bronstein­
Barcza, Tallinn 1971.
11
B
b) 8. Cf3 Cd7 9. 0-0 Cgf6 10. c4 (ó
10. Tel Ae7 11. c4 0-0 12. Af4 Ad6
13. CfeS Tfd& 14. Df3 Cf& 1S. Tad1
Cg6 16. Ag3 DaS 17. a3 AxeS 18. de
ChS 19. DxhS Txd3 20. De2 Tad&
1/2-1/2, Sigur jonsson-Burger,
Brighton 1981), y ahora:
C4
bl)
10 .... Tde8 11. Da4 a6 12.
Tel Ae7 (12 .... bS!?) 13. Af4
Ad6 14. Ad2 Db& 1S. AaS Tc8
16. Cfe5 0-0 17. h3!? (17. Ac3)
17
....
bS 18. Dc2 eS 19. Cxd7
Cxd7 20. de Cxc5, y las negras
tienen ya posición más activa,
Jansson-Pomar, Géiteborg, 1971.
b2) 10 .... b6 11. Te1 Ad6 12.
b4 aS 13. eS Ae7 14. Af4 Db7
15. a3 0-0 16. Tcl CdS 17. Ag3
ab 18. ab Ta3, y de nuevo las
negras
han quedado bien,
Paoli­
Timmann, 1967.
S. Db6 (12)
Creemos que esta jugada natural
debería haberse convertido
en la res­
puesta habitual a 5.
CeS. (Las blan­
cas se ven privadas de la posibilidad
de jugar 6. Ad3 Axd3 7. Cxd3; tras

6. Cf3 e6, el caballo de c5 se ha de
retirar, y la entera operación resulta
haber sido una pérdida de tiempo).
Pero no ha
ocurrido así. ¿Por qué?
12
B
La razón debe buscarse proba­
blemente en una partida ganada por
Bronstein a Beliavski
en el Campeo­
nato de la
URSS, 197 5. La original
idea de apertura de Bronstein fue
muy valorada por los comentaristas.
Con todo, esta originalidad
es prácti­
camente su única virtud. La partida
fue así: 6. g4?! Ag6 7. f4 e6 8. De2
Ae7 9. h4 h5 1
O. f5 ef 11. g5 (a cos­
ta de un peón, las blancas han blo­
queado el alfil negro en g6; aun así,
preferiríamos llevar las piezas negras
en esta posición. La razón por la
cual Beliavski perdió es que, tras
co­
meter algunos errores, continuó ju­
gando para ganar, cuando la posición
requería adoptar ciertas precaucio­
nes) 11. ... Cd7! 12. Cb3 (después de
12. Cxd7
Rxd7 13 Cf3 Ad6, la posi­
ción blanca
habría empeorado) 12 ....
Dc7 13. Ch3
0-0-0 14. Af4 Ad6 15.
Dh2 Cf8 16. 0-0-0 Ce6 17. Axd6
Txd6?! (la vigésima jugada de las
negras
está en contradicción con la
decimoséptima) 18. Ac4 Ce7 19. Cf4
Cxf4
20. Dxf4 Tdd8 21. Dxc7+
Rxc7. Beliavski juzgaba correcta­
mente este final cuando lo jugó para
ganar.
En la partida Sigurjonnson-San­
tos,
Olimpíada de Lucerna, 1982, el
juego de las blancas
fue menos am­
bicioso: 6. Cf3 e6 7. Cd3 Cd7 8. Ae2
Cgf6 9.
0-0 Ae7 10. c3 0-0 11. Ag5
c5 12. Db3 cd 13. Cxd4 Ae4 14.
Dxb6 Cxb6 15. Tad1 Tfd8 16. Tfe1
Ca4 17 .. Acl Ad5 18. Cb3 Tac8, y
las
negras gozan de actividad algo
mayor.
Repetiremos el veredicto de
Fis­
cher sobre 5. Cc5
-"al menos es algo
que rompe la
monotonía"-. A pesar
de ello, las oportunidades de las
blancas en las posiciones que surgen
a
partir de esta jugada son suma­
mente mezquinas.
17

RESUMEN
S .id3 e6 ;!;
lLld7
't!fxd4
00
S'iff3 .ixe4 ;!;
'i!fdS ;!;
.ig6 e6
5 lLlcS eS ±
b6 6 lLla6
6 lLlb3 ;!;;=
'ifc7 ;!;;=
~b6 6 g4 +
6 lLlf3
18

CAP[TULO 2
5. Cg3
Ag6 6. C1 e2
l. e4 c6
2. d4 d5
3 Cc3
de
4. Cxe4 Af5
5. Cg3 Ag6
6. Cle2 ( 13)
13
N
A simple vista, la idea de esta
continuación es sencilla: Cf4, seguido
por Cxg6. Sin embargo, al eliminar
el importante alfil, las blancas abren
la
columna h para las negras, y les
permiten activarse mediante ... e5.
¿No
es esta operación más bien
inútil para las blancas? Éste es el
principal interrogante en esta línea,
pero no el único.
Así, en la Variante A (véase más
adelante), resulta que tras 6 .
... e6 7.
Cf4, la amenaza blanca no consiste
tanto
en cambiar en g6 como en rea­
lizar el avance h2-h4-h5 (habida
cuenta de que ... h6 ya no se puede
jugar).
En la Variante B, la opinión
consagrada es que después de 6 ....
Cd7 7. Cf4 e5 las negras tienen una
partida cómoda; por consiguiente, las
blancas normalmente no se apresuran
a
jugar 7. Cf4, sino que buscan nue­
vas posibilidades en la posición tras
7. h4 h6
8. Cf4 Ah? 9. Ac4.
De la misma forma, después de
6 ....
Cf6 (Variante C), las blancas
tienen idéntica elección entre 7. Cf 4
y 7. h4.
Las posiciones que se analizan
en este capítulo surgen en ocasiones
tras las
jugadas 6. h4 h6 7. Ch3, o
bien 6. Ch3. Digamos unas palabras
acerca de estas posibilidades:
14
N
a) 6. h4 h6 7. Ch3 {14)
La respuesta más práctica es 7 .
... Cf6
8. Cf4 Ah?, lo cual conduce a
la Variante C. Aconsejamos al lector
que se abstenga
de jugar 7 .... e5 8.
de Da5+. Es cierto que después de 9.
c3 Dxe5+
10. Ae2 Cf6 11. Af4 Dd5,
o bien 11. Db3
De?, las negras ten­
drían una posición sólida. Pero 11. 0-0 seguido por 12. Tel podría re­
sultarles desagradable.
En una partida Espig-Bonsch,
Campeonato de la República Demo­
crática Alemana, 1979, las blancas
sacrificaron
un par de peones con 9.
Ad2 Dxe5+
10. Ae2 Dxb2 11. 0-0
Dxc2 12. Del, y aplastaron a su ad­
versario tras 12 .... Ae7 13. Tcl Da4
14. Cf4 Cd7
15. Ac4 Cf8 16. Cxg6
19

Cxg6 17. Cf5 'Rf8 18. Ac3 Cf6 19.
h5!
Cxh5
20. De2 Cf6 21. Tfel Aa3
22. Cxg7!, etc.
15
N
b) 6. Ch3 (15)
¿Después de 6 .... e5, vuelve a
servir el mismo gambito? Si resultase
que en la variante 7. de Da5+ 8. Ad2
Dxe5+ 9. Ae2 Dxb2
10. 0-0 Dxc2
11. Del Ae7 la posición de las ne­
gras fuera más defendible que en el
ejemplo previo, la alternativa 8. c3
Dxe5+ 9. Ae2 Cf6 10. 0-0! (10. Af4
Dd5) 10 .... Cbd7 11. Tel 0-0-0 12.
Da4
no sería de ninguna manera ma­
la para las blancas. Las negras en­
cuentran difícil parar las amenazas
creadas por las piezas de su oponen­
te.
En respuesta a 6
..... e6 ó 6 ....
Cf6, las blancas llevan su caballo de
h3 a f4, de manera que para estudiar
esta jugada se habrán de ver las va­
riántes A y C. Por otra parte, des­
pués de 6 .... Cd7 (y aquí vemos la
única intención que realmente tiene
la jugada 6. Ch3), las blancas evitan
jugar 7. Cf4 e5, desarrollando antes
su alfil con 7. Ac4. Estando ahora
las blancas prestas a enrocarse, la
apertura del centro con 7 .... e5 pa­
rece arriesgada, mientras que la va­
riante 7 .... Cgf6 8. 0-0 (con 8. Cf4
e5 nos vemos de nuevo en la Varian-
20
te e de las tratadas más adelante) 8.
... e6
9. Cf4 Cb6 (y no 9 .... Ad6 a
causa de
10. Axe6!) 10. Ab3 (aquí
10. Axe6 es poco convincente: 10 ... .
fe 11. Cxe6 Dd7
12. Tel Rf7)
10 ... .
d6 le proporciona a las negras una
posición sólida en apariencia (11.
Tel 0-0 12. h4 Dc7 13. Df3 Cbd5)
pero que sin embargo despierta des­
confianza (debido al caballo de b6).
Pero todas estas lindezas no va­
len gran cosa, puesto que en cual­
quier caso tras 6. Cle2 la continua­
ción 6 .... Cd7 no reportará a las ne­
gras más que dificultades.
A
partir de la posición del Dia­
grama 13, las negras tienen tres con­
tinuaciones:
A 6 .... e6
B 6 .... Cd7
e 6 .... Cf6
así como las posibilidades:
a) 6
.... eS, que se demostró inefec­
tiva largo tiempo ha, en una partida
Prins-Szabo, Venecia 1949: 7. de
Dxdl+ (o bien 7 .... Da5+ 8. Ad2
Dxe5 9. Ac3) 8. Rxdl Ac5 9. Cf4!
Axf2
10. Cxg6 hg 11. Ce4 Ad4 12.
Cd6+ Re7 13. Ac4 f6 14. Cf7 Th5
15. c3 Ab6 16. Af4, y las piezas
blancas están peligrosamente activas.
b) 6
...
, h6 7. Cf4 Ah7. ¿Vale la pe­
na que las negras conserven su alfil
de esta manera? Por supuesto que
no. En comparación con las líneas
habituales (véase 6 .... Cf6 7. h4 h6
8.
Cf4 Ah7 en la Variante C) las
blancas
han ahorrado un tiempo (la
jugada h4), y después de 8. Ac4 las
negras encontrarán difícil escapar
intactas de la comprometida situa­
ción en la que se encuentran.
Por
ejemplo la EdA da la línea 8 .... e5
9.
de Da5+ 1
O. c3 Dxe5+ 1 1. Cfe2
Cf6 12 Af4 Dc5 13. Db3, o bien 8.
...
Cf6 9.
0-0 e6 10. Tel Ae7 11.
Axe6! g5 12. Ab3!
gf 13. Axf4 Ag6

14. Dd2, con fuerte iniciativa blanca
en ambos casos.
A
16
N
6.
7.
7.
e6
Cf4 (16)
Ad6
Alternativamente, se tiene:
a) Después de 7 .... Cf6, el cambio
8. Cxg6 hg le vendría bien a las ne­
gras. Comparando esta situación con
la que surge en la Variante A del
Capítulo 1 (5. Ad3 e6?! 6. Cf3 Cd7
7.
0-0 Axe4 8. Axe4 Cgf6 9. Ad3),
podemos ver que aquí las blancas
han pagado por el alfil un precio
más alto, tanto en la apertura de la
columna h como por la situación de
su propio caballo (quien soñaría con
estar
en f3 ). Pero lo esencial es que tras el
traslado del caballo a la casilla f4
acecha la peligrosa amenaza de 8.
h4!. Después
de 7 .... Cf6 8. h4 Ad6
9. h5 Af5
10. Cxf5, las blancas ob­
tuvieron una clara ventaja en la par­
tida Tompa-Urzica, Uljma 1981.
8
.... e5 (en lugar de 8 .... Ad6)
es la
jugada crítica. La posición es
similar a una que examinaremos en
la variante C (después de 6 .... Cf6
7. Cf4 e5), y nos queda decidir si
nuestra valoración de la línea cambia
-y en qué medida-porque el peón
esté situado
en h4 en vez de en h2.
Tompa encuentra una diferencia
en el hecho de que tras 9. de Dxdl+
10. Rxdl Cg4, las blancas pueden
jugar 1 l. Ae3 (en vez de 11. Cxg6
como en la variante con 6 .... Cf6)
manteniendo la amenaza de h5. De
hecho, esto altera la situación radi­
calmente: 11. ... Cxe3+ 12. fe h6 13.
Cxg6 fg 14. Ad3, con chances de
victoria apreciables.
Las cosas están menos claras
después de 9 .... Da5+ 1 O. Ad2
Dxe5+ 11. Ae2 Dxb2. En la línea 6 .
...
Cf6, esta idea se vería fuertemen­
te respondida por Cxg6 seguido por
Tbl, pero aquí el peón de h4 ensom­
brece la situación -no está claro
dónde va a ir el rey blanco-. La lí­
nea 12.
0-0 Axc2 (o bien 12 ....
Dxc2) sería maravillosa para las
blancas, pero ocurre que las negras
no tienen por qué apresurarse a to­
mar el peón e; 12 .... Cbd7!?.
En cualquier caso, nos parece
que las negras pisan aquí terreno pe­
ligroso, y que en algún lugar de la
línea se descubrirá algo más efectivo
para las blancas (quizás tras 10. c3
Dxe5+ 11. Ae2) ...
b) Nos
encontramos ahora en mejo­
res condiciones para entender la ju­
gada de Flohr 7 ... Dh4. Las negras
se
libran de la amenaza h4-h5. Sin
embargo, la
jugada no tiene ninguna
otra cosa
que la haga recomendable,
y si
en el primer ejemplo (que apa­
rece más abajo) las negras obtuvie­
ron una excelente partida, en los
otros dos el viaje de regreso de la
dama negra permitió a las blancas
apoderarse de la iniciativa:
bl) 8. Cxg6 hg 9. Dd3 Cd7
10.
Ce4 Db8 11. Ae2 Cdf6 12.
Cxf6+?!
gf, Bogatirchuk-Flohr,
1935.
b2) 8. De2 Cd7 9. c3
0-0-0 10.
21

Cxg6 hg 11. Ce4 De7 12. Ag5,
Ragozin-Flohr, Moscú 1935.
b3) 8. Ae2 Cd7 9. Ae3 Ad6 10.
Dd2 De 7 11. Cxg6 hg 12. Ce4
Ac7 13. c4, Novopashin-Fur­
man, 1963.
7
.... Ad6 fue jugada en una partida
Boleslavski-Petrosian, Torneo de
Candidatos de Zurich, 1953. Las ne­
gras están dispuestas a luchar contra
h4-h5, pero en comparación con 4 .
.. .
Dh4 el método aquí seguido es
más sutil
-en caso de 8. h4 Dc7, la
posición del caballo
en f4 resulta ser
insegura-. El juego continuó:
8. c3
Las blancas desearían responder
a 8 .... Dc7
con 9.
1Df3, por lo que
ponen a resguardo a su peón c. 8. h4
Dc7 9. Cgh5 fracasa
en vista de 9 ....
Axh5 1
O. Cxh5 g6.
Ahora bien, ¿qué ocurre si las
blancas atacan
de inmediato el peón
g con 8. Cgh5
... ? Las negras podrían
jugar algo así como 8 .... Rf8 9. Ae3
Cf6, aunque esto debería ser más
bien del agrado de las blancas.
Una
línea fuerte e interesante es 8 ....
Cf6! 9. Cxg7+ Re7 (y no 9 .... Rf8?).
En vista de la amenaza Da5+, el ca­
ballo no puede volver de g7 a h5, y
será difícil que le llegue auxilio, por
ejemplo: 10. h4 Axf4 11. Axf4 h5,
pero no 1 O .•.. h5? por 11. Cgxe6.
8.
9. h4
Cf6
Dc7
"Las blancas pueden elegir ahora
entre 10. Df3, que da origen a inte­
resantes complicaciones, por ejemplo
10 .... Cbd7 11. h5 Ac2 12. h6 g6 13.
Ac4 e5
14. De2
0-0-0; y 10. h5, que
sacrifica un peón pero que deja a las
negras con una debilidad permanente
en e6. Boleslavski escogió la segunda
22
línea, que
es la
mejor." (Bronstein).
17
B
10. h5
11. Axf4
12.
hg
13. Dd2
Axf4
Dxf4
fg (
17)
"¡Las blancas toman la intere­
sante decisión de ofrecer el cambio
de damas,
aún teniendo un peón de
desventaja! Quizás
Petrosian había
estado esperando ilusionadamente
que Boeslavski cediera a la tentación
de
jugar 13. Db3. La jugada realiza­
da acaba con sus esperanzas de 13.
Db3 Cg4 14. Dxe6+
Rd8." (Brons­
tein).
13. Dxd2+
14. Rxd2 Cbd7
15. Te1 Rf7
16. Ac4 Tae8
17. Ab3
es
18. Ce4 Cxe4+
19. Txe4 Cf6
20. TeS cd
21. cd Te7
"Las piezas negras están atadas a
la defensa del punto e6; por otra
parte, las blancas tampoco pueden
mejorar su posición ... " (Bronstein).
22.
The1 The8

23. Rd3
24. f4
1/2
h6
1/2
Una partida instructiva. Pero se
nos ocurre una pregunta: ¿no es
cierto que 7 .... Ad6 vuelve más
atractivo para las blancas cambiar
mediante 8. Cxg6 hg y continuar con
el golpe 9. Cxe4 ... ? ( 18)
18
N
Para resumir los resultados de
esta sección: tras 6 .... e6 7. Cf4,
tanto 7 .... Cf6 (8. h4!) como 7 ....
Dh4 son jugadas dudosas. Hasta
cierto punto, podemos decir lo mis­
mo de 7 .... Ad6 (8. Cxg6!?).
Definitivamente, las negras de­
berían adoptar el plan de jugar ...
e5,
pero como la inmediata 6 .... e5
es débil, habrá de pos ponerse una
jugada (6 .... Cd7 7. Cf4 e5, o bien
6 .... Cf6 7. Cf4 e5) ó dos (6 .... Cf6
7. Cf4 Cbd7 8. Ac4 e5).
B
6. . .. Cd7 ( 19)
7. h4
Generalmente se sostiene que 7.
Cf4 e5 8. Cxg6 hg da a las negras
una posición confortable.
19
B
Sin embargo, tratemos de aclarar
las
posibilidades que tienen ambos
bandos tras 9. de Cxe5 (
20)
a) 10. Dxd8+ Txd8. El cambio de
damas conduce a un final donde las
blancas
mantienen la pareja de alfi­
les en una posición abierta. En con­
trapartida, las piezas negras se en­
cuentran en situación excelente, co­
mo se evidencia en las variantes 1 1.
f4 Ab4+!? 12. c3 Cd3+ 13. Axd3
Txd3 14. Ce4 (14. cb Txg3) 14 ....
f5, o bien 1 l. Ad2 Cg4 12. f3 Cf2.
Sin embargo, si las blancas comien­
zan un poco más cuidadosamente con
1
l. Ae2!, pueden tener excelentes
perspectivas después de 1 l. ... Ab4+
12.
c3 Ac5 13. Ce4, o bien 1 l. ...
Cf6 12.
0-0 Ac5 13. Af4.
b) Otro método es 10. De2!? Da5+ (ó
10 .... De? 11. Ad2) 1 l. Ad2 Ab4 12.
23

0-0-0! (I 2. c3 Ae7; ó 12. Axb4
Dxb4+ 13. c3 De7 14. 0-0-0 Cf6 15.
Tel? Cd3+) 12 .... Axd2+ 13. Txd2
Ce7 14. a3 (y si 14 .... 0-0?, entonces
15. f 4
). De nuevo nos parece que lo
que aquí hace falta es demostrar que
las negras se
encuentran bien.
No obstante todo ello, en la
práctica la estrategia de las blancas
después de 6
.... Cd7 se basa normal­
mente en intentar explotar el retraso
en el desarrollo del ala de rey negra.
En el último análisis, el propósito
perseguido al llevar el caballo a f4
no era solamente eliminar el alfil de
g6 o
hacerlo sufrir mediante h4.
También es posible llevar a cabo
otro plan -sacrificar una pieza en
e6-y con las siguientes jugadas, las
blancas se proponen ponerlo en
práctica.
7. h6
8. Cf4 Ah7
9. Ac4 (21)
9. Ad3 Axd3
10. Dxd3 es más
floja. Por supuesto, las negras no
de-
berían contestar
10 .... Cgf6? 11.
Cg6!,
ni tampoco
10 .... e5 11. Cg6!;
pero obtienen
una posición promete­
dora con
10 .... e6.
21
N
Las continuacions posibles son:
a) 9
....
eS y ahora:
24
a 1)
Muy conocida es la partida
Tal-Botvinnik, Séptima del
match por el Campeonato Mun­
dial de
1960, en la cual se llegó
a
un final equilibrado:
10. De2
De7 11.
de Dxe5 12. Ae3 Ac5
13. Axc5 Dxe2+ 14.
Rxe2 Cxc5
etc.
a2) También
es muy conocida la
recomendación de Tal:
10. Cd3!
ed (10 .... Cgf6 11. de Axd3! 12
Dxd3 Da5+ 13. c3 Cxe5, o bien
13. Ad2 Dxe5+, es
una variante
bastante aceptable, pero 11. De2!
favorece a las blancas)
11.
0-0,
con ataque. De hecho, aún
cuando las negras logran prepa­
rar el enroque en la línea 11. . ..
Cgf6 12. Tel+ Ae7 13. De2 Cb6
14.
Ab3 (14. Axf7+? Rxf7 15.
De6+
Rf8 16. CeS Dd5) 14 ....
Cbd5, no es fácil que lo consi­
gan tras 12. Ch5!. Por ejemplo:
12 .... Cxh5 13. Dxh5 Df6 (ól3.
... Ag6 14.
Tel+ Ae7 15. De2)
14.
Tel+ Ae7 15. De2 Cb6 16.
Ab3 Axd3 17.
cd Td8 18. Af4!.
¡De
manera que lo más probable
es que Tal tuviera razón hace ya
veinte años!
b)
9 .... e6 y ahora:
bl)10. 0-0 Dxh4 11. Axe6 fe
12. Cxe6 Rf7 110 es peligroso
para las negras.
b2) No está clara tampoco la
si­
tuación que se alcanza después
de
10. hS Cgf6 11. 0-0 Ad6 12.
Axe6 fe 13. Cxe6 De7 14. Tel
Rf7, o bien 12. Te! 0-0 13.
Cxe6 fe 14. Txe6 Rh8 15. Txd6
Ce8
16. Te6 Ag8.
b3)
La respuesta más desagrada­
ble es
10. De2!, y si 10 .... Cgf6
entonces 11. Axe6. En otra si­
tuación, el sacrificio de alfil no
es tan peligroso: 1 O .... Ad6 11.
Axe6 fe 12. Cxe6 De7 13. Cf5
Axf5 14. Cxg7+ Rf7 15. Cxf5

Dxe2+ 16. Rxe2 Axc7 (compáre­
se con la partida Keres-Olafsson
citada en la Variante A del
Ca­
pítulo 3). Sin embargo, una
fuerte respuesta a
10: ... Ad6
puede ser 11. Cgh5!.
e) Los temores de las negras al
sacri­
ficio en e6 hicieron nacer la conti­
nuación 9 .... Cgf6
10. 0-0 Cb6 11.
Ab3
(22)
22
N
Y ahora:
el) 11. ... CbdS.
Una partida
Ravinski-Panov, Moscú 1947,
continuó así: 12. Tel Cxf4 (si
12 .... Dc7, entonces 13. Df3
0-0-0 14. Cxd5 cd 15. Af4) 13.
Axf4 e6 14. Ch5! (Las negras
empiezan a sentir dolor de cabe­
za por la situación de su rey; no
se
librarán de ellos en el resto
de la partida ... ) 14 .... Ag6 15.
Cxf6+
Dxf6 16. Dg4 Af5 (16 ....
0-0-0 17 Txe6!) 17. Dg3 0-0-0
18. Ab8 Td7 19. d5 Ac5 20. de
be 21. Ae5 Dd8 22. Df3 Db6 23.
Tadl Thd8 24. Txd7 Txd7 25.
Axg 7, con posición ganadora.
Treinta años después, en la par­
tida Kremenetski-Gutop, 1978,
las blancas
obtuvieron idéntico
resultado por un método dife­
rente: 11. ... Cbd5 12. c4 Cxf4
13. Axf4 e6 14. d5! Ad6 15.
Axd6 Dxd6 16. c5! Dxc5 17. de.
c2)
Petrosian, jugando con ne­
gras contra Ravinski (1950), de­
senterró una posibilidad intere­
sante: 11. ... Dc7 12. Tel
0-0-0!? 13. Axf7 e5 14. Ae6+
(probablemente, la posición que
surge después de 14. Ce6 Dxf7
15. Cxd8 Rxd8 16. de+ Cfd5
ofrece mejores chances a las
blancas) 14 .... Rb8 15. Cd3
Txd4 16. Ae3 Td8 17. De2 e4
18. Cc5 Axc5 19. Axc5 De5 20.
Axb6 ab 21. Ab3 Df4, con jue­
go de doble filo.
c3) En la partida Malchikov­
Guseinov, URSS 1978, las blan­
cas contestaron a 11. ... Dc7 con
12. De2. Si recordamos el co­
mentario a la jugada 12 de las
negras en la partida Ravinski­
Panov (el), veremos claramente
que 12. De2 es una jugada me­
nos enérgica que 12. Tel. Tam­
bién fue inferior la continuación
de las blancas: 12
.... Cbd5 13.
Cd3 Axd3 14. Dxd3 e6 15. c4
Cf4 16. Df3 g5 17. Ce4 Cxe4
18. Dxe4
0-0-0 19. Axf4 Dxf4!
20. Dxf4 gf 21. d5 Ac5 22.
Tadl Tdg8! con sustanciosa ven­
taja negra.
Resumamos lo expuesto: el plan
basado
en 7. h4 pone al descubierto
el
punto débil de 6 .... Cd7; al retra­
sar las negras la evacuación de su
rey al flanco, proporcionan a su
oponente considerables oportunidades
de ataque.
e
6. Cf6 (23)
Esta jugada también prepara
e5, ya que después de 7. Cf4 e5 8.
de, se
recupera el equilibrio de peo­
nes
bien mediante 8 .... Da5+, bien
mediante 8
.... Dxdl+ 9. Rxdl Cg4.
25

23
B
Pero entonces se tiene que "des­
pués de
h4 las negras estarán obliga­
das a
jugar ... h6, y las blancas po­
drán llevar su caballo a la casilla
apropiada (f4) con un tiempo de
ventaja" (Holmov). Es una idea ten­
tadora, que conduce a las blancas
por las diversas ramificaciones de la
variante Cl (que se trata más ade­
lante). Examinaremos dos posibilida­
des:
Cl
24
B
Cl 7. h4
C2 7. Cf4!
7.
8.
h4
Cf4
9. Ac4
h6
Ah1(24)
Esta jugada se encuentra más a
menudo que otras alternativas, aun-
26
que con la sólida 9 .
... e6 las negras
puedan transponer ahora a la Va­
riante A del Capítulo 3. En cuanto a
la
dudosa 9 .... Cbd7, véase la Va­
riante B de este capítulo (6 .... Cd7
7. h4 h6 8. Cf4 Ah? 9. Ac4 Cgf6).
Veamos otras posibles jugadas
de las blancas:
a) 9. c3 e6
10. Ad3 es gris y aburri­
da. Esta posición se dió por transpo­
sición
en una partida Keres-Petro­
sian, 1961, donde se llegó a unas ta­bias sin demasiada lucha: 10 ....
Axd3 11. Cxd3 Ad6 12. Df3 Cbd7
13. Af4 Axf4 14. Dxf4 Db8 15. Df3
Dd6
16.
0-0-0 Dd5 17. Dxd5 cd 18.
f4 Ce4 19. Cxe4 de 20. Ce5 Td8
1/2-1/2.
b) Ho1mov inició un juego más di­
námico contra Ebralidze, 1949: 9.
Ae3 e6 1 O. Ad3 Axd3 11. Dxd3
Cd5? (Holmov escribe que "parece
completamente natural el deseo que
muestran las negras por cambiar
tan­
tas piezas como sea posible, simplifi­
cando así sus problemas defensivos".
Nosotros preferiríamos 11. ... Ad6 o
bien 11. ...
Cbd7, puesto que es en
este preciso momento cuando los
"problemas defensivos" de
Ebralidze
empiezan a manifestarse -precisa­
mente porque pierde tiempo con los
cambios-) 12.
0-0-0 Cxf4 13. Axf4
Cd7 (como Holniov hace
notar apro­
piadamente, 13 .... Ad6 se encuentra
con la fuerte respuesta 14. Axd6
Dxd6 15. Ch5!
0-0 16. Th3 o bien
15 .... Dd5 16. Cxg7+ Rf8 17. c4 Da5
18. Cxe6+
fe 19. Th3) 14. Rb1 Cf6
15. Ae5 Db6 (las blancas conservan
la
iniciativa tanto después de 15 ....
Ad6 16. Db3 como de
15 .... Cg4 16.
De2) 16. Th3!
(en combinación con
la continuación Ce4, se abren así in­
teresante posibilidades para la torre
en la tercera fila) 16 ....
0-0-0 17.
Ce4 Ae7 18. Df3 Td5? (suicidio
ne­
gro en una posición que ya era difí-

cil -por ejemplo, 18 .... Cxe4 19. 25
Dxe4 Af6 20. Tf3!-) 19. c4 Ta5 20. N
d5! perforando las membranas ne-
gras.
9. . ..
eS
En la partida Bellón-Cámpora,
Torremolinos 1983, se jugó 9 ....
Ca6!?.
Durante mucho tiempo se ha
pensado que esta línea favorecía a
las blancas después
de
10. De2 Dxd4
11. 0-0 ó 10 .... e4 11. Ae3 Cbd7 12.
0-0-0. Pero es preciso revisar las
opiniones ya polvorientas.
10. De2 Dxd4
11. 0-0 Cbd7
O bien 11. ... b5 12. Ab3 Ac5
13. Ae3 Dd6 14. Tadl De7 15. Axc5
Dxc5 16. Cfh5!, y el rey negro se
encuentra en peligro, Spasski-Fo­
guelman, Mar del Plata 1960.
12. c3 Dd6
13. Ae3 De7
Es arriesgado jugar 13 .... ef,
puesto que después de 14. Axf4+
De7 15. Df3 el rey negro no logra
escapar: 15 .... 0-0-0? 16. Dxc6+!.
14. Cd3 e4
15. Cf4 gS
16. hg hg
17. Ch3 g4
18. CgS Ag6
Las blancas no han conseguido
nada (Kallai-Foldi, Hungría 1979).
Probablemente, evitar la Variante C2
no les compensa.
C2
7. Cf4! (25)
Ahora, tras la consabida jugada
... e5 (ya sea inmediatamente, o bien
después de 7 .... Cbd7 8. Ac4), se
llega
habitualmente a un final en el
que los
alfiles blancos constituyen un
factor poderoso.
Poderoso, pero por
supuesto no decisivo -el final es ju­
gable con negras, de modo que las
blancas no
tratan de llegar a él a to­
da costa-.
Las negras
sibilidades:
C21 7
... .
C22 7
... .
C21
7.
8.
Cxg6
tienen ahora dos po-
e5
Cbd7
eS
¿Pecan las blancas de apresura­
das al jugar así sin explotar las posi­
bilidades que tienen con la amenaza
h4-h5 (compárese con la Variante A)
... ? Veámoslo: 8. de DaS+ 9. Ad2
Dxe5+ 10. Ae2 Cbd7 (y no 10 ....
Dxb2 11. Cxg6 hg 12. Tbl; también
es posible 11. 0-0!?, como recomien­
da Espig) 11. h4. Y las negras tienen
dos posibilidades -11. ... Dxb2, y
11 .... 0-0-0 que previsiblemente se­
rán valoradas con su puesta en prác­
tica. Tampoco están las cosas más
claras después
de 9. c3 (cuando ofre­
cen el cambio de
dam·as sin haber
jugado Cxg6, las blancas tienen que
27

retirar su peón e de la casilla batida)
9
.... DxeS+
10. De2 Cbd7 11. h4
0-0-0. Por ejemplo: 12. hS Ac2 13.
Ae3 AcS!?.
Después de 8. de, una partida
Kremenetski-Bagirov, Yaroslav
Ot­
borochnii [Primera Liga de Yaroslav]
1982,
continuó de forma diferente:
8
.... Dxd1+ 9. Rxdl Cg4
10. Cxg6
hg(26).
26
B
Siguió entonces 11. Ae3 (una
decisión poco habitual. Si se ha de
creer en los libros, -¡y en los pro­
pios ojos!-el final después de 11.
Ce4 CxeS resulta atractivo para las
blancas. Por ejemplo: 12. Ae2 f6 13.
c3
Cbd7 14. Ae3
0-0-0 1S. Rc2,
Fischer-Foguelman, Buenos Aires
1960; o bien 12. Af4 Cbd7 13. c3 f6
14.
Rc2, Stein-Holmov 1964) 11. ...
Cxe3+ 12. fe Re7 13. Ac4 Cd7 14.
e6 Cb6
1S. Ab3 eS 16. a4 c4 17. Aa2
fe 18. Re2 Tc8, concluyendo la
par­
tida en tablas. Es más frecuente que
las negras tomen medidas para evitar
el final que surgiría tras
11. Ce4.
8. hg
9. de DaS+
10. Ad2 DxeS+
11. De2
(27)
Y ahora tenemos:
a)
11. ... Cbd7 12. DxeS+ CxeS 13.
28
Ac3 Ced7! 14. Ac4 Th4! 1S. Ab3
CeS 16.
0-0-0 Cxb3+ 17. ab Td8. En
esta posición, la única ambición que
resta a las blancas es conseguir las
tablas, Abashalumov-Kasparov,
URSS 1977.
27
N
b) 11. ... Dxe2+ 12. Axe2 Cbd7 13.
0-0-0 Ac5 14. f4 0-0 1S. fS gf 16.
Cxf5 Tfe8 17. Af3 g6 18. Ch6+ Rg7
19. Cg4 Cxg4
20. Axg4 CeS 21. Ae2
f6 22. h4 Cf7 23. Ad3 Ae3, etc.,
Tsheshkovski-Bagirov, URSS 1978.
¡De nuevo unas tablas!
¿Qué es lo que impide a las
blancas obtener siquiera una ventaja
mínima en este final con su pareja
de alfiles? Probablemente, ocurre
que las piezas negras están excelen­
temente situadas, y cooperan muy
bien entre sí (incidentalmente, Bagi­
rov comentó
una vez que en lugar de
14 ....
0-0 en su partida contra Cshe­
shkovski, 14
.... Rf8!? era más pro­
metedora; se reserva la columna e
para la torre de dama, mientras que
la torre de rey se encuentra activa en
la columna h de cualquier manera).
No obstante, es posible que la
impo­
tencia blanca sea resultado de no ha­
ber dispuesto sus fuerzas de modo
óptimo (por ejemplo, nos parece que
deberían haberse enrocado corto,
protegiendo celosamente el peón de
f2).

Si las blancas conservan las da­
mas sobre el tablero, jugando 11.
Ae2 (en vez
de 11. De2), habrá posi­
bilidades para ambos bandos: 11 ....
Cbd7 (11. ... Dxb2 12. Tbl es peli­
groso) 12.
0-0 Dc7 (con la idea de
contestar a 13. Ac4 con 13 .... Ce5).
C22
7.
8.
Ac4
Cbd7
eS (28)
Demorar ... e5 una jugada no
introduce nada decisivamente nove­
doso en el juego. Lo único a destacar
es que ya está decidida la situación
del alfil blanco.
28
B
Veamos algunos ejemplos toma­
dos de la práctica:
a)
9. de Da5+, y ahora:
al) La partida Keres-Kasparian,
Campeonato de la
URSS, 1952,
siguió un curioso derrotero: 10.
Ad2 Dxe5+ 11. Cge2 Ac5 12.
0-0 0-0-0 13. Cg3 Dd4 14. Ad3
The8 15. b4 Axb4 16. c3 Axc3
17. Cge2 Axal 18 Cxd4 Axd4
19. Dc2. Citamos el libro del
torneo: "Se ha llegado a una po­
sición excepcionalmente intere­
sante. Extrañamente, Kasparian
ofreció tablas en este momento,
y Keres las aceptó". Indicando
que 14 .... Ce5! le habría pro-
porcionado ventaja a las negras,
el mismo libro
recomienda a las
blancas
jugar la línea (b) citada
más abajo.
a2) En la partida
Panchenko­
Guselnov, URSS 1979, las blan­
cas jugaron 1 O. c3 Dxe5+ 12.
De2 Dxe2+ 12.
Rxe2, y obtuvie­
ron éxito -¡por una vez!-: 12 ....
Ce5 13.
Cxg6 hg 14. Ab3 Ac5
15. Af4 Ced7 16. Rf3 Rf8 17.
h3 a5 18. a4
Ae7 19. Tad1 Cc5
20. Ac2 Cd5 21. Ac1 Cb6 22.
The1 Cbxa4 23. Axa4 Cxa4 24.
Td7, y las negras se encuentran
en una posición muy difícil. El
fracaso de 16 .... Rf8?! es evi­
dente. Pero incluso antes de esa
jugada las maniobras del negro
carecieron de precisión. Una lí­
nea más acorde con el espíritu
de 12 .... Ce5 sería 14 .... Td8,
pero siendo esta jugada dudosa
(por 15. Ae3), las negras debe­
rían haber desarrollado su alfil
en la jugada 12 -con 12 ....
Ac5-. Ahora no sirve 13. h4
(por ejemplo, 13 .... Ce5 14.
Ab3 Td8 15. Td1 Txd1 16.
Axdl Ce4), mientras que tras
13. Cxg6 hg las blancas tendrían
dos tiempos menos que en la
partida real (Ab3 y Af4).
b) 9. Cxg6 hg 10. de Da5+ 11. Ad2
Dxe5+ lleva a otra posición familiar.
Después de 12 .... Dxe2+ 13. Axe2,
las negras tienen simplemente un
tiempo de ventaja respecto a la par­
tida Tsheshkovski-Bagirov; si se jue­
ga 13. Rxe2, existe la interesante
respuesta 13 .... Th4!? (14. Ab3 Cc5,
o
bien 14. f4 Ad6).
e) Contra
Portisch (en Tilburg 1978),
Ljubojevié escogió un plan que po­
dría parecer completamente inofensi­
vo: 9. De2 De7 10. de Dxe5 11. Ae3
Axb4+ 12. c3 Ac5 13. Axc5 Dxe2+
14. Axe2 Cxc5 15. 0-0-0 (29), pero
29

la posición resultó no ser tan senci­
lla.
29
N
Después de 15 .... Td8 16. f3!
(esta jugada, privando a los caballos
negros de la casilla e4, sería
también
la respuesta a 15 . ...
0-0) 16 ....
30
Txdl+ 17. Txdl Re7 18. Tel Rd7
19. h4 h6 20. Cxg6, las blancas ob­
tuvieron un final mejor.
¿No podrían las negras haber
aprovechado la casilla e4 antes? Ni
15 .... Cce4 16. Cxg6 hg 17. Cxe4
Cxe4 18. Af3 Cg5 (18 .... Cxf2? 19.
Thel Rf8 20. Td2), ni tampoco 18.
Thel Rf8 19. Ac4 Cf6 parecen pro­
porcionar nada tangible a las blancas.
La entera controversia acerca de
la línea 6. Cle2 se reduce a dilucidar
si las blancas tienen
ventaja en el fi­
nal (véanse las partidas Csheshkovs­
ki-Bagirov, Panchenko-Guseinov y
Ljubojevié-Portisch). Con todo, no
debemos olvidar que existe -en la
Variante A-otra posición preñada
de problemas-6 .... e6 7. Cf4 Ad6
8. Cxg6 hg 9. Ce4.

RESUMEN
6 h4 h6 7 lüh3 e5
(lüf6!-cf. 6 lüle2)
6 lüh3 e5
lüd7
( lüf6! - e f. 6 lb le2)
6 lüle2 h6
e5
e6 7 lbf4 lüf6
'ti'h4
~d6
lüd7 7 lüf4 e5
7 h4
h6 8
lüf4 ~h7 9 ~c4 e5
lüf6 7 h4 .h6 8 lüf4 ~h7 9 c3
9 ~e3
e6
lügf6
±
±
;t
±
±
;t
;t
Voo
,Í/oo
;1;
;1;
;t
9 ~c4 e5 oo
7 lüf4 e5 8 de 't!Yxdl+
'itaS+
8 lüxg6
lübd7 8 ~c4 e5 9 de
9 lüxg6
9 'ti'e2
( lübd7-cf. 6 ... lüd7)
(e6! -cf 6 ~c4)
;1;
=loo
=loo
31

CAP[TULO 3
6. Ac4
l. e4
2. d4
3.
Cc3
4. Cxe4
5. Cg3
6. Ac4
7. Cle2
30
B
c6
d5
de
Af5
Ag6
e6
Cf6 (30)
Los Capítulos 2 y 3 tienen un
elemento en común: el caballo de rey
blanco sigue
en ambos la misma ruta.
Igualmente es
cierto que en el capí­
tulo previo el alfil blanco se desarro­
llaba frecuentemente por c4.
Desarrollando su alfil
en primer
lugar, las blancas impiden los planes
negros basados
en
000 e5 (6. 000 Cd7 7.
Cle2 e5 8. 0-0 resulta arriesgado pa­
ra las negras). Sus propios planes si­
guen siengo en esencia los mismos
-tienen sacrificios en e6 en la Va­
riante A (8. h4 h6 9. Cf4), así como
esperanzas
de conservar la pareja de
alfiles (suplementadas por la amenaza
de h4-h5) en la Variante B, con 8. Cf4-.
Las jugadas 8. 000 0-0 Ad6 9. f4
(Variante C) introducen un nuevo
elemento, con la intención de asaltar
violentamente el ala de rey negra
después de f5.
7. 000 Ad6 en el movimiento an­
terior, como jugó Petrosian contra
Simagin, URSS 1956, pretende servir
de antídoto contra el plan menciona­
do. Se puede continuar de dos mane­
ras diferentes:
a) 8. 0-0 Cd7 (31)
31
B
Y ahora:
al) Contra 9. f4 Petrosian había
preparado 9. 000 Ce7, y en vista
de que f5 es imposible, las blan­
cas quedan en una posición es­
tratégicamente sospechosa, con
casillas débiles y poca movilidad
para sus piezas.
a2) Simagin jUgo 9. Ab3, la cual
se
encontró de cualquier modo
con la respuesta 9.
000 Ce7 (aun­
que 9 .... Cgf6 10. f4, que lleva
a
posiciones de la Variante
C,
debería ser del agrado de las ne­
gras, interponiendo las jugadas
000 Cd7 y Ab3). La partida me­
rece una cita más completa: 10.
Cf4 Dc7 11. Df3 Cf6 12. Tel
0-0-0!? 13. c3 Rb8 14. a4 h5!
15. Cxg6 Cxg6 16. Ac2 Cf4?! (es
mejor 15 .... h4 17. Cfl Cf4,
con buenas chances en el ala de
rey) 17. h4! C4d5 18. Ce4 Cxe4
33

19. Axe4 Cf6 20. Ac2 Cg4 21.
g3
The8 22. a5 e5?! (22 .... a6!)
23. Ag5!
f6 24. Ad2 ed 25. cd
Txel+ 26. Txel c5 27. a6!, y la
posición del rey negro se volvió
insegura. No obstante, a pesar
del eventual éxito de las blancas,
está claro que la jugada 9. Ab3
no es excesiv amente fuerte.
a3) 9. Cf4 es más activa, y más
fuerte -en vista de que después
de 9 .... Dc7 el sacrificio de pie­
za
10. Axe6! fe (o bien 10 ....
Axf4 11. Axd7+ Rxd7 12. Dg4+)
Jl. Cxe6 Dc8 12. Cf5! Axf5 13.
Cxg7+
Rd8 14. Cxf5 le propor­
cionó a las blancas ventaja evi­
dente en la partida Simagin­
Goldberg, URSS 1861. El sacri­
ficio Axe6 también resulta po­
deroso contra 9 .... Cgf6. Por el
contrario, 9 .... Cb6
10. Ab3 (no
10. Axe6? Axf4) JI. ... Cf6 está
menos claro.
b) La respuesta principal es 8. h4!
h6 9. Cf4 Axf4 (como 9 .... Ah7
10.
Cgh5 resulta desfavorable para las
negras, tienen que cambiar su alfil
por el caballo, y confiar en la solidez
de su posición) 10. Axf4 Cf6 ( 32).
32
B
34
Entonces puede seguir:
bl) 11. Dd2 Cbd7 12. 0-0-0
Cd5 (las negras logran eliminar
uno de los alfiles blancos) 13.
Tdel C7b6 14. Ab3 Cxf4 15.
Dxf4 Cd5 16. De5 0-0 17. Ce4
Db8 18. C d6 Td8 19. Cc4 Cb6
20. Dxb8 Taxb8, y las negras
aseguraron unas tablas en la
partida Tal-Botvinnik, decimo­
quinta del match de 1960.
b2) 11. c3 Cbd7 12. De2 Cb6
13. Ab3 a5 14. h5 Ah7 15. 0-0
0-0 16. Tfel a4 17. Adl Cbd5
18. Ad2 b5 19. Tcl Db6 20. b3
ab 21. Axb3 Tfc8 22. c4 be 23.
Txc4 Ce8 1/ 2-1/2, Matanovic­
Darga, Bled 1961.
En esta par ti­
da no hay evidencia de ventaja
blanca alguna.
b3)
En la EdA se cita como mo­
delo la partida Geller-Bagirov
del XXVII Campeonato de la
URSS,
1960: 11. hS Ah7 12.
De2 Cbd7 (aceptar el sacrificio
de peón es peligroso) 13. 0-0-0
Cd5 14 .. Ad2 C7f6 15. Ad3
Axd3 16. Dxd3 Dc7 17. Rbl
0-0-0 18. Th4 De7 19. c4. Esta
posición se evalúa con un signo
±, a pesar de lo cual vale la pena
que citemos el comentario que
hizo Bagirov: "Conseguí las ta­
blas fácilmente ... ".
Conseguir una posición inferior
-aunque sólida-es un dudoso lo­
gro, lo cual justifica la elección de 7 .
...
Cf6. A partir de la posición del
Diagrama
30, las blancas tienen tres
posibilidades:
A 8. h4
B 8.
Cf4
e 8. o-o
A
8. h4 (33)
8. h6
En la partida Spasski-Foguel­
man, Interzonal de Amsterdam,

1964, las negras jugaron con origina­
lidad: 8 .... h5 9. Cxh5 Axh5 10. f3
h6 1
l. Cf4 Ad6, pero la réplica de
las
blancas fue poderosa: 12. De2!
Axf4 13. Axf4 Cd7 14. g4
.i\g6 15.
0-0-0 Df6 16 Ad6 0-0-0 17. A b3 h5
18. De3! Thg8
19. d5!.
33
N
34
B
9. Cf4 Ah7 (34)
La única diferencia entre esta
posición y la ya examinada en el Ca­
pítulo 2 (Variante 2) estriba en la
disposición de los caballos negros.
En
la posición citada, había un caballo
en d7, el cual se
encuentra ahora en
f6.
Pero esta diferencia es muy im­
portante puesto que en primer lugar,
las negras
preparan el enroque más
fácilmente, y en segundo lugar, las
posibilidades blancas de sacrificar
con éxito en e6 se ven reducidas (el
motivo táctico de
jugar Axe6, y res­
ponder a ... Axf4 con Axd7+ ya no
es realizable). 10. 0-0
El enroque corto parece estar en
completo desacuerdo con la jugada
h4; sin embargo, resulta una prepa­
ración para el juego agudo que se­
guirá a un sacrificio de pieza en e6,
y
en una partida de este tipo la posi­
ción del peón
h es un detalle sin im­
portancia.
Existen las siguientes alternati­
vas:
a) La partida Ciocaltea-Botvinnik,
Te! Aviv 1964, se desarrolló así:
10.
Ab3 Ad6 11. Cfh5 Tg8! (despuésde
11. ... 0-0 no está claro cuán serias
son las
oportunidades de ataque de
que gozan las blancas; compárese
es­
to con la partida Santurian-Makogo­
nov, en la subvariante b2 citada más
adelante.
La línea escogida por Bot­
vinnik demuestra que el enroque lar­
go es de mayor confianza) 12. Af4
Axf4 13. Cxf4 Cbd7 14. Dd2 Dc7
15.
0-0-0 0-0-0 16. Cd3 c5 17. Df4
cd 18. Dxd4 Cb6 19. Df4 (19. De3
Cg4 20. De2 Cxf2!) 19 .... Axd3 20.
Dxc7+ Rxc7 21. Txd3 Txd3 22. cd
Td8, con ventaja posicional para las
negras en el final.
La jugada natural 10 .... d6 es la mejor, cualquiera que
sea la jugada blanca: 10. 0-0, 10.
Ab3, 10. c3 ó 10. De2. No obstante,
las negras eligen
una respuesta dife­
rente
en el ejemplo siguiente:
b)
10. c3, y ahora:
bl) En la partida Aronin-Kas­
parian, Sochi 1952, se siguió 10.
... Cbd7. Esto recuerda una po­
sición de la Variante B del Ca­
pítulo 2, aunque por supuesto el
tiempo desperdiciado por las
35

blancas en la jugada 10. c3, que
no participa en el ataque, alivia
la tarea de las negras.
La partida
es digna de atención por la ma­
gistral manera en que Kasparian
llevó a cabo esta tarea: 11. De2
De7!? (11. ... Ad6 también es
posible, transponiendo a la
sub­
variante c2 estudiada más ade­
lante) 12, 0-0?! (lo correcto era
12. Ae3, continuando con el en­
roque largo) 12 .... g5! 13. hg hg
14. Ch3 g4 15. Cg5 Ag6 16. f4
gf 17. Dxf3 Ah6 18. Af4 Cd5
(las negras se han apoderado de
la iniciativa con firmeza, y aho­
ra evitan prudentemente la cela­
da 18 ....
0-0-0 19. Dxc6+) 19.
Axd5 Axg5 20. Ae4 Th4! 21.
Axg5 Dxg5 22. Axg6 Dxg6 23.
Tael 0-0-0, y el ataque contra
el rey blanco concluyó con éxi­
to.
b2) Una partida Santurian-Ma­
kogonov, URSS 1948, en la que
se
jugó
10 .... Ad6, terminó con
la derrota de las negras, pero no
resulta convincente: 11. Cfh5
0-0 12. Ag5 Ae7 13. Axf6 Axf6
14. Dg4 Rh8 15. Ce4 Axe4 16.
Dxe4 Cd7 17. Ad3 g6 18. g4
Da5 19. Cf4 Tfe8 20. Cxg6+ fg
21. Dxg6 Te7 22. 0-0-0 Dc7 23.
g5 Df4+ 24.
Rbl Tf8 25. Dxh6+
Rg8 26.
Thgl Tg7 27. Ah7+.
e) Keres describe la continuación
10.
De2 como "fuerte y elástica". ¿Lo es
realmente? Tras 10 .... d6, hay dos
posibilidades:
36
el) La partida Tal-Botvinnik,
quinta del match de
1960, en la
cual creemos que se jugó 10.
De2 por primera vez, pronto
evolucionó favorablemente para
las negras: 11. Ae3 (11. Axe6?
O-O!) 11. ... Cbd7 12. Cgh5 Cxh5
13. Cxh5 Tg8! ("después
de esta
partida, la defensa del peón de
35
N
g7 por tales medios se convirtió
en
habitual en la presente situa­
ción. Las negras no temen enro­
carse largo, puesto que las blan­
cas sólo pueden enrocarse en el
mismo flanco"
-Botvinnik-) 14.
g4 Dc7 15. g5 Ag6! 16.
0-0-0
(16. gh? Da5+) 16 .... 0-0-0 17.
Cg3 hg 18. Axg5 Af4+ 19. Axf4
("tras 19. Rbl Axg5 20. hg, el
peón de g5 quedaría debilitado"
-Botvinnik-) 19 .... Axf4+ 20.
De3 Dh6! 21. Ad3 Axd3 22.
Txd3 Cb6 23. Dxh6 gh, y las
blancas
tendrán que luchar por
las tablas.
c2)
Una partida Keres-Olafsson,
Bled, 1961, vio lo que K eres
denominó "un experimento nue­
vo y afortunado": 11. c3 (35).
Veremos dos posibilidades:
Olafsson Jugó:
11
.••• Cbd7, y la
partida continuó así: 12. Axe6! (este
sacrificio es "sin duda correcto, y
conduce casi necesariamente a
un fi­
nal con alfil y tres peones contra dos
caballos. Esta distribución
de fuerzas
es
sumamente infrecuente, pero son
las
blancas quienes tienen mejores
perspectivas" -Keres-) 12 .... fe 13.
Cxe6 De7 14. Cf5!
Axf5 15. Cxg7+
Rf7 16. Cxf5 Dxe2+ 1 7. Rxe2 Re6?
("las
negras tendrían una posición
perfectamente aceptable si lograran

jugar ... h5, lo c1,1al evitaría que las
blancas fijaran la debilidad en h6.
Con este objetivo, deberían haber
jugado 17 .... Af8!. En caso de 18.
h5, las negras
habrían aliviado consi­
derablemente su posición median te
18 .
... Re6 19. Ch4 Tg8 20. Cg6
Ad6! 21. Axh6 Cxh5 22. Txh5
Txg6"
-Keres-) 18. Cxd6 Rxd6 19. Af4+
Re6 20. h5!. Ahora es evidente la
ventaja blanca, y Keres obtuvo la
victoria después de que su oponente
cometiera algunos errores más.
De forma que el experimento
fue afortunado. No obstante, como
escribió el mismo Keres "una vez
que las blancas hubieron abierto la
diagonal h 7-b 1 con c3, el enroque
largo resultaba arriesgado. Consi­
guientemente, las negras podrían ha­
ber jugado 11. ... 0-0!, tras lo cual,
dudo si las blancas
habrían tenido la
más remota posibilidad de organizar
un ataque
con éxito".
Veinte años después, en la par­
tida Hebert-Vranesic, Zonal de
Montreal, 1981, las negras siguieron
este consejo: 11. ...
0-0! 12. Cd3
Cbd7 13. Ce5 Dc7 14. Cxd7 Dxd7
15. Th3 e5 16. de Axe5 17. Ae3
Tfe8, obteniendo la iniciativa.
Concluido así el estudio de las
alternativas que existen a 10. 0-0,
regresemos a la línea principal de es­
ta variante.
10. Ad6
No vale la pena jugar 10 .... Cd5
a
causa de 11. Axd5 (otra fuerte res­
puesta es 11. Dg4 Cf6 12. De2, o
bien 11 .... Cd7 12. Axd5 cd 13.
Cxd5 ed
14. Tel+ Ae7 15. Dxg7) 11.
...
cd 12. Dh5, con la amenaza de
Cxe6, difícil de evitar. Por ejemplo:
12 .... Df6 13. Tel Rd8 14 Cxd5! ed
15.
Dxd5+ Cd7 (o bien 15 .... Rc7
16. Ch5) 16. Ad2 Tb8 17. Ch5 Dc6?
18. Aa5+
1-0 Hjorth-Tempone,
Campeonato Mundial Juvenil 1982.
11. Cxe6
Si las negras logran. enrocarse,
con seguridad tendrán una ventaja
evidente debido al peón h4. A pesar
de ellos, en la
partida Bellón-Seira­
wan, Las Palmas 1981, las blancas
permitieron inexplicablemente que
esto ocurriera: 11. Cgh5
0-0 12. Tel
Te8 13. c3 Cbd7 14. Ad2 e5 15. Db3
Tf8 16. de Cxe5 17. Tadl Cxh5 18.
Cxh5 Dxh4 19. Af4 Cxc4 20. Dxc4
Ab8 21. Db4 c5 (21 .... Dxh5? 22.
Dxf8+) 22. Dxc5
Axf4 23. g3 Axg3,
y las negras
tienen un peón de ven­
taja.
36
N
11. fe
12. Axe6 (36)
Esta posición, que se presentó
por primera vez en la partida Tal­
Botvinnik, novena del match de
1960, ha seguido siendo motivo de
controversias desde entonces. En
particular, las negras no han podido
decidir cuál es la mejor jugada en
este preciso momento. Veremos cua­
tro alternativas:
a) La partida Barczay-Schenider,
Campeonato de Hungría, 1977, con­
tinuó: 12 .... Re7 13. Tel Te8 14.
Axh6 Rf8 15. Ch5 gh 16. Df3, y ...
37

¡las negras abandonaron!Esta minia­
tura da lugar a una multitud de pre­
guntas. ¿Por qué no 14 .... gh ... ? En­
tonces ni 15. Dd2, ni 15 Df3, ni
tampoco 15. Ch5 dan ataque sufi­
ciente. ¿Por qué no 14. Ch5 (con las
mismas intenciones que en
la parti­
da)? Y la pregunta principal es: ¿por
qué no la obvia 14. Ac8+ Rf8 15.
Axb7 ... ?
En la variante 15 .... Axg3
16. fg Axc2 17. Txe8+ Dxe8 18.
Dxc2 Del+ las negras dan mate; aho­
ra bien, las blancas obtienen ventaja
después de 18. Dd2, al igual que en
caso de producirse la transposición
15 .... Axc2 16. Txe8+ Dxe8 17.
Dxc2 Axg3
18. Ae3!.
b)
Una línea más sólida es 12 ....
Axg3
13. fg De7 14. Te1 Ae4, como
se
jugó en la partida Biriescu-Rooze,
1980. Siguió entonces: 15. Af5 Axf5
(15
.... Cbd7 es dudosa a causa de
16. g4, pero
15 ....
0-0 es perfecta­
mente jugable. Por ejemplo, 16.
Axh6 gh 17. Axe4 Cxe4 18. Dg4+
Dg7 19. Txe4 Cd7 y las negras tie­
nen mejores chances; también es po­
sible 16. g4! Df7! 17. Axe4 Cxe4 18.
Txe4 Df2+ 19. Rh2 Dxh4+ 20. Rg1
Df2+ con tablas, o bien -si las ne­
gras lo desean-juego incierto tras
21.
Rh2 Cd7!? 22. Ae3) 16. Txe7+
Rxe7. Aunque Rooze perdió esta
partida (17. Del+ Rf7 18. Db4 b6
19. Ad2 Cbd7
20. Tfl Ae6 21. g4 a5
22. Dd6 Axg4 23. Dxc6 Tac8 24.
Db5 The8 25. Db3+
Rf8 26. Tf4 Te4
27.
c4 Tce8 28 c5 be 29. Txe4 Txe4
30. de a4 31. Dd3 Rf7 32. c6 Ce5
33. Db5 Te2 34. Ac3 Cg6 35. Dc4+
Rf8 36. Axf6), está claro que cual­
quier otro resultado también hubiera
sido posible.
e)
En la citada partida Ta1-Botvin­
nik, las negras prepararon el enroque
largo sin preocuparse por el jaque
descubierto: 12 .... Dc7 13. Te1
Cbd7. Esto obligo a las blancas a ju-
38
gar 14. Ag8+
Rf8 15. Axh7 Txh7 16.
Cf5. Siguió entonces: 16 .... g6!? ("las
negras consienten la igualdad
mate­
rial -una pieza por tres peones­
pero completan rápidamente su mo­
vilización. Sus piezas estarán operan­
do en armonía ahora" -Botvinnik-)
17. Axh6+ Rg8 18. Cxd6 Dxd6 19.
Ag5 (en opinión de Tal,
19. Dd2 Te7
20. Af4 era más fuerte) 19 .... Te7
("el cambio de torres
reduce el po­
tencial ofensivo de las piezas blan­
cas.
Una característica esencial de la
posición
es que las blancas no cuen­
tan aún con un solo peón pasado. Si
intentan hacer alguno mediante
20.
Txe7 Dxe7 21 h5, entonces las ne­
gras contarán con atrayentes oportu­
nidades tanto en el final que surge
después de 21. ... gh 22. Dxh5 Cxh5
23. Axe7
Cf4 como en la línea de
ataque 21 .... Rg7 22. hg Th8" -Bot­
vinnik-)
20. Dd3 Rg7 21. Dg3?
Txel+ 22. Txe1 Dxg3 23. fg Tf8!, y
Botvinnik ganó el final.
Dieciocho años después, la pos

ción del Diagrama 36 se volvió a
presentar
en una partida de Tal. En
esta ocasión su adversario era Vukic
(Bugojno 1978).
Contra 12 .... Dc7,
las blancas
jugaron 13. Ch5 Tf8 14.
c4 (M. Kondratiev da la posibilidad
14.
f4 Ag6
Í5. Cxf6+ Txf6 16. f5
Af7 17. Ag5 hg 18. hg Txe6 19. fe
Axe6 20. Dh5+ Rd7 21. Tae1, o bien
19 .... Ag6 20. Df3 De7 21. Dh3 Rd8
22.
c4, y valora con optimismo las
posibilidades de las blancas;
proba­
blemente este análisis sea cuestiona­
ble)
14 .... Ag6 15. Cg3 Cbd7 16. c5
Axg3 17. fg Cd5 18.
Tel
0-0-0 19.
Dg4 Af7 20. Axd5 Axd5 21. Af4
(este alfil constituye la última espe­
ranza de las blancas) 21. ... h5 22.
Dg5 (22.
Dxh5 sería respondida por
22
.... Txf4) 22 .... Da5, y las posibi­
lidades de las blancas son de
natura­
leza puramente práctica.

d) 12 .... Cbd7 13. Tel Dc7. Botvin­
nik llegó a recomendar esto como un
camino para evitar 12 .... Dc7 13.
ChS Tf8 14. f4, lo cual solía consi­
derarse fuerte para las blancas
-aunque contra Vukic, como hemos
visto, Tal eligió
un camino diferen­
te-.
Posibilidades de naturaleza prác­
tica: ésta probablemente sea la valo­
ración más
verdadera de las oportu­
nidades que las blancas obtienen en
la variante 8. h4.
Objetivamente, las
posibilidades de las negras son al
menos iguales.
B
37
N
8.
Cf4(37)
Tenernos aquí una posición del
Capítulo 2 (Variante A), con la dife­
rencia de que en vez de la muy po­
derosa h4 (tras 6. Cle2 e6 7. Cf4
Cf6) las blancas han jugado Ac4. La
amenaza de 9. h4 todavía está pre­
sente, pero las negras han ganado un
tiempo importante.
8. Ad6
Produjo buena impresión la
puesta en práctica de la siguiente lí­
nea: 8 .... CdS 9. Cxg6 hg 10. Ab3
Cd7 11. Ad2 Dh4 12. c3 Ad6 13.
Df3 C7f6 14. Ce2 (o bien 14. 0-0-0
Af4) 14 .... De4 lS. Dxe4 Cxe4 16.
Acl 0-0-0 17. Ac2 Cef6 18. h3 eS
19. de AxeS, Polugaievski-Osnos,
URSS 196S.
Criticando lo premioso del juego
blanco (10.
b3, 11.
d2); Boleslavski
recomendaba adoptar
una disposición
agresiva
mediante
10. Ce4! Dh4 11.
De2 Ae7 (11. ... Cf6 12. Cg5 Dxd4?
13. Cxf7) 12. Ad2 Cd 7 13. 0-0-0
C7f6 14. CgS, donde las blancas tie­
nen mejores chances.
9. Ab3
Todo esto nos resulta familiar
del capítulo previo; en caso de 9. h4,
las negras
están listas para atacar el
caballo de f4 (9 .... Dc7), mientras
que las blancas defienden su peón e
para
poder responder a 9 .... Dc7 con
10. Df3.
Posibles alternativas:
a)
En la partida Tal-Botvinnik, déci­
moséptirna del match, 1960, las
blancas jugaron 9.
Cxg6 hg 10. AgS
Cbd7 1 l. 0-0 Da5. Corno Tal ha es­
crito, "las blancas no han sacado un
átomo de
ventaja en la apertura.
Pe­
ro todavía podrían haber encaminado
la
partida hacia unas tablas con 12.
Dd2. No
tienen muchas elecciones;
cualquier retirada del alfil de gS es
inconsistente, el camino en f6 está
completamente vacío de sentido po­
sicional, la defensa con 12. Del es
pasiva, y la jugada 12. f4 es mala,
sencillamente ...
". Sin embargo, jugó
precisamente 12. f4, y después de
12 .... 0-0-0 13. a3 Dc7 14. b4 Cb6
lS. Ae2 Ae7 (amenazando 16 .... eS
17. be Txd4, o bien 16 .... TfdS), se
llegó a
una posición que justifica su
valoración de la duodécima jugada
blanca.
b)
En la segunda partida del match
de revancha de 1961, Tal jugó 9.
0-0(38).
39

Y Botvinnik encontró una fuerte
respuesta: 9 .... Cd5! (después de 9 .
... Dc7 10. Df3 Axc2, las negras su­
fren un peligroso retraso en su desa­
rrollo; las blancas
pueden jugar, por
ejemplo, 11. Cfh5 Cxh5 12. Cxh5 0-0 13. Ah6). Esto incita a las blan­
cas a cambiar en g6, tras lo cual las
negras
tendrían posibilidades de ex­
plotar la columna h. Después de
10.
Cgh5 0-0 11. Ab3 Cd7 12. Cxg6 hg
13. Cg3 Dh4
14. Dd3 Tad8, las ne­
gras obtuvieron una partida cómoda.
38
N
pal.
Regresamos a la variante
princi-
9. ... Dc7
Otras posibilidades:
a)
En este momento, 9 .... Cd5 care­
ce de efectividad, como demostró
una partida Krochnoi-Petrosian, Es­
tocolmo 1962:
10. Cxg6 hg 11. Ce4!
Ae7 12. 0-0 Cd7 13. c4 C5f6 14.
Cg5! Ch7 15. Cf3 Dc7
16. g3 c5 (si
16
....
0-0-0, Boleslavski aconsejaba
17. De2 The8 18.
Af4 Ad6 19. Ae3!,
amenazando
20. eS ó 20. d5) 17. d5
e5 18. Aa4, con sustanciosa
ventaja
blanca. Esta partida saca a la luz al­
gunos su ti les detalles relacionados
con el cambio en g6; la columna h es
importante, a pesar de lo cual las
40
negras han de estar perfectamente
dispuestas para enfrentarse a Cg3-
Ce4 -maniobra que activa la peor
pieza blanca-.
b) Es interesante comparar el ejem­
plo anterior con la partida Jansa-Ba­
girov, 1966: 9 .... Cbd7 10. Df3
(contra 10. 0-0 las negras jugarían
1 O .... Cd5! de cualquier modo,
mientras que 10. h4 Dc7 11. Df3 re­
sulta ser una transposición a una lí­
nea dada más abajo, en la Nota (a) a
la undécima jugada blanca) 10 .... a5
11. a4 Cd5 12. Cxg6 hg 12. Ce4
C7f6!. Bagirov no desperdicia tiempo
en
retirar su alfil, puesto que si 14.
Cxd6+
Dxd6 gana un peón (siendo
una de sus amenazas 15 .... Db4+ ).
J ansa sacrificó el peón, obteniendo
alguna compensación después de 15.
Ad2 Txh2 16.
0-0-0 Txhl 17. Txhl
Re7.
39
N
10. Df3 Cbd7
11. 0-0(39)
Es preciso descartar ahora 11.
h4, que
era la principal amenaza, a
causa de la réplica
11. ... e5, con las
siguientes variantes:
a) 12. de Cxe5
13. De2
0-0-0 14. h5
Ceg4 15. hg hg 16. Txh8 Txh8,
y las
blancas tienen dificultades
para de­
fenderse (17. Df3 Ch2, o bien 17.
Dc4 Db6 18. Cd3 Cxf2 19. Cxf2

Axg3).
b) 12. Cxg6 hg 13. Ae3 0-0-0 14.
0-0-0 (14. Axf7? ed lS. Axd4 CeS)
14
.... ed lS. Axd4 CeS con buena
partida.
Después
de 11. Ae3, las negras
no encontraban problemas
en la par­
tida Kupreichik-Chandler, Hastings
1981-2: 11. ...
0-0-0 12. 0-0-0 eS
13. Cxg6 hg 14. de AxcS IS. Rbl
AeS 16. h3 aS 17. AxcS DxcS 18.
Ce4 Cxe4 19. Dxe4
Td4 etc.
La jugada 11.
0-0 era la predi­
lecta de Simagin, quien ganó con ella
dos partidas
por correspondencia.
En ambas ocasiones, sus opo­
nentes continuaron así:
11.
e5
12. Cxg6 hg
Y ahora:
a) La partida por correspondencia
Simagin-Holetschek, 1964, continuó
13. h3!? (después de 13. Te!
0-0-0
14. Axf7 ed lS. Axg6 CeS 16. AfS+
Rb8 17. Ddl g6 18. Ah3 CdS las
blancas están
en situación peligrosa,
Kotkov-Antoshin, 1963) 13 ....
0-0-0
(si 13 .... ed, entonces resulta desa­
gradable 14. De2+) 14. c3 Tdf8 lS.
Ae3 Th4 16. AgS e4 17. De2 Thh8
18. Tael (las negras tienen una fuer­
te iniciativa denspués de 18. Cxe4
Ah2+ 19. Rhl Te8 20. f3 ChS)l8 ....
Ch7
(La idea de Holetschek será re­
futada, pero 18 .... Axg3 19. fg tam­
bién es mala. Evidentemente, el
error principal es anterior a esto) 19.
Cxe4! Ah2+
20. Rhl fS 21. Ae7
Te8? (21. ... fe 22. Axf8 Chxf8 23.
Dxe4 favorecería a las blancas, pero
las negras no estarían perdidas
toda­
vía) 22. CeS CgS 23.
AxgSJ? (tras 23.
Ae6 Cxe6 24. Dxe6, o bien 23 ....
Txe7 24. Axd7+ Txd7 2S. Cxd7
Dxd7 26. Rxh2 f4 27. Rgl!, las
blancas ganan de una manera bastan-
te sencilla. No obstante,
un comenta­
rista ha mantenido que contra 23.
Ae6 Holetschek había preparado "va­
riantes ganadoras que comenzaban
por 23 .... Cxh3". Hemos podido ve­
rificar que después de
24. Axd7+
Dxd7 2S. Cxd7 Cf4! las blancas no
pueden evitar ... !el jaque perpetuo!
Pero 2S. gh Dd5+ 26. Rxh2 Txe7 27.
Dd3!, o bien inmediatamente 24. gh,
no le darían a las negras
ni siquiera
esa oportunidad) 23 .... Txe2 24.
Txe2 Cxc5 25. de Ae5 26. g3! (la
clave de la idea original de Simagin;
a la próxima
jugada, Tfel obligará al
alfil
de e5 a retirarse. Tras ello, los
alfiles blancos
crearán desde e6 y f4
amenazas
irresistibles. La situación
es tan grave que las negras deberían
haber devuelto la dama en la última
jugada -25 .... Af4 26. Te7 Axg5-
con algunas oportunidades de enta­
blar) 26 .... b6 (con 26 .... Axg3 27.
fg Txh3+ 28. Th2 nada varía) 27.
Tfel Af6 28. Af4 Dd8 29. Te6, y las
blancas ganaron. En nuestra opinión,
en lugar de 15 .... Th4 seguido de
16
.... e4, las negras deberían haber
jugado 15 .... e5 16 Axd4 Ce5, o
bien 16.
cd Cb6. Con la vista puesta
en este plan, también sería mejor
que situaran su rey en el flanco
opuesto -13 ....
0-0-.
b) En una partida por corresponden­
cia contra Dubinin, 1966, Simagin
escogió 13. c3, y después de 13 ....
c5!? (13
....
0-0) 14. Ag5 0-0 15. de
Axc5 16.
Tadl Dc6 17. Dxc6 be 18.
Tfel a5 19. Ce4 Aa7
20. Axf6 Cxf6
21. Cxf6+
gf 22. Td7, obtuvo un fi­
nal claramente superior (¡el alfil de
b3 es
muy poderoso!).
El alfil de rey de las blancas re­
presentó un papel principal en estas
dos
partidas, y no podemos evitar
preguntarnos por qué era necesario
(en la posición del Diagrama 39)
am­
pliar la diagonal de este alfil con 11.
41

... e5. Mientras que el contragolpe
11 .... e5 es una respuesta natural a
11. h4, parece más adecuado
contes­
tar a 11.
0-0 con 11. ... 0-0 (12. h4
e5!) o
bien con 11.
0-0-0 (seguida
quizás por ... c5).
Por último, antes de acabar con
la variante 8. Cf4, recordemos la
partida Jansa-Bagirov. Podría muy
bien ser que el orden de jugadas se­
guido en esa partida (9 .... Cbd7)
fuera el más preciso.
e
8. 0-0 Ad6
Digamos unas pocas palabras
acerca de 8 .... Cbd7, cuyo principal
propósito es responder a 9. f4 con la
inmediata 9 .... Cb6 10. Ab3 c5. En
lugar de 9. f4, está más cargada de
intención 9. Cf4, obligando a jugar
9 .... Cb6 (9 .... Ad6 10. Axe6!) 10.
Ab3 Ad6. Hemos examinado ante­
riormente esta posición (6. Ch3 Cd7
en el Capitulo 2), y reiteramos aquí
nuestras dudas sobre la corrección
del traslado a b6 del caballo.
40
N
9. f4 ( 40)
Las negras pueden elegir entre
tres respuestas:
Cl 9 .... Dc7
42
C2 9. .
.. Af5
C3 9. ... Dd7
Y también es posible 9 .... Ce4
1
O. f5! Axg3 11. Cxg3 Cxg3 12. fg
Cxfl 13. gf+ Rxf7 14. Dg4 Te8 15.
Ah6! (Keres). Compárese con la va­
riante
Cl, a continuación.
C1
41
B
9. Dc7
10. f5! ef
11. Cxf5 (41)
11. Axh2+
Las negras pueden
organizar sus
defensas con mayor facilidad si no
desperdician el tiempo tomando este
peón-11 .. .. Axf5 12. Txf5
Cbd7-. Valga como ejemplo la par­
tida Zaitsev-Pavlov, 1967: 13. Rhl
0-0 14. Dfl Tae8 15. Ag5 b5 16.
Ad3 Cd5 17.
Df3 f6 18. Ad2 g6 19.
Txd5 cd
20. h6 Tf7 21. Dxd5 a6,
con posibilidades para ambos bandos.
12.
Rh1
0-0
O bien 12 .... Axf5 13. Txf5
Ad6 14. Ah6! Tg8 15. Cf4 De7 16.
Ch5 Cbd7 17. Cxg7+ Rd8 18. Del
Cg4 19. Ag5 Cdf6 20. Ch5 etc., Sej­
kora-Groszpeter, 1979.
13. g3

Estamos siguiendo la partida
Keres-Golombek, Moscú 1956; la
forma en que la posición negra se
derrumbó en este momento evidencia
la buena estrella con que nació esta
línea de apertura. Una partida Shia­
novski-Spiridonov, jugada diez años
más
tarde, es una variación sobre el
mismo tema: 13. Del Ad6?! 14.
Cxg7! Rxg7 15. Txf6 Cd7 16. Dh4
Tfe8 17. Ah6+ Rh8 19. Ag5 Ae7 20.
Txg6 etc.
13. Axf5
14. Txf5 Axg3
15. Txf6! De7
Keres continuó entonces: 16.
Dfl De4+ 17. Df3 Dh4+ 18. Rg2
Dh2+ 19. Rfl Dh3+ 20. Dg2 etc.
C2
9. Af5
La opinión general (a pesar de
la partida Zaitsev-Pavlov citada en
la subvariante Cl) coincide en que
las negras no deberían permitir f5.
La razón de ello no descansa mera­
mente en que este avance les resulte
peligroso. El peón de f4 limita la
movilidad del alfil dama y el caballo
rey de las blancas; y si las negras lo­
graran convertir este factor temporal
en permanente, podrían reclamar pa­
ra sí la ventaja de apertura.
Esta idea es tan atractiva que ha
dado lugar a una medida tan poco
usual como pueda ser 9 .... Af5 (su­
gerida por Furman).
10. Cxf5 ef(42)
El peón de f4 se encuentra blo­
queado, y han quedado al descubier­
to los puntos débiles de la posición
blanca (e3 y e4). Pero se ha pagado
caro
por ello. La estructura negra de
peones está echada a perder, y la
posición de su rey no es del todo se­
gura. )No es forzoso renunciar a ...
g6, pero tras esta jugada el alfil
blanco situado en la diagonal al-h8
podría volverse peligroso, especial­
mente en combinación con un even­
tual sacrificio de pieza en f5.) ¿Qué
es lo
que la práctica ha revelado?.
42
B
11. Cg3
Las ventajas
de llevar el caballo
a e5,
mediante 11. Rhl Dc7 12. Cgl,
etc., son dudosas. En la partida
Westerinen-Kagan, Ybbs 1968, las
blancas
abandonaron la lucha por la
casilla e3 para explotar la diagonal
a1-h8: 12.
b3!? Cbd7 13. Ab2 0-0
14. Ad3 g6 15. Del Tfe8 16. Dh4
Cd5 17. a3 Dd8 18. Dh6 Ce3?! 19.
Tf3 Af8 20. Dh3 Cxc2? (un error
que Kagan había estado preparando
con su jugada 18; debería haber ju­
gado 20 .... Cg4, o bien 18 .... Af8
anteriormente. Después de capturar
en c2, las negras se ven sometidas a
un fuerte ataque) 21. Tcl Cxa3 22.
Cg3 Cb5 23. Cxf5!
Cf6 24. d5! Aa3?
25.
Dh6 Af8 26. Dh4, con posición
ganada.
11. g6
43

12. Tel+ Rf8
13. Df3
En la partida Panchenko-Bagi­
rov, Campeonato del Club Burevest­
nik, 197 5, se llegó a una posición
tensa y confusa tras las jugadas 13.
b3 Cbd7
14. Df3 h5! 15. Ab2 h4 16.
Cfl Ce4 17. d5 Dbó+ 18. Ce3 Cdfó
19. de be
20. h3 Th7 21. Tadl Ab4
22. Te2 Ac3 23. Aa3+ Rg8 24. Rh2
Te8.
13. Dc7
Y no
13 .... Cbd7? por 14. Db3.
14. Ad3 eS
15. d5!
En la partida por corresponden­
cia Altshuler-M. Zagorovski, 1964,
se
jugó 15. c3 que es más débil. En
vista de que con esta jugada las
blancas privan a su propio alfil de
acceso a la diagonal agresiva, las ne­
gras hicieron buen uso de sus opor­
tunidades de conquistar la iniciativa:
15
.... Cbd7 16. Rhl h5! 17. Ae3 Cg4
18.
de Axc5 19. Axc5 Cxc5
20. Ac2
Ce6 21. Tf1 h4 22. Ce2 Cg5! 23.
Dd3 h3 0-1.
15.
16. Axf5!
17. Cxf5
18. Ad2
19. Ac3
c4
gf
Cbd7
Tg8
Tg6
El caballo de f5 y el alfil de c3
producirán a las negras continuas
preocupaciones acerca de la defensa
de su rey. Aquí 19 .... Axf4? fracasa
a causa de
20. Ab4+ Ce5 21. Dxf4!
20.
Rh1
21. Tad1
22. Ch4!
44
Td8
Cb6
Cbxd5
sa:
O bien 22 .... Thó 23. Dg3.
23.
24.
25.
26.
Cxg6+
Txd5
Dxd5
Df3!
hg
Cxd5
Axf4
TeS
A estas alturas ya no hay defen-
a) 26 .... Ag5 27. Dh3.
b) 26
.... Ad2 27. Axd2 Txd2 28.
Df6.
e) 26
.... Rg8, y ahora no 27. Dh3?
Ae5!, sino 27. Af6!.
d) 26
.... Td7 27. Dh3 Ae5 28. Txe5
Dxe5 29. Dxd7.
27. Ag7+
Y las negras
abandonaron, Yefi­
mov-Shakarov, partida por corres­
pondencia, 1981.
En la posición después de 17.
Cxf5, probablemente las negras no
tienen por qué perder. Menos aún
nos atreveríamos a condenar la juga­
da 9 .... Af5 simplemente a la vista
del resultado de esta partida (junto
con la Westerinen-Kagan). No obs­
tante, se sugiere por sí misma la
conclusión de que los inconvenientes
de esta continuación (posición inse­
gura del rey) pesan más que sus ven­
tajas.
Hace largo tiempo, Boleslavski
sugirió una manera diferente de pre­
venir f5. La veremos a continua­
ción.
C3
9 .
... Dd7( 43)
10. Ad3
También se tiene:
a) En este momento, el sacrificio de

peón 10. f5?! ef 11. Ad3 Ce4 es du­
doso.
43
B
b) U na idea de apariencia lógica es
10. b3, seguida de c4 y d5, para eli­
minar el peón de e6 y renovar así la
amenaza de f5. Pero es apenas posi­
ble después de 10 .... Ca6 1 l. c4 Cc7.
e) En la partida Eolian-Kasparov,
Campeonato Juvenil de la URSS,
1977, la jugada carente de propósito
10. Rhl ?! permitió a las negras apo­
derarse inmediatamente de la inicia­
tiva con 10 .... h5! (al caballo de g3
le falta espacio) 1 l. f5 ef 12. Cf4
Axf4 13. Txf4 h4 14. Del+ Rf8 15.
Ce2 h3.
10.
11. Dxd3
Axd3
g6 ( 44)
Como Boleslavski escribió, "aun­
que la dama negra priva al caballo
de b8 de su casilla natural, las piezas
blancas no están suficientemente
bien situadas para explotar esto". Só­
lo nos queda citar una partida que
confirmó la opinión de Boleslavski y
llamó la atención sobre el riesgo es-
tratégico que las blancas corren al
jugar f4.
44
B
Van der Wiel-Seirawan, Baden
bei Wi en, 1980: 12. b3 Ca6 13. Ab2
A
e7 14. c4 Cc7 15. Df3
0-0 16. Cc1
Cce8! 17. Cd3 Cg7 18. Ce5 Dc7 19.
h3 Tad8 20. Tad 1 (los comentaristas
estaban
en lo cierto al aconsejar una
acción más enérgica:
20. Ce2, s egui­
do por g4) 20 .... h5! 21. Ce2 h4! 22.
Cg4
Cfh5 23. Dc3 Rh7 24. Tf3 Cf5
25. Ce3
Af6 26. Cg4 Ah8 27. Ce5?
(después
de 27. Del las blancas ten­
drían
"sólo" una mala posición) 2 7. .. .
Cxf4!,
y las negras vencieron.
Como conclusión, las negras no
deben temer
que las blancas intenten
agudizar el juego (8. h4, o bien 8.
0-0 Ad6 9. f4). La línea 8. Cf4 es
más
sólida que las anteriores; ahora
bien, de
nuevo aquí las posibilidades
a disposición
de las negras distan de
ser malas,
y son de cualquier manera
más interesantes que las del capítulo
2, donde se lleva el caballo a f4 sin
jugar previamente 6. Ac4.
45

RESUMEN
7 ... i.d6 ;t
li:lf6 8 h4 lLlhS ±
h6 9 li:lf4 i.h7 10 i.b3
10 'ite2
10 0..() lLldS ±
i.d6 11 lLlghS +
11 li:lxe6 oo/=
8 lt:lf4 lLldS ;t
i.d6· 9 lt:lxg6
9 0-0
9 i.b3 li:ldS ;t
lt:lbd7
'i!Vc7 IO~f3 lt:lbd7 11 h4
11 i.e3
11 0-0 oo/=
8 0-0 lt:lbd7 9 f4 00
9 lt:lf4 t
i.d6 9 f4 'tiV c7 ±
i.fS t
'tifd7
46

CAPíTULO 4
6. Cf3
l. e4
2. d4
3. Cc3
4.
Cxe4
5. Cg3
6. Cf3 (47)
c6
dS
de
AfS
Ag6
Los planes blancos que hemos
examinado en las secciones
prece­
dentes se caracterizan por su agresi­
vidad. En este capítulo vamos a ana­
lizar variantes y posiciones de natu­
raleza diferente. En ellas, las blancas
cifran sus esperanzas de obtener
ventaja sólo en la posición algo más
activa de sus piezas, y en su espacio
de maniobra, ligeramente mayor.
Otra jugada que ha sido probada
con el propósito de consolidar la
ventaja de espacio blanca es 6. f4
(45).
45
N
Sin embargo -al igual que en la
Variante C del Capítulo 3-la prác­
tica ha demostrado que en la conti­
nuación de la partida se harán sentir
las debilidades creadas en la posición
blanca por el avance del peón f.
Veamos algún ejemplo:
a) Es
característica la partida
Mar­
shall-Capablanca, Nueva York 1927:
6
.... e6 7. Cf3 Ad6 8. Ad3 (u 8.
Ac4 Ce7 9.
0-0 Cd7 10. Ce5 Cf6 11.
c3 Dc7 12.
De2
0-0 13. Ae3 c5 14.
de Axc5 15. Axc5 Dxc5+ 16 Rhl
Tad8 con una excelente posición pa­
ra las negras, Stolz-Flohr, 1931) 8 . ...
Ce7 9. 0-0 Cd7 10. Rhl Dc7 11. Ce5
Td8 12. De2 Axd3 13. Cxd3 0-0 14.
Ad2 c5 15. Ce4
Cf5 16. de Cxc5. Si
las blancas pudieran devolver su
peón a f2, lograrían igualar.
b)
La EdA da algunas líneas intere-
santes: 6 .... hS!? 7. Cf3 (7. f5?
Axf5) 7 .... h4 8. Ce2 Cd7 9. Ce5
Cxe5 10. fe e6 11. Cf4 Af5, con
me­
jores chances para las negras; o bien
7. h4 e6 8. Cf3 Cd7 9. Ac4 Ae7 10.
0-0 Dc7 (10 .... Axh4? 11. f5! con
ataque) 1 1. Ce2 0-0-0.
En la práctica, el problema de la
idea negra desarrollada en la subva­
riante (b) arriba citada es su Nfalta
de adaptabilidad. Alterando el orden
de las jugadas -6. h4 h6 (6 .... h5 7.
Ch3!) 7. f4-las blancas eliminan la
posibilidad de ... h5. Entonces, des­
pués de 7 .... e6 8. Cf3 Cd7 9. h5
Ah7 10.
Ad3 Axd3 11. Dxd3 Dc7 12.
Ad2 ( 46) llegamos a posiciones de
tipo moderno, sólo que con un peón
blanco en f4.
46
N
47

Se puede continuar ahora de dos
maneras:
a) 12
.... Cgf6, y entonces:
al) 13. CeS Ad6 14.
0-0-0 0-0
IS. Ce2 (ó IS. Df3 Tfd8 16.
Rbl eS 17. Cxd7 Txd7 18. de
AxcS 19. Ac3 CdS
20. AeS Ad6
21. Axd6 Txd6 22. Td4 Tc6
23.
c3 Tc8,
y las negras tienen una
posición a e ti va, Shamkovich­
Dely, 1981) lS .... eS 16. Cxd7
Cxd7 17. Rbl Tfd8 18. g4 cd
19. gS CeS 20. Dxd4 Af8 21.
De3 hg 22. fg TdS 23.
AcJ
Txdl+ 24. Txdl Td8 2S. Tfl
TdS, con posibilidades para am­
bos bandos, Dückstein-Hort,
1968. El tratamiento que Dücks­
tein realizó de la posición fue
bueno, aunque sólo fuera porque
impidió que se apreciaran los
defectos de la
jugada f4. El jue­
go de Hort necesita ser refinado
-con esta idea, parece correcto
IS.
.. . Tf d8, amenazando tomar
dos veces en eS (si 16. Cxd7,
entonces 16 .... Txd7).
a2)
13. 0-0-0 eS 14. De2
0-0-0
IS. CeS Cb6 16. de AxcS, y las
negras
obtuvieron una posición
completamente satisfactoria en
la partida Kavalek-Saidy, Las
Palmas 1973. No obstante, el
tratamiento modern9 de la Ca­
ro-Kann exige una decisión di­
ferente: 14 .... Ad6, continuando
con el enroque corto. La re -
mendación que hace
la EdA de­
be considerarse una broma de
mal gusto: lS. CfS Axf4 16. de,
con la valoración
"!. ¡Después
de la natural 16 .... 0-0, las ne­
gras tienen posición ganadora!
b)
12 .... 0-0-0 13.
0-0-0 Ad6 pare­
ce más sutil. En la partida Ciocaltea­
Golombek, Moscú 19S6, las blancas
se vieron obligadas a renunciar a
CeS
y jugar 14. Ce2 Cgf6 etc.
Por
48
supuesto,
13. De2 es más exacta.
Regresemos a la línea principal,
tras
6. Cf3:
47
N
Las negras disponen aquí de:
A
6. ... Cf6
B
6. ... Cd7
La Variante A se juega de vez
en cuando, si las negras se muestran
escépticas acerca
del valor de la po­
sible jugada blanca CeS. La Variante
B se presenta con
frecuencia consi­
derablemente mayor.
En este capítu­
lo examinaremos algunos planes
blancos insípidos, comenzando con 7.
Ac4 (B 1) o bien 7. Ad3 (B2). Los
dos tercios restantes del libro estarán
dedicados a la continuación
7. h4.
A
48
B
6. Cf6 (48)

Hemos leído a menudo que "6.
Cd7 resulta· esencial aquí, en vista
de la amenaza 7. h4 h6 8. CeS". Sin
embargo, existen opiniones diferen­
tes.
7. h4
7. CeS Cbd7 8. Cxg6 hg es del
agrado de las negras, como ocurría
en posiciones similares en los Capí­
tulos 2 y 3. A cambio del alfil, las
blancas no sólo
han entregado un ca­
ballo (incidentalmente, su mejor ca­
ballo) sino también la columna h y
una cierta cantidad de tiempo.
7. h6
O bien:
a) Si las negras juegan 7 .... e6, des­
preciando el avance del peón h, las
blancas consiguen
una posición muy
favorable después de 8. hS Ae4 9.
Cxe4 Cxe4
10. Axd3 Cf6 11. De2.
b) En la partida Suetin-Ratner,
URSS 19Sl, las negras detuvieron el
peón h mediante 7
.... ChS. El juego
posterior de
Suetin ha sido muy ala­
bado en los manuales de aperturas: 8.
Ce2 (49).
49
N
8 .... Cd7 9. g4 Chf6 10. hS Ae4
11. Cg3 DaS+ 12.
Ad2 DdS 13. Ag2
Axf3 14. Dxf3 Dxd4 15. g5 Cd5 16.
0-0-0 Ce5 17. Db3 0-0-0 18. Aa5
Df4+ 19.
Rbl, y las negras no pue­
den organizar la defensa debido a su
gran retraso de desarrollo.
No obstante, el mismo
Suetin
afirmó hace ya dos décadas que des­
pués de 8 .... e6! 9. g4 Cf6 10. h5
Ae4 11. Cg3
Axf3 12. Dxf3 Dxd4
13. gS Cd5 14. g6, la posición
"no es
fácil
de valorar". Esta es la primera
razón que nos induce a cuestionar si
6
.... Cd7 es
"esencial".
8. CeS
Ganando
un tiempo ...
Se podría sostener que 8. h5 (u
8. Ad3) 8 .... Ah7 9. Ad3 resulta una
elección más práctica, llevando la
partida a variantes familiares. Con
todo, no hay certeza de que después
de 9
.... Axd3
10. Dxd3 e6 las negras
no logren
un esquema de desarrollo
que
es a la vez original (sin ... Cd7)
y bueno.
50
B
8.
9.
Ac4
Ah7
e6 (50)
De forma que las blancas han
explotado el defecto de 7 .... Cf6, y
sus piezas
han conquistado posiciones
activas. ¿Pero ahora qué? Fischer,
por ejemplo, ha escrito que después
de
10. De2 Cd5 (10 .... Dxd4? 11.
49

Cxf7), siguiendo con ... Cd7, las ne­
gras igualan. La siguiente partida
muestra que la posición avanzada del
caballo en e5
podría en realidad re­
sultar un inconveniente para las
blancas, facilitando el contrajuego de
su oponente.
1
O. De2 Cd5 11. 0-0 (probable­
mente sea mejor enrocarse largo: 11.
Ad3 Cd7 12.
Ad2 y 13.
0-0-0) 11. ...
Cd7 (11. ... Dxh4? 12. Axd5) 12. h5
Ad6 12.
Tel
0-0 14. a3 Dc7 15. Aa2
Tad8 16. c4 C5f6 17. b4 b6 18. Ab2
c5 19.
Tacl cd 20. Axd4 Cxe5 21.
Axe5 Axe5 22. Dxe5 Dxe5 23. Txe5
Td2 con final favorable, Liao-Carn­
pora, 1982.
Vernos
de esta manera que 6 ....
Cf6 no tiene solamente inconvenien­
tes.
B
6. Cd7
Examinaremos ahora estas conti­
nuaciones:
Bl. 7. Ac4
B2. 7. Ad3
Y también 7. Ae2 (51). No está
del todo claro por qué las blancas
deberían querer tener su alfil en la
diagonal a2-g8 si no se encuentra
apoyado por un caballo en f4. Por
consiguiente, incluso 7. Ae2 no pa­
rece peor que 7. Ac4, aunque aquí
también, como muestran las partidas
siguientes, la posición ofrece pocas
posibilidades a las blancas:
7
.... e6 8.
0-0 (¿Le gustaría al
lector ver algo divertido?
La partida
Geissert-Stark, 1973, continuó 8. c3
Dc7 9. Ch4 Cgf6 10. Af3 Ae7 11.
Db3
0-0 12. Cxg6 hg 13. h4 e5 14.
h5 Cxh5 15. Axh5
gh 16. Txh5 Cf6
17. Th4 ed 18. Dc2 Tfe8 19. Rfl
Da5 20. Cf5 Tad8 21. Cxd4 Txd4 22.
50
cd -una inexactitud-22 .... Del+)
8 .... Cgf6, y ahora:
51
N
a) 9. c4 Ae7 10. b3 0-0 11. Ch4 Dc7
12.
Ab2 Tfd8 13. Cxg6 hg 14. Dc2
e5! 15.
Tadl ed 16. Axd4 Ac5 17.
Ac3
Ad6 18. b4 c5 19. b5 Ae5 20.
Af3 Axc3 21. Dxc3 Cf8 22. Ce4
Cxe4 23. Axe4, y se acordaron ta­
blas, Dizdare:vié-Keleéevié, Sarajevo,
1982.
b)
9. Tel Ad6 10. Afl
De?. 11. c4
0-0 12. Ad2 c5 13. Ac3 Tfd8 14.
De2
cd 15. Cxd4 a6 16. Ted 1 Cc5
(ya es más activo el juego de las
negras) 17.
Cf3 Cce4 18. Ael Cxg3
19. hg
e5 20. c5 Axc5 21. Dxe5 Db6,
con
iniciativa negra, Spasski-Seira­
wan, 1982.
Bl
7. Ac4 (52)

7.
8. 0-0
e6
Cgf6
En la partida Holmov-Kasparov,
Daugavpils Otborchnii [Primera Liga
de Daugavpils] 1978, las negras deci­
dieron enrocarse largo, empujadas
por el deseo de jugar una partida
más viva: 8 .... Dc7 9. De2 0-0-0 10.
c3 Cgf6 11. Tel (53).
53
N
11. ... Ae7 (podríamos aconsejar a las
negras que fueran más emprendedo­
ras aquí: 11. ... Cd5 12. a4 Rb8 13.
a5 Ad6, o bien 12 .... a5 13. Ad2
Ad6 14. Ce4 Af4, o bien 11 .... c5)
12. a4 Cd5 13. a5 a6 14. Ad2 The8?!
(14 .... h5 es más lógica) 15. b4 f6
16. Ad3!
Af8 (o bien 16 .... Cf8 17.
Tabl, continuando con c4. Todas las
posibilidades negras de mejora han
desaparecido ya) 17. Axg6 hg 18.
Ch4! g5 19. Cg6
Ad6
20. Dg4, y las
negras están sometidas a una fuerte
presión.
Opinamos que debería conti­
nuarse experimentando con el enro­
que largo.
9. De2
O bien 9. Cg5 -jugada de
Tal-. Las blancas no se oponen a
sacrificar un alfil con 1 O. Axe6. La
partida Tal-Petrosian, Bled 1961,
continuó 9 .... h6 10. Ch3 Ad6 11.
Cf4 Axf4 (¿acaso había peligro en
11. ... Ah7 12. Axe6 fe 13. Cxe6 De7
14.
Tel Rf7 ... ?) 12. Axf4 Cd5 13.
Acl (si 13. Ad2, entonces 13 ....
Db6! es buena) 13 .... Dh4 14. Ad3
(esto no es un sacrificio de peón
-14 .... Dxd4 15. Axg6 Dxdl 16.
Axf7+
-pero tampoco es "luchar
por la ventaja"; con este objetivo, 14.
c3
tendría más sentido) 14 .... Axd3,
con posibilidades equilibradas.
9. Ae7
La decisión de desarrollar el al­
fil por e7 o por d6 es cuestión de
gustos. La primera edición de la EdA
refleja una pobre opinión de 9. .. .
Ad6, señalando que en caso de
10.
CeS la jugada 1 O .... 0-0 es débil, en
vista de 11. Axe6 f2 12. Cxg6 hg 13.
Dxe6+. Esto
es cierto, pero si se re­
trasa el enroque mediante
10 .... Dc7
(54) se pueden evitar las consecuen­
cias desagradables.
54
B
11. Te!
0-0, y ahora:
a) 12
Ag5 Cd5 13. Tadl b5 14. Ab3
a5 15. h4 Axe5 16. de h6 17. h5 Ah7
18. Ad2 a4 19. Axd5 cd
20. Ab4
Tfc8 21. c3 Dc4 y las negras no de­
ben temer nada, Klovan-Suleimanov,
1979.
b) 12. b3 c5 13. Cxg6 hg 14. Ac3
51

conduce por transposición de jugadas
a
una situación producida en la par­
tida Torre-Bukic, Biel 1977. Las ne­
gras maniobraron de forma inefi­
ciente
-14.
00 Tad8 15. Tad1 Cb6 16.
de Axc5 17. Axc5 Dxc5
18. Ce4- y
la posición pasó de ser inofensiva a
desagradable;
pronto las negras ten­
drán que defenderse en un final in­
ferior. Preferiríamos 14 .... Tac8!
(15.
de Cxc5), y pensamos que esta
posición no promete nada especial
para las blancas.
10. Te1
En esta situación, 10. CeS carece
completamente de fuerza a causa de
1 O. 000 Cxe5 (precisamente ésta es la
diferencia que existe entre 000 Ad6 y
000 Ae7) 11. de Cd5 12. Td1 Dc7, y
las negras se enrocan largo.
10. 0-0
11. Ab3
Preparando c4. Después de la
modesta 11. c3 (55) el juego de las
blancas resulta activo sólo en apa­
riencia; no existe un plan claro para
reforzar su posición.
55
N
Por ejemplo:
a)
11.
..• Dc7, y ahora:
al) 12 Ag5 h6 13. h4 Tad8
52
14.
Tadl Tfe8 15. Td2 Ah7 16.
Cf1 Ce4! 17. Axe7 Cxd2 18.
Axd8 Cxf3+ 19.
Dxf3 Txd8
20.
Ce3 Cf6 21. Ab3 c5 22. de. Ae4
23. De2 Ad3 24.
Df3 Ae4, etc.,
Hübner-Portisch, Montrea1
1979.
a2) 12. a4 c5
l3 a5 (en la parti­
da, esta posición resultó de un
orden de jugadas diferente) 13.
...
Tfe8 (13.
000 a6 era bastante
más "sólida". Hübner busca una
lucha aguda, y la encuentra, pe­
ro se encontrará maniatado por
sus débiles peones del flanco de
dama)
14. a6 Af8 Ab5 Teb8 16.
Ag5 Cd5 17. Ce5 Cxe5 18. de
Db6 19. Ac1 ba
20. Axa6 Td8
21. h4 h6 22. h5 Ah7 23. Ce4
Dc7 24. f4 Cb6 25.
Ad3 c4 26.
Ac2, y las negras tuvieron que
mantenerse a la defensiva (los
peones
de. a7 y c4 necesitan vi­
gilancia), Kagan-Hübner, Lu­
cerna 1979.
b) 11. ... Cd5 12. Ad2 a5 13. Tad1
Te& 14. a3 Dc7 15. Ac1 C7b6 16.
Aa2 Cf4 17. Df1 Cd7 18. Ce5 Cxe5
19. Txe5 Cd5
20. Tee1 Ad6 21. De2
Af4 22. Axd5 cd 23. Dg4 Ad6! 24.
De2
Teb 8 25. Ad2 b5, y las negras
superaron a su experimentado opo­
nente, Klovan-Kivlan, Copa de Ri­
ga,
1980.
Volvamos a la variante princi­
pal, tras 11. Ab3.
11. Cd5!
La mejor jugada. El caballo se
dirige hacia b4 (en caso de 12. c4) o
bien
f4 (después de, por ejemplo, 12.
a3 Dc7 13. c4 -aunque en esta línea
12.
000 b5 tampoco es nada mala-).
12. c4 Cb4
13. a3

13. Tdl se vería respondida por
13
.... a5 14. a3 a4!.
56
N
13. Cd3
14.
Td1 Cxcl
15. Taxcl (56)
Hace algún tiempo se pensaba
que esta posición favorecía a las
blancas.
Pero las negras tienen a su
inmediata disposición buenas conti­
nuaciones, por ejemplo:
a)
15 .... Db6 15. Aa2 Tfe8 (16 ....
a5 17. d5) 17. Abl a5 18. Axg6 hg
19. Ce4 Tad8
20. b4 ab 21. ab Ta8
22. Cc5 Cxc5 23. be Dc7 24. Tbl
Af6 25. De4 Ta4, como se jugó en la
partida por correspondencia Koro­
lev-Akopov, 1981. Un intento más
temático es 17. b4, y si 17 .... a5,
entonces 18. c5 Dc7 19. b5. Incluso
así, 19 .... cb
20. Dxb5 Dc6 21. a4
Tec8, continuando con ... b6, pro­
porciona a las negras una posición
cómoda.
b) Un método todavía más simple es
15 .... TeS 16. Ac2 a5, o bien 16.
Ce5 Cxe5 17. de Db6 18. Aa2 Tad8.
B2
7. Ad3 (57)
En los manuales de aperturas,
esta jugada se encuentra seguida
normalmente por una nube de va­
riantes que terminan con el veredicto
11 ±
11
• En casi todos los casos podría
sustituirse el signo
11 ±
11 por el signo
11=" con la conciencia tranquila, ya
que a pesar
de las aparentes mayor
libertad y actividad de sus.piezas, las
blancas carecen
de métodos concretos
y efectivos para romper la posición
de su oponente -incluso si las
ne­
gras juegan pasivamente-.
57
N
Uno de los ligeros problemas
que encuentran las negras en esta
variante es el dilema de dónde debe­
rían cambiar los alfiles -en d3 o en
g6-. Las negras cambian en d3
cuando planean enrocarse corto y "no
les
gusta tener que considerar si su
rey estará seguro cuando su peón h
se desplace a
g6
11 (Gligoric). Aunque
...
Axd3 es una concesión -de he­
cho, pierde tiempo, después de
to­
do-la práctica demuestra que son
aceptables ambas formas de cambiar
los
alf i1es.
Consideraremos 7 .... e6 -segui­
da del enroque corto-como nuestra
línea principal. A continuación se
comentan algunos planes alternativos
de las negras.
a)
En la partida Spasski-Larsen,
Bu­
gojno 1978, las negras perdieron vo­
luntariamente un tiempo con 7 ....
DaS+ 8. Ad2 Dc7, para inducir a 9.
Axg6 hg.
La columna h daría opor­
tunidades a las negras si su oponente
53

se enrocase corto. ¿Cuáles son las
perspectivas de las negras si las
blancas optan por enrocarse largo?
Esta partida no responde a la cues­
tión, puesto que Larsen no estaba en
su día: 10. De2 e6 11. Ce4 0-0-0 12.
g3 c5 13.
Af4 Dc6? 14.
0-0-0 c4 15.
Cc3!
Ch6 16. d5 ed 17. Txd5 Ac5
18. Thdl f6? 19. Td6! Axd6
20.
Txd6 Dc5 21. Td5, y las negras
abandonaron.
b) Las negras salieron mejor paradas
de una situación similar en la partida
V. Ivanov-Kuksov, Nikolaiev 1978:
7 .... Dc7 8. Axg6 hg 9. Ce4 0-0-0
10. De2 Ch6 11. Ag5!? f6 12. Ad2
e5 13. 0-0-0 Cf5 14. de Cxe5 15. g3
Cxf3 16. Dxf3 Df7 17. Rbl Ae7 etc.
Son especialmente interesantes
las partidas en las que las blancas
cambian en g6 y a pesar de ello se
enrocan corto a continuación, sin re­
parar en las posibles amenazas que
su rival pudiera crear en la columna
h; también lo son aquellas partidas
en que las negras se enrocan largo
sin siquiera haber abierto primero la
columna h. Básicamente, lo que se
discute es el intento negro de
transformar una tranquila variante
de la Caro-Kann (quizás la más
tranquila) en algo poco claro pero
interesante, valiéndose de medios
violentos. Por ejemplo:
e) En la partida Chistiakov-Furman,
Semifinal del XXVIII Campeonato de
la URSS, se jugó: 7 .... Dc7 8. 0-0
Cgf6 9. Axg6 (despreciando abierta­
mente las posibilidades de las negras
en la columna de torre. En la partida
Rovner-Zhilin, 1928, un blitzkrieg
[ataque relámpago] dio la victoria a
las blancas: 9.
Tel e6
10. Cg5 Axd3
11. Dxd3 h6? 12. Txe6+ Ae7 13. Cf5
Cd5 14. Txe7+ Cxe7 15. Cxg7+ 1-0.
Por supuesto, si las negras hubieran
tenido un poco más de cuidado, con
11. . .. Ad6, no habrían tenido pro-
54
blemas) 9 .... hg 10. De2 e6 11. c4
Ad6 12. Ad2 Af4 13. Ac3 0-0-0! 14.
Tfe1
(58).
58
N
14 .... g5?! (el excelente juego de
Furman en la apertura podría haber
culminado efectivamente con 14 ....
Cg4!, alcanzando una posición
suma­
mente prometedora) 15. Cfl! Ch7 16.
g3
Ad6 17. d5! e5 18. cd c5 19.
Axg7 Thg8
20. Ac3 f5 21. Tac1 Rb8
22. De6 f4 23. C3d2 Cb6 24. Ce4!
Tge8 25. Cxd6! Txe6 26.
de Cd5 27.
e7 Cxe7 28. Cb5 Dd7 29. Ae5+ Ra8 30. Cc7+ Rb8 31. Ce6+ Ra8 32.
Cxd8 Dxd8 33. Txc5, y las blancas
ganaron.
Obsérvese que cuando Furman
se enrocó largo, ya dominaba tanto
la columna h como la diagonal b8-
h2. En la partida Dückstein-Petro­
sian citada a continuación, las negras
fueron más atrevidas.
d) 7
.... e6 8.
0-0 Dc7 9. c4 0-0-0
1 O. Axg6 (¿Qué ocurre si las blancas
juegan, por ejemplo, 10. Ae3 Rb8
11. Tb 1 ... ? Entonces 11. ... Ch6 12.
b4 Cg4 13. b5 c5, o bien 13. c5 e5)
1 O .... hg 11. Da4 Rb8 12. b4 Ch6
13. Db3 Cf5 (59).
Y ahora:
di) 14. a4 e5! 15. de Cxe5 16.
Cxe5 Dxe5 17.
Ab2 Dc7 18. c5
a5! 19. Tad1 Txdl
20. Txd1
Th4! (Petrosian no está realizan-

do un "ataque en el flanco de
rey"
-¡son los peones débiles los
que
Jo atraen!-) 21. ba Axc5 22.
a6 b6 23.
Tel Ra7 24. Ae5 Dd7
25. Ce4 Ad4 26. g3 Axe5! 27. gh
Cd4 28. Ddl Dd5 29. Te3 Cf5
30. Te! Cd4 (30 .... Ad4!?) 31.
Dd3 f5 32. Cg5 c5 33. Te3 c4
34.
Ddl Rxa6, y las negras ven­
cieron, Dückstein-Petrosian,
Varna 1962.
59
B
d2) 14. Tel es más precisa, co­
mo demostró la partida Neuro­
nov-Mandzhdaladze, URSS 1980. Las blancas impiden ... e5;
la pa
rtida se caracterizará ahora
por los recíprocos ataques a los
reyes:
14 .... Ae7 15. a4 Cf8 16.
Ab2 f6 17. a5 g5
18. b5 cb 19.
cb Dd7
20. Cxf5 ef 21. a6 g4
(21. ... b6 22. d5,
y Cd4) 22. ab!
Dxb7
(o bien 22 .... gf 23. b6!)
23. d5!
gf 24. Ad4 a5 25. Txa5!
Dc7 26. d6 Dxa5 (26 .... Axd6
27. Da4) 27. Ac3 Db6 28. de
Te8 29. Ab4! Dc7
30. g3 Cd7
31. Da3!, y las negras abandona­
ron, al no encontrar defensa
contra las diversas amenazas
blancas. U na excelente victoria
de Neuronov, ¿pero no podían
las negras haber mejorado su
juego en algún momento? No es
una mala idea 15 .... Af6 16.
Ab2 g5, por ejemplo.
En las dos partidas siguientes,
las blancas evitaron cambiar en g6.
e) 7 .
... e6 8.
0-0 Dc7 9. b3 0-0-0
10. Ab2 Cgf6 11. c4 (o bien 11. Cg5
Axd3 12.
Dxd3 Ce5 13. De2 Cg6)
11. ... Ad6 12. De2 Ch5! 13. Cxh5
Axh5 14. h3 Cf6?! 15. Tadl The8?!
(con toda
seguridad, las negras po­
drían haber imaginado algo más
apropiado para crear amenazas con­
tra el rey blanco -o bien haber in­
tentado iniciar juego en el centro
med.iante 14 .... The8 una jugada an­
tes, con la intención de jugar 15 ....
e5) 16. Abl Af4 17. Tfel g5 18. g4
Ag6 19.
Axg6 hg
20. Acl Th8 21.
Rg2 Axcl 22. Txcl Cxg4!? 23. hg
Txd4 24. De5! Txg4+ 25. Rfl Thl
26. Re2 Txel+ 27. Txel Dxe5+ 28.
Cxe5
Tf4, y las negras no tienen más
que chances de tablas, Racine-An­
tom, 1977.
f) La partida por correspondencia N.
Zhuravliov-Shakarov, 1977, fue así:
7 .... Dc7 8.
0-0 0-0-0 9. De2 e6 10.
Tdl Cgf6 11. c4 Ch5?! (imitando a
Antom; probablemente era
mejor 11.
... e5) 12. d5!
ed 13. cd c5 14. b4
Rb8
15. Axg6 hg 16. Ag5 f6 17. Ae3
Cxg3 18. hg Ad6 19.
Tacl Th5. En
esta posición, en la cual las blancas
podrían haber contado con ventaja
(20. Dc2!) ·los jugadores acordaron
tablas.
Parece evidente que están toda­
vía por jugarse las partidas que acla­
rarán completamente la valoración
del arriesgado plan negro de enro­
carse largo.
El plan de enrocarse corto es
más sólido (aunque menos
entreteni­
do).
7.
8.
0-0
e6
Cgf6
En la partida Kashdan-Taube,
55

1928, una de las mejores de la II
Olimpíada, se jugó 8 .... Ad6?! 9.
De2?! Ce??!. Los jugadores no hacen
gala
de un interés particular por la
precisión en la apertura, o de lo
contrario Taube habría jugado 9 ....
Axd3
10. Dxd3 Cgf6, y Kashdan ha­
bría preferido 9. Te! (9 .... Cgf6 10.
Cf5). Reproduciremos esta partida en
su totalidad, puesto que ilustra uno
de los temas de la variante -la posi­
bilidad, y el método, de atacar al rey
negro después del cambio en g6-10. Cg5 Cf6 11. C3e4 Ced5 12. f4?!
0-0?! (12 .... Ae7) 13. Cxd6 Dxd6?!
(13
.... Axd3) 14. Axg6 hg 15. Ad2
Tad8 16. Tadl Dc7 17. c4 Ce7 18.
Ac3
Td7 19. De3 Db6
20. Dh3 Cf5 .
21. c5! Db5 22. d5! Dxc5+ 23.
Rhl
Ch5 24. g4 Txd5 15. gh gh 26. Dxh5
Ch6 27. Axg7 Rxg7 28.
Tgl
1-0.
9. b3
Resulta difícil decir si esta ju­
gada es la óptima o si 9. Te! ó 9. c4
son más precisas. De cualquier ma­
nera, las blancas están jugando sin
nociones clara de cómo obtener ven­
taja, por ejemplo:
a) 9.
c4 Ae7
10. Af4 0-0 11. Axg6
hg 12. De2
Db6 13. Tfdl Tfd8 14.
b3 a5 15. Ce4 Cxe4 16. Dxe4 a4 17.
Tabl ab 18. ab Ta2, y pocas jugadas
más tarde se acordaron las tablas,
Spasski-Seirawan, Baden bei Wien
1980.
b) 9. Te1 Ae7 10. c4 y ahora:
56
bl) En la partida Najdorf-Ko­
tov, Torneo de Candidatos de
Zurich, 1953, se jugó 10 .... 0-0
11. Axg6 hg 12. Af4 Te8 13.
Dc2 c5 14. Tadl cd 15. Cxd4
Ab4 16. Ad2 Axd2 17. Dxd2 a6
18. b4 Dc7 19. Te! Tad8 20.
Dc3 Cb6. "Las blancas tienen
sólo una ligera ventaja -su ma­
yoría de peones en el flanco de
dama. Las negras,
por su parte,
tienen
un peón extra en el cen­
tro. Esto quiere decir que en un
final las posibilidades de victo­
ria estarán del lado de las blan­
cas, pero en una lucha compleja,
con las damas
sobre el tablero,
las negras tendrán una partida
perfectamente viable" (Brons­
tein).
b2)
10 .... Axd3 11. Dxd3
0-0
12. Ad2 a5 (o bien 12 .... Dc7
13. Ac3 Tad8 14. De2
Tfe8 15.
Tadl c5 16. de Axc5 17 b4 Ae7
18.
Te! Te& 19. Cd2 Ad6, con
partida fácil para las negras,
Unzicker-Golombek, 1952) 13.
Tadl Ab4 14. Ce4 Dc7 15. Cc3
Tfd8 16. Ag5 h6 17. Ah4 Df4
18. a3 Axc3 19. Dxc3 Df5 etc.,
Sznapik-Hort,
1980. Es evidente
que Hort no pretendía tanto
"igualar" como alterar el equili­
brio posicional estable.
9. Ae7
La partida Spasski-Karpov,
match de 1974, vio la continuación
9 .... Ad6 10. Ab2 0-0 11. Axg6 hg
12.
c4 Dc7 13. De2 Tfe8 14. Ce4
(14. Ce5 c5) 14 .... Cxe4 15. Dxe4
Ae7 ("Las negras vigilan la casilla g5.
No obstante, quizás
15 .... e5 hubiera
sido mejor, con el objetivo de sim­
plificar en la línea 16. c5 Ae7! -no
16 .... Af8 17. Dh4 Ae718. Dg3-17.
Cxe5 Cxe5 18.
de Axc5" -Botvin­
nik-;
"pero parece que las blancas
podrían haber conservado algo de
iniciativa después de 15 .... e5 16.
Tael Cf6 17. Dh4" -Karpov-). 16.
Tadl Tad8 17. Tfel Da5 18. a3 Df5
19.
De2 g5!
20. h3 ("20. d5 habría
conducido a juego agudo, por ejem­
plo 20 .... ed 21. cd-o bien 21. Cd4
De4-21. ... g4! 22, Cd4 Dxd5 23.
Dxg4 Cf6, y las posibilidades
de las

negras no son-peores" -Karpov-)
20 .... g4 21. hg Dxg4 22. d5 ("la po­
sición de las blancas goza de mayor
libertad, pero la apertura del centro
las priva de ésta su única ventaja.
Valía la pena considerar 22. Td3"
-Karpov-) 22 .... cd 23. cd e5! 24
d6 ("habría sido más inteligente sim­
plificar mediante 24. Db5 Ac5 25.
Cxe5 Cxe5 26. Axe5 Axf2+ 27. Rxf2
Txe5 28. Txe5 Df4+ 29. Rg1 Dxe5,
con igualdad aproximada. Por otra
parte, jugar por las tablas de forma
demasiado directa, tal como 24. Cxe5
Dxe2 25. Txe2 Ad6 26. Tde1 Cxe5
27.
Axe5 Axa3, habría resultado en
algo de ventaja de las negras" -Bot­
vinnik-) 24 .... Af6 25. Cd2? ("en el
final las blancas no tendrán más que
preocupaciones, en vista del débil
peón de d6.
Por consiguiente, la lí­
nea indicada era 25. Db5 e4 26. Ch2
De6 27. Axf6 Cxf6 28. Dxb7 Td7
29. Dc6 Ted8, con probables tablas"
-Botvinnik-) 25 .... Dxe2 26. Txe2
Tc8 27. Ce4 Ad8 28. g4 f6, y Kar­
pov ganó el final.
10. Ab2 0-0
11. Axg6 hg
12. c4 (60)
La posición es habitual en la va­
riante 7. Ad3; la partida blanca com­
bina armonía exterior con ausencia
de ideas constructivas, como los
ejemplos siguientes confirman:
a) 12
.... Db6 13. Tel Tfe8 14. Dc2
c5 15. a3 a5 16.
de Cxc5 17. Tabl
Ted8 18. Ad4 Dc6 19. De2 Cce7
20.
Ab2 Cc5 21. Ce5 De8 22. b4 ab 23.
ab Ccd7 24.
Cd3 Tac8 25. Tecl Cb8
26. h3 Cc6 27.
Aal Dd7 28. Td1 Dc7
1/2-1/2, Spasski-
Portl.sch, Montreal
1979.
60
N
b) 12 .... Dc7 13. De2 a5 14. Tfd1
Tfe8 15. Ce4 a4 16. Cxf6+ gf!? 17.
h3
?! (17. g3 seguida por Rg2 y h4,
era más adecuada) 1 7 .... Af8 1 8.
Dc2 Ag7 19. Cd2 ab
20. ab f5 21.
Cf3
Cf6 22. Ce5 Ce4 23. Cf3 Ted8
24. Txa8 Txa8 25. Cd2
Df4 26. Cxe4
Dxe4, y
ya es
difíd la posición de
las blancas, Fedoruk-Kasparov,
URSS 1978.
Vemos así
cuán pocos problemas
encuentran las negras en las varian­
tes 7. Ac4 y 7. Ad3 -tan pocos que
en ocasiones ellas mismas están dis­
puestas a crearse algunos (a cambio, .
por supuesto, de creárselo
también a
las blancas)
enrocándose largo e in­
tensificando así la lucha.
57

RESUMEN
6 f4 =!+
6h4 h6 7 f4
6lLlf3 lLlf6 00
lLld7 7 ·..te2
7 ..tc4 e6 8 0-0 '!!t'c7 9 '!!t'e2 0-0-0 ±loo
lLlgf6 9 lLlg5
9~e2 ..td6
..te7
7 ..td3 ~c7 8 ..txg6 00
8 0-0 0-0-0 ±loo
e6 8 0-0 lLlgf6 9 c4
9 llel
9 b3
58

CAPfTULO 5
6. Cf3 Cd7 7. h4
61
N
l.
2.
3.
4.
5.
6.
7.
e4
d4
Cc3
Cxe4
Cg3
Cf3
h4
(61)
c6
dS
ed
AfS
Af6
Cd7
Obviamente, .el propósito que
persiguen las blancas avanzando su
peón de torre es interrogar al alfil de
g6. Después de 7 .... h5 (Variante A)
ó 7 .... h6 8. Ad3 (Variante B), las
negras están obligadas a cambiar en
d3, con lo que las blancas terminan
su desarrollo un poco más rápida­
mente. A juzgar por la gran cantidad
de partidas citadas en la Variante B
del Capítulo 4, este logro resulta in­
significante por sí solo.
El debilitamiento del ala de rey
es un factor nuevo: los reyes tendrán
en él un refugio menos seguro.
Mientras que en el capítulo 4 (Va­
riante B2) el enroque largo parecía
realmente atrevido, lo osado ahora
será precisamente lo contrario -en
este momento, es el enroque corto el
que agudiza la
posición-.
Aun así, se han ido difundiendo
diversos planes que consideran el
en­
roque corto (para las. blancas ó para
las negras), a medida que la práctica
magistral ha ido demostrando la soli­
dez
de la posición negra tras 7 .... h6
8.
Ad3 Axd3 9. Dxd3 Dc7
10. Ad2
e6 11. 0-0-0 Cgf612. c4 (Variante
Bl ), o bien 12. Rb 1 (Variante B2)
-y
la jugada 8. Ad3 ha sido susti­
tuida por 8. h5 Ah7 9. Ad3-. Inci­
dentalmente , muchas posiciones de
la Variante B difieren de aquéllas
que examinaremos solamente en la
posición
del peón h. Por tanto, reco­
mendamos al lector un estudio para­
lelo de tales posiciones, teniendo
presente que existen muchas ideas
que son realizables tanto con el peón
en h4 como con el peon en h5.
A
partir de la posición del Dia­
grama 61, las negras tienen:
A
62
B
A 7. ... h5
B 7. ...
h6
hS {62)
El único defecto de la posición
negra
está en que las blancas pueden
utilizar la casilla g5 para crear ame­
nazas.
59

8. Ad3
En una partida contra Bikhovs­
ki, URSS 1979, Kapengut jugó 8.
Ag5 (63).
63
N E írl % .. ~--~­
~i-~~i~
B.t.B B.t.B
a a a ~'
B D B ~
• >.un% .. ~º
• g BttJ~~ ... ~~
~o~a o~a
B -~~i.Bll >.un/. • ~ •
En la jugada 17, las negras esta­
ban ya en posición perdida:& .... Db6
9. Ad3! Axd3 10. Dxd3 Cgf6 11.
0-0-0 e6 12. CeS Ae7 13. Thel Cxe5
14.
de Td8 15. Df3 Txd1+ 16 Txd1
Cg4 17. Cxh5!
La culpa debe cargar­
se principalmente a
su inconsistencia.
Habida cuenta de que la captura del
peón b era peligrosa (1 O .... Dxb2 11.
0-0 Db6 12. Tabl Dc7 13. TfeJ), las
negras deberían haber jugado 8 .
... Cgf6 inmediatamente. Entonces
quizás las blancas no habrían podido
obtener mucho de la posición.
Regresemos a la
variante princi­
pal, tras 8. Ad3.
8. Axd3
9. Dxd3 e6 10. Ad2
En lugar de ésto, la partida
Karpov-Larsen, Bugojno 1978, vió
la continuación 10. Ce4 Da5+ 11.
Ad2 Df5 12. 0-0-0 0-0-0 13. Ae3
Ch6 14. Ceg5 Dxd3 15. Txd3 Ae7
(en esta situación, unas tablas serían
el resultado justo, aunque las negras
están atadas por la necesidad de de-
60
fender el punto f7) 16. Te1 Thf8 17.
Ch3 Cg4 18. Ag5 Tfe8 19. Axe7
Txe7 20. Cfg5, etc. Larsen acabó por
perder la partida, aunque pasó largo
tiempo antes de que el equilibrio se
alterara seriamente.
64
B
10.
11. 0-0-0
Cgf6
Dc7
Y ahora, en -la partida Matulo­
vié-Hort, Sombor 1968, las blancas
jugaron 12. Ce4, en la línea de la
partida Karpov-Larsen. Se continuó
así: 12 .... Cxe4 13. Dxe4 Ae7 14.
Rbl Cf6?! (Hort critica el traslado
del caballo a g4, considerando más
precisa 14
....
0-0-0)15. De2 Cg4 16.
Cg5 Ad6 17. c4 0-0-0 18. Ac3 The8
19.
Thel Dd7
20. g3. También aquí
la superioridad blanca parece insig­
nificante; sin embargo, las aparien­
cias engañan : la posición negra es
pasiva y se
encuentra constreñida.
Boleslavski consideraba más
agresiva la jugada 12. Cg5, que im­
pide el enroque
."Entonces 12 .... Ad6
es mala a causa
de 13 Thel, amena­
zando 14 . Txe6+ y 14. Cf5. La úni­
ca jugada a disposición de las negras
es 12
.... Cb6, que será respondida
por 13. Ce2 Ad6 (si 13 ....
0-0-0, en­
tonces 14 . Af4. Ad6 15. Axd6 Td6
16. Da3, con la doble amenaza de
17.Cxf7 y 17. Dxa7) 14. c4 0-0-0 15.

Rb 1 c5 16. b31 y la posición negra es
poco satisfactoria: 16 .... cd 17 Cxd4
Ae5 18 . Ac3, o bien 16 .... Cg4 17
Df3".
No estamos completamente de
acuerdo con el veredicto final (nos
parece demasiado severo), pero des­
pués de 16. b3 las blancas tienen
mejores posibilidades, por supuesto.
Para impedir completamente que
su oponente juegue ... h5, las blancas
sólo necesitan alterar el orden de ju­
gadas mediante 6. h4 h6 7. Cf3,
puesto que las negras no pueden es­
coger 6 .... h5 7. Ch3! (7 .... e5 lleva­
ría a variantes similares a las exami­
nadas en el Capitulo 2 después de 6.
h4
h6 7. Ch3 e5).
B
65
N
7. h6
8. Ad3 Axd3
9. Dxd3 (65)
9. Dc7
Esta jugada de dama, evitando
10. Af4, se juzgaba otrora esencial.
El enfoque más moderno de esta po­
sición (véase el ca pi tul o siguiente)
prescinde de ella. Esto es comprensi­
ble; si las negras planean enrocarse
corto (lo cual es el enfoque más mo­
derno) les importa poco que el alfil
blanco este situado en f4 o d2. Por
otra parte, para la dama negra hay
casillas distintas de c7.
En la práctica, esta anticuada lí­
nea con 8. Ad3 apenas se ha enfren­
tado con el tratamien.to actualmente
en boga. Aquí tenemos el que quizás
sea el único ejemplo: 9 .... e6 10.
Ad2 Cgf6 11. 0-0-0 Ae7 12. Rb1 c5
13. Thel 0-0 14. Ce4 Tc8 15. de
Cxc5 16. Cxf6+ Axf6 17. Dxd8
Tfxd8 18.Ae3 Txd1+ 19. Txdl a6 20.
c3 Rf8 etc., Hort-Larsen, Buenos
Aires, 1980.
·
Por
supuesto, una partida en la
cual las blancas "no estaban inten­
tándolo" no quiere decir mucho. De
nuevo sugeriríamos al lector consul­
tar el capítulo siguiente, donde hay
casos análogos que lo ayudarán a
comprender las situaciones que po­
drían surgir de la línea que ahora se
discute.
Dediquémonos ahora a estudiar
algunas partidas más antiguas donde
las blancas respondieron a 9 .... e6
con
10. Af4 (66). Precisamente de
estas partidas se dedujo en otro
tiempo que era indispensable para las
negras
jugar ... Dc7.
66
N
1
O .... Cgf6 11. 0-0-0, y ahora:
a) 11 .... Cd5 (en nuestros días, las
negras escogerían aquí bien 11. ...
Ae7, o bien 10 .... Da5+ en la última
jugada) 12. Ad2 b5 (podemos consi-
61

derar que esta jugada es forzada, ya
que 12 .... Dc7 13. c4 Cf4 14. De4 es
mala para las negras, mientras que
después de 13 .... Cgf6 simplemente
pierden un tiempo en comparación
con las líneas habituales) 13. Rbl
Ae7 (o bien 13 .... Ad6 14. Ce4 C7f6
15. Thg1 Tb8 16. g4 b4 17. Cxd6+
Dxd6 18. g5 Cd7 19. Tdel, y el rey
negro se encuentra en peligro, Mata­
novié-Wade, Opatija, 1953) 14. Ch5
Af6 15. g4 g6. 16. Cxf6+ C5xf6 17.
g5
hg 18. Axg5 ("una jugada super­
ficial; 18. hg Ch5 19. De4 era consi­
derablemente mejor, dando a las
blancas fuerte presión" -Yudo­
vich-) 18 .... Dc7 19. Ce5 (deberían
haber jugado 19. Thel, y c4 en el
momento apropiado -Yudovich-)
19 ... Cxe5
20. de Cd5 21. The1?
(21. c4) 21. ... Tb8 22. Df3 Th5 23.
Te4 b4, Suetin-Kasparian, URSS
1952. Las negras están bastante bien
aquí, pero la posición que tenían ha­
ce pocas jugadas es de las que nadie
querría volver a tener.
b)
11. ... DaS 12. Rb1
0-0-0 13. c4
Ae7 14. Dc2 Tde8 IS. Td3 a6 16.
Thdl Ad8 17. dS! eS 18. de be 19.
Ta3 Dc7 20. Ae3 con posición gana­
da, Matanovié-Germek, Yugoslavia
1961.
10. Ad2 e6
11. 0-0-0
En su partida contra Donner,
Varna 1962, Fischer jugó 11. e4
Cgf6 12. Ac3 ("la idea de todo con­
siste en evitar que las negras cam­
bien alfiles" -Fischer-. El excam­
peón mundial se refiere a la posibili­
dad 12. 0-0-0 Ad6 13. Ce4 Af4) 12.
... aS! 13. 0-0!? Ad6 ("la continua­
ción lógica era 13 .... Ab4. Si alguien
debe preocuparse por su flanco de
rey, son las blancas, no las negras"
-Mednis-) 14. Ce4 (Tal sugirió 14.
62
dS!? revolviendo el
puchero, pero 14 .
... Axg3! logra resistir: IS. fg cd 16.
cd CxdS 17. Axg7 Tg8 18. Dh7 C7f6
19.
Axf6 Cxf6
20. Dxh6 Dxg3 21.
Dd2
=
" -Fischer-) 14 .... Cxe4 1S.
Dxe4 0-0, y Fischer considera que la
posición
está equilibrada.
11. Cgf6
Una posición conocida hace mu­
cho tiempo ... Las principales posibi­
lidades de las blancas son:
Bl 12. c4
B2 12.
Rbl
Y también las siguientes:
a) 12.
The1
0-0-0 (67).
67
B
Y ahora:
al) La partida Lasker-Lee,
¡Londres 1899!, continuó 13.
Db3 Ad6 14. Ce2 Cg4 (14 ....
Ce4!? IS. Ae3 Cdf6) 15. Tf1
Cdf6 16. Da4 Rb8 17. c4 De7?
18. Cc3 Dc7 19. g3 Dc8 20. b4
eS 21.
de CxeS 22. Ae3!, y las
negras
ya no tienen defensa po­
sible.
a2)
13. De2CdS!? 14. CeS CxeS
15.
de Ae7 16. hS (16. Dg4 hS!
1 7.
Dxg 7 Axh4 -y no 1 7. .. .
Ce3? 18. Dxf7!-18. Ce4 Tdg8
19. Cd6+
Rb8
20. Dxf7 Dxf7 21.
Cxf7 Th7 22. Cd6 Txg2, con

mejores chances para las negras
-Botvinnik-) 16 .... The8 17.
Dg4 Af8 18. f4 e5! 19. Ce4 (en
cuanto a 19. c4 Cb4
20. Axb4
cb, véase la partida Spasski-Bot­
vinnik del Capítulo 11, Variante
A, donde se produjo una posi­
ción similar) 19 .... c4!
20. Df3
Rb8 21. g4 b5 22. a3 a5 23. c3
Td7! 24. Ae3 b4 25.
ab ab 26.
Ad4 Da5, Grig-oriev-Panov,
Campeonato de Moscú 1928.
Grigoriev ha conducido la parti­
da sin efectividad, y como re­
sultado de ello hemos disfrutado
de una vívida ilustración de lo
que las negras
sueñan con alcan­
zar en situaciones similares.
a3)
13. Rb1 e5 (13 .... Ad6 14.
Ce4 Cxe4
15. Dxe4 The8 tam­
bién es bueno) 14. c3?! (14. c4;
14. de)
14 .... Ad6 15. Ce4 Cxe4
16.
Dxe4 Cf6 17. De2 e4 18.
Ae3 Rb8 19. Cd2
Te&, Rabino­
vich-Makogonov,
URSS 1939;
de nuevo aquí, los sueños negros
se han hecho realidad.
b) En la partida Chigorin-Papiel,
¡Hannover 1902!, se jugó 12. Ce4 0-0-0 13. g3 (en el Capítulo 9, Va­
riantes A y B, se examina detallada­
mente
una posición similar, sólo que
con el peón en h5, lo cual
mejora las
posibilidades blancas)
13 .... Cxe4 14.
Dxe4 Ad6 15. The1 The8 16. Rbl
Cf6 (16 .... c5!?) 17. De2 Db6?! (17.
c5) 18.
c4 c5 19. Tc1! Rb8
20. Ce5!
Te7 21. Cd3! Ra8 22. Ral (22. b4!)
22
.... Dc7 23. b4! Dd7, y ahora, en
lugar de 24. Tedl? cd (como se ju­
gó), las blancas podrían haber gana­
do con 24. Cxc5 (24 .... Axc5 25. de
Dxd2 26.
Tedl).
e) 12. De2
0-0-0 (en la actualidad se
piensa que es más sencillo
12 .... c5;
compárese con el Capítulo
10) 13.
Ce5 Cxe5 (y aquí podrían resultar
apropiadas ideas basadas en 13 ....
Cb6 o incluso 13 .... Cb8; compárese
con los Capítulos 11 y 12) 14. de
Cd7 15. f4 Ae7 16. h5 Cc5, y
proba­
blemente las chances de ambos ban­
dos estén equilibradas (¡el tiempo
extra de las negras
en· comparación
con la Variante A del Capítulo 11
debe valer para algo!), Rossolimo­
Eliskases, 1949.
B1
12.
c4
La posición a la que las blancas
pretenden llegar con esta jugada se
demostrará imposible de alcanzar (las
negras
conseguirán hacer valer a su
favor la posición del
rey en el); por
consiguiente, las blancas deberían
iniciar el mismo plan con 12. Rb1,
como en la variante B2.
12.
b5!? (68)
La respuesta más decidida a 12.
c4; las negras intentan hacerse con la
iniciativa. Posibilidades
alternativas
son:
a)
"12 .... Ad6! 13. Ce4 (13. Ce2
0-0-0 14. Rb1 e5 =) 13 .... Af4!
conduce a simplificaciones inmedia­
tas" (Fischer). Pero simplificar no es
lo mismo que igualar. (Compárese
con la Variante A del Capítulo 8,
aunque se ha de admitir que con el
peón
en h4 las blancas tienen menos
posibilidades de mantener la pre­
sión).
b) 12 ....
0-0-0 (Esto permite a las
blancas
convertir en bueno su
"error"
de 12. c4, y transponer a la Variante
B2 mediante 12.
Rbl.
Pero siguen en
sus trece) 13. Ac3, y ahora:
b1)
La partida Fischer-Steinme­
yer, Campeonato
USA 1963-64,
concluyó así: 13 .... Df4+? 14.
Rb1 Cc5?
15. Dc2 Cce4 16. Ce5!
Cxf2 17. Tdf 1, y las negras
63

68
B
64
abandonaron. "Con 17 .... Dxg3
18. Txf2 De3 19. Te2 Df4 20.
Cxf7 gana por lo menos la cali­
dad" (Fischer).
b2) 13 .... Ad6! 14. Ce4 Af4+
lS. Rbl CeS! 16. CxeS AxeS.
Mediante esta maniobra, las ne­
gras han conseguido cambiar su
caballo de d7 por el colega
blanco de f3, lo cual les es fa­
vorable. Una partida Szabo-Bar­
cza,
Leningrado 196 7, continuó:
17. De3 Cxe4 18. de (18. Dxe4
es más débil; se
debe jugar 18.
... Ad6, seguido por ...
Td7 y ...
Thd8, castigando el peón de d4)
18.-...
Txdl+ 19. Txdl Td8! (si
las blancas
hubieran jugado
1S.
Rc2, las negras no habrían dis­
puesto de esta oportunidad. Pero
tampoco importaría mucho; des­
pués de 18 .... Cxc3 19. Dxc3
Txd 1 20. Txd 1 Td8, es difícil
imaginar que la partida no acabe
en tablas) 20. Td4?! Cxc3+ 21.
Dxc3 eS 22. Txd8+ Dxd8 23. g3
Ddl+ 24. Del De2 2S. Df4+
Ddl+ 26. Del Dd3+ 27. Ral
De2 28. f4 Df2, con chances de
victoria
que Barcza
río dejó es­
capar.
13. cb
En nuestra opinión, las blancas
deberían
jugar aquí 13.
cS. Se discu­
tirá detalladamente esta posibilidad
en la Variante A del Capitulo 8.
13. cb+
14. Rb1
Gracias a 12 .... bS, las negras
han obtenido el control del punto d5.
No obstante, todos los libros
han cri­
ticado este plan, a la vista de la par­
tida Smislov-Kasparian,
Parnu 1947:
14 .... Db7 15. Thel Ae7 16. Tcl a6
17. Ce5 Cxe5 18. de Td8 19. De2
Cd5 20. Dg4! Rf8 21. Ce4 etc .
¿Acaso 17 .... 0-0 no habría
proporcionado una sólida posición a
las negras?
Además de ello, parece muy
prometedora 14 .... Ad6!, según se
jugó en una partida por correspon­
dencia Meyer-Shakarov,
URSS,
1979: 1S .. Ce4 Cxe4 16. Dxe4 0-0 17.
CgS!? (intentando recuperar la ini­
ciativa perdida; favorecería a las ne­
gras 17. Tcl Cf6! 18. Dd3 Db7) 17.
... hg!? (una respuesta similar era
17 .
...
Cf6 18. Df3 Tae8, con mejores
oportunidades) 18. hg Tfc8 19. Tel
Dd8
20. Dh?+ Rf8 21. Teel Re7! (las
negras perderían con
21 .... Db6? 22.
d5
eS 23. DfS Re7 24. g6, o bien
con 21 .... Cb6? 22. Txe6! fe 23.
Dh8+
Rf7 24. g6+) 22.
dS (o bien 22.
Dxg7 Dg8 23. Dh6
Cb6) 22 .... Dg8
23. de
fe 24. Cd3
CeS 2S. Dd4 Df7
26. Th3 Tc6 27. f4 Th8! 28 Tf3 (28.
Txh8? DfS+ 29. Ral Cb3+ es dema­
siado obvio, pero el ataque del caba­
llo mediante la intermedia 28. b4
también sería refutado: 28 .... Txh3
29. be Dg6+ 30. Rb2 AxcS 31. Ab4
Td3, o bien 30. f5 DxfS+ 31. Rb2
AeS! 32. TxeS Td3) 28 .... Df5+ 30.
Ra1 Rf7 31. g4 DdS 32. g6+ Rg8 (y
no 32 .... Rxg6? 33. Txe6+!) 33.
DxdS ed, y las negras ganaron.
De
forma que 12. c4 permite a

las negras disfrutar de buenas posi­
bilidades de tablas mediante 12 ....
Ad6 13. Ce4
Af4, una partida com­
pletamente satisfactoria con 12 .... 0-0-0 13 Ac3 Ad6, o bien esperan­
zas de obtener algo más mediante 12.
... b5.
B2
69
N
12. Rb1 (69)
Como hemos dicho, los planes
blancos pasan por jugar 13. c4 y 14.
Ac3 -esto es, buscando obtener el
esquema que no consiguieron alcan­
zar mediante 12. c4.
12.
O-O-O
También es posible 12 .... c5!?;
compárese con la Variante C del
Ca­
pítulo 8.
13. c4 eS
También 13 .... Ad6 14. Ce4
Cxe4 15. Dxe4. Las negras no han
logrado todavía descubrir algo acep­
table después de
lS .... The8 16.
Ac3, así que
en lugar de ello juegan
habitualmente
lS .... Cf6 16. De2 eS
(en ocasiones, optando por ... eS en
su decimotercera jugada, las negras
consiguen llegar a esta posición
co­
rrespondiéndoles jugar).
U na partida
Timoshenko-Bagirov, Lvov 1977,
continuó de la siguiente manera: 17.
Ac3 cd 18. Axd4!? (si 18. Cxd4,
en­
tonces no 18 ....
AcS? 19. CbS Db6
20. b4!, sino 18 .... a6, con lo cual
19.
Cb3?! Dc6
20. g3 Ac7 lleva a
una posición igualada, aunque 19 .
Cf3!?
da posibilidades de obtener la
iniciativa)
18 ....
AcS 19. Axc5 Dxc5
20. CeS Dc7 21. g4 Txd1+ 22. Txdl
Td8 23. Txd8+ Rxd8 24. h5, y las
negras encontrarán desagradable la
defensa en este final (aunque este
ti­
po dé final generalmente son tablas).
14. Ac3
Parece ilógica 14. De2, pero no
carece de
cierta sutileza. La idea está
en que contra 14. Ac3, las negras
contestan normalmente 14 .... cd
lS.
Cxd4 a6. A las blancas les gustaría
tener su dama en e2 ahora. Su alfil,
por otra parte, podría ir a a5 (su
destino habitual), tanto desde e3
co­
mo desde d2.
De esta forma, jugando 14. De2,
tenemos ahora:
a) 14
.... cd (14 .... a6? 15. Ce5) 15.
Cxd4 a6 16. Cb3! Ad6 (si
16 .... Cc5,
entonces 17. Aa5
Txdl+ 18. Txdl b6
19.
DO resulta molesto) 17. c5 (o
bien 17. Aa5!? b6 18. Ac3 Axg3 19.
fg Dxg3 20. 65) 17 .... Axg3 18. Aa5
De5 19.
De2 Tde8
20. c6 Cb8! 21.
cb+
Rxb7 22. fg Tc8 23. Rf2, y en
la posición en que se encuentra, el
rey
negro está poco seguro, Parma­
Vukié, Campeonato de Yugoslavia,
1972.
b) Por supuesto, las negras deberían
jugar 14 .... Ad6 15. Ce4 Cxe4 16.
Dxe4 Cf6. Si 17. De2, las negras
han
ganado un tiempo en comparación
con la partida Timoshenko-Bagirov,
citada más arriba. Posibles continua­
ciones son:
b
1) Es interesante 17 .... The8
65

70
N
18. Ac3 Cg4!?. Por ejemplo: 19.
de Axc5 20. Cd4 h5 21. f3 (o
bien 21. Cb5 Db6 22. f3 Ce3)
21 .... Cf2! 22. Dxf2 e5, etc.
b2) Resulta
un final dudoso 17.
... Dc6?! 18. Ce5 Axe5 19. de
De4+
20. Dxe4 Cxe4 21. Ae3, en
el cual el caballo se encuentra
en peligro, en vista de la ame­
naza 22. g4, por ejemplo: 21. ...
Txdl+ 22. Txdl b6 23. g4, o
bien 21 .... h5 22. Rc2 b6 23.
Txd8+ Txd8 24. Th3.
b3) 17 .... cd 18. Cxd4 a6 19.
Ac3
(70).
Por un orden diferente de juga­
das, hemos llegado a una posición de
la
partida Smislov-Botvinnik, tercera
del match de
revancha por el Cam­
peonato Mundial, 1958. La continua­
ción escogida fue 19 .... Td7! (Bot­
vinnik ha escrito que esta jugada
"desactiva la principal amenaza posi­
cional, consistente en Cf3-e5" ya que
"en caso de 20. Cf3 las negras com­
pletan su desarrollo mediante 20 ....
Thd8!, y logran igualar. La jugada
escogida presenta un solo inconve­
niente: el avance c5-c6 se vuelve de­
sagradable, puesto que la torre estará
atacada") 20. Tcl! Dc5 21. Cb3 Df5+
22. Tc2 Ac7 23. c5 ("ahora no se
puede prevenir la amenaza c6, pero
66
la casilla
d5 queda controlada por las
negras"
-Botvinnik-) 23 .... Td5 24.
c6 Ab6 25. Cd2! (las negras
tienen
que adoptar ahora medidas preventi­
vas contra la amenaza 26. Cc4 Ac7
27. Ce3: claramente, la continuación
25 .... Dxf2 26. Cc4 Thd8 27. a4 no
es
buena para ellas) 25 .. .. Dd3 26.
Cc4 Ac7 27.
Dxd3 Txd3 28. Ce5?
(grueso error: era mejor 28. cb+
Rxb7 29. Ae5 Axe5
30. Cxe5 Td5
31. f4 Cd7! 32. Thcl Cxe5 33. Tc7+
Rb6 34. fe, ante lo cual Botvinnik
da como mues tra la siguiente varian­
te: 34 . ... Tf8 35. b4 Rb5 36. Tb7+
Ra4 37. Tc5 Txc5 38. be Tc8 39.
Txf7 Txc5, con unas tablas) 28 . ...
Txc3, y las negras ganaron.
De forma que la elección es en­
cial para las negras está entre b 1) y
b3).
14. cd
15.· Cxd4
En caso de 15. Axd4, varios au­
tores coinciden en dar 15 .... Ac5 16.
Ce4 Axd4
17. Dxd4 Rb8 =, pero las
negras también pueden jugar, por
supuesto, 16 .... Cxe4 17. Dxe4 Cf6.
15. a6
No sirve 15 .... Ce5 16. De2
Cxc4?. Por otra parte, las negras ob­
tuvieron una partida fácil con 15 ....
Cc5 16. De2 Ca
4! 17. Cb5 Cxc3+ 18.
Cxc3
Txdl+
10. Txd1 a6 20. h5 Ae7
21. Cge4 Td8, Padevski-Barcza,
Kecskemét 1966. Resulta difícil
comprender por qué Padevski recha­
zó 16. Dc2! a6 1 7. Cf3. Por ejemplo,
después
de 17 .... Ad6 18. b4 Ccd7
(18
.... Axg3 19. be) 19. Ce4 Cxe4
20. Dxe4 Cf6 21. De2 las blancas
tienen la iniciativa.
16. Cf3

16. De2 podría conducir a una
posición qué ya hemos examinado:
16 .... Ad6 17. Ce4 Cxe4 18. Dxe4
Cf6 19. De2 (véase más arriba la
partida Smislov-Botvinnik). Pero las
negras tienen también mejores lí­
neas, como por ejemplo: 18 .... CeS
19.
Dc2 AeS
20. Thel Af6 21. g3
Td7!, Unzicker-Porath, Munich
19S8; "y la partida terminó rápida­
mente en tablas, en vista de que 22.
b4 no
sirve por 22 .... Thd8" (Bot­
vinnik). También se puede jugar 17 .
.
.. AeS!? o bien 16 .... CeS!?.
En la partida Spasski-Portisch,
Budapest 1961, las negras obtuvieron
una posición perfectamente sólida
tras 16. Cb3 CeS 17. Df3 Ae7 18.
AaS
Txdl+ 19. Txdl DeS
20. Ac3
De7. No obstante, en una partida
entre los mismos jugadores que tuvo
lugar dos décadas más tarde (1980),
Portisch rechazó . .. CeS en favor de
la inmediata Ae7 (véase la Variante
B del Capítulo 8).
16. A eS
Aquí resulta mala 16 .... CeS: 17.
Dxd8+ Dxd8 18. Txd8+ Rxd8 19.
CeS!
17. De2 Ad6
Según la EdA, las negras
resol­
vieron el problema de manera dife­
rente en la partida Sokolov-Susié,
Yugoslavia 196S:
"17 .... Cg4 18. Ce4
Cdf6 19. Cxf6 gf 20. Cd4 Thg8 21.
b4 DeS =". Pero incluso la sencilla
19. CxcS DxcS 20. Ad4 asegura para
las blancas mejores oportunidades.
18. Ce4(71)
La partida Spasski-Petrosian,
primera del match por el Campeona-
to
Mundial (1966), continuó en este
momento:
71
N
18 .... Ae7 (en caso de 18 .... Cxe4
19. Dxe4
Cf6
20. De2 Dc6, la EdA
recomienda 21.
Tdel Ac7 22. Cd4, y
considera que la posición favorece a
las blancas) 19. Cxf6 (en
una partida
anterior contra Matulovié; en 1964,
Spasski
obtuvo ventaja después de
19. Thel Cxe4
20. Dxe4 Af6 21. De3
Axc3 22. Dxc3
Cf6 23. Txd8+ Txd8
24. CeS Ce6
2S. eS!, ganando en un
largo final. Entre las muchas
posibilidades existentes
para mejorar
el juego de las negras, señalaríamos
24
.... h5!?, o bien 19 .... Df4!?
20.
Cxf6 Axf6 21. Axf6 Cxf6 22. Ce5
Cd7) 19 .... Axf6 20. Axf6 Cxf6
(Boleslavski consideraba más fuerte
20 .... gf, siguiendo con ... CeS) 21.
CeS Txd1+ 22. Txd1 Td8 23. Txd8+
Rxd8 24. Dd3+ (o bien 24.
hS Re7
2S. g4 Cd7) 24 .... Re7 2S. Dd4 hS!
26. a3 Cd7! 27. Cxd7 Dxd7, con un
final de tablas (28. Dxg7? Dd3+).
El material que hemos
examina­
do muestra que, en vista del plan es­
cogido aquí por las blancas, sus pe­
queñas chances de obtener ventaja
aumentarían sustancialmente en caso
de tener su peón en h5. No
hemos
analizado 12 .... cS (probablemente la
mejor respuesta a 12. Rb 1 ), puesto
67

que no existen ejemplos prácticos de
ello. Pero .el lector puede aprender
mucho de la Variante C del Capítulo
8, que es similar en esencia.
RESUMEN
7 ... h5
h6 8i.d3 i.xd3 9Wxd3 e6 IO.id2
1 O i.f4 lt:Jgf6 11 0-0-0 li:JdS ±
(11 ... i.e7, 10 ... 'i!faS+ -ef. 8 hS)
'l!t'e7 1 O i.d2 e6 11 0-0·0 li:Jgf6
Y ahora:
12 llhel
12lt:Je4
12 'i!fe2
12 e4 i.d6
0-0-0 13 .tc3
(13 'i!í>bl!-cf. 12 'i!í>bl)
bS 13 eb
13 eS
ti=
+
00
12 <;!?bl eS (ef. 8 hS)
68
0-0-0 13 e4 i.d6
eS 14 "ife2 ed
i.d6
14 .te3 ed IS .txd4
IS li:Jxd4 liJeS ±
a6 16 \!t'e2
16lt:Jb3
16li:Jf3 liJeS
±
.tes

CAPíTULO 6
8. h5 con 10 .... e6
l. e4 c6
2. d4 dS
3. Cc3 de
4. Cxe4 AfS
5. Cg3 Ag6
6. Cf3 Cd7
7. h4 h6
8. hS Ah7
9. Ad3 Axd3
10. Dxd3 e6 (72)
72
B
La moda actual. En lugar de 10.
Dc7 seguida por 0-0-0, como se
solía pensar que
era esencial, las ne­
gras preparan el enroque corto. Esto
aviva el juego, aunque el coste de
ello sea
una posición del rey menos
segura (se amenaza g4-g5).
Las partidas
producto de esta lí­
nea se pueden clasificar en tres cate­
gorías. En la Variante A, las blancas
continúan de la misma manera que si
las
negras hubieran jugado
10 ....
Dc7, esto es,
mediante 11. Ad2. En
la Variante Bl, las blancas intentan
aprovecharse de la posición activa de
su alfil dama después de 11. Af4
Cgf6 12.
0-0-0. En la variante B2,
las negras contestan a 11.
Af4 con el
jaque 11 .... Da5+, estando dispuestas
a
trasponer a líneas más habituales
después de 12. Ad2 Dc7; pero las
blancas rechazan esta posibilidad
mediante 12. c3. Así, las blancas
pueden elegir entre:
A 11. Ad2
B 11.
Af4
En la partida Spasski-Karpov,
matGh de 1974, las blancas desarro­
llaron su alfil mediante 11. b3 Cgf6
12. Ab2.
En vista de la reacción de
las negras -12
.... Da5+ 13. Ac3 (o
bien 13. c3 Aa3)
13 .... Ab4, podría­
mos concluir que el desarrollo del
alfil dama blanco por fianchetto será
más inteligente en el caso
en que las
negras hayan jugado
13 .... Dc7.
A
73
N
11. Ad2 Cgf6
12.
0-0-0 (73)
12. Ae7
También es posible:
a) Como ha mostrado una partida
entre grandes maestros de primera
fila, la apertura de la posición resul­
ta mala sin haber puesto previamente
69

a resguardo el rey propio. La partida
Kavalev-Hübner, Montreal 1979,
continuó así: 12 .... eS? 13. The1
Ae7 (no 13 .... cd 14. Txe6+) 14. d5!
Cxd5 15. Txe6 (sucumbiendo a la
tentación ... ) 15 .... fe 16. Dg6+ Rf8
17. Dxe6 Ce? 18. Df5+ Cf6 19. Ce5
De& 20. Cg6+ Rf7 21. Cxh8+ Dxh8
22. Te 1 Te&, y la posición favorece a
las
negras. No obstante, 15. Cf5! le
habría asegurado a las blancas una
ventaja considerable; Hübner da la
línea 15 ....
0-0 16. Cxe7+ Cxe7 16.
Axh6, o
bien 15 .... Rf8 16. c4 C5f6
17. Cxe7 Dxe7 18. Af4 Rg8 19. Ad6.
b) 12. . .. Db6 (Larsen, quien cons­
tantemente está introduciendo nove­
dades en el juego de las negras, me­
rece un crédito especial entre los
creadores del sistema con 1
O .... e6.
Comenzó
por sacar la dama a ... b6)
13.
Ce5 (en la partida Tatai-Larsen,
1971, se jugó 13. c4; véase la Va­
riante A del Capítulo 7) 13 .... Ae7
14. f4 Td8 15. Dc4 Cxe5 16. de Td4!
17.
Db3 Dxb3 18. ab Cg4, con posi­
bilidades equilibradas, Andersson­
Larsen, 1971. Las mejoras que han
sido sugeridas para el juego de las
blancas son 14.
The 1 Td8 (1 4 ....
0-0
15. Cf5) 15. De2, amenazando Cxf7
Cxf7; y 13. De2!?. Quizás fue pen­
sando en esta partida cuando Larsen
concibió la idea de dejar la dama en
d8, desde donde defiende el alfil de
rey y por tanto asegura que las ne­
gras puedan enrocarse (suprimiendo
la amenaza de Cf5).
La "idea" de enrocarse corto, por
sí sola, es por supuesto de pequeño
mérito. Era necesario pensar, y ela­
borar, un esquema de juego en que
la insegura posición del rey negro no
fuera el principal factor. En este te­
rreno, la labor de Larsen ha sido
muy importante.
13. Ce4 (76)
70
Alternativamente:
a)
13. The1 a5!? (7 4 ).
74
B
Una reciente idea de Larsen. De
alguna manera, todo el
mundo se ha­
bía acostumbrado a pensar que en
posiciones de este tipo las negras "te­
nían" que hacer la jugada "liberado­
ra" ... c5. Sin embargo, resulta que es
posible
hacer v:aler una política dis­
tinta, confiando en la firmeza de la
posición central negra y en la ausen­
cia de amenazas concretas por parte
de las blancas. Después de 14. De2
0-0, el juego puede continuar:
al) 15. Rb1 Db6 16. Ce5 a4 17.
c4? a3 18. b3 Dxd4 19. Ab4
Dxe5, y las negras ganaron un
peón, Hübner-Larsen, Tilburg
1980.
a2) En la partida Glatt-Burger,
Budapest 1982, las blancas sacri­
ficaron un peón con 15. CfS!?,
calculando la variante 15 .... ef
16. Dxe7 Cxh5 17. Ch4. Cuan­
do, en lugar de ello, las negras
respondieron 15 .... Ab4, siguió:
16.
Cxh6+!? gh 17. c3. Burger
renunció a comprobar cuánta era
la fuerza del ataque blanco (des­
pués de 17 .... Ae7 18. Axh6
Te& 19. Ce5), y jugó 17 .... Te&
(amenazando ... Af8), lo cual
forzó a 18. cb ab. Ahora ambos
reyes se
encuentran en una posi-

ción arriesgada, pero fueron las
negras las que triunfaron: 19.
CeS Txa2 20. Axh6?! (20.
Axb4?!) 20 .... b3! 21. Cxd7?
(contando con 21. ... Dxd7? 22.
DeS.
En caso de 21. Dd3 Tal+
22. Rd2 DaS+ Re2 CxeS 24.
Dg3+ Ceg4 2S.
Txal DbS+, co­
mo indicaron Byrne y Mednis,
la situación seguiría siendo con­
fusa) 21. ... DaS!! 22. Cxf6+
Rh8, con amenazas imposibles
de defender.
b)
La partida Grünfeld-Lobron, Lu­
gano 1981, vio la continuación 13.
De2 aS!? 14. CeS a4 IS. f4 a3 16. b3
0-0 (75).
75
B
17.
fS CxeS! 18. de CdS 19. Rbl
(19. f6 Axf6!) 19 .... Db6
20. c4 Dd4
21.
Ael Cc3 22. Axc3 Dxc3 23. Td3
DaS 24. f6?! gf 2S. ef Axf6 26. Ce4
Ag7 27.
eS fS 28. Cd6 DxcS 29. Tcl
Da7
30. Dxe6+ Rh8, y el rey blanco
és quien se encuentra en mayor peli­
gro.
Regresemos a la variante
princi­
pal, tras 13. Ce4.
13. Cxe4
Es evidente que la idea principal
de 13. Ce4 consistía
en 14. Cxf6+ lS.
CeS, siguiendo con Dg3, con el pun­
to g7 como objetivo.
Por esta razón,
... aS-a4 parece estar fuera de lugar
aquí. Las posibles alternativas son:
a)
13 .... Db6?! 14. Cxf6+ Cxf6 IS.
CeS Td8 16. Dg3, Hübnner-Larsen,
Bugojno 1978; en este momento, las
negras no pudieron encontrar nada
mejor que 16 .... Rf8.
76
N
b) 13 .... aS?! 14. Rbl (evitando el
ataque sobre el peón a después de
14. Cxf6+ Cxf6 IS. CeS DdS) 14 ....
Cxe4
(¿mejor tarde que nunca? No
siempre es cierto.
En el juego subsi­
guiente, la salida
de la dama a dS no
ganará ya un tiempo.
Por supuesto,
14
.... a4 sería respondida por IS.
Cxf6+
Cxf6 16. CeS) lS. Dxe4 Cf6
16. Dd3 DdS 17. Tde 1! (dirigida
contra 17 .... De4) 17 .... bS 18. CeS
0-0 19. g4 eS 20. gS c4 (Hort le po­
ne signos de interrogación a las ju­
gadas 17 .... bS y 20 .... c4, pero no­
sotros no seguiríamos su ejemplo,
puesto que después de 17. T de 1 , ya
no nos
gusta la posición de las ne­
gras) 21. Dg3! hg (o bien 21. ... Ce4
22.
Txe4 Dxe4 23. Tg 1) 22. AxgS
Ce4 23. Txe4 AxgS 24. DxgS f6
2S.
h6!
1-0, Hort-Chandler, Wijk aan
Zee 1982.
e) Llevando las piezas negras
contra
Kavalek (1980) el propio Hort eligió
simplemente el enroque; después de
13 .... 0-014. Cxf6 Cxf6 IS. Rbl,
resolvió sus problemas mediante la
anticuada lS .... cS. Siguió entonces:
71

16. De2 cd 17. Ae3 Ac5 18. Axd4
Axd4 19. Txd4 Db6 20. g4 Tfd8 21.
c3 Td5 22. Txd5 Cxd5 23.
Ral Td8
24. Cd4 Dc7,
y las negras tienen una
buena partida.
14. Dxe4 Cf6
15. De2
En opinión de Kavalek, valdrá
la pena para las blancas probar con
15. Dd3 Dd5 16. c4 De4
17. Db3.
77
N
15. Dd5
16. c4 (77)
El juego puede continuar con
las siguientes líneas:
a)
16 .... Df5 17. Ce5 c5 18. g4 De4
19. Dxe4 Cxe4
20. Ae3 Tc8 21. Rbl
(21. d5!?) 21. ... 0-0 22. f3 Cf6,
Karpov-Larsen, Lineares 1981; Lar­
sen entabló este final algo inferior.
b) 16 .... De4! 17. Tdel (Kavalek
recomienda contestar a 17 .... Df 1
con
17 .... Cg4, y a 17. Ae3 con 17.
... Cg4
18. Cd2 Df5) 17 .... Dxe2 18.
Txe2
0-0 19. Ce5 Tfd8 (coincidimos
con Kavalek en juzgar que la necesi­
dad de defender los peones de d4 y
h5 califica a la posición blanca como
inferior) 20 .... Ac3 Tac8! (con la in­
tención de 21. .... b5), y las negras
conservan la iniciativa;
Ivanovié-Ka­
valek, 1982.
72
B
11. Af4
Ahora las negras pueden escoger
entre:
Bl 11. ... Cgf6
B2 11. ... Da5
En la partida Karpov-Larsen,
Tilburg 1982, el gran maestro danés
jugó 11. ... Ab4+
12. c3 Ae7, y con­
testó a 13. Ce4 con 13 .... Cgf6!?
(más bien se hubiera esperado 13 ....
Cdf6) 14. Cd6+ Axd6 15. Axd6 Da5!.
La dama ataca los peones de h5 y
a2, planteando problemas al enroque
de las blancas; con todo, el
impor­
tante alfil de las negras ha sido
"sa­
crificado" ... Claramente, la sorpresa
produjo tal efecto en el Campeón
Mundial que siete jugadas más tarde
su posición no presentaba
un aspecto
agradable: 16. Ab4 Dc7 17. Aa3 b5
18. De2? (18. Dd2 a5 19. Tcl) 18 ....
Cd5 19. Dd2 a5
20. Tcl Db8 21. c4
b4! 22.
cd cd. ¡Así y todo, Karpov
logró ganar esta partida!
No es fácil adivinar qué ventaja
pensó Larsen
que podría haber obte­
nido de la posición del peón en c3 si
las blancas
hubieran jugado la nor­
mal 13.
0-0-0 Cgf6 14. Ce5.
B1
11. Cgf6
12. 0-0-0 Ae7 (78)
12. ... Cd5 13. Ad2 b5 14.
Tdel Ae7 15. Ce4 b4 16. g4 a5 17 .
g5
fue la continuación elegida en la
partida Tisdall-Hartein, Lugano
1983.
13. CeS
La práctica magistral ha llevado
esta
jugada a la vanguardia. Alterna­
tivamente, se pueden escoger:

78
B
a) De la misma manera que en posi­
ciones con el alfil en d2, aquí se
puede contestar a 13. Ce4 con
13 ....
Cxe4 14. Dxe4 Cf6
lS. Dd3 (IS. De2
Dd5 16. Rbl ± -Karpov-) lS ....
DdS (pero no 15 .... DaS 16. Rbl
CxhS? 17. Ad2) 16. c4 De4.
b) En la partida Torre-Karpov,
Moscú 1981, las blancas tomaron la
precaución de
jugar 13. Rbl. siguió
entonces:
13 .... a5!? (13 .... Da5 14.
CeS Td8 es inferior: 15. Cc4! Db5
16. Ac7 Tc8 17. Cd6+ Axd6 18.
Axd6 Dxd3 19. Txd3 con ventaja,
Timman-Larsen, 1980) 14. Ce4 Cxe4
15. Dxe4 Cf6 (15 .... a4!? 16. Ce5 a3,
Karpov-Larsen, Linares 1983) 16.
De2 (probablemente la dama esté
mejor situada en d3, con la perspec­
tiva de dirigirse a g3) 16 .... a4 17.
CeS DdS 18. g4 (parece que deberían
haber controlado primero e4 me­
diante 18. f3, pero entonces 18 ....
b5 19. g4 b4, seguido de ... DbS, no
resulta malo para las negras) 18 ....
a3 19. b3 De4 20. Ae3 0-0 21. Dd3?!
(después del cambio de damas, las
negras se apoderan de la iniciativa.
Menos clara es la situación que surge
tras 21. f3 DdS 22. Td3 Ch7 23.
Ad2) 21. ... Dxd3 22. Txd3 Ad6 23.
f3 Tfd8 24. Thd 1
CdS 25. c4 Cb4
26. T3d2 b5 27. f4 be 28. be Tab8,
etc.
e)
Contra 13. c4, las negras pueden
jugar de nuevo 13 .... a5 (79 ).
79
B
La partida Tal-Larsen, Tilburg
1980, continuó: 14. The1 (en la par­
tida Karpov-Larsen, Amsterdam
1980, se jugó 14. Rb1 a4 15. Ce5
Cxe5 16. Axe5.
En la actualidad, las
negras se enrocan corto
en estas po­
siciones sin pensarlo un momento
-16 ....
0-0, o bien 15 .... 0-0. En la
partida citada, sin embargo, Larsen
se vio atraído por 16 .... Da5 ?! 17.
Ce4 0-0-0. Tras 18. c5! Cxe4 19.
Dxe4 Af6 -19 .... Thg8 20. Th3-
20. Axf6 gf 21. Df4 f5 22. Td3, sus
debilidades de peones y la insegura
posición de su rey hicieron difícil la
partida de las negras)
14 .... b5!? (es­
ta
idea es una buena reacción a c4, y
también
era jugable en el movimien­
to
anterior) 15. c5
CdS 16. Ae5 0-0
17. Ce4 C7f6 18. Cxf6+ Cxf6 19.
Axf6 Axf6 20. g4 Dd5 21. Rbl
Tfd8, y el juego de las negras es más
activo.
13. 0-0 (81)
O bien:
a)
13 .... aS 14. Thel
(80).
Y ahora:
al) La partida Beliavski-Larsen,
Tilburg 1981, continuó con 14 .
... a4? lS. Cg6!! Cd5 (los análi-
73

80
N
sis de Beliavski demuestran que
las negras ya no tienen conti­
nuaciones satisfactorias: 15 .... fg
16. Dxg6 RfS 17. Txe6 DeS lS.
Tdel Dxg6 19. hg Ab4 (19 ... .
Cd5 20. Txe7) 20. c3 Cd5 (20 ... .
Aa5 21. Ad6+ RgS 22. Cf5) 21.
Ad2 Aa5 22. c4 Axd2+ 23. Rxd2
C5f6 24. Te7 con posición gana­
da; o bien 15 .... a3! 16. b3! fg
17. Dxg6+ RfS lS. Txe6 DeS 19.
Cf5! Dxg6 20. hg Ab4 21. c3
Cd5 22. cb Cxf4 23. Te7) 16.
Cf5! AfS 17. Ad6! TgS IS. c4
Cb4 19. Dh3! fg 20. Txe6+ Rf7
21. hg+ Rxe6 22. Tel+ Ce5 23.
Axe5, y las negras abandonaron.
La línea 15. Ce5 recibió publici­
dad favorable a causa de esta
partida.
a2) Consecuentemente, contra
Suradiradja, Indonesia 19S2,
Chandler jugó 14 ....
0-0, y
después
de 15. Rbl a4 16. c4 a3
17. b3 Ab4
1S. Thl De7 19. Ce4
TadS obtuvo una posición có­
moda. Si hubiera tenido enfrente
a Beliavski, el tema habría sido
más complicado.
En lugar de 15.
Rbl ?!, las blancas habrían juga­
do probablemente 15. De2, con
el propósito de 16. Cg6.
b) 13 ....
CdS 14. Ad2 Ag5 se en­
cuentra con la fuerte réplica 15. Ce4
74
Axd2 16
Dxd2
0-0 17. g4, como ha
indicado Beliavski.
e)
La partida Psakhis-Larsen, Inter­
zonal de Las Palmas, l9S2, continuó
13
....
CxeS 14. Axe5 b5?! 15. Ce4
TeS 16. Rbl a5 17. Axf6 gf (17 ....
Axf6 lS. g4 0-0 19. f4, o bien 1 S.
Dg3 0-0 19. Cxf6+ Dxf6 20. Th4)
IS. g4 Dd5 19. f4, con clara ventaja.
Regresemos a la línea principal,
tras
13 ....
0-0.
81
B
Si las blancas no logran demos­
trar su ventaja después de haber de­
sarrollado tan activamente sus fuer­
zas, nuestra apreciación de la estabi­
lidad del esquema de las negras con
10 .... e6 se verá fuertemente in­
fluenciada por ello. Veamos algunos
ejemplos:
a)
14. De2 Da5 (14 .... a5 15. c4 a4
16.
Rbl a3 17. b3 Ta6
IS. Df3 DeS
19. Thel TdS 20. De3 c5 21. Cxd7
Txd7 l/2-1/2, Timman-Lobron,
Plovdiv I9S3) 15. Rb1 TadS 16. c4
(analizando 16. Cg6!?, Tal concluye
que existen posibilidades
para ambos
bandos después de 16 .... fg 17.
Dxe6+
RhS 18. Dxe7 -18. hg CgS-
1 S .... Cd5 19. Ad2 Dxa2+ 20. Rxa2
Cxe7 21. Ab4 c5) 16 .... Cxe5 17. de
Cd7 IS. Td2 (Tal recomienda lS. a3
CeS 19. Dc2) IS .... Ag5! 19. Axg5
hg 20. h6 (20. Thdl? o bien 20. Te!?
habrían fracasado, en vista de 20 ....

Cxe5!) 20 .... Cxe5! (20 .... Dxe5?
pierde por 2i. h7+ Rh8 22. Txd7
Dxe2 23. Txd8; mientras que si 20.
... g6, entonces resulta fuerte 21. h7+
Rh8 22. Thdl) 21. Td5! (21. hg?
Txd2, o bien 21. Txd8? Txd8 22. hg
Rxg7 favorece a las negras) 21. ...
Txd5 22.
cd Dxd5 23. hg Rxg7, y se
acordaron tablas (24. Ch5+ Rg6 25.
Cf4+
gf 26. Dh5+ Rf6 27. Dh4+ Rf5
28. Dh5+), Beliavski-Tal, 1981.
b) 14. c4 c5 (sería interesante expe­
rimentar 14 .... Cxe5 15. Axe5 Cg4,
o
bien 15. de Dc7!?) 15. d5 Cxe5
(15 .... ed 16. Cf5!) 16. Axe5 Cg4 17.
Axg7!? Rxg7 (I 7 .... Cxf2 18. Df3
Cxhl 19. Axf8 Ag5+
20. Rbl Cxg3
es poco clara) 18.
De2 Ag5+ (18 ....
Cf6 sería respondido por 19. de Dc7 20. Cf5+ Rh7 21. Dc2) 19. Rbl Cf6
20. de Dc8 21. e7 Te8 22. Td6! Dg4
23. De5 Rg8 24.
Te 1! (24. Txf6 Axf6
25.
Dxf6 De6 sería del agrado de las
negras) 24 .... Cd7 25. Txd7! Dxd7
26.
Cf5 f6 27. Dd5+! Dxd5 28. cd
Af4 29. g3 Ac7
30. Rc2 b5 31.
Cxh6+ Rh7 32. Cf5 Tg8 33. d6 Aa5
34.
Te6 Tg5 35. Txf6 Txh5 36. d7
Th2 37. Ce3
1-0, Karpov-Hübner,
Ti1burg, 1982. Una victoria de im­
presionan te belleza del Campeón
Mundial, aunque no todo sea con­
vincente en ella.
e)
14. Cxd7 Dxd7 15. Ae5 Tad8 (1 5.
... Cg4!?) 16. De2 Dd5 17. Rbl Td7?
(17 .... b5) 18. c4 Da5 19. f4 b5
20.
c5 Td5 21. f5 Cd7 22. Af4 Dd8 23.
fe, y las blancas vencieron,
Timman­
Hübner, Tilburg 1982.
Estas tres partidas jugadas
"al
máximo nivel" ponen claramente de
manifiesto los peligros que acechan
al rey negro en esta variante. Pero
también queda claro que la búsqueda
de las mejores continuaciones (para
ambos bandos) no ha terminado to­
davía.
B2
11. DaS+
Esta jugada muestra que las ne­
gras reconocen su "error" (1 O .... e6)
y
quieren volver a posiciones tradi­
cionales con su dama en c7, después
de 12. Ad2.
82
N
12. c3 (82)
Se juega así "por principio", pe­
ro se revela que las blancas se enro­
carán corto (considerar el enroque
largo será más comprometido) a pe­
sar del debilitamientode su ala de
rey. En la Variante B del Capítulo 7
se estudia
un plan similar.
12. Cgf6
13. a4
Con la intención de jugar 14.
b4, expulsando la dama negra
(y eli­
minando así la amenaza contra el
peón
h, para enrocarse a continua­
ción).
Otra posibilidad es 13. De2 Ae7
14.
Ce5, asegurando de la misma
manera el enroque corto.
Una parti­
da Kapengut-Shakarov, 1981, con ti-
nuó así:
14 ....
0-0 15. a3 c5 16. de
Cxe5? (16 .... Dxc5) 17. b4 Da4 18.
Axe5 Cd7 19. Ad4?! (despu
és de 19.
0-0 la posición de las negras no vale
75

su peón de ventaja) 19 .... e5 20.
Ae3 (son poco claras 20. Cf5 ed 21.
Cxe7+
Rh8 22. cd Tae8 23. d5 Cxc5,
o
bien 23.
0-0 Cf6) 20 .... f5 21.
Dc4+ Rh8 22. Cxf5 Txf5 23. De6
De2 24. 0-0 Cf6 25. Dxe7 De4, y las
negras
tienen buen juego.
13.
eS
Después de 13 .... Ae7, las blan­
cas llevan a cabo su idea -14. b4
Dd8 15. 0-0-, pero en modo alguno
resulta obvio cómo valorarla objeti­
vamente.
Una partida Panchenko-Brons­
tein, Campeonato Abierto de Moscú,
1981, continuó: 13. ... Cd5!? 14.
Ad2
Dc7 15. Rfl a5 16. De2 Ae7 17. Ce5
Cxe5 18. Dxe5 Dxe5 19. de Cb6
20.
Af4 f5 21. ef gf 22. Re2 Rf7 23.
Thdl f5 24. Ae3 Cd5 25. Ad4 Thd8
26. c4 Cf6 27. Ae5 Cg4 28. Ac7
Tdc8 29. Af4 e5 30. Ad2 Re6, y
Bronstein ensartó a
su adversario.
83
B
14.
0-0 Ae7
La partida Gaprindashvili-Niko­
lac, Wijk aan Zee, siguió así: 14 ....
Te&?! 15. Tfel c4 16. Dc2 Ae7 (¿po­
demos deducir de esto que Nikolac
había estado planeando en primer
lugar la captura del peón h? La po-
76
sición
negra se habría puesto difícil
rápidamente: 16 .... Cxh5 17. Cxh5
Dxh5 18. De4) 17. Ce5
0-0 18. Cf5
Tfe8? (83). (18 .... Dd8) 19. Cxg7!
Rxg7 20. Axh6+ Rxh6 21. Cxf7+
Rxh5 22. g4+! Rh4 23. f3 Cxg4 24.
Te4 1-0.
15.
Tfel
0-0 (84)
Después de 15 .... cd 16. b4 Da6
17.
b5 Da5 18. Cxd4, las piezas
blancas se vuelven muy activas. Tras
sólo una indiscreción más -18 ....
Tc8?-, las negras fueron aplastadas
en la partida Vitolins-Antom,
URSS
1978: 19. Txe6! Dxc3 20. Txe7+
Rxe7 21. Ddl Thd8 22. Ad6+ Rxd6
23. Cdf5+ Rc5 24. Dd6+ Rc4 25.
Ce3+ Dxe3 26. fe etc.
84
B
Las negras han concluido su de­
sarrollo, y la suerte del peón h blan­
co se convierte en un problema prin­
cipal. La partida Vitolins-Kivlan,
Campeonato de Latvia, 1978, conti­
nuó así: 16. Cf5 Tfe8 17. Cxh6+ (Vi­
tolins no encuentra satisfactorio 17.
Cxe7+, porque después de esto el
peón
de h5 no sería fácil de defen­
der) 17 .... gh 18. Ce5 Cxe5 19. de
Ch7
20. Axh6 Af8 21. Af4 Rh8 22.
Te4 Dc7 23.
Tael Ae7 24. Ah6 Tg8

25. Df3 Ag5· 26. Axg5 Txg5 27. g4
Td8, y las negras tienen posición ga­
nadora.
16.
Ce5 es una mejora: por
ejemplo, 16 .... Cxe5 17. de Cd5 18.
Ad2 Tfd8 19. Ce4 Cf6, etc., y las
oportunidades blancas pueden no ser
inferiores a las de las negras. Para extraer conclusiones del
material examinado en este capítulo,
podemos
decir que las variantes 1
O.
... e6 11. Af4 Cgf6 y 11. ... Da5+ 12.
c3 son sin duda alguna interesantes,
y conducen a situaciones agudas. En
el primer caso, las negras compro­
meten la estabilidad de su posición,
mientras que en el segundo se da la
situación opuesta.
RESUMEN
11 b3
11 i.d2 li:Jgf6 12 0-0-0 eS ±
~b6 ;t
i.e7 13 llhel 00
13~e2 00
l3 li:Je4 ~b6 ±
aS ±
0-0
li:Jxe4
11 i.f4 li:Jgf6 12 0-0-0 i.e7 13 li:Je4 =loo
13 'i!lbl =/oo
13 e4
00
13 liJeS aS ;t
li:JxeS ;j;
0-0 ;l;/oo
~aS+ 12 e3 li:Jgf6 13~e2
13 a4 li:JdS 00
eS
(12 i.d2 ~e7-cf. 10 ... 'i!fe7)
77

CAPITULO 7
10 .... Dc7
l. e4
2. d4
3. Cc3
4. Cxe4
5. Cg3
6. Cf3
7. h4
8. hS
9. Ad3
10. Dxd3
85
B
c6
dS
de
AfS
Ag6
Cd7
h6
Ah7
Axd3
Dc7
(85)
Aquí, la continuación habitual
es 11. Ad2 e6 12.
0-0-0, pero hay
otras líneas que se han popularizado
de vez
en cuando, relegando a la an­
terior a segundo término. Ejemplos
de estas líneas son 11. Th4, 11.
0-0 y
11. Ad2 e6 12. De2, o bien 12. c4.
Común denominador de todas es su
artificialidad evidente. La salida de
la torre (Variante A) hace posible
Af 4, pero la posición de la torre
misma, err h4, deja bastante que de­
sear ... El enroque corto con el peón
h tan avanzado (Variante B) recru­
dece la lucha, pero las defensas del
rey blanco están abiertas a diversas
amenazas. Se
puede decir lo mismo
cuando las blancas comienzan opera­
ciones ofensivas con su rey todavía
en el centro (Variante C).
Resultaría simplemente justo
que todos estos intentos permitieran
a las negras buen contrajuego.
A partir de la posición del dia­
grama 85, las blancas tienen:
A. 11.
Th4
B. 11.
0-0
C. 11. Ad2
A
11. Th4 (86)
~ EU ··-~­.?il Wiíi~.l ~
?;,,~ ?~~ ~,,~ ~~
BlB B ~
B.Bw~B•B/!:'/.
8[cJ8~
8 B~BttJ~~ ~ ~ d w
¿s~¿s- ~¿s-
,, .... 7. ~ ,, .... z ~
~m M • '~ ....... : 7.~ •
A guisa de explicación de 8. h5,
Gligoric escribió en una ocasión:
"Las blancas quieren poner en juego
su torre de rey por la cuarta hori­
zontal, y luchar por el dominio de la
casilla f4." En la actualidad, las
blancas asocian 8. h5 con planes bas­
tante diferentes, pero todavía se en­
cuentra ocasionalmente 11. Th4.
11. ... e6
O bien 11 .... Cgf6 12. Af4
Da5+ 13. Ad2 (13. Rfl !? e6 14.
Ce5) 13
.... Db5 14. Dxb5 cb 15. a4
ba 16. Txa4 e6 17. b3 Ae7 18. Re2
a6 19. Th 1, y los jugadores acorda­
ron tablas, Sax-Hort, 1979.
79

12. Af4 DaS+
Las siguientes partidas ilustran
los éxitos obtenidos por las blancas
con la variante alternativa
12 .... Ad6
13. Axd6 Dxd6 14. Ce4:
a) 14 .... Db4+ 1S. Dc3 (si 1S. c3,
entonces resulta peligroso jugar lS.
.
.. Dxb2+ a causa de 16. Cd6+ y 17.
Tb1, de forma que las negras
ten­
drían que retirar su dama a e7. Des­
pués de lS. Dc3, Botvinnik consid era
que tampoco era demasiado tarde
para lS .... De7) lS .... Dxc3+ 16. be
Re7 17.
CeS! Cgf6
("si 17 .... b6, en­
tonces 18. Cxd7 Rxd7 19. CeS+, ga­
nando un peón; o bien 1 7. . .. CxcS
de, y de nuevo tenemos que uno de
los
peones negros
caerá" -Botvin­
nik-) 18. Cxb7 Thc8 19. CeS (19.
CeS!?) 19 .... eS 20. CaS Tc7 21.
0-0-0 Tac8 22. Cxd7 Cxd7 23. dS!
ed 24. TxdS, habiendo obtenido tan­
to la iniciativa como una ligera ven­
taja material, Spasski-Botvinnik,
Leiden 1970.
b) 14 .... De7 (87)
87
B
1S. Da3!
("el tipo de jugada que
Tolush habría propuesto" -Botvin­
nik-. En la partida Keres-Bagirov,
19S9, las blancas consiguieron mejor
posición después de 1S. 0-0-0 Cgf6
80
16. Cxf6+ Cxf6 17. CeS 0-0-0 18.
Dg3, pero
en una partida contra Gli­
goric, en el Torneo de Candidatos de
aquel mismo
año, Petrosian reforzó
la
defensa de las negras: 16 .... gf!
17. Dd2?! Cb6 18. DaS Dd6! 19. Td3
DdS
20. Da3 Cc4 21. Db4 Cd6 22.
b3 aS 23. Dd2 a4 24. c4 ab!, con
ventaja para las negras. Otra partida
Spass
ki-Botviniik, 1970, continuó
así: 16. Ced2
0-0-0 17. Ce4 Rb8 18.
g3 Cb6 19. De2 CbdS, con unas t a­
blas) 1S .... Dxa3 16. ba Re7 17. Rb1
(probablemente más precisa que 17.
CeS Cx
cS 18. de
aS 19. Tbl, mo­
mento en el que Seirawan jugó en
una de sus partidas 19 .... Ta7, lo­
grando defenderse con éxito después
de 20. CeS Cf6 21. Td4 Tc8 22. a4
Tc7 23. Tbd1 Ta6);
y ahora:
88
N
bl) 17 .... b6 18. CeS CxeS 19.
de
fS 20. Cg3 Td8 21. Ta4 Td7
22. Td1 Txd1+ 23. Rxd1 aS 24.
Td4 eS 2S. Td2 Rf7 26. Td8,
con clara ventaja, Beliavski-Po­
mar, Las Palmas, 1974.
b2) 17 .
... Tb8 18. CeS CxcS 19.
de
(88)
El mismo tipo de
posición (con
un peón blanco en c3 en vez de en
a3) se habría dado en la partida
Spasski-Botvinnik -véase la nota (a)

más arriba-si las negras hubieran
jugado 17 .... Cxc5.
La estructura de peones blanca,
aunque fea, permite ejercer una
fuerte presión sobre b7 (Tb4 ). ¿Fa­
vorece la posición a las blancas, por
tanto?
En un tiempo se pensó que esta
cuestión estaba contestada por la
partida Bellón-Pomar,
Olot, 1975:
19
.... a5
20. Ce5 (20. Ta4 Cf6 21.
Txa5 Cd7 resulta bueno para las ne­
gras a pesar de su peón de menos)
20 .... Cf6 21. Td4 Thc8 22. Tb3 Tc7
23. g4 Td8 24.
Txb7 Txd4 25. Cxc6+
Rd7 26. Cxd4 Txb7 27. c6+ Rc7 28.
cb Cxg4, con posibilidades para
am­
bos bandos.
Pero el siguiente encuentro entre
ambos adversarios, Bellón-Pomar,
Orense, 1976, dió la victoria a las
blancas: 22.
g4! (en lugar de Tb3) 22.
...
Tc7 23. f3 Td8? 24. Txb7. El
mismo golpe que anteriormente, con
la
diferencia de que en esta ocasión
el peón blanco de g4 se encuentra
defendido.
¿Ha logrado el gran maestro
Po­
mar probar posteriormente que, a
pesar de ello, la posición es tablas?
Por supuesto, sería interesante des­
cubrirlo ... Sin embargo, siempre nos
ha parecido que no vale la pena que
las negras
desperdicien sus energías
en un ejercicio tan tedioso como
és­
te. Absteniéndose de jugar 12 ....
Ad6, las negras pueden poner en
evidencia la poca efectividad de 11.
Th4. Las blancas tendrán que des­
perdiciar un tiempo trasladando su
torre a una casilla más adecuada, y
este tiempo es precisamente lo que
necesita su oponente.
Regresamos a la variante
princi-
pal.
13. Ad2 Db6
También es jugable 13 .... Dc7
(siempre
que las negras no se opon­
gan a las tablas inmediatas que las
blancas pueden plantear mediante
14.
Af4).
Una partida Kitces-Tavadian,
1977, siguió así: 14. 0-0-0 0-0-0 15.
Rbl Cgf6 16. Af4 Ad6 17. Axd6
Dxd6 18. c4?! c5 19. Da3 a6 20. Td2
Dc7 21. De3 cd 22. Thxd4 Cb8! 23.
Ce4?!
Cxe4 24. Dxe4 Cc6 25. T4d3
Txd3 26. Txd3 Td8 (después de
cambiar todas las torres, nos encon­
tramos con que resulta difícil defen­
der los peones blancos, por ejemplo:
27. Txd8+ Dxd8 28. Rc2 Da5) 27.
a3
Txd3 28. Dxd3 Df4 29. Dh7 Dg4!,
con
partida ganada para las negras.
14.
0-0-0 Ae7
Un punto discutible. ¿Es nece­
sario expulsar la torre?
15. Thh1
En la partida Mukhamedzha­
nov-Vdovin, 1979, las blancas juga­
ron 15. Tf4 (15. Tg4? Cgf6) 15 ....
Cgf6 16. CeS, y ... lograron entablar
después de
16 .... Td8 17. De2 c5 18.
de Dxc5 19. Cxd7 Txd7
20. Tc4 Dd5
21. Ac3 Dxd1+ 22.
Dxdl Txdl+ 23.
Rxd1 Rd7.
89
B
15 .... Cgf6 (89)
81

La partida por correspondencia
Gilezetdinov-Shakarov, 1976, conti­
nuó así: 16. c4 (16. The 1 parece la
mejor, con la intención de responder
a 16
....
0-0 ó 16 .... 0-0-0 con 17.
Cf5. Las negras pueden elegir entre
16 .... c5 y 16 .... Td8) 16 .... Da6 17.
Rbl Ad6 (explotando que las blancas
no se encuentran preparadas para
ju­
gar 18. Ce4) 18. Ce2 Cg4 19. Ael 0-0-0 (cinco años antes, se había da­
do esta posición en una partida Ta­
tai-Larsen, si bien los jugadores ha­
bían llegado a ella tres jugadas antes:
10 .... e6 11. Ad2 Db6 12. 0-0-0
Cgf6 13. c4 Da6! 14. Rbl Ad6 15.
Ce2 Cg4 16. Ael 0-0-0. Tras 17.
Cd2 c5?! 18. Ce4 Ac7 19. f3 f5?! 20.
Cd2 Cgf6 21. Dc2 Rb8 22. Af2 Ab6
23. Cb3 cd 24. Cexd4, las negras
quedaron en posición dudosa, pero
17 .... Cgf6! seguida por ... eS ó ... c5
les
hubiera dado una buena partida) 20. Dc2 c5 21. Td3 (al intentar apo­
derarse de la iniciativa por medios
violentos, las blancas producen
rápi­
damente efectos opuestos) 21. ... cd
22. c5 Ae7 (no 22 .... Cxc5? 23.
Txd4) 23. Cexd4 (23. Ta3? fracasa a
causa de 23 .... d3 24. Dc3 d2, o
bien 24. Txd3 Cxc5 25. Txd8+
Rxd8) 23 .... Cde5 24. Tce?! (era ne­
cesario cambiar damas con 24. Ta3
Dc4 25. Dxc4) 24
.... Cxf3 25. Cxf3
Af6, y la posición blanca está hecha
un verdadero asco.
Daremos la conclusión de esta
partida (¡para que sirva de adverten­
cia!) 26. Tb3 (26. Ta3 Db5 27. Txa7?
Tdl+) 26 .... Td5 27. Tb4? Thd8 28.
a3 (o
bien 28. Ac3 Cxf2! 29. Dxf2
Tdl+
30. Txdl Txdl+ 31. Rc2 Dd3+
32.
Rb3 Axc3) 28 .... Tdl+ 29. Ra2
Cxf2!
30. Dxf2 Tal+!, con ataque de
mate.
Esperarnos que el lector haya
quedado convencido de que evitando
la
línea simplificadora 12 .... Ad6?!
82
las negras obtienen
una partida com­
pletamente satisfactoria.
B
90
N
11. 0-0 (90)
Una decisión optimista, que
agudiza la posición de acuerdo con
los gustos
de A. Vitolins -el único
maestro que emplea esta variante
re­
gularmente (¿o solía hacerlo?)-.
En nuesta opinión, la conse­
cuencia principal de haber avanzado
el
peón hasta h5 es que las negras
dispondrán de oportunidades en las
posiciones
donde haya enroques del
mismo signo.
En la práctica, no obs­
tante, las negras prefieren enrocarse
largo sin mayor dilación.
11. e6
12. c4
Alterna ti varnente:
a) Incluso el mismísimo Vitolins
es­
tuvo poco brillante en una partida en
la que las negras se enrocaron corto:
12. De2 Cgf6 13. Ce5 Ad6 14. Te!
0-0 {91).
15. c4 Tad8 16. Af4 c5 17. de
Dxc5 18. Cd3 Dc7 19.
Axd6 Dxd6 20. Tadl a5 21. b3 Cc5 22. CeS Db6
23. De3 Db4, Vitolins-Kivlan, 1980,
Considerando que disponen de la
po-

sibilidad de ... a4, la posición negra
es más prometedora; de hecho, Vito­
lins sacrificó aquí su peón h me­
diante 24. Ce2, intentando rebelarse
contra el rumbo aciago que la parti­
da estaba tomando.
91
B
b) La continuación 12. Tel Cgf6 13.
Ce5
(92) difícilmente se puede con­
siderar más fuerte que la anterior.
92
N
A pesar de ello, en la partida
Schneider-Lauterbach, 1958, las ne­
gras fueron aplastadas tras 13 ....
Ae7? 14. Cxf7! Rxf7 15. Dg6+ Rg8
(si 15 .... Rf8, entonces por supuesto
16.
Txe6, continuando con Cf5) 16.
Cf5!
ef 17. Txe7 Th7 18. Axh6 Cxh5
19. Df7+ Rh8
20. Te8+. En lugar de
ello,
13 .... Cxe5 14. de Cd7 era una
continuación suficientemente buena,
mientras que 13 .... Ad6 14. Cf5
0-0
(14 .... Cxg5 15. Cg6!) 15. Cxh6+! gh
16.
Axh6 Cxe5 1 7. de Axe5 puede
traer problemas.
Regresamos a la
variante princi-
pal.
12. Cgf6! (94)
La alternativa es 12 ....
0-0-0
(93)
93
B
Y ahora (a partir de la posición
del
diagrama 93 ):
a) La partida Vitolins-Mikhalchis­
chin, 1978, continuó de la siguiente
forma: 13. d5 Ce5 14. Dd4 ed 15.
Af4 de! 16. Dxc4 (después de 16.
Axc7
Txd4 17. Cxd4 Rxc7 las chan­
ces de las negras pueden ser incluso
mejores) 16 .... Ad6 17. Axd6 Dxd6
18. b4?!
Ce6 19. b5 Ce7, y después
de rechazar las deshonestas proposi­
ciones de que fueron objeto, las ne­
gras ganaron. Es lógico que ocurra lo
mismo después
de 18. Tadl Dxdl 19.
Txd1
Txdl+
20. Rh2 Td5, pero en
caso de 18. Dxf7 el resultado es más
difícil
de predecir.
b) La partida Vitolins-Okhotnik,
Oniepropetrovsk Otborochnii [Prime-
83

ra Liga de 0niepropetrovsk], 1980,
continuó así: 13. b4 Axb4 14. Tb1
Ad6 15. Ce4 Cgf6 16. Cxd6+ Dxd6
17. Db3 b6 18. a4 c5 19. a5 cd 20.
ab ab 21. Aa3 Cc5 22. Dxb6 Dxb6
23. Txb6 Ca4 24. Ta6 Cc3 25. Ta7
The8 26. Tal Td7 27. Ta6 e5 28.
Ad6 Txd6 29. Txd6 Rc7 30. c5 Cce4
31. Ta7+ Rb8 32.
Tda6 Cxc5 33. Ta5
Ccd7 34. Ta8+ Rc7 35. Txe8 Cxe8
36. Cxe5, y Vito1ins logró la victoria.
Sería un
error asociar necesaria­
mente el fracaso de las negras con su
decisión de enrocarse largo. En
nuestra opinión, valdría la pena en­
sayar 13 .... Cgf6 (1 4. b5 c5, o bien
14. c5 Tg8 con la
idea de ... g6). De
cualquier modo, ni siquiera después
de 1 3 .... Axb4 está claro que tengan
que perder.
No obstante, la
jugada más pre­
cisa es 13 .... Cgf6!, la cual deja
abierta la posibilidad de escoger en­
roque.
94
B
En caso de 13. Te1, la respuesta
13 ....
0-0-0 tiene mejor aspecto que
en la jugada duodécima.
En una partida por correspon­
dencia Kneller-Kikust, 1981, las ne­
gras respondieron a 13. Tel median­
te 13 .... Ab4, pretendiendo enrocar­
se corto. Siguió entonces: 14. Te2
84
(bastante buena, ya que amenaza
tanto 15. d5 como 15. c5) 14 .... Td8!
15. d5? (una decisión poco estudiada.
Era más lógico 15. Db3 a5 16. a3,
empujando al alfil a ir a d6 o e7,
donde estará al alcance del caballo
de g3. Incluso entonces,
preferiría­
mos la posición negra después de 16.
... Ad6 17. Cf5
0-0 18. Cxd6 Dxd6)
15 .... 0-0 16. de Ce5 17. ef+ Txf7
18.
Db3 Cxf3+ 19. Dxf3 Tdl+
20.
Cfl Db8 21. g3 Ac5, y la posición
blanca
es difícil de defender.
Digamos sin tapujos que el plan
de 1
l.
0-0 está completamente falto
de fuerza.
El peón de h5 está mal si­
tuado, como pueden demostrar las
negras jugando cuidadosamente.
e
11. Ad2 e6
En este punto, consideramos dos
continuaciones:
Cl 12. De2
C2 12. c4
Cl
12. De2
En los años sesenta, los éxitos
obtenidos por las blancas con la va­
riante 12.
0-0-0 Cgf6 13. De2 0-0-0
14. Ce5 obligaron a las negras a bus­
car mejoras de su juego. Pareció que
esto
era posible retrasando el desa­
rrollo del caballo de rey, y jugando
12 ....
0-0-0 13. De2 Ad6, con la in­
tención de prevenir Ce5 (compárese
con
la variante A del Capítulo
10) ..
A su vez, las blancas adoptaron con­
tramedidas, y comenzaron a jugar
De2 sin demora. Como resultado de
ello, surgió un nuevo conjunto de
variantes: 12. De2 0-0-0 13. Ce5, 12 .
... Ad6, y
12 .... Cgf6 13. Ce5.
12. Cgf6

Ya en 1966 se decidió que 12. 000
0-0-0 merecía una severa condena.
Una partida Nikitin-Lazarev conti­
nuó así: 13. CeS. (95)
95
N
13.
oo• Cb6 (o bien 13. 000 CxeS 14. de
Ce7 lS. 0-0-0 eS 167. f4 Cc6 17. c3,
y la
partida de las negras tiene po­
bres perspectivas; véanse posiciones
análogas
en la Variante A del Cap.
11)
14. c3 Cf6 lS.
0-0! Ad6 (lS. 000
eS 16. b4!) 16. a4 Thf8 17. aS Cbd7
18. f4, y mientras las negras
perma­
necen pasivas, las blancas preparan
la ofensiva en el ala de dama.
En cuanto a la maniobra 12.
000
Ad6 13. Ce4 Af4, el siguiente análi­
sis -obra de Boleslavski-pretende
refutarla. Después de 14. CeS (96),
las negras se encuentran, según Bo­
leslavski, frente a la necesidad de
tomar
una decisión desagradable:
96
N
a) 14 .... Cxe5+ lS. Axf4 Cd3+ 16.
Axd3
Dxf4 17. g3 Dc7 18. Da3.
b)
14 .... AxeS lS. de CxeS 16. Ab4
0-0-0 17. f4 eS 18. fe cb 19. 0-0
DxeS 20. Txf7 Dd4+! 21. Cf2! Cf6
22. Tdl Db6 23. Txd8+ Txd8 24.
Txg7 TdS
2S. g4 y
"en vista de las
amenazas de 26. Tg6
y 26. Df3, la
posición de las negras
es difícil" (Bo­
leslavski).
e)
14 .... Axd2+ lS. Cxd2 CxeS 16.
de
0-0-0 17. Cc4 Rb8 1 8. Cd6 f6 19.
f4.
¿
No se pueden discutir estas
conclusiones? En la posición final de
la variante examinada
en la Nota (b),
las negras no carecen completamente
de posibilidades: 2S .... Td4!? 26.
Df3 (26. Tg6 Tf4) 26 .... eS! 27.
DfS+ Rd8 28. DxeS? Txg4+ 29. Tx
g4
Dxf2+!.
Nos
parece que es más sencillo
contestar· a 12 .... Ad6 con 13. CfS
Af4 14. Ce3 Cgf6 15. g3; o bien
14.
Axf4
Dxf4 lS. Ce3 Cgf6 16.
0-0-0,
transponiendo a una posición del Ca­
pítulo 10 (variante A), la cual favo­
rece a las blancas.
13. Th4?! (98)
Después de 12 .... Cgf6, las
blancas
han alcanzado su objetivo, y
podrían sencillamente enrocarse
(pa­
ra 13.
0-0-0, véanse los Capítulos 11
y 12). Pero es comprensible que ha­
yan querido experimentar 13. CeS
(97 ).
La partida de exhibición Tai­
Kasparov, 1980, continuó así: 13. oo•
c5!? 14. Cxd7 Dxd7 15. de Axc5 16.
0-0-0 Da4 17. Ac3! Tc8 18. Axf6 gf
19. Rbl (19. Ce4 Ae3+! 20. fe Dxe4)
19
.... Ae7
20. Td3 (20. Ce4 Dc4!)
20 .... Tg8 21. Thdl fS! (todas las
piezas negras están bien situadas
-a
excepción de su rey, punto de mira
de las malas intenciones de Ta l...-)
22. Cxf5? ef 23. Tel Dh4 24. Te3
8S

Tc7 2S. DbS+ .Rf8 26. DeS f4! 27.
Te4 TeS! 28. Dxe7+ Dxe7 29. Txe7
Txg2 30. Txb7 Txf2 31. a4 f3 32.
Te4 TfS 33. TbS TxbS 34. ab Te2
3S. Tf4 f2 36. Ra2 Txc2, y las ne­
gras vencieron.
97
N
Con todo, es posible que las
blancas encuentren en el futuro al­
gún método de aprovechar la insegu­
ra posición del rey negro. Si tal ocu­
rriera, las negras deberían recurrir a
jugar 13 .... Ad6 14. f4 0-0. Enton­
ces IS. 0-0-0 conduce a una posición
ya examinada
en el Capítulo 4 (véase
6. h4
h6 7. f4, como ocurrió en las
partidas Dückstein-Hort Y Shamko­
vich-Dely), con una excepción: aquí
las
blancas han jugado De2 en vez
de IS. Ce2, como Dückstein, o IS.
Df3, como Shamkovich.
Volvemos a la línea principal,
tras 13. Th4?! (98).
Matulovic ha empleado esta ju­
gada 13. Th4?! en algunas ocasiones:
a)
13 ....
0-0-0 14. CeS CxeS IS. de
Cd7 16. f4 CeS 17. 0-0-0 Ae7 18.
Thh1 (¡en comparación con situacio­
nes de la Variante A del Capítulo
11, las negras tienen aquí dos tiem­
pos extra!) 18 .... TdS y ahora:
86
al) 19. c4 Cd3+
20. Rb1 Td7
21. Ae3 Thd8 22. Ce4 f6 23. ef
gf, con posibilidades para ambos
bandos, Matulovié-Nikolic,
98
N
Campeonato de Yugoslavia,
1978.
a2) 19. Ae3 Thd8 20. AxcS
AxcS 21. c4 Txdl+ 22. Txdl fS!
23. Cf1 Db6 24. Txd8+ Dxd8
2S. g3 Dd4, y las negras tienen
ventaja, Matulovié-Nikolac,
1979.
b)
13 .... Ae7 14.
0-0-0 CdS (para
14 .... eS, véase la variante C del Ca­
pítulo 10) IS. Thh1 eS 16. de CxcS
17. DbS+ Dd7 18. Dxd7+ Cxd7 19.
Cfl Tc8 20. Rb1 AcS 21. Ael bS, y
las negras tienen la iniciativa.
C2
99
N
12. c4 (99)
Esta continuación fue especial­
mente popular en la primera mitad

de los años setenta. Como en la va­
riante Cl, las blancas pretenden ga­
nar algo comenzando operaciones ac­
tivas una jugada antes, en vez de
decidir ya dónde se resguardará su
rey.
12. Cgf6
13. De2
Uno de los senderos explorados
en las investigaciones sobre la línea
12. c4
era 13. eS, comprimiendo la
posición de las negras y proyectando
lanzar
una avalancha de peones en el
ala de dama (
100).
100
N
¿Por qué pueden las negras con­
servar la confianza en esta posición?
Sus bazas son varias: la garita dS pa­
ra sus piezas, la presión que pueden
ejercer sobre el peón de d4, y las di­
versas posibilidades de ruptura me­
diante ... b6, ... eS o ... g6. En con­
junto, esto resulta suficiente para
valorar con optimismo sus oportuni­
dades:
a)
La ruptura de peón ... b6, combi­
nada con el enroque corto, propor­
cionó una buena posición a las ne­
gras en la partida Romm-Porath,
1976: 13 .... b6 14. b4 aS (las medi­
das de compromiso -14 .... be IS.
be-no resultan muy efectivas, como
se demostró
en la partida Yasiukov-
Podgaiets,
Primera Liga del Campeo­
nato de la
URSS, 197S: IS .... Ae7
16. 0-0 0-0 17. Tfbl Tfb8 18. Tb3
CdS 19.
Tel Txb3
20. ab Tb8 21.
Tal TbS 22. Ta4 aS 23. Ce2 Af6 24.
Dc2 eS 2S. de Axe5 26. Tc4 Tb8,
etc. La posición negra es satisfacto­
ria, pero nada más) lS.
cb Dxb6 16.
ba Da6 17. Dxa6 Txa6 18. CeS Ad6
19. Cc4 Axg3
20. fg 0-0 21. Re2 eS
22. Th4 TeS (las negras crean con­
trajuego que compensa el peón pasa­
do que tienen las blancas
en a5) 23.
Tcl cd 24. Txd4 Tac6 25. Rdl e5
26. Th4 Cd5 27. Cd6 Txcl+ 28.
Axcl Tc6 29. CbS TeS
30. a4 Tc6
31. Te4
fS 32. Te2 Ta6 33. Ad2 Rf7,
y
en este momento las negras tienen
mejores oportunidades.
b) La jugada 13 ....
0-0-0 revela
que las negras juzgan con escepticis­
mo la
peligrosidad del ataque en el
ala de dama que amenazan realizar
las blancas. Y, de hecho, resulta su­
ficientemente poderoso el contrajue­
go basado en rupturas de peones en
el centro o
en el ala de rey. El juego
puede continuar:
bl) 14. Da3 eS! 1S. Dxa7 ed 16.
AaS
TeS+ 17. Rfl AxcS con
ventaja negra, Kaiumov-Shaka­
rov, 1976.
b2)
14. b4 Tg8!? (no es un mal
plan, pero
14 .... eS es más con­
vincente) lS. a4 g6 16. Rfl gh
17. CxhS Tg4 18. g3? (las
blan­
cas permiten un golpe poderoso.
Después de 18. Cxf6 Cxf6 19.
Axh6
20. Txh6 Df4, la actividad
de las negras vale el peón
sacri­
ficado) 18 .... CeS! 19. CxeS
Tgxd4
20. De3 Te4 21. Da3
CxhS 22. Cf3 Cf6 23. Axh6
Axh6 24. Txh6 Cd5 2S. Tb1
Ce3+! 26. Rgl CfS 27. Th3 Tg8
28.
Rfl Dd8 29. Db3 Df6
30. bS
Ce3+ 31. Re2 Cd5+ 32. Rfl Tb4
0-1, Skulener-Tavadian, 1977.
87

101
N
b3)
14. De2 ( 101) está dirigida
contra ... e5.
A
menudo se alcanza esta posi­
ción por otro orden de jugadas: 13.
De2
0-0-0 14. cS. Pero para llegar a
ella es preciso el consentimiento de
las negras:
formas de negarlo son,
por ejemplo, 13. eS b6 (véanse más
arriba las partidas
Romm-Porath y
Vasiukov-Podgaiets), o 13. De2 Ad6!
(que analizamos más abajo).
La partida Karpov-Hort,
Porto­
roz-Ljubljana, 1975, continuó de la
siguiente manera: 14 .... Tg8! (Cio­
caltea refutó con éxito el plan de ...
e5
en numerosas partidas. La partida
Ciocaltea-Sribar, 1976, fue así: 14 ....
eS lS. de Te8 16.
0-0 Axc5 -o bien
16 .... Cxe5 17. Af4 C[g4 18. T[e1
[6 19. Ce4-17. b4 Af8?! -17 ....
Ab6!? 18. a4 Cxe5-18. Tfel CdS
19.
d5, y el rey negro se encuentra
en peligro. La partida Ciocaltea-V a­
lero,
1980, vio la continuación 14 ....
CdS lS. b4 Te8 16. Rfl eS 17. de
Cxe 18. Tel f6 19. Th4, y la amena­
za de Te4 pone a las negras en situa­
ción difícil) 1S. b4 g6 16. Tbl gh 17.
Rfl Tg4 18. Tb3 Rb8 19. CxhS
CxhS 20. Txh5 Cf6 21. TeS Ag7 22.
bS CdS 23. b6 ab 24. cb Dd6 2S. Te4
Txe4 26. Dxe4 fS 27. Dc2 Af6 28.
Dc4 Tg8 29. Da4 hS, con chances
para ambos bandos.
88
Continuamos con la variante
principal.
13. Ad6!
Caso de jugarse
13 ....
0-0-0 las
blan-cas se encuentran en una en­
crucijada; ¿deberían comenzar una
ofensiva con 14. cS (véase 13. eS),
situar
un caballo en eS, o hacer otra
jugada de desarrollo no compromete­
dora (14. Ac3)? La continuación
14.
Ac3 eS lS.
0-0-0 lleva a una posi­
ción de la variante A del Capítulo 8
(12. 0-0-0 Cgf6 13. c4 0-0-0 14.
Ac3 eS lS. De2), mientras que en
caso de 14. CeS ( 102) las negras dis­
pondrán inmediatamente de numero­
sas e interesantes posibilidades:
N
102 ••• ~ ~
~írla ~~---;·~~ a m
r~.~ ~.,..•·~~ ;.-,,,Y. :;;', ... .% ~ ;.-,,, .. ,.% ... ~-. ••• a¡ ·----~
U U .~~ UlS
--w. -BlSD. ••
••• ~ffl
••• w.
lS D. m,~[~ ~ •
~ B M g:¡a
'"'"" .. ,¡_'g& ~
a) 14 .... Cxe5 lS. de Cd7 16. f4
CeS 17. 0-0-0 Cd3+ 18 .. Rb 1 Cxb2!
19. Rxb2 Db6+ 20. Rc2 Da6 21. Rbl
(evitando el riesgo que supondría ju­
gar 21. Ac3, 21. Tal ó 21. Tb1) 21.
...
Db6+ 22. Rc2, con unas tablas,
Klovan-Andreiev, partida por co­
rrespondencia, 197 6.
b)
14 .... Cb6?! lS. eS AxcS! (la úni­
ca jugada que de alguna manera jus­
tifica la precedente. Tras 15 .... CbdS
16.
0-0, las negras han perdido
tiempo y corren el riesgo de verse
furiosamente atacadas) 16. de Txd2
1 7. Rxd2 DxeS 18. DxeS (las blancas

pierden después de 18. cb? Dxb2+
19. De3 Dc3+ 20. Dd3 Cd5+, o bien
20. Rf4 Cd5+) 18 .... Cc4+, con posi­
bilidades de tablas -un resultado
que claramente no vale tantos sudo­
res-.
e) 14 .... Cb8!? 15. Ac3 c5 16. 0-0-0
Cc6.
La elección entre 13 .... 0-0-0 y
13 ....
Ad6 es cuestión de gustos.
Nosotros nos decantamos por 13 ....
Ad6!.
14. Cf5
0-0!?
O bien:
a) En una de las primeras partidas
donde se jugó 13 .... Ad6, salió a la
luz únicamente el lado malo de la
lí­
nea. La partida Karpov-Pomar,
1974, continuó así: 14 ....
0-0-0?!
15. Cxd6+ Dxd6. Habiendo cambiado
un caballo (por si fuera poco, un ca­
ballo tan poco atractivo como el de
g3)
por el alfil negro, las blancas ob­
tuvieron una ventaja clara: 16. Aa5
Tde8 17. Ce5 De7 18. Ac3 (18. f4!?)
18
.... Td8 19. f4 Cxe5
20. fe Ch7
21. 0-0-0.
b) En una partida Spasski-Karpov,
match de 1974, las negras volvieron
a
quedar en posición sospechosa: 14 .
... Af4 15. Axf4 Dxf4 16. Ce3 (
103).
103
N
16 .... Dc7?! 17. 0-0-0 b5 18. cb
cb+ 19. Rbl 0-0 20. g4! con ataque.
Comentando esta partida, Bot­
vinnik escribió: "16 .... 0-0-0 habría
sido peligrosa en vista de 17. c5,
amenazando Cc4-d6. Por consiguien­
te, lo más
probable es que la deci­
sión correcta fuera romper mediante
16 .... c5!, y si 17. Cd5 Cxd5 18. cd,
entonces
18 ....
0-0 19. de Tfe8."
Confirmó esta opinión una par­
tida Tai-Portisch, Bugojno, 1978, la
cual
concluyó en tablas después de 20. 0-0 Txe6 21. Db5 Dc7, etc.
Pero la evolución de esta va­
riante iba a tomar de nuevo un rum­
bo diferente. Las negras permitían
ahora el cambio del caballo de g3
por el alfil, como en la
partida Kar­
pov-Pomar, pero se
enrocaban corto.
Podían así explotar el recurso
... b5,
con intención de apoderarse de la
iniciativa.
15. Cxd6 Dxd6
16.
0-0-0
Como muestra la siguiente par­
tida, el contragolpe ... b5 no pierde
nada de su fuerza porque las blancas
hayan demorado aquí el enroque.
Esto no de be sorprendernos; en la
presente situación, el rey blanco no
está más seguro
en el flanco de rey o
en el centro que
en el ala de dama.
La partida Kapengut-Kasparov,
Otborochnii [Primera Liga], 1978,
continuó así: 16. Ac3 b5! 17. cb cb
18. Dxb5 Cd5 19. Ce5 Cxe5 (19
....
C7f6
20. De2 Tfc8 probablemente
era todavía mejor) 20. de Cxc3 21.
be Dc7 22. Th3?! (en nuestra opi­
nión, las blancas aguantaban más fá­
cilmente en su frágil posición des­
pués de 22. 0-0) 22 .... Tfd8 23. De2
Td5 ( 104 ).
89

24. f4 (la partida Beliavski-Ba­
girov, Primera Liga del Campeonato
de la URSS, 1977, continuó con 24.
Te3 TxeS. ¿Un descuido? Pero Bagi­
rov sostiene que después de 24. f4,
que conserva el peón extra, ¡las
blancas están peor todavía! Y tiene
razón -el rey blanco no encuentra
ahora dónde esconderse-) 24 ....
Tad8 2S. Te3 Db6 (2S .... De7! 26.
g3
Db7, o bien 26. Th3 f6!, también
son fuertes) 26. Tcl TbS 27. Rf2
Tb2 28. Tc2 Tbl 29. Rg3 Tbdl
30.
Tb2 DeS 31. Df3 aS 32. De4 Da3
(32 .... a4!?) 33. Tc2 Thl 34. Rg4
(34. Df3 De7 3S. Dg4 Rh8, conti­
nuando con ... Tg8) 34 .... DeS 3S.
Th3 Thdl. Las negras han conducido
el ataque con imaginación insufi­
ciente, y aunque la posición todavía
es difícil, las blancas lograron resis­
tir.
16. bS
Y ahora:
a)
En una partida Lukin-Gorshkov,
Campeonato del Club 'Zenit', 197S,
se
continuó 17. cb cb 18. Rbl b4
(alternativamente 18 .... Tfc8 19. g4
Dc6, o bien 19. CeS Dc7) 19. CeS
CdS (
105 }, y las posibilidades que
tienen las negras en el ala de dama
90
no son inferiores a las de las blancas
en el ala opuesta.
105
B
20. Th3 (el ataque de piezas
contra el rey no se iba a materializar
en
nada concreto, pero tampoco una
avalancha de peones tiene muchas
oportunidades de éxito:
20. g4 f6 21.
Cg6
Tfb8 22. Ral a5 23. Thel Ta6
24. f4 b3 25. a3 Cb4!)
20 .... f6 21.
Cc4 Da6 22. Tg3 Rh8 23. Te1 Tfe8
24. Tg4
?! Tac8 25. b3 Tc6 26. Te4
fS 27.
Th4 Tec8 28. g4 C7b6, y las
negras están
cerca de su meta (29.
Cxb6 Tc1+!)
b)La enérgica 17. g4! estuvo en un
tris
de dar la victoria a las blancas
en la
partida Mnatsakanian-Bagirov,
Kirovakan, 1978:
17 .... be 18. g5 hg
19.
h6 g6
20. h7+ Cxh7 21. CxgS
CxgS 22. Axg5 ( 106).
106
N

22 .... f6? 23. De4 Df7 24. Th7+
Re8 25. Af4 Dd5 26. Dxg6+ Rd8 27.
Dg7 Rc8 28. Tgl Td8 29. De7 (con
su última jugada, las negras se pre­
cavían contra 29. Dxf8+, pero ahora
se amenaza 30. Dxd8+!) 29 .... e5! 30.
de c3 31. b3? Df3! 32. Ae3 De2, y
ahora son las blancas quienes están
contra las cuerdas. No obstante, no
hay ambigüedad alguna acerca de la
posición
que se alcanza tras 23. De4
-está ganada por las blancas-
.Una
partida por correspondencia Taran­
Streltsov, 1980, concluyó así: 27. Th5
(en lugar de Dg7) 27 .... Df3 28. Ad6
c3 29.
Tdhl cb+
30. Rbl f5 31. Dg7!
Dd3+ 32.
Rxb2 Dd2+ 33. Rbl f4 34.
Tc5! Dd3+ 35.
Ral
1-0.
En la posición del diagrama 106,
las negras dejaron escapar una opor­
tunidad notable: 22 .... c3! Ahora las
blancas no pueden jugar 23. De4?
Db4 ni 23. Td3? Dd5, pero tras 23.
De5!
cb+ 24. Rbl Dxe5! 25. de f6
26. Txd7 fg 27. Thh7, lo único que
logran es dar jaque continuo al rey
negro.
De esta forma, vemos que el re­
traso del enroque, con la intención
de utilizar este tiempo para apode­
rarse de la iniciativa, no garantiza a
las blancas el éxito, y sólo sirve para
que las negras dispongan de una
in-
teresante elección entre 14 ....
0-0 y
14 .... Af4; o bien entre 13 .... Ad6 y
13 .... 0-0-0.
91

11 llh4 e6 12 ~f4 ~d6
11 0-0 e6 12 'it'e2
12 llel
't!t'aS+
12 e4 0-0-0
lllgf6
11 ~d2 e6 12 'ti'e2 0-0-0
Ad6
RESUMEN
lllgf6 13 llleS eS
~d6
13 li:h4
(13 0-0-0 -ef. 12 0-0-0)
12 e4 lllgf6 13 eS b6
0-0-0 14 'ti!a3
14 b4
14 ¡ye2
13 'ife2 0-0-0 14 llleS
(14 eS -ef. 13 eS)
(14 ~c3 eS 15 0-0-0
-ef. 12 0-0-0)
=
:¡:
00
;t;oo
:¡:
±
;t
00
=
=
00
~d6 14 lllfS O-ó-0 ;t
~f4 =
O-O
92

CAPíTULO 8
10 .... Dc7 11. Ad2 e6
12. 0-0-0 Cgf6
l. e4 c6
2. d4 d5
3. Cc3 de
4. Cxe4 Af5
5. Cg3 Ag6
6.
Cf3 Cd7
7. h4 h6
8. h5 Ah7
9. Ad3 Axd3
10. Dxd3 Dc7
11. Ad2 e6
12. 0-0-0 Cgf6 ( 107)
107
B
Una posición clave del Sistema
Clásico, donde las blancas pueden
adoptar diversos planes en su lucha
por obtener ventaja. Desde mediados
de los sesenta en adelante, general­
mente han optado por la maniobra
13. De2 seguida por Ce5. En la ac­
tualidad, se ve con mayor frecuencia
13. Ce4.
Pero anteriormente, cuando aún
no se había vuelto popular la inclu­
sión en la variante de las jugadas 8.
h5 Ah7, el plan de c4 y Ac3 se con­
sideraba como línea principal. Nues­
tro análisis
de este plan comenzó en
el
Capítulo 5 (Variante B) y conti­
nuará en el presente capítulo.
Par­
cialmente, el propósito de este análi­
sis será determinar en qué modo el
peón de h5 afecta a las posiciones
similares a aquéllas examinadas en el
Capítulo 5 -esto es, 13. c4 0-0-0 ó
13
.... b5 (Variante A), o bien 13.
Rbl
0-0-0 (Variante B1). No obs­
tante, aquí también estudiamos algu­
nas ideas nuevas -por ejemplo, 13.
Rb1 c5
(Variante B2)-que habrían
figurado en algunas de las líneas del
Capítulo 5, si no
fuera por el hecho
de
que 8. Ad3 se había retirado ya
de la escena cuando estas ideas nue­
vas se pusieron en práctica.
A
partir de la posición del Día­
grama
107, son posibles las conti­
nuaciones:
A 13. c4
B 13. Rbl
A
13. c4 b5 ( 112)
Las alternativas son:
a)
13 ....
0-0-0 14. Ac3, y ahora:
al) 14 .... c5 (108)
108
B
93

94
En este momento, 15. Rbl
transpone a la Variante B l.
¿Cuentan las blancas con alguna
continuación más enérgica?
Veamos:
al!) Con 15. De2 se pretende
preparar Ce5. Esto no resulta
aconsejable, aunque solamente
sea porque 15 .... Ad6 16. Ce4
Cxe4 17. Dxe4
Df6 18. De2 cd
19. Cxd4 a6 lleva a
la Varían te
B del
Capítulo 9, con la dife­
rencia de que las blancas tienen
aquí
un tiempo menos (g3). Las
negras también pueden
jugar 15 .
.
.. cd 16. Cxd4 a6, momento en
el cual una partida Hulak-Bagi­
rov, 1976, continuó así: 17. Cb3
(si
17. Cf3, entonces 17 .... Ad6
18.
Ce4 Ae7! 19. Cxf6 Axf6,
con las tablas en perspectiva) 17 .
... Ad6 18. Ce4 (en esta posición
resulta interesante el sacrificio
de peón 18. Aa5!? b6 19. Ac3; si
19 .... Axg3
20. fg Dxg3, enton­
ces 21. c5, y la penetración tiene
buenas posibilidades de llegar
hasta el rey negro) 18 .... Cxe4
19. Dxe4
Cf6
20. De2 Dc6! 21.
g3 Ac7! (¡una disposición de
piezas verdaderamente ideal!)
22. Txd8+ Txd8 23. Te 1, y las
negras
podrían haber asegurado
la iniciativa en este momento
mediante 23 .... Dg2!.
al2) Algunos autores ponen un
signo de admiración a 15. d5,
considerándola como la respues­
ta crítica a 14 .... c5.
Pero las
cosas no son tan sencillas. La
contestación 15 .... Cb6 ( 109)
ataca tanto al peón de d5 como
al de c4 (en vista de la amenaza
... Df4+).
No creemos que resulte del
agrado de las blancas ni 16.
Axf6 Df4 (17. Rbl Dxf6 18.
109
B
Ce4 Df5 19. d6 Axd6) ni tam­
poco 16. Rbl Cg4. Tampoco hay
mucho futuro en
la continuación
16.
Ae5 Ad6 17. Axf6 gf 18.
Ce2.
a2)
14 .... Ad6! inicia una ma-niobra
que explota la posición en
el del rey
blanco, y que he-mos visto
anteriormente en el Capítulo 5. Su
continuación será: 15. Ce4 Af4+ 16.
Rc2
Ce5! 17. Cxe5 Axe5 (
110 ).
Si las blancas juegan ahora 18.
De3, la mundana
18 .... Cxe4 19. de
(19. Dxe4 Af6)
19 .... Cxc3
20. Dxc3
Txdl 21. Txdl Td8 lleva a una posi­
ción de tablas.
En una partida Bronstein-Ko­
tov, Amsterdam, 1968, las blancas

continuaron con 18. Cc5 Ad6 19
Cb3, evitando el cambio de sus
pie­
zas menores. Después de 19 .... De7 20. a3 Td7?! 21. De2 Te8 22. Thel
Df8?! 23. g4 Tde7 24. Df3 Ch7 25.
Ca5! f5 26. Cxc6
be 27. Dxc6+ Tc7
28. Da6+
Rb8 29. c5 Af4
30. Txe6
Txe6 31. Dxe6, Bronstein tenía
chances de éxito. Sin embargo, sería
un error sobreestimar la importancia
de esta partida.
El traslado del caba­
llo de una casilla de flanco (g3) a
otra (b3) no reforzó la posición de
las blancas, y no
resulta difícil en­
contrar mejoras para el juego de las
negras.
Mejor que
20 .... Td7 es 20.
... The8, planeando jugar ... e5. En­
tonces, después de 21. Tdel las ne­
gras podrían escoger entre 21. ... Td7
(con la intención de
jugar ... Dd8, ...
Tde7, ... e5) y 21. ... Cd7 (damos
co­
mo variante de muestra 22. g4 e5 23.
de Cxe5 24. Axe5 Axe5 25. Df5+
Dd7 26. Txe5 Txe5 27. Dxe5 Dd3+
28. Rcl Dxb3).
b) También existe otra manera de
utilizar la posición en e 1 del rey
blanco para forzar simplificaciones:
13 .
... Ad6 14. Ce4 Af4 ( 111 ).
111
B
Pero el cambio de alfiles debilita
las casillas negras, y
aunque las ne­
gras lograron hacer tablas en la par-
ti da Mnatsakanian-Shakarov, 1981,
no les resultó sencillo: 15. g3 (quiz
ás
valiera la pena activar la torre me­
diante 15. Th4!? Axd2+ 16. Cfxd2)
15 .... Axd2+ 16. Cfxd2
0-0-0 17.
Da3 Cxe4
18. Cxe4 Rb8 19. f4 (otro
método
-probablemente mejor-era
19. Cd6!?
Cf6
20. c5 Ce8 21. Cc4;
las
blancas también podrían haber
escogido dos jugadas antes, la conti­
nuación: 17. c5!? Cxe4 18. Cxe4 Cf6
19. Cd6+ Rb8
20. De2 Ce8 21. Cc4)
19 .... Cf6 20. Cc5 The8 21. De3 Cd7
22. Cxd7+ (después de 23. Cd3 f6, o
bien de 22
.... Da5, la posición negra
es sólida;
pero el final hacia el que
se dirige Mnatsakanian es de tablas,
sencillamente) 22 .... Txd7 23. De5
Dxe5 24. de Ted8 25. Txd7
Txd7 26.
Th4 Td8! 27. Tg4 Tg8.
La actividad
de la torre de
g4 es puramente sim­
bólica.
Otras diez jugadas, y los ju­
gadores. acordaron tablas.
El objetivo de las tres continua­
ciones examinadas -13 .... 0-0-0 14.
Ac3 Ad6!,
13. ... Ad6 y 13 .... b5!?­
es demostrar que la jugada blanca
13. c4 era excesivamente apresurada. Pero la diferencia entre las tres es
crucial. En Jos dos primeros casos,
las negras
cuentan con alcanzar fá­
cilmente las tablas, mientras que 13.
... b5
lucha por el control del punto
d5 y,
en última instancia, por la ini­
ciativa.
112
B
95

Regresamos a la variante princi-
pal.
14.
eS
En la partida Hanov-Shakarov,
1979, las blancas jugaron 14. CeS?!,
esperando
explotar que el rey negro
ha retrasado su evacuación del cen­
tro. Siguió entonces: 14 .... CxeS IS.
de DxeS! (esto implica ciertos ries­
gos, pero es más
fuerte que lS .... be
16. Dxc4
CdS 17. f 4, siguiendo con
fS) 16.
Thel be 17. Dc2 DbS 18. a4
(18.
CfS parece atractiva, pero des­
pués de 18 .... Td8 no es fácil en­
contrar una continuación del ataque.
La combinación 19. Cxg7+ Axg7
20.
Txe6+ fe 21. Dg6+ proporciona ta­
blas después de 21. . .. Rf8? 22. Ab4+
Dxb4 23. Txd8+ Re7 24. Dxg7+
Rxd8 25. Dxf6+, pero 21. ... Rd7! da
ventaja a las negras) 18 .... Db3?! (es
mejor 18 .... Db7, pero incluso así no
se
deberían subestimar las posibili­
dades de las blancas; por ejemplo,
19. CfS Ae7? -19 .... Td8-
20.
Cxg7+ Rf8 21. Cxe6+ fe 22. Dg6)
19. Txe6+ fe 20. Dxg6+ Re7 21. Ac3
Cd5! 22. CfS+!! (las blancas
pierden
con 22. Axg7 c3, o bien con 22. Tel
Rd8 23. AaS+ Rc8 24. Dxe6+ Rb7
2S. Dd7+ Ra6 26. Dxc6+ Cb6 27.
Axb6 Dxb6 28. Dxa8 Aa3!) 22 ....
ef
23. Tel+ Rd7 24. AaS! Ce7 (de ma­
nera similar, se llega al jaque conti­
nuo mediante 24 .... Cb6 2S. Df7+
Rd6 26. Te6+ ReS 27. TeS+ CdS 28.
TxdS+ cd 29. Dc7+ Rd4
30. Df4+)
25. De6+ Re8 26. Dxc6+ Rf7 27.
De6+, con unas tablas.
Las negras
serían felices con la
continuación 14. cb cb+ IS. Rbl
Db7, o bien lS .... Ad6 (compárese
con la Variante
Bl del Capítulo 5).
La jugada 14. eS abandona el
dominio del punto dS de la misma
forma en que lo hace 14. cb, pero al
96
menos
comprime la posición negra.
También hay razones para pensar
que será más fácil llegar al rey negro
(cualquiera que sea el ala donde se
refugie) que a su colega blanco.
113
B
14. Ae7 (113)
El plan de 14 .... aS, 15 .... CdS
y entonces ...
0-0-0 (o bien ... Rd8-
c8-b7) priva a las negras de las con­
trachances basadas en atacar al rey
blanco
en el ala de dama, o en rom­
per en el centro mediante ... eS.
En una partida Shishov-Vdovin,
Campeonato Lokomotiv, Sochi, 1980,
las negras
sucumbieron bajo la ava­
lancha de peones que les vino enci­
ma tras en.rocarse corto: 1S. Rb 1
0-0
16. Ce4 Cd5 17. Cc3 Cxc3+ 18. Dxc3
Cf6 19.
Del Cd5
20. Tdel b4 21. g4
Tab8 22.
Ral b3 23. a3 a5 24. Rbl
Dc8 2S. Dc4 Ad8 26. Thgl Db7 27.
CeS f6 28. Cg6 Te8 29. f4 Df7
30.
Dd3 Ce7 31. g5, etc.
En esta partida. Vdovin mostró
lo
que puede esperar al rey blanco.
Después de ... b4 y ... Tb8, la
ame­
naza de ... Cc3 está suspendida sobre
su cabeza; si el rey va a a
1, an tonces
entra en juego la idea de ... b3 (con
la intención de responder a
... a3 con
.
.. Cb4). Con todo, las negras perdie-

ron ... ¿Tuvo la culpa de ello el
completo
plan de Vdovin, o simple­
mente fue que demostró carecer de
la habilidad táctica necesaria?
Como hemos dicho, la otra
oportunidad de las negras está en la
jugada ... e5, socavando la posición
enemiga.
Por ejemplo, 16 .... e5 (en
lugar de ... Cd5) 17. Cxe5 Cxe5 18.
de Dxe5 19. Cxf6+ Axf6 20. Ac3
Dxc5 21. Axf6 gf, o bien (siendo
más precavidos) 19 .... Dxf6 20. Ac3
Df4.
El intento blanco de prevenir
esta ruptura por medio de 16. Tdel
carece de efectividad a causa de 16 .
... Cg4 17. De2 (17. Ce4 f5; 17. Te2
Cxf2; o bien 17. Cf5 ef 18. Txe7
Cxc5) 17 .... Tfe8.
En conjunto, las blancas tienen
razones de peso para despreciar 13.
c4
en beneficio de 13. Rbl.
B
13. Rbl
En este momento, las negras
pueden escoger entre:
B1 13. ...
0-0-0
B2 13. ... c5
Bl
13. 0-0-0
14. c4
La jugada 14. De2, en conjun­
ción con Rb1, tiene la apariencia de
ser una pérdida de tiempo, pero ad­
quirió fama a raíz del rápido triunfo
de Kurajica en una partida contra
Bagirov, Titovo Uzica, 1978: 14 ....
Ad6 15. Ce4 Cxe4 (15 .... Af4!?) 16.
Dxe4 ( 114). 16 .... c5 17. de Cxc5
18. Dc4!
Inesperadamente, las negras se
encuentran con problemas. La ame­
naza es 19. Ae3 y 20. Txd6; si el ca­
ballo abandona c5, entonces sigue
Dd4, atacando los peones de a7 y g7;
el
alfil tampoco quiere
retirarse de
d6, en vista de Af4. Bagirov jugó
18 .... The8 19. Ae3 Af8, y después
de 20. Af4 Dc6 21. Ce5 Dxg2 (o
bien 21 .... Dc7 22. Cd7! Dc6 23.
Cxf8 Txf8 24. Ae3 Cd7 25. Dxc6+
be 26. Axa7 c5 27.
Td3, con posi­
ción ganadora) 22. b4 f6 23. Cg6
Df3 24. Tde 1 b5 25. Dxb5 Db7 26.
Dc4 a5 27. c3 Da6 28. Te4!, perdió
una pieza y la partida.
114
N
El menor de los males
era 18. .. .
Thg8, defendiendo el peón
g y pre­
parándose para responder a 19. Ae3
con
19 .... Ca6.
Una observación más general es
que cuando las negras juegan ... c5
antes de que su oponente haya
avan­
zado su peón a c4, han de tener cui­
dado para no permitirle hacer uso
efectivo de la casilla c4. Nos en­
contraremos con este mismo factor
una y otra vez en las próximas sec­
ciones.
Volviendo a la partida Kuraji­
ca-Bagirov, nos gustaría señalar que
además de
15 .... Af4, las negras tie­
nen otra posibilidad, una jugada más
tarde: 16
.... Cf6 17. De2 The8, con
la idea de
jugar ... e5. No parece que
las blancas tengan una respuesta
convincente: 18. Ce5 c5 19. Ac1 Af8
97

20. de Axc5, {) bien 18. c4 e5 19. c5
Af8 20. de Cd7.
14. c5
15. De2
También es posible 15. Ac3. A
lo
que se dijo sobre la análoga 14.
Ac3
en el Capítulo 5 (B2), añadire­
mos otra partida:
Spasski-Portisch,
match de 1980. Después de 15 .... cd
16.
Cxd4 a6 17. Cb3,
Portisch jugó
17 .... Ae7, y tras 18. Aa5 b6 19.
Ac3 Cc5 20. Df3 Db7 21. Dxb7+
Rxb7 22. Cxc5 be 23. f3 Txd1+ 24.
Txdl Rc6 25. Thl Cd7 26. Rc2 Tg8
27. Ce2 Ad6 28. a3 f5 29. b4, las
negras se encontraron con un final
inferior.
En opinión de Bagirov, las ne­
gras deberían obtener tablas fáciles
con cualquiera de los dos métodos
siguientes: 26
.... Af6 (en vez de .. .
Tg8) 27. Axf6 gf!, o bien 22 ... .
Axc5 (en lugar de ... be) 23. Axf6
gf
24. Ce4 f5! 25. Cxc5+ be, con con­
trajuego en las columnas abiertas.
15. Ad6
La posición después de 15 .... cd
16. Cxd4 a6 17. Cb3! es desagradable
para las negras; (de nuevo aconseja­
mos al lector remitirse al Capítulo
5), puesto que al mover su dama a
e2 las blancas
han ganado más o me­
nos un tiempo. (En vez de Ac3-a5-
c3, como se jugó en la partida Spas­
ski-Portisch, las blancas van a jugar
ahora Aa5-c3) ¿Resulta tan impor­
tante todo esto? A las variantes 17.
... Cc5 y
17 .... Ad6 (compárense con
el
Capítulo 5) vamos a añadir una
más: 17 .... Ae7 (imitando a
Portisch)
18. Aa5 b6 19. Ac3 Cc5, y ahora no
20. Df3, sino 20. Ae5, o bien 20.
Cxc5 Axc5 21. b4 Ae7 22. c5, con la
iniciativa.
98
115
N
16. Ce4 Cxe4
17. Dxe4 Cf6
18. De2 (
115)
Lo que nos debe preocupar aquí
es ver cómo las diversas posibilida­
des de las negras (examinadas en el
Capítulo 5) se ven afectadas por la
posición del peón h blanco:
a) 18
.... Dc6 19. Ce5 Axe5 20. de
De4+ 21. Dxe4 Cxe4 22. Ae3.
En el
Capítulo 5, este final resultaba ser
dudoso para las negras, pero aquí
parece ser aceptable, ya que el caba­
llo dispone de la retirada g5. La par­
tida Vasiukov-Zaitsev, 1969, conti­
nuó así: 22 .... Txdl+ 23. Txdl b6
24.
Thl f5 25. ef Cxf6 26. Th4 e5, y
las negras entablaron sin problemas.
b)
En la partida Kavalek-Karpov,
1979, el Campeón Mundial tuvo que
esforzarse para anular la poderosa
iniciativa blanca: 18
...• The8 19.
Ac3 Te7 (si se juega aquí
19 .... Cg4,
entonces
20. de Axc5 21. Cd4 resulta
adecuada. Las negras no disponen de
... h5, y
21 .... Df4 pierde en vista
de 22. g3)
20. Ce5 cd 21. Axd4 Axe5
22. Axe5 Da5 (22 .... Dc6!?) 23.
Txd8+ Rxd8 24. f3! Td7 25. g4
Re7?! (el final después de
25 .... Dd2
26. Te1 es
bueno para las blancas
gracias a su peón de h5, que fija la

favorable situación del ala de rey.
Pero la línea en la que Karpov entra
es muy arriesgada) 26. Th2?! (des­
pués de 26 Ac3, las blancas tendrían
buenas posibilidades de ataque) 26.
... Ce8 27. a3 Da4! 28.
Thl Db3 29.
Ac3 Cd6! (la posición se ha vuelto
confusa, y lo seguirá siendo hasta el
acuerdo de tablas)
30. Tcl Cxc4 31.
Ab4+ Cd6 32. Tc3 l/
2-l/2.
e) No conocemos partida alguna en
la que las negras hayan jugado a lo
Botvinnik: 18 .... ed 19. Cxd4 a6
20.
Ac3 Td7!, etc. (Compárese con la
Variante
B2 del Capítulo 5). En con­
traste con la línea 18 .... The8, en
este caso la posición del peón blanco
en hS carece virtualmente de
impor­
tancia.
Vemos así que el enroque largo,
combinado con 18.
000 cd o 18. 000
Dc6, proporciona a las negras sí no
igualdad (en el pleno sentido de esta
expresión) sí una posición sólida, de
cualquier manera.
B2
116
B
13. eS (1 16)
En lugar de escoger el habitual
enroque largo y el juego tradicional
"en busca de la igualdad", las negras
pretenden llegar a una posición de
enroques opuestos, con posibilidades
para ambos bandos. Este
es el trata-
miento moderno de la Caro-Kann
(ya hemos hablado de ello). Debemos
admitir que
en la práctica este méto­
do de juego apenas se ha experimen­
tado contra 13. Rbl, pero la explica­
ción es simple: el plan que incluía
Rbl desapareció al mismo tiempo
que la jugada 8. Ad3.
(Por ejemplo,
en las partidas de la sección anterior
Kavalek-Karpov y Spasski-Portisch,
se llegó a la línea con 13. Rb l casi
por accidente;
en la partida anterior,
el
orden de jugadas fue 13. De2 c5
14.
Rbl
0-0-0?! 15. c4, mientras que
en la última fue: 13. c4 0-0-0 14.
Ac3?! c5 15.
Rbl.)
En el Capítulo 1
O examinaremos
partidas
en las cuales las negras ju­
garon 13 .... c5 como respuesta a 13.
De2. ¿Hace 13.
Rbl que la situación
sea menos favorable
para esta ruptu­
ra de peón?
Probablemente no.
De hecho, ¿cómo van a contra­
rrestar fas blancas la inmediata juga­
da negra 13 .... c5? La respuesta 14.
Ce5 parece enérgica; sin embargo, si
las negras
rehusan tomar en e5 (14.
... Cxe5 15.
de Dxe5?? 16. Db5+) y
continúan con 14 .... cd, las blancas
no parecen tener
nada mejor que 15.
Cxd7 Dxd7 16.
Af4, con igualdad de
peones y
de oportunidades.
14. De2
Esta sólida y lógica jugada deja
a las negras diversas posibilidades:
a) 14
.... e4, con la idea de asegurar
d5
para el caballo, no nos inspira
confianza particular. Tras 15. Cf5
0-0-0? 16. Ce3 Cb6 17. Aa5 Cfd5
18. Ce5, las negras están con proble­
mas. De cualquier forma, después de
15. 000 Tc8! las cosas no están tan
claras.
b) Se puede llegar a la misma posi­
ción después de 14
....
TeS 15. Cf5
c4, pero existe en esta línea la posi-
99

bilidad de un experimento interesan­
te: 15 .... cd 16. C3xd4 Dc4 (117).
117
B
100
Y ahora:
bl) En la partida Meribanov­
Shakarov, 1980, las blancas
cambiaron damas y perdieron así
sus posibilidades de obtener
ventaja: 17. Dxc4 Txc4 18. Thel
Rd8 19. b3 Tc5 20. Cg3 ReS 21.
c4 a6 22. Ab4 Te5, etc.
b2)
En lugar de ello, hay un sa­
crificio de pieza que promete un
ataque peligroso: 17. Df3! ef 18.
Thel+ Rd8 19. Dxb7, o bien 17.
... Dd5 18.
Dxd5 (18. Dg3?! ef
19. Thel+ Ce4) 18 ... Cxd5 19.
Cb5!? (19
.... ef
20. Thel+ Rd8
21. Aa5+ Rc7 22. Td3 b6 23.
Cxa7).
e) Las blancas ganaron salvajemente
en la
partida Kupreichik-Castiglione,
1968,
en la que su oponente escogió
14 .... cd 15. Cxd4 (118).
Ante la jugada 15 .... a6?, las
blancas continuaron con 16. Cxe6! fe
17.
Dxe6+ Rd8 18. Thel
TeS 19.
Ac3
Dc6
20. Axf6+ gf 21. Txd7+
Rxd7 22. Db6+ Dc7? 23. Dxf6+ Rd7
24.
De6+ dando mate. En nuestra
opinión, se debía haber jugado 15 ....
Ac5.
118
N
d) 14 .... Ae7 es jugable, demorando
... cd
una jugada o dos .
Ciertamente. 13 .... c5 resuelve
con éxito el problema de las negras,
asegurándoles contrajuego.

RESUMEN
13 e4 0-0-0 14 ~e3 eS 1S 1!t'e2
1S dS
00
(1S bl -cf. 13 bl)
~d6
~d6 ±
bS 14 4::\eS
+
14 eb
+
14 eS
00
13 '.tb 1 0-0-0 14 1!fe2
14 e4 eS 1S ~c3
1S 1!t'e2 ed t
~d6
eS 14 tt:leS
14 1!fe2 e4 ±
li:e8 ±
ed
j¡_e7
101

CAP íTU~O 9
13 Ce4
l. e4 c6
2. d4 dS
3. Cc3 de
4. Cxe4 AfS
S. Cg3 Ag6
6. Cf3 Cd7
7. h4 h6
8. hS Ah7
9. Ad3 Axd3 10. Dxd3 Dc7
11. Ad2 e6
12. 0-0-0 Cgf6
13. Ce4 ( 119)
El sentido común en ajedrez ...
Antes de decidir qué esquema adop­
tar en su intento de obtener ventaja
(c4 y Ac3, o bien De2 y CeS), las
blancas mejoran la posición de su
caballo pasivo de g3. Después de 13 .
... 0-0-0 14. g3, las negras tienen
que hacer algo ante la amenaza de
1 S. Af4. De las diversas jugadas que
se han probado, solamente dos -14 .
... CeS (A 1) y 14 .... Cxe4 (A2)-
han mantenido una sólida reputa­
ción, por lo menos hasta hace poco.
En ambos casos, el cambio del caba­
llo en e4 da a las negras la posibili­
dad de contestar a Af4 con ... Ad6.
Después de 14 .... CeS 1S. CxcS
AxcS, las negras están situadas más
activamente que en la línea 14 ....
Cxe4; gracias a
la posición de su alfil
en eS y de su caballo en f6 (mejor
que en d7) el peón d blanco está ata­
cado. Sin embargo, la práctica ma­
gistral ha mostrado que la actividad
negra no llega a molestar al primer
jugador. El alfil de eS tendrá que
retirarse, por la cuenta que le trae;
además de ello, en posiciones de este
tipo el caballo negro necesita estar
en d7 por el momento, para guardar
el punto eS. En breve, en nuestros
días ya no se puede decir que 14 ....
CeS sea una continuación sólida.
La tendencia moderna está re­
presentada en este capítulo por las
Variantes
B y C -esto es, 13 .... Td8
ó
13 .... Ae7, seguidas (¡por supues­
to!) del enroque. corto.
Las negras
pueden elegir, por lo
tanto,
entre las continuaciones:
A 13. ...
0-0-0
B 13. ... Td8
e 13. ... Ae7
A
13. 0-0-0
14. g3
Y ahora las negras tienen a su
disposición:
Al 14. ... CeS
A2 14.
... Cxe4
así como las siguientes posibilidades:
a) En la partida Geller-Petrosian,
1967, la partida siguió un rumbo in­
frecuente: 14 .... Cg4?! 1S. De2 (IS.
Af4 Da5, con amenazas de ... Dxa2 y
103

... f5) 15 .... Cdf6 16. Af4 Da5
17 .Cxf6! gf 18. Cd2 f5? 19. Rbl?
Da6 20. c4 Tg8 2 1. Cb3 y las negras
se
han
"salvado": solamente están en
peor posición. Las blancas podrían
haber ganado con 19. f3 Cf6 20.
Cb3, amenazando 21. De5; de aquí
que 18 .... Tg8 fuera esencial (19. f3
e5 20. Cb3 Da6).
b) 14 .... c5? 15. Af4 c4, corno se
jugó en la partida Csheshkovski­
Kasparov, Campeonato de la URSS,
1978, también es débil (1 20 ).
Las negras habían supuesto que
16. Axc7 cd 17. Cxf6 Rxc7 18. Cxd7
de
19. Rxc2 Rxd7
20. Ce5+ ReS 21.
d5 Ad6 llevaba a
un final equilibra­
do, y que 16. De2 Dc6 17. Cxf6 gf
18. d5 ed 19. Cd4 Aa6 les daba con­
trachances en una posición complica­
da.
Csheshkovski escogió la segunda
variante,
y obtuvo mejores oportuni­
dades después de
20. Rbl Ad6 21.
Df3!
Axf4 22. Dxf4 Ce5 23. Df5+
Rb8 24. f4. Pero nosotros juzgarnos desfavo­
rablemente
14 .... c5 por otra razón.
Resulta que después de 16. Axc7 cd,
la inesperada 17. Axd8! Cxe4 18.
Th4!
deja a las blancas con ventaja
de calidad.
104
Al
14. CeS
15. Cxc5 Axc5 (121)
Las próximas jugadas blancas
podrían parecer obvias: 16. c4, 17.
Ac3,
18. De2. Lo extraño es que en
la práctica las blancas
han tendido a
desdeñar este sólido plan.
Por ejem­
plo:
a) 16. Af4 Ad6 17. Ae5 Axe5 18.
Cxe5 c5 19. Dc4 Td5 20. f4 Ce4 con
buena partida para las negras. Veli­
kov-Podgaiets, Campeonato de la
URSS, 1968.
b) La partida Ljubojevié-Karpov,
Linares, 1981, continuó así: 16. Dc4
Ad6 17. Da4 Rb8 18. Ce5 Cd5 19. f4
Cb6 20. Db3 Axe5 21. de Cd5 22. c4
(el Campeón
Mundial considera que
no vale la
pena debilitar las casillas
d3
y d4, y analiza la jugada 22. Df3,
llegando a los resultados siguientes:
22
.... Td7 23. Dg4 Thd8 24. Dxg7
Db6 25. Dg4 Ce3 26. Axe3+ Dxe3+
27.
Rbl Txdl+ -27 .... Dxg3 28.
Txd7 favorece a las blancas-28.
Txdl Txdl+ 29. Dxdl Rc8! con final
de tablas) 22 ..
.. Ce? 23. Ae3 c5 24.
Txd8+ Txd8 25. Tdl Txdl+ 26.
Dxdl b6 27. Dd3?! g6! 28. hg fg 29.
a3 a5
30. b3 h5 31. De4 Cf5 32. Af2
Dd7, y el final favorece a las negras.
e) 16.
De2 Axd4 17. Cxd4? (17. Ag4
e5 18. Axe5 Axe5 19. Cxe5 no
pro-

metía ventaja para las blancas, pero
el
gambito de Tal es incorrecto) 17 .
...
Td4
lS. Af4 Txd1+ 19. Dxd1 (o
bien 19. Txd1 Da5)
19 .... e5
20. Ae3
Da5, y las blancas se han quedado
sin peón y sin iniciativa, Tal-Chand­
ler, Wijk aan Zee, 19S2.
d) Resulta interesante una partida
Kapengut-Podgaiets, URSS, 1970:
16. a3 (preparando una inmediata
avalancha de peones en el ala de da­
ma) 16 .... Ad6 17. De2 Cd7 (17 ....
c5 lS. de Axc5 19. Af4 Ad6 20.
Axd6 Txd6 21. Txd6 Dxd6 22. Ce5
Dc7 23. Th4! RbS 24. Tc4 De7 25.
Td4 con ventaja -Boleslavski-) 1S.
c4 c5 (o bien 1S .... e5 19. de Cxe5
20. Ac3, y de nuevo están las blan­
cas mejor, siempre según Boleslavs­
ki)
19. Ac3 cd
20. Cxd4 a6 21. Cb3
ThgS 22. Td2 Ae7 23. Thd1 Cf6 24.
Cd4 TgeS 25. b4 AfS 26. Rb2 Td7
27. Cb3 TedS 2S. Ad4 Dc6! 29. Axf6
gf 30. Txd7 Txd7 31. Ca5 Dc7 32.
Txd7 Dxd7 33. c5 f5, y tras haber
llevado bien la defensa, las negras
mantienen esperanzas de entablar.
En este último ejemplo, ¿advir­
tió el lector cuán rápidamente re­
nunciaban las negras a las "ventajas"
que 14 .... Cc5 tiene sobre 14 ....
Cxe4 (16 .... Ad6, 17 .... Cd7)?
Esencialmente, las blancas ganaron
dos tiempos gratuitos; imagínense
que se ha seguido la variante 14 ....
Cxe4 15. Dxe4 Ad6, y que entonces
las blancas
juegan tres veces segui­
das: 16. a3, De2, c4.
Boleslavski
ha mostrado que la
retirada del alfil no da nada a las
negras; recomiendá
en su lugar 16 ....
Td7. De hecho, 17. c4 se encuentra
entonces con 17 .... Axd4
IS. Cxd4
e5, mientras que después de 17. Af4
Ad6 IS. Ce5 TddS las blancas tienen
que contar con ... Cd5
(I 9. c4 c5).
En una partida reciente Chris­
tiansen-Chandler. Wijk aan Zee, las
blancas escogieron por
fin la jugada
evidente:
16. c4!
Está claro que ahora 16 ....
Axd4? no sirve: 17. Cxd4 e5
IS.
Df5+, o bien 17 .... c5 IS. Cb5.
Y
en esa partida Chandler las
pasó bravas: 16 ....
TheS 17. Ac3
RbS IS. De2 AfS 19. Ce5 c5 20. de
Axc5 21. f4 CgS 22. Rb1 f6 23. Cg6
Db6 24. TxdS+ Txd8 25. Td1 Tx dl+
26. Dxdl ReS 27. De2 Rd7 2S. g4
ReS 29. De4 Dd6 30. Rc2 Dd7 3 l.
a3 a5 32. f5 e5 33. Cf4 a4 34. Ce6
AfS 35. Aa5 Ce7 36. Ab4 Rf7 37.
Dd3 Dc8 38. DdS 1-0.
Podría parecer que la mejor res­
puesta a 16. c4 es 16 .... Ad6, pi­
diendo licencia a las blancas para
entrar en la Variante A22. Esta li­
cencia podría ser negada, por ejem­
plo con 17. Ac3 c5, y ahora no 18.
De2 cd 19. Cxd4 a6(¡lo lograron!
-véase A22-), sino lS. d5!
A2
14. Cxe4
15. Dxe4
En los últimos tiempos, esta po­
sición ha sido objeto de investigacio­
nes particularmente intensas.
La bús­
queda del mejor esquema blanco ha
seguido diversas direcciones. Exami­
naremos:
A21 15. ... Ae7
A22
15. ... Cf6
y también:
a) 15
.... eS (122)
Y ahora:
al) En una partida por corres­
pondencia Titz-Shakarov, 1979,
se llegó
rápidamente a unas ta­
blas: 16. Af4 Ad6 17. Axd6
Dxd6
1S. Ce5 Cxe5 19. de Da6
20. a3 Txd1+ 21. Txd1 TdS, etc.
105

122
B
106
Las blancas desdeñaron algunas 123
posibilidades que eran más inte-N
resantes, por ejemplo: 18. Dg4
Dd5
19. c4!? Cf6!
20. Df4 De4,
o bien 18. de Cxc5 19. Dg4 Da6
20. Rb1 Txd1+ 21. Tx dl De2 (la
sencilla
21 .... Td8 22. Ce5 man-
tiene la iniciat iva para las blan-
cas) 22. Dd4! Ce4! (c on 22 ....
b6? 23. Ce5, o
bien 22 .... Dxf3?
23. CxcS+ Rb8 24. Dd6+ Rc8
25.
a3, las negras están corrie n-
do grandes riesgos) 23. Cgl
Dxh5 24. f3 Cc5, y las blancas
pueden recuperar su peón con
oportunidades equilibradas.
Todo esto puede parecer muy
bien, pero si conocemos la par­
tida Kurajica-Bagirov (Variante
Bl del Capítulo 8) la siguiente
continuación se sugiere a sí mis­
ma:
a2)
16. de! Si las negras juegan
ahora 16. . .. Cxc5, en ton ces 1 7.
Dc4!, y la posición se les ha
vuelto repentinamente incómo­
da, en vista de la amenaza Af4.
La jugada intermedia 16 .... Cf6
supone una transposición, tras
17. De2 Axc5 18. Th4! ( 123), a
una posición no menos incómo­
da de la partida Tal-Hübner,
Montreal, 1979.
Puede seguir entonces:
a21)
18 .... Rb8? Esta desafor­
tunada jugada fue brillantemen­
te refutada por Tal: 19. Af4
Ad6
20. Txd6 Txd6 21. Ce5!
("aunque bloquean temporal­
mente la diagonal clave, las
blancas hacen entrar a su caballo
en la contienda, con efecto de­
cisivo. No existe defensa satis­
factoria contra la doble amenaza
de 22. Cxf7 y 22. Cc4. De este
modo, 21 .... Cd5 fracasa ante
22. Cxf7 Cxf4 23. Txf4 Tf8 24.
Cxd6 Txf4 25. Cb5 Dc4 26.
De5+.
Otra línea sin esperanza
es 21. ...
Thd8 22. Cc4 Ce8 2 3.
Cxd6 Cxd6 24.
Tg4" -Tal-) 21.
... Ra8 22. Cc4! Ce8 23. Tg4
De7 24. Cxd6 Cxd6 25. Txg7,
con posición ganadora.
a22) No obstante,
ni siquiera la
jugada 18 .... De7, que es me­
jor, logra resolver el problema.
Según
Tal, después de 19. Tc4
Rb8
20. Ce5 Td5 las blancas
pueden escoger entre 21. Cd3, y
21.
Af4 Ad6 22. Tc6 con la idea
de
Txd6.
De este modo, la
jugada "libera­
dora" 15
.... c5 mejora dramática­
mente la efectividad de las piezas
blancas. Las negras deberían retrasar
esta ruptura hasta que las blancas
hayan jugado c4, como ocurre en los

siguientes ejemplos.
b) 15
.... Ad6 16. c4 c5 {124).
124
B
El juego puede continuar de di-
versas maneras:
bl) 17. Rb1, y ahora:
bll) 17 .... The8 18. Ac3 Cf6
19. De2 Te7
20. Ce5 lleva a una
posición de la partida Gheor­
ghiu-Benko, Palma de Mallorca,
1968, la cual favorece a las
blancas, aunque aquella partida
se entabló sin demasiada lucha:
20 .... cd 21. Axd4 Axe5 22.
Axe5 Dc6 23. Txd8+ Rxd8 24.
Tdl+ Td7 25. Txd7+ Rxd7 26.
Axf6 gf 27. b3 Re7 28. De3 b6
29.
Rc2 Dhl
30. Dxh6 Df3 31.
Dd2 Dxh5 32. b4 Df3, etc. Las
blancas no
deberían haber cam­
biado las dos torres; con 24.
Tel! Td7 25. g4 le habrían
puesto la vida difícil a las ne­
gras.
bl2) En nuestra opinión, las ne­
gras tienen una buena oportuni­
dad en 17 .... Cf6! 18. Dc2 (pa­
ra 18. De2 cd 19. Cxd4 Axg3!,
véase la Variante A22 más
aba­
jo) 18 .... Dc6 19. Ce5 Axe5
20.
de Cg4.
b2) 17. Ac3 es la jugada más
exacta. Ahora 17 .... Cf6 18.
De2 lleva a la variante A22,
pe­
ro las negras podrían intentar
17 .... cd!? 18. Dxd4 Ac5.
En la partida Gheorghiu-Benko
(véase arriba) se siguió un orden de
jugadas diferente: 15 .... Ad6 16.
Rbl The8 17. c4 Cf6 18. De2 c5 19.
Ac3. Esto quiere decir que Benko no
tuvo la
"buena oportunidad" que
mencionábamos. Disfrutó de otra
distinta, no obstante: 18 .... e5! (en
lugar de ... c5) 19. c5 Af8 20. de
Cd7.
Concluimos así que después de
15 .... Ad6 el juego llevará general­
mente a la Variante A22 (con
15 ....
Cf6), pero también existen algunas
posibilidades suplementarias
para las
negras (16. c4 c5 17. Ae3 cd!?, y
quizás también otras líneas -pode­
mos aceptar fácilmente que deberían
existir posiciones en las que el
caba­
llo de d7 sea efectivo).
A21
125
B
15. Ae7 ( 125)
Esta es una jugada sutil, no cabe
duda. Con . . .
Ad6 se puede parar el
golpe
Af4, mientras que 17 .... Af6
es una buena defensa contra 16. c4
c5 17. Ac3.
Contra 16. Ce5, las ne­
gras pueden escoger bien la línea 16.
107

... Cxe5 17. de Td5, o bien la línea
16 .... f5 17. De2 Cxe5 18. de Td5.
16. Rb1
17. De2!
The8
(127)
También es posible 17. c4 c5 18.
Af4 Ad6, y ahora:
a) 19. CeS ( 126)
126
N
19 .... Cxe5? 20. de Af8 (nos di­
rigimos hacia el tipo de final de Ca­
ro-Kann que normalmente desean las
blancas. Las negras están atadas
por
la necesidad de defender los peones
de f7 y g7; más tarde, tendrán que
hacer frente a un ataque de peones
en el ala de rey) 21. Ae3 Txdl+ 22.
Txd1
Td8 23. Txd8+ Dxd8 24. Rc2
Da5 25. a3 Da4+ 26. Rc1 Rc7?! (co­
mo Geller hace notar, 26 .... Ae7!
resultaba más precisa, con la inten­
ción de responder a 27. Dg4 ó 27.
Df4 mediante 27 .... Ag5. Las blan­
cas podían jugar 27. f4 Rc7 28. g4,
pero las negras tendrían posibilidades
de salvarse gracias a la activa posi­
ción de su dama. Ahora ésta se ve
obligada a retirarse) 27. Df4! Dd7
28. b3 Rd8 29. Rc2 Re8
30. De4
Dc7 31. f4 Ae7 32. g4 Ah4 33. f5
Ag3 34. fe fe 35. Dg6+ Rf8 36.
Dxe6 Axe5 (aparentemente, las de-
108
fensas negras han resistido, pero el
rey blanco entra ahora en la lucha
con efecto decisivo) 37. Rd3! Ag3
38.
Re4 Ah2 39. Rf5 Ag3
40. Ad2
Ah2 41. Ac3, y en vista de 41 ....
Df7+ 42. Dxf7+ Rxf7 43. Re4 y 44.
Rd5, las negras abandonaron, Ge­
ller-Hort, Skopje, 1968.
La hermosa victoria de Geller
oculta un defecto importante. En la
posición
del Diagrama 126, las ne­
gras no deberían haber cambiado ca­
ballos. Tampoco servía de nada 19 .
... f5? en vista del golpe combinativo 20. Cf7!, pero 19 .... Te7! refuta las
líneas básicas del plan blanco. La
posición central de las blancas es
frágil, se amenaza 20 .... cd, y des­
pués de 20. Cxd7 Txd7 la iniciativa
pasa a manos de las negras.
b)
En una partida contra Vukié, No­
vi Sad, 1978, Geller se escapó de lo
habituaf con 19. Axd6 Dxd6 20. Ce5.
Evidentemente, Vukié estaba inten­
tando ganar, y en consecuencia des­
pués de 20 .... Cxe5 21. Dxe5 desde­
ñó
un inmediato cambio de damas en
favor de 21. ... cd 22. Dxg7 e5 23.
Dxf7 Tf8 24. Dg6 Txf2 25. Dxd6
Txd6 26, The1 Tb6 27. b3 Tf5? (un
error serio) 28. g4 Tg5 29. Te4 Rd7 30. Tde 1! Te6 31. Rc2 Te7 32. Rd3
b6 33. b4
Rd6 34. Tf1, y el final fa­
vorece claramente a las blancas. 27 .
... Ta6
habría entablado (28. a4 Tf3 ).
17. De2 es otro de los descubri­
mientos de Geller.
Las blancas no tienen
que contar
ahora con ... Cf6 (como respuesta a
Thel) ni con ... f5 (en caso de Ce5).
Están
preparando 18. Thel. Aunque
sus dos últimas jugadas (Rb l, De2)
parecían una pérdida de tiempo, el
avance
liberador ... c5, como antes,
les
hace el caldo gordo: 17 .... c5?
18.
Af4 Ad6 19. Axd6 Dxd6
20. de
Dxc5
21. Td3.

127
N
17. Ad6
También es posible 17 .... Af8,
con la intención de contestar a 18.
The1 con
18 .... Cf6, atacando tanto
el
peón h como el d.
Si se juega en­
tonces 19. Af4, las negras tienen la
respuesta 19
.... Db6. Aunque en este
momento
20. Ce5! parece favorecer a
las
blancas, una partida Balashov­
Hübner, Wijk aan
Zee, 1982, siguió
un derrotero diferente: 18. c4 c5 19.
Ac3
(128).
128
N
Este tipo de posición (p.e., con
... The8 y ...
Af8 mientras el caballo
está
en d7) puede surgir también (si
las negras lo desean) después de
15.
...
Ad6, o asimismo en la Variante
B 1 del Capítulo 8.
Por tanto, es im-
portante establecer qué es lo que las
negras
pueden esperar de esta posi­
ción. El tratamiento que Hübner hizo
de ella no
tuvo nada de atractivo: 19 .
... Rb8
20. Thel cd 21. Cxd4 a6 22.
Cb3 Ta8 23. Df3!, y las negras se
encontraron en dificultades. En
nuestra opinión, llevar el rey a a8
resulta incorrecto. Lo apropiado es
19. . . . a6, con la intención de con ti­
nuar 20. Thel cd 21. Cxd4 Cc5, o
bien 21. ... Ae7 siguiendo con ...
Af6.
18. The1 Te7
O bien:
a) 18
.... eS (como 17 .... c5 en la
posición del Diagrama 127)
abre in­
teresantes posibilidades para las
blancas más que para las negras; dos
excelentes líneas son 19. c4 e4
20.
Ch4 Cf6 21. Cf5 y 19. de Cxe5 20.
Ac3.
b) La partida Geller-Kasparov,
Campeonato
de la
URSS, 1978, con­
tinuó así: 18 .... Cf6 19. Ce5 c5 20.
de (lleva a un final mejor. Esto es
agradable para las blancas, ¡pero el
"riesgo" de
entablar es grande! Des­
pués de
20. A e 1 !? Af8 21. de Axc5
tenemos
una posición de medio jue­
go, pero, ¿será entonces ventajosa
para las blancas?)
20 .... Axe5 21.
Dxe5 22. Txe5
Td4 23. Rcl Ted8 24.
f3 Cd7 25. Tee1 (probablemente,
Geller
debería haber conservado las
torres con 25. Te2 Cxc5 26. Tdel)
25 .... Cxc5 26. Ac3 (26. g4 era más
precisa) 26 .... Txd 1 + 27. Txdl
Txdl+ 28. Rxdl f6 29. Ab4 Cd7
30.
Re2 (después de 30. Ae7! f5! 31. Re2
Cf6 32.
Axf6 gf 33. Re3 e5 las blan­
cas no pueden ganar, pero ahora son
las negras quienes se
encuentran con
posibilidades
de victoria)
30 .... Rd8!
El traslado de su rey a f7, conti­
nuando con ... g6, da a las negras
109

unas pocas chances, aunque no sufi­
cientes para ganar.
Seguiremos a
partir de ahora la
partida Kasparov-Vukié, Campeona­
to de Europa por Equipos,
Skara.,
1980:
129
N
19.
20.
21.
c4 c5
Ac3 Cf6
Ce5 (129)
El lector ya conoce este tipo de
posición gracias a las partidas
Kava­
lek-Karpov (Variante Bl del Capítu­
lo 8) y Gheorghiu-Benko (más arri­
ba, tras 15 .... Ad6). La diferencia
está en que la torre de Gheorghiu
estaba todavía en hl, mientras que
Kavalek no había jugado ni Thel ni
g3. Está claro que esperan a Vukié
tiempos tormentosos.
21. cd
22. Txd4?!
22. Axd4 Axe5 23. Axe5
Txdl+
24. Txdl Dc6 25. g4 Td7 26. Te!!
era más exacto.
22. Axe5
23. Txd8+ Dxd8
24. Axe5 Td7?!
Vukié pasa
por alto la posibili­
dad de arruinar los planes de su
oponente mediante 24 .... DaS!, ame­
nazando ... Cxh5. La partida conti-
110
nuó así: 25. Ac3 Db6 26. g4 Dd6 27.
f3 (27. g5 hg 28. h6 no resulta muy
convincente en vista de 28 .... Df4
29. hg Td8) 27 .... a6 28. a4! (una
estrategia de limitar y constreñir las
fuerzas enemigas. El final será difícil
para las negras, pero tampoco le
es­
peran buenas oportunidades en el
medio juego.
Si 28 .... Dc6, entonces
29. b3, seguido por
Rb2 y a5) 28: ...
Dd3+ 29.
Rcl Rc7
30. Dxd3 Txd3
31. Tfl Rc6 32. Rc2 Td7 33. aS! Ce8
34.
Te!! Td6 35. f4 Cf6? (podemos
comprender el esfuerzo que realiza
Vukié para
evitar g5, después de
·ro
cual pendería constantemente sobre
su cabeza la amenaza
de un sacrifi­
cio de alfil en g7, pero todo tiene un
limite ... ) 36.
Axf6 gf 37. Tdl!
1-0.
En el final de peones, las blancas
crean peones pasados en ambos flan­
cos.
A22
15.
16.
16.
Cf6
De2 (130)
Ad6
Antes hacíamos notar que
"des­
pués de 15 .... Ad6, por lo general,
el juego pasará por transposición a la
Variante A22 (con
15 .... Cf6), pero

las negras también contarán con al­
gunas posibilidades adicionales". De­
bemos decir que de nuevo aquí las
negras
cuentan con posibilidades al­
ternativas. Sin embargo, les resultan
desfavorables:
a)
Para 16 .... eS 17. de! Axc5 18.
Th4! véase la partida Tal-Hübner,
citada más arriba ( 15 .... c5).
b) 16
.... Td5, y ahora:
b 1) 17.
Af 4 llevó a una posición
equilibrada en la partida Stein­
Korchnoi, Zonal de Sousse,
1967: 17 .... Ad6! (y no 17 ....
Da5 18. Rb1 Txh5 19. Ce5, o
bien 18 .... Cxh5 19. Ad2 Da6
20. c4 Cf6 21. Ce5 Txd4 22.
Cxf7) 18. Axd6 (18. Ce5 c5 no
es mejor) 18 .... Txd6 19. Ce5
Thd8 20. c3 c5.
b2)
Horvath encontró una refu­
tación efectiva en su partida
contra Vadasz, 1980: 17. c4!
Txh5 18. Af4 Da5 (o bien 18 ....
Ad6 19. Axd6 Dxd6 20. Txh5
Cxh5 21. Ce5) 19. Ce5 Txh1 20.
Txh1 Ad6
(20 .... Dxa2? 21.
Cxf7 Dal+ 22. Rc2 Dxa1 23.
Dxe6+ Cd7 24. De8 mate!) 21.
Cxf7 Axf4+ 22. gf Dxa2 23.
Th3 Dal+ 24. Rc2 Da4+ 25. Tb3
con posición ganada.
De
forma que podemos conside­
rar más precisa 16 .... Ad6.
17. c4
La insulsa jugada de espera 1 7.
Rb1 resulta
ser una trampa ingeniosa
si las
negras la imitan: 17 .... Rb8?
18. c4 c5 19. de Dxc5
20. Ae3 Dc7
21. Txd6! Txd6 22. c5. El camino
adecuado es 17 .... The8!, con la in­
tención de ... e5; y ahora ni 18. c4
e5 19. c5
Af8
20. de Cd7, ni tampo­
co 18. Ce5 c5 19. Acl Af8 20. de
Axc5 prometen una ventaja para las
blancas.
17. eS
18. Ac3
Pero aquí 18. Rb1 permite a las
negras hacerse con la iniciativa: 18.
...
cd 19. Cxd4 (19. c5 d3!) 19 ....
Axg3! ( 131 ).
131
B
20. Cxe6? The8 21. fg (21. Cxc7
no era mejor: 21. ... Txe2 22. fg
Tdxd2 23. Txd2 Txd2 24. Cb5 a6 25.
Rc1
Td7 26. Cc3 Td4 27. b3 Tg4, y
las blancas se encuentran con un
peón de menos) 21. ... Txe6 22. Df3
Dc6! (la
tentadora 22 .... Ted6?
Be-
varía a tablas después de 23. Dxf5+
Dd7 24. Dxd7+ T8xd7 25. Rc2; por
ejemplo, 25 .... Ce4 26. Af4 Txd1
27. Txdl Txdl 28. Rxd1 Cf6 29.
Ae5! Cxh5 30. g4 Cf6 31. Axf6 gf
32. Re2, o bien 25 .... Td3 26. Ac3!
Txg3 27.
Axf6 gf 28. 28. Thfl), y
las blancas se vieron obligadas a
abandonar en la partida por corres­
pondencia Pereviorzev-Shakarov,
1982, en vista de la continuación 23.
Dxc6+ Txc6 24. b3 Ce4 o bien 24.
Th4 Tc5.
En la posición del diagrama, en
lugar de 20. Cxe6? las blancas debe­
rían haber jugado
20. Cb5, aunque
después de la evidente 20 .... De5 las
posibilidades están del lado de las
negras.
111

18. cd
19. Cxd4
Después de 19. Axd4, las ma­
niobras de las negras tuvieron éxito
en la partida Polovodin-Haritonov,
1980: 19 .... Da5! 20. Rb1 Ac7 21. c5
Da4! 22.
b3 Dc6 23. Ce5 Axe5 24.
Axe5, y
ahpra en lugar de 24 ....
Thg8 una línea más sencilla era 24 .
...
Txd1+ 25. Txdl Cxh5 26. Dxh5 (o
bien 26. Td6 Dhl+ 27. Td1 Dc6) 26 .
...
De4+ 27. Ral (pero no 27. Rcl?
g6 28. Td4 Del+ 29. Tdl Dxf2!) 27.
...
g6 28. Td4 Del+ 29. Tdl De4,
con unas tablas.
132
B
19. a6 (132)
Una posición crítica, cuyo in­
conveniente, desde el punto de vista
de las negras, es que las deja mera­
mente en posición de desviar con
éxito las diversas estocadas blancas:
20. Cf3, 20. Cb3, 20. Td2 ó 20. g4!?
La última jugada no ha sido vista en
torneos hasta la fecha (aunque la
construcción de la cadena de peones
f3/g4/h5 refuerza efectivamente la
posición blanca); las otras tres han
producido los resultados siguientes:
a) 20. Cf3 Td7 (20 .... Dc6!?) 21.
Rbl (21. Ce5!?) 21. ... Thd8 22. a3
Dc6 23. Th4 Ac7 24. Txd7
Txd7 25.
Ce5 Axe5 26. Dxe5 Ce8 27. De2 f6
112
28.
Te4 e5, sin problema alguno,
Benko-Kagan, 1967.
b)
20. Cb3 Dc6 21. Th4 (21. Ca5
Dc7) 21. ... Ac7 22. Cd4 Dc5 23. b4
Dg5+ 24.
Ad2 De5 25. Dxe5 Axe5,
con posibilidades para ambos bandos
en un complejo final, Kudriashov­
Haritonov, 1981.
e)
20. Td2 Dc5 21. Rc2 Ac7 22. g4
Aa5!? 23. Cb3 Dc6 24.
Txd8+ Txd8
25. Axa5 Dxhl 26. Axd8 Rxd8 27.
f3
Dgl 28. Dd2+ Cd7, y se puede
esperar que la lucha acabe en tablas,
Cabrilo-Vadasz, 1981.
Considerando lo que ya hemos
examinado, es difícil extraer conclu­
siones categóricas sobre la Variante
13 ....
0-0-0 14. g3 Cxe4. ¿Ventaja
para las blancas? ¿Dónde? ¿Igualdad
completa para las negras? Quizás
tampoco: aquí son las negras las que
representan
un papel pasivo.
B
13. Td8(133)
Aquí, como en la Variante C,
las negras pretenden enrocarse corto.
14.
Cxf6+ Cxf6
15.
CeS!
Esto está dirigido contra 15 ....
Ad6 (16. Dg3), o bien
15 .... c5 (16.

Db5+; también 16. Af4 Cd5 17.
Db5+).
En lugar de ello, la partida Kar­
pov-Seirawan, Olimpíada de Lucer­
na, 1982, continuó así: 15. De2 c5
16. de Axc5 (con la aquiescencia de
Karpov, Seirawan ha logrado ganar
un tiempo respecto a la Variante C)
17. Ce5
0-0 18. Cd3 (resulta arries­
gado 18. f4 Td5 19. g4 Tc8) 18 ....
Ae7 19. Rb1 Tc8 (19 .... Td4! es
to­
davía mejor. Esta torre tendrá inte­
resantes posibilidades en la cuarta
fila, mientras que su compañera irá a
c8)
20. Tcl Dc4 21. Thel Cd5 22. g4
a5 23. Ce5 (reconociendo que las po­
sibilidades negras en el ala de rey
son más sustanciosas) 23 .... Dxe2 24.
Txe2 a4 25. a3 b5 26. Cd3 Tc4 27.
f3
Tfc8 28. c3 Ad6, y la posición de
las negras es más activa.
Esta partida se jugó en la terce­
ra ronda de la Olimpíada de Lucer­
na. Al mismo tiempo que Karpov se
encontraba en dificultades, en el ve­
cino encuentro Suecia-Inglaterra se
veía como Wedberg, jugando esta
misma variante con piezas blancas,
ensartaba al gran maestro Stean. Se­
guimos a partir de ahora esta
partida.
15. a6
Preparando 16 .... c5.
Una alter-
nativa muy importante es 15 .... Ac5
16.
Dg3 (16. Ae3
0-0) 16 .... Axd4
17. Dxg7 ( 134 ).
Las negras disponen aquí de
multitud de oportunidades, pero to­
das parecen favorecer a su oponente:
a) 17 .... Tg8 18. Dxf6 Axe5, y aho­
ra no 19. Dxh6?! Txd2!, sino 19.
Df3!,
con mejores posibilidades.
b) 17 .... Th7 18. Dxf6 Dxe5 19.
Dxe5 Axe5 con un final favorable
para las blancas.
134
N
e) 17 .... DxeS 18. Dxh8+ Re7 19.
Dxd8+! (19.
Dxh6? Axb2+
20. Rbl
Aa3) 19 .... Rxd8 20. Ae3 (20. c3?!)
20 .... c5 21. c3 Cxh5 (después de 21.
... Dc7 22. cd cd+ 23. Rbl e5 24.
Axh6, el
peón de h5 debería decidir
la discusión) 22. cd cd 23. Axd4
Df5, y aunque la posición de las ne­
gras no está perdida, es bastante des­
agradable.
16. Af4 Ad6?
Por supuesto, las negras debe­
rían haber jugado 16 .... Cd5 17.
Ag3
Ad6, aunque después de 18. c4
Cf6 19. c5, o bien 18 .... Cb4 19.
Db3
estarán de nuevo en una situa­
ción nada fácil.
17. Dg3
Ahora las negras tienen que ol­
vidarse para siempre del enroque,
con lo que el viento se lleva definiti­
vamente sus posibilidades de llevar
una vida tranquila. Siguió entonces:
17 .... Tg8 18. Df3 Da5 19. Rbl Dd5
20. Dh3 Re7 21. Thel, y las fuerzas
blancas pudieron llegar en breve
hasta el rey negro.
Evidentemente, 13 .... Td8, que
retrasa el desarrollo del flanco de rey
de las negras, es una idea dudosa.
113

e
135
B
13. Ae7 ( 135)
14. Rbl
En una posición donde se van a
producir enroques opuestos, la ma­
niobra para apoderarse de la casilla
d6 mediante 14. g3 0-0 15. Af4 ca­
rece de sentido.
Sería más natural esperar que las
blancas intentaran el avance g4-g5,
¡pero no jugar 14. Tdgl antes de que
las negras se hayan enrocado! En ese
caso,
podrían cambiar de planes con
14
....
0-0-0.
Matanovié recomienda 14.
Cxf6+!? Cxf6 15. Ce5 0-0 16. g4
Tfd8 17. g5 hg 18. h6, o bien 14 ....
Axf6 15. De4! 0-0-0 16. Af4 Da5
17. Rbl The8 18. Ag3 como en la
partida Karpov-Seirawan, Linares,
1983.
14.
15.
16.
Cxf6+
de
eS
Cxf6
0-0 ( 136)
En una partida Hübner-Korch­
noi, match 1980-1981, las negras ju­
garon 16 .... Axc5. El cambio de da­
mas median te 17. Db5+ Dc6 18.
114
Dxc6+ be no reporta a las blancas
ventaja alguna (los peones de f2 y
h5
necesitan defensa) de forma que
Hübner prefirió 17. De2
0-0 18. Ce5
Tfd8 19. f4 Tac8 20. g4 con juego
agudo. Siguió entonces: 20 .... Ab6
(algunos comentaristas recomendaron
20 .... Ad4!? 21. Acl Axe5 22. fe
Ch7, con posibilidades para ambos
bandos) 21. Acl Cd7 22. Cxd7 (en
este momento aconsejaban para las
blancas 22. Cf3!? Dc4 23. Dg2) 22 .
...
Txd7 23. g5 Txdl 24. Txdl Dc4
25.
Td3 hg 26. fg e5, y la posición
continúa siendo de doble filo.
sa.
136
B
16 ....
0-0 parece ser más preci-
La partida Geller -Christiansen,
Interzonal de Moscú, 1982, continuó
a
partir de la posición del diagrama
del siguiente modo: 17. g4 Tfd8 18.
De2 Dxc5 19. Ce5 Tac8
20. Acl
Db4! (demostrando las ventajas que
obtuvieron las negras mediante la
activación de su dama. 21. g5 sería
contestada con 21. ... Ce4) 21. a3. En
este punto, teniendo en cuenta la
continuación 21. ... De4 22. Dxe4
Cxe4 23. Ae3, los jugadores acorda­
ron tablas.
Las nuevas jugadas y análisis del
futuro próximo permitirán una valo­
ración más
verdadera de las posibili-

dades mutuas en esta interesante va­
riante. Nos parece que la única
juga-
da que puede plantear problemas pa­
ra las negras es 14. Cxf6+.
13lt:le4 0-0-0 14 g3 lt:lg4
eS
lt:leS
RESUMEN
±
lt:lxe4 1 S tfxe4 eS
±
;!;/±
±
13 ... l:Id8 14li:lxf6+ lt:lxf6 15 'i!Ve2
1Slt:lc5
13 ... .liie7 14li:lxf6+
14~bl
.td6 16 c4 eS 17~bl
17i.c3 eS oo
16 ~b1
.te7 16~b1 l:Ihe8 17 c4
17'i!Ve2
lt:lf6 16'ti'e2 l:Id5
(17 ... lt:lf6-
cf. 1S ... lt:lf6)
;!;
±
( 16 ... eS -e f. 15 ... eS)
j¿,d6 17 ~b1
17 e4 eS
Y ahora:
18 ~b1
:¡:
18 .Jiic3 ed 19 i.xd4
19lt:lxd4 ti=
±
00
115

CAPITULO 10
13. De2
l. e4 c6
2. d4 d5
3. Cc3 de
4. Cxe4 Af5
5. Cg3 Ag6
6. Cf3 Cd7
7.
h4 h6
8. h5 Ah7
9. Ad3 Axd3
10. Dxd3 Dc7
11. Ad2 e6
12. 0-0-0 Cgf6
La idea de 13. De2 seguida por
CeS atrajo sobre sí la atención tras la
victoria que con ella obtuvo Spasski
ante Petrosian en la decimotercera
partida del Campeonato Mundial,
match de 1966 (analizaremos esta
partida en la Variante A del Capítu­
lo 11 ).
En el presente capítulo vamos a
dedicarnos a examinar continuacio­
nes que impidan jugar CeS. ¿Será
tan sencillo "evitar
CeS"?
Bien, la línea 13. De2 Ad6 14.
CfS Af4 (Variante A) trae como
consecuencia para las negras o bien
el zarandeo
de su rey mediante lS.
Cxg7+
("las blancas tienen tres peo­
nes y ataque por la pieza", fue el se­
vero veredicto pronunciado no hace
mucho tiempo ... ) o
bien el debilita­
miento de sus casillas negras después
de lS. Axf4 Dxf4+ 16. Ce3.
En cuanto a 13 .... cS (Variante
B)
que abre la posición con el rey
negro todavía en el centro, fue con­
siderada también, en un. tiempo, co­
mo un paso que no había que dar
muy a la ligera.
Una razón especial
para ello
era que los libros indicaban
14.
Th4 (véase la subvariante B2)
como
una respuesta muy poderosa,
amenazando lS. Af4.
Pero nada es inamovible. Hoy en
día, se
encuentra 13. De2 más rara­
mente que 13. Ce4, y una explica­
ción de ello está en que las blancas,
después de haber experimentado más
o menos todas las respuestas
conce­
bibles a 13 .... cS, no saben decir to­
davía cuál de ellas les promete
"me­
jor posición" o incluso "ligera inicia­
tiva".
En relación con la Variante A,
existen dos alternativas a
12 .... Cgf6:
a)
En un comentario a su duelo con
Sapasski
(para esta partida, véase la
Variante A del Capítulo
11 ), Botvin­
nik escribió que en la apertura
"ha­
bía cometido un descuido -jugar ...
Cf6 demasiado pronto. Ahora las
ne­
gras tendrán dificultades, puesto que
las blancas
pueden situar su caballo
en
eS". ¿Qué método de desarrollo
sin ... Cf6 tenía Botvinnik en la ca­
beza? Naturalmente, 12 .... 0-0-0
De2 Ad6 ( 137 ), como se jugó en la
partida Spasski-Barcza, Sochi, 1966.
Estudiemos esa partida:
137
B
14. Ce4 Ae7?! 15. c4 Cgf6 16.
Cc3 The8 17.
g3 Af8 18. Rbl DaS?!
117

19. CeS Cxe~ 20. de Cd7 21. CbS!
Da6 22. Cd6+ Axd6 23. ed Cb6 24.
b3
Txd6 2S. Ac3 Da3 (2S .... Txdl+
26. Txd1 f6 se ve duramente
contestada con 27. Dg4 Te7 28.
Axf6) 26. Axg7 Txd1+ 27. Txd1 DeS
28. Df3! DfS+
29. DxfS ef
30. Th1
Te6 31. Th4 Rd7 32. Tf4, con
posición ganada para las blancas.
La importancia de esta partida
está menoscabada por lo poco
convincente de algunas de sus
jugadas (por parte de ambos bandos).
En lugar de 18 .... DaS, se podría
recomendar la línea 18 .... eS!? 19.
de CxeS 20. Af4 Txdl+ 21. Dxd1
(21. Txdl Cxf3) 21. ... Cfd7.
Posiblemente, en la jugada
decimoséptima las blancas deberían
haber jugado inmediatamente su
caballo a eS, pero si esto no
proporciona la ventaja deseada (17.
CeS CxeS 18. de Cd7 19. f4
f6?
20.
ef Axf6 21. Ce4 favorece a las blan­
cas, pero después de 19 .... CeS 20.
Ae3 DaS las negras pueden confiar
en las tablas) podrían intentar 1S. g3
Cgf6 16. Rb1! (16. Af4 no resulta
efectiva a causa de 16 .... DaS, ata­
cando el peón a). En vista de la
amenaza 17. Af4, las negras no tie­
nen nada mejor que 16 .... Cxe4 17.
Dxe4, transponiendo a una posición
desfavorable del Capítulo 9 (Subva­
riante A21 ).
Debería combinarse 13 .... Ad6
con 14 .... Af4, cambiando los alfiles
de casillas negras. Más adelante exa­
minaremos una posición de este tipo
(12 .... Cgf6 13. De2 Ad6 14. CfS
Af4. 15. Axf4 Dxf4+ 16. Ce3), pero
aquí la situación es más aceptable
para las negras; las piezas blancas no
están situadas con tanta efectividad.
b) Por otra parte, hay una versión
diferente de la misma idea que favo­
rece claramente a las blancas: 12 ....
Ad6 13. Ce4 Af4 ( 138).
118
138
B
14. Da3! Cgf6 lS. Th4! Cxe4 (o
bien 15 .... Axd2+ 16. Cfxd2 Cxe4
17. Cxe4) 16. Axf4 Dd8 17. AeS!
Cef6 18. Cd2 (¡todas las jugadas
blancas merecen signos de admira­
ción!) 18 .... b5 19. Dg3 Tg8 20. Ac7
De7 21. Ad6,
con posición aplastan­
te, Timman-Ivanovié, Niksié, 1978. Si las blancas pretenden llevar a
cabo el plan de De2 y Ce5,
y no ven
con buenos ojos la posibilidad de
12.
...
0-0-0 13. De2 Ad6 14. Ce4 Af4,
deberían entonces hacer la jugada de
dama antes
-12. De2!-en cuyo caso
las negras
no tienen nada mejor que
12
.... Cf6 (véase la Variante Cl del
Capítulo 7).
139
N
13. De2 (1 39)

Las negras pueden escoger aquí
entre:
A
A
B
13. ... Ad6
13. ... c5
13. Ad6
14. Cf5 Af4
15. Axf4!
Existen las siguientes alternati­
vas:
a)
El sacrificio de caballo 15. Cxg7+
Rf8 16. Cxe6+ fe ( 140) disuelve la
'cobertura de peones del rey negro, y
al mismo tiempo les
da a las blancas
la equivalencia completa del material
entregado: tres peones.
Podría pare­
cer que las negras están corriendo un
riesgo importante, pero las partidas
jugadas hasta el momento no respon­
den a esta idea.
140
B
al) La partida por correspon­
dencia Maltser-Bakharev, 1969,
continuó de esta manera: 17.
Dxe6 Te8 18. Df5 Axd2+ 19.
Txd2 Tg8 (el rey está sólida­
mente protegido por piezas que
a su vez
también amenazan con
volverse activas.
La continuación
no es forzada, pero sí temática)
20. Tgl Tg4 21. Ce5 Cxe5 22.
Dxf6+ Cf7 23. Df3 Tge4 24.
g3
Da5 25. a3 Dd5 26. Tgdl Td8, y
habiendo fracasado
en su intento
de explotar la incómoda posición
del
rey negro, las blancas ya tie­
nen problemas para defender sus
peones
extra (27. c3 Txd4).
Se
podría aconsejar 20. Ch4!? en
lugar de 20. Tgl, para de esta
forma ocupar f5 con el caballo
una vez se haya retirado la da­
ma.
a2)
En la partida por correspon­
dencia Shershnev-Bakharev,
1969, las blancas no se molesta­
ron siquiera
en obtener los peo­
nes suficientes para compensar
su pieza, y continuaron con 17.
Ch4. Aunque resulta interesante,
las consecuencias de esta
jugada
también están completamente
oscuras: 17 .... Axd2+ 18. Txd2
Rf7 19. Cg6 Th7
20. Th3 Te8
21. f4 Cf8 22. Ce5+ Re7 23.
g4
Tg7 24. c4 Rd8, y ambos bandos
pueden acariciar todavía espe­
ranzas de éxito.
De
forma que el viejo veredicto
de
"las blancas tienen tres peones y
ataque por su pieza" puede ser de­
masiado simplista.
b) La única partida publicada en la
que las blancas
se hayan retirado in­
mediatamente con 15. Ce3 fue la
Buljovcié-Vukié, 1976. De hecho, el
curso que tomaron los acontecimien­
tos en esta
partida podría explicar la
falta de seguidores de la jugada en
cuestión: 15 .... Ce4 ( 141).
16. Ael Cdf6 17. g3 Axe3+ 18.
Dxe3
0-0-0 19. g4? c5 20. Tgl Td5!
21. de Txc5 22. c3 Ta5! 23.
Rbl Td8
24.
Txd8+ Txd8 25. Cd2 Te5! 26.
Rc2 Da5, y ya es difícil
poner coto a
la actividad
de las piezas negras.
La sugerencia de Vukié 19. Ce5
c5
20. f4 cd 21. Txd4 Txd4 22.
Dxd4 Rb8, "con igualdad" (sí
-después de 23. Af2-, ¡ganando un
119

tiempo imporfante!) resulta poco
convincente a causa de 22 .... b6,
con lo que la iniciativa continúa en
manos de las negras.
141
B
También nos inclinamos a dis­
cutir otra de las recomendaciones de
Vukié: "16. Ab4 a5 17.
Ael
t ". En
nuestra opinión, tanto después de 17 .
... 0-0 como de 16 .... Cdf6 17. Rbl
0-0-0 existen oportunidades para
ambos bandos.
Regresamos a la variante
princi-
pal.
15. Dxf4+
16. Ce3 (142)
¡En esta variante, las blancas
120
han tenido éxitos considerables! Por
ejemplo:
a)
16 ....
bS?! 17. Tdgl 0-0-0?! (el
enroque corto es arriesgado, pero el
enroque largo no encaja con ... b5)
18. c4 a6 19.
Rbl Rb7
20. Tc1 Tc8
21.
a4! ba 22. c5! Cd5 23. Tc4, y la
posición
negra es sumamente preca­
ria, Ivanovié-Vukié, Campeonato de
Yugoslavia, 1978.
b)
16 ...
0-0-0, y ahora:
bl) 17. g3 Dc7 18. Cc4 The8 19.
Cfe3 Cb6 20. Ca3 (las blancas
están planeando c4-c5, para
continuar con Cc4) 20 .... Rb8
21. c4 (21. f4, seguido por g4-
g5, también es fuerte) 21. ...
Cc8 22. Td3 Te7 23. c5 Cd5 24.
Thd1 f6 25. Cg6 Tee8 26. Cc4
Td7 27. Rb1 Dd8 28. De4 b5!
29.
cb ab
30. Tb3 Tb7 31. Cf4
Cd6 32. Cxd6 Dxd6 33. Cd3
Td8, y la posición de las negras
ya
resulta segura, Mihaljcisin­
Nikolac, 1978.
b2) 17. Rb1 Rb8 18. Cc4 Dc7
19.
Cfe5 Cb6
20. Ca5 Thf8 21.
Cb3
Cfd7 22. Cd3 Tde8 23. f4
(¡con dominio completo de las
casillas negras!) 23
.... Cd5 24.
g3 f5?! (las negras están tentadas
por la posibilidad de activar por
lo menos
una de sus piezas -y
se
preparan para llevar un caba­
llo a e4. Pero era mejor conti­
nuar como Nikolac, con 24 ....
f6) 25. c4 C5f6 26. Thgl Cg4
(26 .... Ce4 27. g4) 27. Ce5
Cdxe5 28. de Td8 29. c5! Td5
30. Txd5 cd 31. Te!, y las blan­
cas vencieron con un ataque di­
recto al rey, Magerramov-Vdo­
vin, 1978.
Extrayendo conclusiones del
material estudiado, debemos decir
que la posición negra es (a) resisten­
te, a pesar de las débiles casillas
ne­
gras, pero sin embargo, (b) tan pasi-

va que no es fácil jugarla. Quizás el
derrotero de la partida Mihaljsisin­
Nikolac (compárese también con la
partida Mnatsakanian -Shakarov de la
Variante A del Capítulo 8) sea el
más típico de este esquema es­
tratégico.
B
143
B
13. e5 ( 143)
Esta continuación combina tres
ideas diferentes:
evita CeS, activa la
amenaza posicional de ... c4 (asegu­
rando
dS para un caballo), y también
se dispone a
abrir la columna e para
emprender en ella operaciones acti­
vas. El rey negro planea enrocarse
corto.
Las blancas tienen estas respues-
tas:
Bl 14. CfS
B2 14.
Th4
y también:
a) Si a las blancas les
preocupa se­
riamente la posibilidad de ... c4,
pueden jugar 14. e4. Pero la facili­
dad con la que las negras obtuvieron
una posición cómoda en las siguien­
tes
partidas habla en contra de esta
continuación. 14 .... cd lS. Cxd4, y
ahora:
al) 15 .... Ae5 CbS Dc6 17. CfS
0-0 18. Cxh6+?! (excesivamente
optimista, pero
tarde o tempra­
no, no importa con cuál método,
las
blancas tenían que intentar
castigar el enroque corto de las
negras)
18 .... gh 19. Axh6 Tfd8
20. Th4 Af8 21. Axf8 Cxf8 22.
DeS Txd1+ 23. Rxd1 C8d7 24.
Dg3+
Rf8 2S. h6 Re7, y las ne­
gras pueden contar justificada­
mente con la victoria, Velikov­
Bagirov, Wroclaw, 1976.
a2) 15
.... TeS (el defecto prin­
cipal de 14. c4 es que el peón e
supone un estímulo adicional
para la actividad de las negras
en el ala de dama) 16. Rbl AcS
17. Ac3
0-0 18. Th4 a6 19. Cb3
Ae7 20. Thd4 Cb6 21. AaS Dc6
22. Tc1 Ca4 23. f4 b6 24. Ad2
Tfe8 2S. Ae3 Ad6 26. Tddl eS
27.
fS Ted8 28. Tc2 e4 29. Cf1
A
eS, y las blancas abandonaron
pronto, Marjanovié-Seirawan, Nis, 1979.
b) 14. Thel, y ahora:
bl) 14 .... e4 lS. CfS (no lS.
dS? CxdS 16. Axh6 Cc3) 1S ... .
0-0-0 16. Ce3 CxhS (si 16 .. ..
Cb6, entonces 17. A aS resulta
fuerte) 17. Cxc4 (17. g3!?) 17 ....
Cf4, o bien lS .... CdS 16. Ce3
Cxe3 17.
Axe3 c3, conducen a
posiciones agudas
que no care­
cen de peligro para las negras.
b2) En la partida Grünfeld­
Stean, Biel, 1981, se jugó 14 ....
ed 15. Cxd4 AcS 16. Cb3 Ab6.
Mediante 17. Ab4, las blancas
impidieron el enroque corto de
su oponente, pero a cambio
Stean ganó un peón: 1 7. . .. Df 4+
18. Dd2 Dxf2. Entonces, cuando
Grünfeld impidió también su
enroque largo, mediante 19.
Dc3, las negras ... aumentaron
su ventaja material mediante 19.
121

... Df4+ '20. Rbl Af2 21. Ce2
Axel 22. Dxel Dg5, y acabaron
por vencer. ¡Una partida intri­
gante!
e)
14. Rbl transpone a la Variante
B2 del Capítulo 8.
Bl
144
N
14. Cf5 (144)
La fuerza de esta jugada es evi­
dente, puesto que obliga a las negras
a enrocarse largo.
En estas circuns­
tancias, podría resultar que ... c5 hu­
biera sido prematura. Asimismo, el
caballo blanco se desplaza a una
puesto más activo (aunque, por su­
puesto, con pérdida de tiempo).
14.
0-0-0
Habíamos dicho que 14. Cf5
obligaba a enrocarse largo. Esto es
cierto a menos que
uno considere 14.
.
.. Tc8!?, con la idea de 15 .... cd 16.
C3xd4 Dc4!
Para evitar el cambio de
damas, hay que defender el peón
blanco de a2; después de 15. Rbl
llegamos a una posición ya examina­
da en el Capítulo 8 (Variante B2), en
la cual (como recordaremos) la línea
crítica es
15 .... c4.
1
5. Ce3 Cb8!
122
No es fácil
encontrar el camino
correcto
para las negras (15 .... Ae7
16. Cc4;
15 .... Ce4 16. d5!?; 15 ....
cd 16. Cxd4 Ce4 17. Cb5). En la
partida que estamos siguiendo, Fai­
bisovich-Okhotnik, 1979, ambos
bandos jugaron esencialmente de la
mejor forma posible,
en nuestra opi­
nión.
16. Th4!
Un motivo ya familiar (véase la
partida Tal-Hübner en la Variante
A2 del Capítulo 9). La torre se diri­
ge a c4, para hacer que las negras
lamenten su "prematura"
13 .... c5.
16. Cc6
También debería probarse
16 ....
cd!? 17. Cxd4 Ac5.
Ce5.
145
N
17. Ac3!
18. de.
19. Tc4!
20. Dxe3
21. Rx
dl
22. Rcl
Ae7
Axc5
Axe3+
Txdl+
Td8+
Cd5!
Es peligroso 22 .... Cx h5 23.
23.
Del Cxc3
24. Dxc3 (
145)

Hasta aquí estamos dispuestos a
respaldar todas las jugadas de ambos
bandos, pero la segunda fase de la
partida no fue un éxito para
Okhot­
nik-24 .... Db6 25. b4! Rb8? 26
Ce5! Dxf2 (los finales de torres des­
pués de 26 .... Cxe5 27. Dxe5+ Ra8
28. Dc7 Dxc7 29. Txc7, o bien
27 ....
Dd6 28. Dxd6+ Txd6 29. Tg4 son
difíciles para las negras) 27. Txc6
be? (antes que entrar en el dudoso
final de damas resultante de 27 ....
Df4+ 28. Rb2 be 29. Cxc6+ Rc7
30.
Cxd8+ Rxd8 31. Dc5, Okhotnik pre­
fiere un final de peones, donde, par­
diez, ¡no hay esperanza!) 28. Cxc6+
Rc7 29 Cxd8+
Rxd8
30 Dd2+! Dxd2+
31.
Rxd2 f5 32. c4 Rc7 33. c5 Rc6
34. Rd3 Rd5 35. g3 e5 36. Rc3 a6
37
Rd3, y el zugwang sella la suerte de
las negras.
No obstante, después de 25 ....
f6 26. Tc5 Rb8, o bien 26 .... Td5
(27. De3 Dxb4 28. Dxe6+ Td7 29
Td5 Da3+
30 Rdl De7) las negras
tendrían una posición perfectamente
segura, mientras que 24 .... f6
proba­
blemente era toda vía más precisa
(24. b4 Td5). En breve, las posibili­
dades de las negras en la posición
del diagrama no son de ninguna
ma­
nera peores.
B2
146
N
14. Th4 ( 146)
La amenaza es 15. Af4 Da5 16.
d5; y las negras tienen también que
contar con 15. de seguido por 16
Tc4.
Si 14 .... c4, entonces 15. d5 es
fuerte.
14.
TeS
O bien:
a)
14 ....
0-0-0 -¿es esto tan malo
como
parece? En cualquier caso, la
tentadora "refutación", 15. de Axc5
16. Tc4, puede verse ella misma
re­
futada. Después de 16 .... Cb6 17.
Af 4? Txd 1 + las blancas pierden la
calidad (18. Dxd1 Ae3+, o
bien 18.
Rxd1 Dd7+). Las
consecuencias de
16.
Af4 Da5 17. Rb1 Cd5 tampoco
están claras.
b)
14 .... Ae7 (en una de las prime­
ras partidas jugadas con la línea 13.
. .. c5, esta lógica jugada de desarro­
llo dió a las negras
una posición sin
problemas -véase abajo la subva­
riante bl) 15. de Cxc5 (147)
147
B
Y ahora:
bl) 16. Td4
0-0 17. Rbl Tfd8
18 Af4 Db6 19. c4 Txd4 20.
Cxd4 Td8 21. Cb5 a6 22. Cc3
Txd1+ 23. Dxd1 Dc6 24 f3 b5,
etc., Butnorius-Bagirov, 1975.
b2)
En la partida por correspon­
dencia
L. Levin-Shakarov, 1982,
se intentó violar tal armonía: 16.
123

Tc4!? b5' 17. Tc3 Db7 (después
de 17 .... b4 1S. Db5+, las negras
deben sacrificar o bien
un peón
con
1S .... Cfd7 19. Dxb4, o
bien su derecho al enroque con
1S .... RfS) lS. Cd4 (ante lS.
Cf5, las negras tienen que tomar
una decisión interesante: bien
sacrificar un peón con 1S ....
0-0 19. Cxe7+ Dxe7 20. Dxb5, o
bien ganar la calidad con lS. . ..
Cce4 19. Cxe7 Cxc3 20. Axc3
Rxe7 21. Ab4+ ReS. Podría re­
sultar mejor tomar la calidad
-las blancas apenas pueden
crear amenazas serias contra el
rey
negro-)
1S .... Cfe4! (IS ....
a6? se
encuentra con la fortísi­
ma respuesta 19. Cgf5!) 19.
Cxe4 Cxe4
20. Df3! (20. Tb3?
no funciona a causa de 20 ....
Cxd2 21. Txb5 Dxg2 22. Txd2
Ag5) 20 .... TbS! (no 20 ....
Ab4? 21. Te3, ni tampoco 20.
... Af6? 21. Af4!) 21. Tb3 Cxd2
22.
Rxd2 (forzado, aunque per­
fectamente seguro, puesto que
escasamente se puede aconsejar
a las negras que eviten el cam­
bio de damas) 22 .... Dxf3, y se
acordaron tablas un par de ju­
gadas más tarde.
Así que incluso 14
.... Ae7 neu­
traliza 14. Th4 de forma suficiente­
mente segura, mientras que 14 ....
TeS básicamente es un intento de
disputar la iniciativa.
15. Af4
O bien:
a) 15. Cf5, y ahora:
124
al) Mientras que 15 .... c4 (14 .
...
TeS no reforzaba esta "ame­
naza") 16. d5 Cxd5 17. Axh6
Cc3 debe agradar a las negras,
16. Ce3!,
siguiendo con d5, es
altamente desagradable.
a2)
La partida Mikhalchishin­
Kasparov, Daugavpils
Otboro­
chnii [Primera Liga de Daugav­
pils], 1978, reveló
la idea exis­
tente tras 14 ....
TeS: 15 .... cd!
16. C3xd4 Dc4!
17. Dxc4 Txc4.
Los
jugadores acordaron tablas
en este punto, pero la lucha
continuó en otra partida -Ga­
P rindash vili-Chi burdanidze,
197S-, la cual mostró que las
negras tienen incluso mejores
posibilidades, gracias a las preo­
cupaciones con que su peón de
h5
lastra a las blancas:
lS. Te 1
Tc5! 19. Cg3 Ae7 20. Cb3 TeS
21. Ab4 Axb4 22. Txb4 Tc7 23.
Cd4 a6 24. Cdf5 0-0 25. Ce3
TfcS 26. Te2 b5, etc.
b) 15. Rbl. La clave de vigilar el
peón a de esta manera es,
en primer
lugar, evitar la línea principal dada
más abajo (15. Af4 Da5 15. d5
Dxa2); y en segundo lugar, rehusar
el cambio de damas en caso de 15 ....
cd 16. Cxd4 Dc4. Con todo, las ne­
gras pueden darse por satisfechas si
se
juega la segunda variante, después
de 17. Df3 Dd5.
En una partida Da­
dashadze-Shakarov, 1979, las negras
se
apuntaron a 15 .... c4. La conti­
nuación fue 16. Cf5 Cd5 (16 .... c3
17.
Axc3 Cd5 es tentadora, pero
después de 18. Ael Cf4 19. Dd2
Cxg2
20. Tg4 las negras tienen difi­
cultades debido a la insegura posi­
ción de su rey) 17. c3 Da5 (amena­
zando 18
.... Cxc3+; o bien, cuando
sea apropiado, ... Tc6-a6) 18. Ce5
Cxe5 19. Dxe5 Cxc3+
20. Axc3 Dxe5
21. de
ef 22. Tf4, con chances equi­
libradas.
Regresemos a la variante
princi-
pal:
15.
DaS

16. d5 Dxa2
17. c4
Después de 17. de Dxe6 180 Db5
la posición negra es desagradable,
pero las consecuencias de 17 o 000 fe
no están nada claras, por ejemplo:
18. Db5 Ae7! 19. Ad6 Axd6 200 Ta4
(200 Txd6 a6!) 200 ooo Axf4+ 21. Txf4
a6!, o bien 180 Dd3 Tc6! 290 Dg6+
Rd8 20. Ce5 Da1+ 21. Rd2 Td6+ 220
Cd3 Da5+, con contrachanceso
17. Ae7! (148)
18. Ad6!
Esto
es más fuerte que 18. de fe
19. Ad6, a causa del inmediato con­
traataque 19.
oo• Tc6! 200 Cf5 Tb6!
Pero quizás les resulte de provecho a
las
blancas hincar una estaca en la
posición negra con
180 d6!?
18. Axd6
19. de 0-0
En la partida por correspon­
dencia Shakarov-Asrian, 1973, las
negras dieron dos jaques previos
-190 ... Da1+ 20. Rc2 Da4+ 21.
Rbl-antes de jugar 21. .. o 0-00 La
partida continuó así 220 Txd6 fe 230
Dxe6+ Rh8 240 Cf5 Tce8 250 Ce?
Txe7! 26. Dxe7 Te8 270 Txd7! (pero
no 27. Df7? Te2) 27. 000 Txe7 280
Txe7 Ddl+ 290 Ra2 Da4+, con tablas.
En lugar de 22. Txd6, las blan­
cas pueden jugar 220 Cf5, y después
de 220 ... fe 230 Dxe6+ Rh8 240 Dxd6
llegamos a
una posición que se exa­
minará más adelante (véase la partida
Kanani -Shakarov )o
20. Cf5
También son posibles:
a) 20. ed es débil en vista de 200
Dal+ 21. Rc2 Da4+ 220 Rbl Dxd7 (o
bien 21. Rd2 Dxb2+ 220 Re! Dxe2+
y 230 .. o Tc6)o
b) De la jugada 20. Txd6 resulta una
transposición a la partida Shakarov­
Asrian (véase
arriba) después de
200
oo• fe 21. Dxe6+ Rh8 220 Cf5 Dal+
230 Rc2 Da4+ 240 Rbl Tce8, pero
resulta de interés citar un intento
negro de sacar algo más de esta va­
riante: 220 ... Tce8 230 Ce? Txe7 240
Dxe7 Te8 250 Txd7? Txe7 260 Txe7
Da!+ 27. Rc2 Dfl, con posibilida­
des ... Sin embargo, las blancas por su
parte podrían correr el "riesgo" de
jugar 250 Df7! Dal+ 26. Rc2 Da4+, y
ahora no 27 o Rb 1? Te2, ni siquiera o
270 Rcl Dal+ con tablas, sino 270
Rd2 Da5+ 280 Rd3!?
Volvemos a la variante principal:
20. fe
21. Dxe6+
Rh8
22. Dxd6 (149)
Ya hemos analizado suficiente­
mente 22o Txd6, pero queda por ex­
perimentar todavía 22. Cxd6!?
.. o
Esta aguda posición se alcanzó
en una partida por correspondencia
Kanani-Shakarov,
19820 ¡Valorar con
exactitud las posibilidades de ambos
bandos no es tarea fácil, pero nos
parece
que debería ganar el jugador
125

más fuerte! Veamos cómo se desa­
rrolló la lucha: 22 .... Da!+ (22 ...
Tc6? 23. De?) 23. Rc2 Da4+ 24.
Rbl
Tce8 25. Ce3 Tf7 26. Td37 Tfe7! 27.
Ta3 Db4 28. Txa7 Cb6 29. Dd2 Ce4 30. Dxb4 cb 31. c5! Cc8! 32. Ta8 b3
33. Cd5! Cd2+! 34.
Re! Te2 35. Ce3
Cxf3 36. gf Td8 37. Thl
Txf2, y
pocas jugadas más tarde se acordaron
las tablas.
149
N
Como podemos ver, 14 .... Tc8
lleva a posiciones que son interesan­
tes pero quizás bastan te peligrosas
para las negras. No se puede despre­
ciar la posibilidad de que las blancas
encuentren mejoras en algún punto
(17. de!?; 18. d6!; 22. Cxd6!?).
Ello pone de relieve la impor­
tancia del hecho de que las negras
dispongan de un método sólido de
juego con
14 .... Ae7.
12 ...
126
0-0-0 13 'i!ie2 .i.d6
.i.d6
RESUMEN
lügf6 13 ~e2 .i.d6 14 ltJfS .i.f4 15 lüxg7+
15 lüe3
eS 14 c4
14 ~he1
15 .i.xf4
(14 ~b1 -cf. 13 ~bl)
14 lüf5
14 llh4 .i.e7
li:c8 15 lüf5
15 ~b1
15 .i.f4
±
00
=
00
=
=
00

CAP(TU LO 11
13. De2 0-0-0 14. Ce5
l. e4 c6
'1
d4 dS
3. Cc3 de
4. Cxe4 AfS
5. Cg3 Ag6
6. Cf3 Cd7
7. h4 h6
8. hS Ah7
9. Ad3 Axd3
10. Dxd3 Dc7
1
1. Ad2 e6
12.
0-0-0 Cgf6
13. De2 0-0-0
14. CeS (150)
150
N
mostrado efectiva. La pareja de peo­
nes en e5 y h5 que se forma después
de 14
.... Cxe5 15. de (Variante A)
crea
una configuración especial en el
ala de rey, la cual favorece a las
blancas, puesto
que los peones de f7
y g7 pueden ser atacados por la da­
ma o torre blancas, mientras que las
jugadas ... f6 ó ...
g6 producen debi­
lidades. Además de ello, las blancas
pueden obtener riuevos beneficios
del avance de sus propios peones
f y
g, especialmente en el final (el lector
ya
ha visto esto en la partida Geller­
Hort de la Variante A21 del Capítulo
9).
Si las negras pretenden buscar
contrajuego socavando la posición
del caballo en e5 median te ... c5,
emplearán la Variante B citada a
continuación o, más a menudo, la
Variante C.
Consideramos las posibilidades:
A 14.
... Cxe5
B 14. ... Cb8
e 14. ... Cb6
A
14.
Cxe5
1
5. de Cd7
En vez de ello, 15 .... Cd5 ( 151)
"parece dudosa, pero esconde una in­
geniosa idea posicional" (Botvinnik).
151
La idea de De2 y CeS había sido B
aplicada en posiciones parecidas an-
tes del match Spasski-Petrosian;
tampoco fue Spasski el primero en
jugar 8. h5 ... Sin embargo, fue en la
decimotercera partida del match por
el Campeonato Mundial de 1966
cuando se dio por primera vez la po­
sición del diagrama, ganando popu­
laridad duradera.
La combinación de las viejas
jugadas h4-h5 y Cf3-Ce5 se ha de-
127

16. f4 (16. c4 Cb4 17. Axb4
Axb4 18. f4 es más débil a causa de
18 .... f6 o 18 .... f5) 16 .... c5
("fuerza acontecimientos, puesto que
las blancas no
pueden permitir ...
c4"
-Botvinnik-) 17. c4 Cb4 18. Axb4
("una vez se haya establecido un
peón negro en b4, será difícil para
las blancas proteger cómodamente a
su rey. Esto explica
por qué las ne­
gras tendrán contrajuego en cual­
quier final en que se conserven las
damas. Quizás las blancas deberían
haber preferido 18.
Rbl" -Botvin­
nik-) 18 .... Txdl+ 19. Txdl cb 20.
Ce4 Ae7 21. Cd6+ Rb8, y ahora:
a)
En la partida Spasski-Botvinnik,
Campeonatos por Equipos de la URSS, 1966, las blancas jugaron 22.
Cxf7, tras lo cual 22
.... Tf8 23. Cd6
Txf4 24. g3 Tf8 25. Dg4 Dd7 26.
R b 1 Ag5 dió con
traj u ego a las ne­
gras (27. Cb5 Tfl !).
b) En opinión de Boleslavski, las
blancas podrían
haber consolidado su
ventaja con 22. g3 (152)
152
N
y si 22 .... f6 (la jugada que Botvin­
nik tenía
en la cabeza; contra 22 ....
Tf8, Boleslavski recomienda 23. Rbl
a6 24. De4! con las amenazas 25.
Dxb7+ ó 25. c5), entonces 23. ef!
Axd6 24. fg Te8 25. Dg4.
El veredicto de Boleslavski pa­
rece ser erróneo. Después de 25 ....
128
Dxc4+ 26.
Rbl De4+ (pero no 26 ....
e5? a
causa de 27. Dd7 ó 27. Dg6
-o incluso 27. Txd6 ef 28. Dxf4
Tel+ 29. Tdl+ Dxf4
30. g8=D+) 27.
Ral Tg8 28. Txd6 Txg7 o bien 28.
... Dc2, hay posibilidades para ambos
bandos.
De modo que estamos de
acuer­
do con Botvinnik: 18. Rbl! (en lugar
de
18. Axb4). Después de 18 .... Ae7
19. Ac3, el caballo negro se retirará
a c6
(inmediatamente, o bien más
tarde); más adelante, examinamos
una posición de este tipo (15 .... Cd7
16. f4 eS 17. c4 Cb8, etc.).
16. f4 Ae7 ( 153)
O bien:
a) Los análisis muestran que el plan
de llevar el caballo a d4 después de
16 .... eS 17. c4 Cb8 no es efectivo:
18. Ac3 Ae7 (no se puede mantener
a distancia al caballo blanco
-18 ....
f5? 19. ef!) 19. Ce4 Cc6
20. Df2 (si
20. Dg4, entonces 20 .... Cd4) 20 ....
Db6 (si 20 .... b6, entonces es fuerte
21 Cd6+!) 21. Rbl (pero ahora 21.
Cd6+ no es
convincente a causa de
21. ... Axd6 22. ed f6. Tampoco
de­
berían las blancas apresurarse con
21. Dg3,
en vista de 21. ... Da6!) 21.
...
Txdl+ (21. ... Cd4? pierde a causa
de 22.
Axd4 cd 23. c5!, mientras que
en caso de 21. ... Rb8 las blancas
juegan 22. Dg3) 22. Txdl Td8 23.
Txd8+ (pero no 23. Cd6+? Axd6 24.
ed. Cd4 25. Axd4 Dxd6) 23 .... Dxd8
24. Rc2 b6 25. Dd2, y las negras
tie­
nen dificultades para aguantar esta
posición.
El cambio de damas lleva a
un final que
Parma ganó a Barcza en
el
Campeonato de Europa de 1970,
en Kapfenberg.
b) E. Schiller defiende la original
jugada 16 .... Tg8 17. Ac3 (17. Ce4
f5)
17 .... f5 18. Dc4 Cc5. Ahora 19.
Cxf5? b5
20. Cd6+ Dxd6, o bien 19.

b4 b5, o bien 19. Ab4 Td5 deberían
ser del agrado de las negras, pero
después de 19. Txd8+ seguida por
Tdl y Ab4, su posición resulta sos­
pechosa.
pal.
153
B
Regresamos a la variante princi-
17. Ce4
En nuestra opinión, resulta mu­
cho más incómoda para las negras
una estrategia más restringida, bus­
cando mediante cambios un final en
el que las blancas tienen buenas po­
sibilidades, gracias a (como siempre)
sus peones
en e5 y h5. Así recomen­
daríamos 17. Ae3 (154).
154
N
••• ... .
~~·~~a :liJ.·--·~ • wr~·~ a w~
~~-~ ~ ... ~ ~-~~ ~ .... '?. 7 ... 7. .... ,.... ..... .......... .% ••• ,. ~
. . ~ -~ .. ~.
• • ~ r~ .. ~; ~
~~~-~-~-
~ ~:§:- 8:8:
1~ ~--
Y ahora:
a) Llamaremos la atención del lector
sobre una vívida ilustración de las
posibilidades de las blancas -una
variante adaptada de la partida Za­
tulovskaia-Nunchert, 1968; 17 ....
CeS 18. Axc5 Axc5 19. Ce4 Ae7
20.
g3 Txdl+ 21. Txdl Td8 22. c4 c5 23.
Txd8+ Dxd8 24. Dd2 Dxd2+ 25.
Rxd2 Rd7 26. g4 b6 27. g5 Af8 28.
gh gh 29.
Cf2 Ag7
30. Cg4 Af8 31.
Rd3 Rc6 32. a4 Rd7 33. Re4 Rc7
34. f5 Rd7 35. f6 Rc6 36. Cf2 Rc7
37. Cd3 a5 38.
Cf4 Rd7 39. Rf3 Re8 40. Rg4 Rd7 41. Cg6! Re8 42. Rh4!
-zugzwang-.
b) También en la partida Suetin­
Pachman, Titovo Uzice 1966, las ne­
gras se vieron impotentes ante la po­
lítica de cambios de las blancas; 17 .
... DaS 18. Rbl Cc5 19. c3 Txdl+
20. Txdl Td8 21. Td4 Txd4 22.
Axd4 Dd8 23. Dc2 a5 24. Cfl Dd5
25.
Ce3 De4 26. Axc5 Dxc2+ 27.
Rxc2 Axc5 (el final
no parece deses­
perado para las negras, pero
se vuel­
ve
desesperado rápidamente) 28. Cc4
a4 29.
Rd3 Rd7
'30. g4 b5 31. Cd2
Agl 32. Re4 c5? 33. b3 ab 34. ab
Re7 35.
Rf3! b4 36. cb cb 37. Re4
Ac5 38. Cf3 Rd7 39. Cd4 g6
40.
Rd3, etc.
Por supuesto, hemos estado
dis­
torsionando de alguna manera la si­
tuación real -la posición negra des­
pués de 17. Ae3 no es tan desespera­
da, ciertamente. No obstante, lo que
no se puede negar es que es poco
prometedora .
Regresamos a la variante
princi­
pal después de 1 7. Ce4:
17. CeS
18. Cc3 f6!
19. ef Axf6
Por fin nos encontramos exami­
nando la partida Spasski-Petrosian,
que supuso el origen de esta varian­
te.
Las negras
han activado su pieza
129

a cambio de debilitar e6. Pero resulta
que Spasski está dispuesto a pagar un
precio todavía mayor por la iniciati­
va -¡debilita la posición de su pro­
pio rey!
155
N
20. Dc4 Db6
21. b4!
(155)
21. Ca6
En la partida Shabanov -Kuksov,
Spartakiada de la
RSFSR, 1978, las
negras siguieron
un consejo antiguo
-21. . .. Da6, que está basado en la
celada 22. Dxc5? Da3+ 23. Rbl
Txd2. La partida continuó así: 22.
Dxa6 Cxa6 23. Ce4
Td4 24. Cxf6 gf
25. a3?! f5 26. Tdel Td6 27. Ac3
Tg8 28. Te2 Cc7 29. Ae5 Td7
30.
Axc7 Rxc7 31. Txe6 Txg2 32. Tdl,
con tablas.
Como Boleslavski ha señalado
acertadamente, las blancas tienen
ventaja después de 25. c3 Te4 26. g4
Cc7 27.
g5.
22. Ce4
22. Dxe6+? Rb8 lleva derecho al
abismo.
22. Cc7
130
22 .... Td5!? -Pachman-.
23. Thel Td4?!
La siguiente sugerencia de Li­
lienthal es muy interesante: 23 .. ..
Ae7!? 24. Ac3 Cd5 25. Axg7 Axb4.
156
B
24.
25.
26.
27.
28.
Db3
c3
Txe4
Dc4
De2
Db5
Txe4!
Dxh5
Df5
h5 (
156)
La ventaja material de las blan­
cas es ligera, y la posición de su rey
no es muy segura. Probablemente las
negras no carecen completamente de
posibilidades, no obstante
lo cual tras
28.
Ael Te8
30. g3 a5 31. ba Dxa5
32. Dc2 Df5 33. Ta4 g5 34. fg
Axg5+ 35. Rb2 Dxc2+ 36. Rxc2 e5
37. Te4, Spasski había logrado lo que
ya se
podía llamar una ventaja evi­
dente.
B
14. Cb8 (157)
Al mismo tiempo que evitan la
clavada (Aa5), que es factible
en la
línea
14 .... Cb6, las negras planean,
después de 15. c3, resolver sus
pro-

blemas mediante 15 .... c5 16. Rbl
Cc6 -momento en el que las blancas
tendrán que preocuparse por su ca­
ballo de e5 y su peón de d4.
157
B
15. Th4!
Dirigida contra 15 .... c5 (16. de!
seguido por Tc4).
15. Ad6
Con esta
jugada,. las negras re­
nuevan la amenaza de ... c5, espe­
rando que las blancas intenten dete­
nerla con alguna jugada como 16.
Tel, o bien 16. c4 c5 17. Ac3 (158).
En este último caso, la situación de
la torre en
h4 pierde algo de su sen­
tido.
158
N
No queremos inducir al lector a
error, sin embargo, las blancas con-
servan buenas chances, por ejemplo:
a) 17
.... cd 18. Thxd4! (después de
18. Axd4 Cc6 19. Cxc6 Dxc6 las n e­
gras tienen todo en orden) 18 ....
Axe5 (18 .... Cc6? 19. Txd6) 19.
Txd8+, y a
las negras les espera una
lucha difícil por las tablas.
b)
En una partida Baikov-Tseitlin,
1973, las negras escogieron 17 ....
Cc6?! 18. Cxc6 be 19. Ce4 Af4+
20.
Ad2 Axd2+ 21. Txd2 Cxe4 22. Txe4
cd 23. Texd4 Txd4 24. Txd4 Td8, y
entablaron el final. Las blancas
pare­
cen haber estado deseando también
este resultado, ya que de otra forma
hubieran jugado
20. Rc2 ó 19. de.
Viendo que
18 .... Dxc6 19. d5 tam­
bién les favorece, debe suponerse
que la idea de 14 .... Cb8 seguida
por ... c5 y ... Cc6 es defectuosa -en
razón del mucho tiempo que consu­
me-por lo que se refuerzan sensi­
blemente las contrachances de las
fuerzas blancas, excelentemente si­
tuadas.
Existe aún otra continuación,
sugerencia de Ivanovié:
159
N
16. Cc4! ( 159)
Aceptar el sacrificio es peligroso
(16
.... Axg3 17. fg Dxg3 18. Tf4),
de forma que en la partida Ivanovié-
131

Vukié, Vukovar, 1976, las negras se
resignaron a quedarse sin alfil:
16. Cbd7
17. Cxd6+ Dxd6
A estas alturas la ventaja
de las
blancas es evidente, pero vamos a
echarle una mirada al curso que si­
guió la partida: 18. Af4 Db4 19. d5
(Ivanovié
sufre visiones de dar ma­
te ... ) 19 .... cd?
20. Td3 Cb6 21. Tb3
De7 (o 21. ... Df8 22. De5) 22. Cf5
Dc5 23. Tb5 Dxb5 (o 23
.... Dc4 24.
Ad6! Dxe2 25.
Tc5+ Rd7 26. Tc7+
Re8 27. Cxg7 mate !) 24. Dxb5 ef
25. Dc5+ Rd7 26. Dc7+ Re6 27. Thl,
etc.
Las negras deberían haber
toma­
do el peón de d5 con su caballo, y
después de 19
.... Cxd5
20. Ag5 Cc3!
21. Dd2 Cxa2+ 22. Rbl Cc3+ 23.
Rcl haber jugado no 23 .... Ca2+ con
unas tablas, sino 23 .... Da5! con
po­
sición ganada. Aunque lvanovié da 20. Ce4!? "con compensación", este
intento también es ilusorio (20 .... e5
ó 20 .... C7f6).
En Jugar de la incorrecta 19.
d5?, las blancas deberían jugar 19.
c4 -o algo parecido ... Una vez ha­
yan eliminado el importante alfil de
las negras, las blancas tendrán
mejo­
res posibilidades, por supuesto.
e
14. Cb6
Una continuación que en la
práctica de torneos ha desplazado a
14
.... Cxe5 y a 14 .... Cb8, y que ha
proporcionado a las negras los mejo­
res resultados. Como en la línea con
14
.... Cb8, las blancas simplemente
no se pueden permitir defender su
peón d atacado con 15. c3, puesto
que 15 .... c5 16. Rbl Ad6! (y no 16 .
...
Rb8? 17. Af4 Ad6 18. de Dxc5
132
19. Cxf7) 17, f4 cd 18. cd Rb8
(Boleslavski) les da a las negras una
posición muy cómoda.
En nuestros días, las blancas
responden casi siempre 15. Aa5. Para
esto, véase el Capítulo 12. Pero hubo
una época
en la que la siguiente ju­
gada también
tenía una buena repu­
tación:
'160
N
15. Th4 (160)
15. Ad6!
A pesar de que el caballo de b6
controla la casilla c4, el plan
de 15.
.
.. c5 es, una vez más, arriesgado. El
maestro soviético Ubilava se lo ha
demostrado convincentemente a sus
oponentes: 16. Aa5! (
161 ).
161
N
Y ahora:

a) 16 .... Ad6 17. de! Axe5 (o bien
17 .... Axc5 1S. TxdS+ TxdS 19. Tc4!
-toda la operación para refutar 15.
...
c5 descansa en esta idea-)
1S.
TxdS+ TxdS 19. cb Af4+ 20. Rbl ab
21.
Axb6 Dxb6 22. Txf4, y las ne­
gras tienen un peón menos y el rey
en posición peligrosa,
Ubilava-Pere­
sipkin, Copa de la URSS, 1974.
b) 16
.... cd 17. Tdxd4! Ac5
IS. Tc4
Td5 19. Cd3
Rd7 (19 .... Rb8 pierde
por
20. b4) 20. Tc3 (pero aquí 20. b4
es más débil, a causa de 20 .... Ae3+
21.
fe Dxg3 ó 21. Dxe3 Cxc4 -¡se
toma la dama de c7 sin jaque!-)
20 .
... TeS 21. Ce4 Cxe4 22. Dxe4 RbS
(o bien 22 .... Dd6 23. Df3) 23.
Cxc5+ Tdxc5 24. Txc5 Txc5 25.
Ac3, y la alarmante posición del rey
negro no permite
dudar del resultado
final,
Ubilava-Fiodorov, 1977.
Regresamos a la variante
princi-
pal.
16. AaS
Después de 16. Cfl, las negras
fueron superadas
en la partida Gips­
lis-Suleimanov, 1978: 16 ....
RbS?!
17. Rbl Ra8?! IS. Ch2 c5 19. de
Axc5 20. Chf3 De7 21. c4 Cbd7 22.
Aa5
Ab6 23. Axb6 Cxb6 24. Thd4
Txd4 25. Cxd4
TdS 26. Cb5 Txdl+
27. Dxdl Cfd7 2S. Cxd7 Dxd7 29.
Dxd7 Cxd7 30. Cd6, y las negras en­
tablaron el final de caballos con di­
ficultades.
El traslado callado del rey a aS
no está justificado; las negras que­
rían evitar algún tipo de vagos peli­
gros en el medio juego, pero la ale­
jada posición del rey resultó perju­
dicial en el final.
La reacción natural a 16. Cfl es
16 .... c5 17. de Axc5, donde 1S.
Aa5 es inofensiva en vista de 18 ....
Txdl + 19. Rxdl TdS+, seguida por
... Td5 ó ... Td4.
162
N
16. AxeS
17. de Txd1+
18.
Rxdl Cfd7
19. Te4 (
162)
Las blancas pasan por alto dos
oportunidades de ...
perder la parti­
da. Nos estamos refiriendo, en pri­
mer lugar, a una línea recomendada
por varios autores: 19. Tg4
TgS 20.
f4. La inejora de las negras consiste
en
19 .... Cxe5!
20. Txg7 DdS+ y 21.
...
Df6, atrapando la torre.
La segunda posibilidad fue des­
cubierta por el gran maestro Tsesh­
kovski
en una partida contra Bagirov
(1973): 19. f4? Cxe5 (19 .... Dd8
tampoco es mala). Es preciso recono­
cer que la posición resultó ser
"unas
tablas": 20. Rcl Ced7 21. Tg4 Tg8
22.
c4 Dd6 23. Ac3 f5?! 24. Tg6
Dxf4+ 25. Rbl Dxc4 26. Dxc4 Cxc4
27.
Txe6
CfS?! 2S. TeS+ Rd7 29.
TbS Rc7 30. Ta8 g6 31. Ab4 gh 32.
Cxf5 Txg2 33.
b3 Tf2 34. Txf8 Tfl+
35. Rc2 Txf5 36. be Txf8 37. Axf8
h4 38. Axh6 c5, y como se fuerza el
cambio del peón de c4, las blancas
(!) no
pueden ganar.
19. Dd8!
Gracias a esta ingeniosa jugada,
se consideró que se había neutraliza-
133

do el veneno de 15. Th4. Anterior­
mente, se había jugado 19 .... Td8
20. Re 1 Cc5, pero en una partida
Haag-Flesch, 1967, la posición se
volvió difícil
para las negras después
de 21. Tg4! (21. Te3 Td5 llevó al
equilibrio en la partida Holmov­
Hort, Leningrado, 1967) 21. ... Td5?
(Flesch está luchando por obtener
contrajuego, pero esta jugada pierde
forzadamente.
Una continuación más
testaruda era 21. ... Tg8 22. Ad2
Dd8, ¡y todavía no está todo perdi­
do!) 22. Txg7 Cb3+ (o bien 22 ....
Txe5 23. Tg8+ Rd7 24. Dd2+ Re7
25. Dxh6) 23. ab Txa5 24. c4 (o bien
24. Tg8+ Rd7 25. Dd2+ Cd5 26. c4)
24 .
... Txe5 25. Tg8+ Rd7 26. Dd2+
Re7 27. Dxh6, etc.
Después
de 19 .... Dd8!, en una
partida Privorotski-Makagonov,
1969, las blancas jugaron mecánica­
mente
20. Rcl (20. Dd2!?) 20 .... Cc5
21. Tg4, y se encontraron con un
problema desagradable tras la res­
puesta 21. ... Dd5! ( 163).
163
B
Privorotski no tuvo que resolver
el
problema, no obstante, porque
después de 22. Axb6 ab el veterano
maestro le ofreció tablas.
Si esto no
hubiera sido así, las
blancas
habrían encontrado más difi­
cultades para alcanzar este resultado.
Por
ejemplo, 23. b3 Td8 24. Txg7?
Dd4 25. Rbl Ca4! (25 .... Dc3 26.
Tg4
Td2 27. Tc4) 26. ba Db4+ 27.
Re! Da3+ 28. Rbl Td4.
RESUMEN
14 ...
liJxeS IS de liJdS
lild7 16 f4
lt:lbS 15 c3
15l:.th4 i.d6 16 c4
16lt:lc4
lt:lb6 IS c3·
15l:.th4 eS
i.d6 16lt:lfl
16 i.aS
134
eS
l:.tg8
i.e7 17 i.e3
17lt:le4
i.xe5 17 de l:.txdl+
18 wxdl lt:lfd7
19l:.te4
I:d8
'iWdS
;!:: ±
±
;!::
Yoo
;!::
±
±

CAPfTULO 12
15. Aa5
l. e4
2. d4
3. Cc3
4. Cxe4
5. Cg3
6. Cf3
7. h4
8. h5
9. Ad3
10. Dxd3
11. Ad2
12. 0-0-0
13. De2
14. CeS
c6
d5
de
Af5
Ag6
Cd7
h6
Ah7
Axd3
Dc7
e6
Cgf6
0-0-0
Cb6
15. Aa5 (164)
La clavada con el alfil es la
principal arma con la que cuentan
las blancas contra 14 .... Cb6; si re­
cordamos la Variante C del Capítulo
11, estaremos
de acuerdo en que es
la única que vale la pena usar. En
este momento las negras no están
amenazadas por nada, pero pronto lo
estarán -cuando las blancas conti­
núen con 16. c4.
Las negras
pueden elegir entre
la habitual ruptura de peón 15 .... c5
(Variante A)
y 15 .... Td5, que ex­
plora cuáles son las intenciones del
alfil blanco (Variante B).
En este úl­
timo caso, 16. b4 (véase Bl) obliga a
las negras a sacrificar la calidad.
Pe­
ro el contrajuego que las negras ob­
tienen a cambio es tan peligroso que
en la práctica magistral
16. b4 se ve
rarísimamente (¡solamente conocemos
un caso!).
Según opinión firmemente esta­
blecida, se
considera que el cambio
16.
Axb6 ab (véase B2) garantiza a
las blancas una presión
duradera so­
bre la posición negra. Esta es
una de
las equivocaciones
ampliamente ex­
tendidas que deseamos rectificar.
A partir de la posición del dia­
grama 164, existen dos posibilidades,
pues:
A
165
B
A
B
15.
15. ... c5
15. ... Td5
c5 (165)
Esta línea tiene una historia
complicada. Fue descartada al poco
tiempo de su nacimiento, pues se
pensaba que las negras no tenían
buena respuesta contra ...
135

16. c4
La idea de las blancas es: 16 ....
cd 17. Rbl Ad6 18. eS!, y la nueva
clavada que resulta después de 18 ....
AxcS 19. Tc1 resulta mortal. Tampo­
co varían mucho las cosas con 17.
Rb8 18. Tc1, amenazando 19. cS.
16. Txd4
Estaba muy extendida desde
siempre la opinión de que 16 ....
Txd4 era mejor que 16 .... cd, sim­
plemente porque ahora habrá una
pieza menos afectada por la clavada
en la diagonal aS-d8.
Pero hasta re­
cientemente las negras nunca habían
descubierto una variante en lo que
esto fuera significativo. Por ejemplo,
en una vieja partida Haag-Golz,
Zinnowitz, 1966, las negras perdie­
ron de la forma habitual: 17. Txd4
cd 18. Rbl Ad6 19. eS, etc.
Sin embargo, el maestro soviéti­
co Bikhovski sugirió en 1979 una
idea nueva; para ello, véase la va­
riante principal más abajo.
16 .... Rb8 llevó a unas tablas en
la partida Marié-Vukié, Kraljevo
1967: 17.
de AxcS 18. f4 Ad4 19.
Cxf7 Dxf7
20. Txd4 Txd4 21. DeS+
Dc7 22. Dxd4 Dxc4+. Ahora bien,
esto no causó gran impresión, puesto
que estaba claro que después de 17.
Rbl (en lugar de de) las negras se
enfrentan a los mismos problemas
que antes; si 17 .... cd, entonces 18.
Te 1, mientras que después de 1 7 ....
Ad6 18. de AxcS (18. AxeS 19. cb
ab
20. Axb6) 19. f4, las blancas han
ganado un tiempo importante (Rb1),
y
ahora 19 .... Ad4
20. Cxf7 les fa­
vorece.
Más tarde.
en la partida Runau­
Mohadam, Has tings, 1 971 -19 72, las
blancas volvieron a obtener éxito con
Rb1, solamente que empleada en la
136
jugada 19: 16 .... Rb8 17. de Axc5
18.
f4 Ad4 19. Rb1! AxeS
20. fe
Cfd7 21. Ce4! Dx eS 22. Ac3 DfS (o
bien 22 .... Dc7 23. Axg7 Th7 24.
Ac3 Cxc4
2S. Cf6) 23. Thfl Dh7 24.
Txf7
CeS 2S. Tel Td7 (de forma pa­
recida, llegamos a un final perdido
después de 2S .... Cxe4 26. Dxe4
Td1+ 27. Rc2
Txel 28. Dxh7+, etc.)
26.
Txd7 Cbxd7 27. Dc2 Tf8 28.
CxcS Dxc2+ 29. Rxc2 Tf2+
30. Rbl
Cxc5 31. Ad4 TfS 32. g4 TgS 33.
TeS!, y las
negras abandonaron un
par de jugadas después. Pasemos a examinar la idea de
Bikhovski.
17. Txd4
En la partida A. Rodríguez-Ar­
mas,
1980, las blancas eludieron la
controversia de la línea principal
ju­
gando un gambito de su propia in­
vención: 17. Rb1!? Txdl+ (por su­
puesto no 17 .... Ad6 18. Txd4 cd
-véase la partida Haag-Golz, más
arriba-) 18. Txdl ( 166).
166
N
Aunque las negras no se
enfren­
tan a amenazas directas, tampoco
tienen jugadas adecuadas. La clave
está
en que tienen que defender d7

(18 .... Ce8? 19. Axb6) y f7 (18 ....
Ad6? 19. Cxf7 o bien 19. Txd6).
Siguió
entonces: 18 .... Tg8 19.
f4 Ad6! (de
otra forma, no se pue­
den desenredar)
20. Cxf7 Axf4 21.
Dxe6+
Rb8 22. CfS! Te8 23. Dxe8+
Cxe8 24. Td8+ Dxd8 2S. Cxd8 Cxc4
26. Ac3.
Con la inevitable Ce6, las
blancas tienen la seguridad de
recu­
perar su peón, y tienen algunas posi­
bilidades en el final (que probable­
mente es tablas, sin embargo).
167
B
17.
18. Rb1
19. Tcl
cd
Rb8
AcS! (167)
Después de 19 .... Ad6
20. eS
AxeS 21.
cb Dd6 22. ba+ Rxa7 23.
Ac7, las negras pierden su dama. Puede que tengan éxito, y logren ga­
nar en esta posición: 23 .... Dxc7 24.
Txc7 Axc7 2S. Dd3 Td8 26. Rc2
Axg3 27. Dxg3 d3+ 28. Rd1 d2 29.
Dxg7? Ce4 30. Dxf7 Tc8," Bogda­
Santos, 1980. Pero no vale la pena
intentarlo, decididamente.
La clave de la jugada de Bi­
khovski 19 .... AcS! es que en caso
de 20. b4 Ad6 21. cS Axe5 22. cb
Dd6 23. ba+ Rxa7 24. Ac7?, las ne­
gras tienen el jaque 24 .... Rxb4+.
24.
TeS? también es mala: 24 ....
Axg3 25. fg (25. Ac7 DxcS, o bien
2S. Dc4 Ce4!) 25 .... CdS 26. Dc4
b6!
27. Tc6 DeS.
Pero quizás después de
24. Ce4 Cxe4 2S. Dxe4, las negras no
puedan ganar ...
A
partir de la posición del dia­
grama, las blancas también pueden
intentar otras jugadas:
a)
La partida Korsunski-Bikhovski,
1979, primera en la que se jugó esta
línea, fue así: 20. a3 Tc8 21. f4
Cfd7 22. Cd3 Dd8? 23. Ce4 Df8 24.
CexcS CxcS 2S. Ab4
Cbd7 26. CxcS
Cxc5 27. DeS+ Tc7 28. Dxd4 b6
29.
Tdl, y las blancas obtuvieron una
considerable ventaja. Si las negras
hubieran jugado 22. Dc6, la valora­
ción hubiese sido precisamente la
contraria.
b)
Una partida Agapov-Shashin,
1982, se desarrolló así a favor de las
negras:
10. f4 Tc8 21. Ce4 Cxe4 22.
Dxe4 De7 23.
Axb6 Axb6 24. Cd3
Df6, y las blancas no tienen ninguna
compensación
por el peón perdido.
e) Toda vía otra posibilidad más es
20. Cd3 De7 21. b4 Ad6 22. eS
Axg3 23.
cb Ad6 24. ba+ Rxa7 2S.
Db2, momento en el que el lector
advertirá la importancia del riesgo
que el
rey negro está corriendo. No
obstante, después de 24
.... Ra8!, lo
mismo se puede decir del rey blanco.
Pero si las blancas no logran
conseguir ventaja en la "posición Bi­
khovski" (p.e., después de 19 ....
AcS!), y si el final
de la partida Ro­
dríguez-Armas promete unas tablas,
le recordaríamos al lector que las
blancas
tienen toda vía otro método:
16. Th4!
(en lugar de c4 ). De esta
forma, transponen a la muy favora­
ble "posición
Ubilava" que analiza­
mos en el Capítulo 11 (Variante C).
B
15.
TdS
137

Las blancas pueden escoger abo-
ra entre:
B1
168
N
Bl
B2
16. b4
16.
Axb6
16. b4 (168)
Con la inmediata c4, las blancas
van a ganar la calidad. ¿Pero a qué
precio? Las negras obtienen a cam­
bio un peón y buenas perspectivas
para la caza del rey blanco.
16. Txa5
16 .... Ad6!? también tiene su
interés; por ejemplo, 17. c4 Axe5 18.
cd Axg3.
17. ba Aa3+
Las alternativas
que existen son:
a) En la partida Hermlin-Korchmar,
1969, en la que se ensayó por prime­
ra vez 16. b4, las negras jugaron
aquí 17 .... Cbd5, continuándose con
18. Dc4 Dxa5 19.
Td3 Aa3+
20. Rbl
Tf8 21. Db3 (169 ).
Pero tras 21. ... Ae7?! 22. Ra1
Dc7?! 23. Da4
Rb8 24. Tbl, los pa­
peles se trocaron y fue el rey negro
el que se encontró a los pies de los
caballos.
Creemos que 1 7. . .. Cbd5 no es
138
tan mala, si bien es evidente que ha­
ce falta continuar con más astucia de
la que empleó
Korchmar. En la posi­
ción del diagrama, sugerimos
21. ...
Ab4! 22.
a3 Ae7, y la situación no
está enteramente clara -en algunas
líneas el peón de a3 puede quedarse
colgando, y hay posibilidades de ...
c5 y ...
Cf4, que deben preocupar a
las blancas.
169
N
b) 17 .... Ca4, momento en el que
las blancas pueden escoger entre:
bl) 18. Dd3 Cd5 19. Ce2 Dxa5
20. Th3 (20. Cxf7 Cac3 21.
Cxc3 Cxc3 22. Cxh8 es peligrosa
a causa
de 22 .... Ab4!, cortando
la ruta de escape del rey -23.
Rd2 Cd5+ 24. Re2 Cf4+. Des­
pués de 23. Dc4 no parece que
haya mate, pero las negras tie­
nen tablas garantizadas con 23 .
... Cxa2+)
20 .... Ab4 21. Cc4
Da6 22. Cb2 Cac3 23. Cxc3
Cxc3 24. Dxa6 ba 25. Tfl (25.
Tdd3? Ce2+ y 26 .... Cf4) 25 ....
Cxa2+ 26. Rbl Cc3+ 27. Ra1
Td8 28. Td3 Td5 29. Cdl Cxd1
30. Tfxd1 Txh5, y las negras
van a jugar este final para ga­
narlo, E. Zakharov-Vdovin,
1979.
b2)
18. Td3 Cd5, y ahora:
b2l) 19. Df3 Ae7!
20. Ce2 (si
20. Dxf7?, entonces 20 .... Cf4!

170
B
21. Tb3 TfS y ganan) 20 ....
Ag5+ 21. Rbl Dxa5 22. Cxf7
TfS! ( 170).
23. c4! (evitando una celada in­
geniosa; después de 23. Cd6+?
Rd7 24. DxfS Cdc3+! 25. Txc3
-no 25. Cxc3? Db4+, dando
mate-25 .... Cxc3+ 26. Cxc3
Db4+, las negras no se contenta­
rían con el jaque perpetuo; pue­
den ganar con la continuación
forzada 27. Ral Dxc3+ 2S. Rbl
Db4+ 29. Ral Dxd4+ 30. c3
Dxc3+ 31. Rbl Dd3+ 32. Rb2
Af6+, etc.) 23 .... Cdc3+ 24.
Txc3 Cxc3+ 25. Cxc3 Db4+ 26.
Rc2 Af6 27. Tbl De7 2S. Ce4
Txf7 29. c5 Ae5 30. Dg4, y se
acordaron tablas, Sorokin-Si­
chev, partida por corresponden­
cia, 1972.
b22) La poco conocida partida
Pegararo-Elstrand, 1969, nos da
un ejemplo de castigo expediti­
vo al rey negro: 19. Tb3! ( 171 ).
19 .... Dxa5?
20. Cxf7 Cac3?
(¡con una despreocupación
asombrosa!) 21. Dxe6+ Rc7 22.
De5+ ReS 23. DeS+ Rc7 24. DdS
mate!
En lugar de 19 .... Dxa5?, las
negras pueden
intentar 19 .... Cac3 ó
19 .... Ae7, pero francamente no nos
gusta
ninguna de las dos: 19 .... Cac3
20. Df3 Dxa5 21. Cc4, o bien 19.
Ae7 20. c4
171
N
¿Ha alterado tanto la situación
el traslado de la torre a b3?
Regresamos a la variante
princi-
pal.
18. Rb1 Ca4
19. Td3
19.
Df3 Ab4
20. Tb3 es mera­
mente una transposición, pero 19.
De 1 fracasa a causa de 19. .
.. Cd5.
19. Ab4 20. Df3 Dxa5
21. Ce2 Cd5!
Después de 21. ... TfS 22. Tb3
Cd5 23. Cc4 Da6 24. Dd3, las
blan­
cas logran consolidar su posición,
Byrne-Saidy, 1969.
22. Dxf7! (
17 3)
Si continúan luchando por el
punto c3 con 22. Th3?! ( 17 2), Las
blancas arriesgan lo peor.
Entonces se puede continuar:
a) 22
.... f6 23. Cg6
TdS, y ahora:
al) En la partida por correspon­
dencia Schapers-Tarnay, 1972,
139

172
N
140
se vió la continuación 24. Cgf4,
que las negras castigaron con
una sorprendente combinación:
24 .... Cdc3+ 25. Cxc3 Axc3 26.
Txc3 Db4+! 27. Rcl Txd4 28.
Td3 Txf4. Pero no había necesi­
dad de ello. La sencilla 24 ....
Db5! hubiera dejado a las blan­
cas en serias dificultades (25.
Tb3 Cxf4).
a2)
Parece más fuerte 24. Tb3,
protegiendo su rey. Las blancas
se disponen a expulsar las piezas
menores negras. Así se jugó en
la partida por correspondencia
Reid-Shakarov, 1977, y las ne­
gras tuvieron que recurrir a me­
didas drásticas: 24 .... c5! 25. c3
(o bien 25. c4
Cdb6 26. a3, y las
negras
pueden elegir entre 26 ....
Ael 27. Cgf4 e5 y 26 .... Axa3!?
27. Txa3 Cxc4;
en cualquiera de
los dos casos,
su ataque parece
irresistible) 25 .... c4 26. cb Db5
27. Tb2 (después de 27. Ta3
Dxb4+ 28. Rc2 Db2+ 29. Rdl c3
30. Cxc3! Dxa3 31. Cxd5
Dxf3+? 32. Txf3 ed, la posición
de las negras es sospechosa -33.
Ce7+. Pero 31. ... Dxa2! les da
un juego muy prometedor por la
pieza. Otra posibilidad para las
blancas es 27. Te3, que después
de 27 .... Dxb4+ 28. Rc2 Db2+
29.
Rdl Dal+
30. Rd2 Dxa2+
31. Rel 'podría llevar a unas ta­
blas -¡resultado antinatural en
semejante posición! Realmente,
las negras deberían idear algo
-por ejemplo, 29 .... Rb8!?
amenazando ... c3, y si 30. De4,
entonces 30 .... Dal+ 31. Rd2
e5!, etc.) 27 .... Cxb2 28. Rxb2
Dxb4+ 29. Rc2 Da4+, y la resis­
tencia blanca se
ha acabado.
b)
Un método de juego que fue
puesto en práctica en otra partida
por correspondencia, Lisan-Margoli­
te, 1975, parece aún más convincen­
te:
22 .... Ae7 23. Dxf7 Del+ 24.
Ccl Ag5 25. Dxe6+ Re? 26. Dd7
Rb8 27. Dd6+ Ra8 28. Da3 Axcl 29.
Dxcl Cdc3+
30. Txc3 Cxc3+ 31. Rb2
Ca4+ 32. Rbl Db4+ 33. Tb3 Dxd4
(restableciendo a la fuerza el equili­
brio material, las negras
han conser­
vado una iniciativa poderosa) 34.
Cd3 Cc3+ 35.
Ral Te8 36. Tb4 (si
36.
Db2, entonces 36 .... Tel+!) 36.
... Dd5 37. Da3 c5 38. Tg4 Ce4 39.
f3 Cf2!
40. Ta4 Rb8 41. Ccl a6 42.
Rbl Tel 43. Ta5 Dd2 44. Txc5
Txcl+ 0-1.
De forma que son evidentes los
peligros
que aguardan a las blancas
tras 22. Th3.
Es cierto que la
primera edición
de la
EdA contiene análisis que con­
denan también a la jugada 22. Dxf7:
173
N

"22 .... Cac3+ 23. Cxc3 Axc3 24.
Dxe6+
Rb8 25. Txc3 Cxc3+ 26. Rb2
Cd5 27. Dd6+
Ra8 28. Dc5 Dd2 29.
Cd3 Te8
±."
· No obstante, prácticamente to­
das las jugadas de esta línea son
errores. Sobre todo, el veredicto so­
bre la posición final está equivocado:
las blancas tienen
un peón de más, y
después de
30. Tel van a pasar a la
ofensiva. Pero una jugada antes po­
drían haber ganado mediante 29.
Cxc6! Cb6 30. Db4! Dxf2 31. Cxa7,
etc.
Claramente, en lugar de 26 ... .
Cd5? las negras
deberían jugar 26 ... .
Ca4+ (26
.... Cb5!? es poco claro, por
ejemplo 27. Dc4 Da3+ 28. Rbl Td8
29. Th3 Dd6), y contra 27. Rcl, bien
27
.... Cc3 o bien 27 .... Dc3 28. Db3
Dal+ 29. Dbl Dc3.
Pero antes de eso las blancas
podían mejorar con 26. Ral! (en vez
de Rb2), con la intención de utilizar
la columna
b para el ataque. Después
de esta jugada, la línea que logra en­
tablar es verdaderamente retorcida:
26 .... Td8 27. Db3 Cb5 28. Tbl
Txd4! 29. c4 Td2
30. cb Txa2+ 31.
Dxa2 Dc3+, con jaque continuo.
Finalmente (viendo que después
de 26. Ral! las negras tienen que ex­
hibir tantísimo ingenio), una línea
más sencilla es 23 .... Cxc3+ (en lu-
gar de ... Axc3) 24. Txc3 (24. Re 1?
Dxa2) 24 .... Axc3 25. Dxe6+ Re? (y
no 25 .... Rb8? 26. Db3!) 26. Df7+
Rc8, y las blancas deben jugar 27.
De6+, repitiendo jugadas.
16. Axb6 ab ( 174)
Habíamos prometido refutar la
noción de que ésta es una variante
de la Caro-Kann en la cual las blan­
cas tienen una ventaja duradera
(aunque sea ligera). Tal valoración
ha sido cuestionada por algunas par­
tidas y análisis poco conocidos de los
últimos años.
Una vez demostrada en
algunas líneas la solidez de esta po­
sición, las negras buscaron y encon­
traron buen contrajuego en otras.
17. c4
Habiendo evidentemente con­
cluido que esta jugada facilita los
problemas
de las negras (el peón d,
después de todo, se ve privado de
un
defensor y, por consiguiente, la po­
sición del caballo en e5 se vuelve
menos segura), el gran maestro Ro­
manishin continuó con 17. f4 en una
partida contra Bagirov (1978). Siguió
entonces:
17 .... Ad6 (la precaución
recomienda retirar primero la torre
-17 .... Td8-) 18. Rbl Td8 (en la
partida Shamkovich-Grünfeld, 1980,
las negras no
tuvieron éxito con 18.
... b5 19.
Cfl b4
20. Ce3 Tb5 21.
C3c4 Td8 22.
Thfl Af8 23. g4, etc.)
19. c3 (
175).
Observe el lector que 19. c4 Ta5
lleva a
una variante que examinare­
mos más tarde -puesto que 19 ....
Axe5, que parece atractiva si fuera
contestada por
20. cd Axf4 ó 20. fe?
Txd4, favorece inequívocamente a
las blancas después de 20. de! Txd 1 +
Txdl. La partida continuó 19 ....
Rb8?! 20. Cf1 Axe5 21. fe Ch7 22.
Ce3 T5d7 23. Cc4 Cg5 24.
Thfl. Las
blancas tienen mayor actividad, y
141

aunque Bagirov creó contrajuego in- 176
teligentemente, entablando después B
de 24 .... c5 25. Cd6 Dc6 26. Tf4 f6
27.
Tdfl cd 28. cd Dd5 29. CbS fS 30. Cd6 Tc7 31. g4 Ch3 32. T4f3
CgS, Romanishin sostiene que podría
haber jugado con mayor precisión;
com·j ejemplo, sugiere 31. Tdl, si­
guiendo con g4.
175
N
Creemos que en la posición del
diagrama las negras pasaron por alto
una buena oportunidad: 19 .... eS! La
intención de esta jugada está clara
-minar la posición del caballo en
eS, o bien, después de ... cd, dejar a
las
blancas con un peón aislado, y
consolidar la casilla
dS (por ejemplo,
20. Tc1 Rb8 21. Thdl cd 22. cd De7
23.
Cfl AxeS 24. fe Ce8).
Una res­
puesta excelente contra 20. Cf1 es
20 .... cd 21. cd AcS! 22. Cf3 Dxf4
23. Tc1
Txd4 24. Cxd4 Txd4, bien
23. Th4! DfS+ 24. Ral Cg4! 2S. Te!
Txd4 26. Cxd4 DgS! 27. Del Txd4
28. Ce3 Rb8, con posibilidades para
ambos bandos.
17. Ta5
O bien 17 .... Td8 {176), posi­
ción
en la que la práctica de torneos
ha demostrado que las fortificaciones
negras son seguras.
142
Por ejemplo: 18. Ce4 (no son só­
lo las negras quienes
deberían estar
preocupadas por su seguridad -18.
f4 Ad6
19. Dc2! eS
20. Thel cd 21.
Txd4 AxeS! 22. Txd8+ Txd8 23. fe
Cd7 24. Da4 Rb8 2S. DbS f6, y las
blancas
perdieron, Litvinov-Begun,
1978) 18 .... Cxe4 (la descuidada 18
.
... eS le costó caro a las negras en la
partida Tatai-Pomar, 1968: 19. Cc3!
Ad6 20. CbS De7 21. de AxcS 22.
Ca7+! Rc7
23. Cxf7! fue aplastante)
19. Dxe4 Ad6, y ahora:
a)
20. Cf3 ( 177)
177
N
20 .... Ae7! (el juego de las ne­
gras fue poco convincente en la par­
tida Spasski-Pomar, 1968: 20 ....
The8 21. Rbl De7 22. Thel Df6 23.
g3 Ac7 24. a3 DfS 2S. Dxf5 ef, con
una aburrida lucha por las tablas) 21.
Td3
Af6 22. Rb1 (22. Thdl TdS!?)

22 .... Td7 23. Thdl Thd8. La posi­
ción de las blancas es poco promete­
dora, y podríamos aconsejar a las
negras
que experimentaran el plan de
... Rb8 y ... bS!?.
Incluso pensamos que después
de
20 .... Ae7! lo mejor que pueden
hacer las blancas es regresar con su
caballo a eS (21. CeS Af6?! 22. f4),
de forma que tras 21. ... Ad6 pueden
elegir entre acordar unas tablas in­
mediatamente o bien ... hacerlo más
tarde.
b)
Durante algún tiempo, existió una
cierta controversia acerca del final
que se alcanza después de
20. f4 fS!
21. De2 AxeS 22. DxeS DxeS 23. de
( 178).
178
N
b 1) El final de peones resultó
ser desesperado para las negras:
23
..•. Thg8? 24. Txd8+ Txd8
25. Tdl Txdl+ 26. Rxdl Rd7
2 7. Rc2 -las blancas llevan su
rey a b4 y realizan la ruptura a4
y cS.
Las siguientes variantes mues­
tran los peligros de ciertos tipos
de finales de torres: 2S .... Te8
26. Td6 Rc7 27. Rc2 Rc8 28.
Rc3 Rc7 29. Rb4 Rc8 30. a4
(las blancas juegan este final de
torres como el final de peones
del que hemos hablado) 30 ....
Rc7 31. b3 Te7 32. eS be+ 33.
Rxc5 b6+ 34. Rc4 Te8 35. b4
Te7 36. b5 c5 37. aS, etc.; o
bien 24 .... Rxd8 25. Tdl+ Rc7
(si
2S .... Re7, entonces 26. Td3,
amenazando Tb3) 26. Td6 g5 27.
g3! gf 28. Te8 (la posición des-.
pués de 28 .... Tg4 29. Txe6
Txf4
30. Txh6 Txc4+ 31. Rd2
también está perdida) 29. Rc2
Te7 30. Rb3, y el juego sigue
por los mismos caminos que an­
tes hemos visto, Martin-Pomar,
1977.
b2) La discusión quedó cerrada
una vez que fue descubierta la
solución correcta: 23 .... g5! 24,
hg (24. g3 Thg8 2S. Thg1 Td7!)
24
.... Tdg8 25. Td3 Txg6 26. g3
Thg8 27. Th3 hS 28. Rc2 h4 29.
gh Th6, con unas tablas eviden­
tes.
Bien, si 17 .... Td8 resuelve to­
das las cuestiones tan sencillamente,
¿por qué jugar 17 .... Ta5 ... ? Des­
pués de todo, la torre podría acabar
fuera de juego ... No obstante, sola­
mente se podría denunciar la "crude­
za" de 17 .... Ta5 si las negras tuvie­
ran alguna respuesta contra 17. f 4
que no fuera 17 .... Ad6 18. Rbl
Td8. Recordemos que en este mo­
mento 19. c4 fuerza la contestación
19 .... Ta5.
Volvemos así a
la variante prin­
cipal.
18. Rb1 Ad6
19. f4 Td8 ( 179)
Nos cuesta creer que 19 .... De7,
seguida por ... Rc7 y ... Tha8, sea
una idea sólida.
20. Td2
143

179
B
Recomendada por Boleslavski.
Las alternativas son:
a) 20. Ce4 Cxe4 21. Dxe4 (180).
180
N
Boleslavski consideraba que el
cambio de caballos facilita la labor
de las negras. Puede seguirse:
144
al) 21.
..• Rb8 22. g3 b5 23. c5
Axe5 24. de? (24.
fe) 24 .... Ta4!
25. De3
Td5 26. b3? (26. Txd5)
26 .... Dd7! 27. Txd5 Dxd5 28.
Tcl Td4, con una posición ga­
nada por las negras, Maeder­
Podgaiets, 1969. (En un comen­
tario a esta partida, Boleslavski
escribió que si las blancas hu­
bieran conservado los caballos,
después de
20. Td2 b5 2 l. c5
Axe5 22. fe Cd5 23. Ce4 el
ca­
ballo ocuparía el punto fuerte
d6, asegurándoles a las blancas
ventaja. Más tarde veremos que
el asunto no
es así de sencillo.)
a2)
La partida Malchikov-Mor­
guliov, 1978, continuó así: 21.
... f5!? (después de 21. ... f6 22.
Cd3 Dd7 23. g3 las blancas
mantuvieron la presión durante
largo tiempo en la partida Bed­
narski-Smislov, 1967.
Una alter­
nativa dudosa es 21 .... b5 22. c5
Axe5 23. fe
-23. de? Ta4-23 .
... Ta4 24. b3 Ta3 25. Th4, y los
peones negros del ala de rey se
encuentran amenazados. Si las
negras tuvieran
en esta variante
la
jugada extra ... f5, el veredic­
to se vería alterado. Esto explica
la vigesimoprimera jugada de
Morguliov) 22. De2 b5 23. c5
Axe5 24.
de Ta4 25. Td6 (una
decisión completamente correcta.
Las negras amenazaban no sola­
mente 25
.... Txf4, sino también
25 .... Tad4!) 25 .... Txf4 26.
Thdl Txd6 27. ed Dd7 28. Td3
Te4 29. Ta3? (las blancas tienen
compensación por el peón
entre­
gado, pero aquí sobreestiman su
posición y,
lo que es más, per­
miten un contragolpe poderoso.
En la partida por corresponden­
cia Mokatsian-Vdovin, 1979, se
acordaron tablas después de 29.
Te3 b6
30. Txe4 fe 31. b4 be
32. be Da7 33.
Df2 Da3) 29 ....
b6? (29 .... Dxd6 no sería aquí
de ningún modo mala ... )
30.
Dd2 b4 3 l. Ta8+ (supone una
celada, pero las negras la descu­
bren. 31. Dd3! ba 32.Da6+ Rd8
33. Da8+ Dc8 34. Da7 habrían
forzado las tablas por repetición
de
jugadas) 31. ... Rb7 32. Tf8
be 33. Tf7 Dxf7 34. d7 Te2! (las
blancas habían estado esperando
ansiosamente 34 .... Td4 35.
Dxd4 cd 36. d8=C+!) 35. Dd3
Df6! 36. Dxe2 Dd4, y las negras
vencieron.

b) 20. Td3 b5 (si 20 .... c5, 21. Thdl
es una fuerte respuesta, presionando
en la columna d, de inmediata aper­
tura. En la partida Vogt-Bonsch,
1979, las negras reagruparon sus
fuerzas primero mediante 20 .... De?
21.
Thdl Ac7, y sólo después de 22.
Ce4 Cxe4 23. Dxe4 jugaron 23 ....
b5. La demora benefició a las blan­
cas, que rompieron el frente de in­
mediato con 24. d5! f5 25. Del be
26. d6 Axd6 27. Cg6, etc.) 21. c5
Axe5 22.
fe Cd5 ( 181).
181
B
En
opm10n de Boleslavski, el
defecto de 20. Td3 en comparación
con 20. Td2 es que en esta posición
las blancas
deben perder tiempo de­
bido a las amenazas de ... Cf4 y ...
Cb4.
Una partida Malchikov-Shaka­
rov, 1976, continuó así: 23. Dd2 Ta4
24. b3 Ta3 25. Ce4 b4 26.
Tfl (con­
tra 26. Tg3, la continuación simplifi­
cadora 26 .... Da5? 27. Cd6+ Txd6
28.ed Cc3+ 29. Txc3 be
30. Dc2 fa­
vorece claramente a las blancas. Pero
se desarrollaría una fascinante batalla
después de 26
.... f5! 27. ef Cxf6 28.
Cd6+ Txd6 29.
cd Dxd6. Las blancas
encuentran la salvación en la crea­
ción de nuevas amenazas:
30. Txg7!
Ce4 31. Dxh6 Cc3+ 32. Rc2 Rb8! 33.
Tg8+ Ra7 34. Df8!
El cambio de da­
mas con que se amenaza a las negras
-34 .... Dxd4? 35. Da8+ Rb6 36.
Dd8+-las obliga a buscar el jaque
continuo: 34 .... Txa2+ 35. Rd3
Td2+! 36. Rxd2 Dxd4+ 37. Rel De3+
38.
Rfl Re2+ 39. Rgl Rel+
40. Rh2
-no 40. Dfl? Ce2+ con mate-40.
... Dh4+, etc.) 26 .... Rb8 27. Tdf3
Td7 28. Tlf2 Ra7 29. g4 Dd8! 30.
Del (el peón podría haber sido to­
mado -30. Txf7 Txf7 31. Txf7 Dh4
32. De2
Dhl+ 33. Rb2 -no 33. Tfl?
Dxe4+ -33 .... Dgl 34. Tf2 Ta6, y
ni el atacante ni el
defensor pueden
progresar. Incidentalmente, si en
lu­
gar de 34. Tf2 las blancas escogieran
la
"enérgica" 34. Df2 Dxg4 35. Cd6?,
perderían a causa de 35 .... Txa2+)
30 .... Dh4 31. Dgl Cc3+ (no había
necesidad alguna de
forzar los acon­
tecimientos. 31. ... Ra8 32. Txf7
Txf7 33. Txf7 Dh3 también era
aceptable) 32. Cxc3 be 33. Tc2 Txd4
34.
Dxd4 Dhl+ 35. Te! Dxf3 36.
Txc3 De2 37. Tc2
Del+ 38. Tcl De2
39. Tc2
Del+
40. Rb2 Da5 41. Rbl
1/2-1/2.
Continuamos con la variante
principal.
20. b5
21. eS Axe5
Contra 21. ... Af8, Boleslavski
considera
que es una buena respuesta
22. Ce4 Ta4 23. Thdl Cxe4 24.
Dxe4, donde 24 .... Axc5 fracasa a
causa
de 25. b3 Tb4 26. De3, ame­
nazando 27. de o bien 27. a3.
22. fe
Como ya ha mostrado la
partida
Malchikov-Shakarov, la posibilidad
de Ce4-d6 no es por sí misma deter­
minante en nuestra valoración de la
posición. Las negras
tienen contra-
145

e han ces: con ... Ta4 y ... Da5 pueden
inducir b3 (a3 se encuentra con la
respuesta ... b4), después de lo cual
las blancas tienen que tomar en
cuenta la amenaza de ... Cc3.
Por consiguiente, el veredicto
depende de quién tenga las amenazas
más peligrosas. Su disposición
en el
tiempo es un elemento importante,
¿no es cierto? Si las blancas hubieran
jugado
20. Td3, no podrían conti­
nuar con 23. Ce4, a causa de 23 ....
Cf4. Por otra parte, la torre en d2
también tiene
un defecto, puesto que
resulta que las negras pueden
explo­
tar la indefensa posición del caballo
en g3.
182
B
22. Ta4! (182)
La jugada temática, atacando
convenientemente el peón de d4. Por
supuesto, tanto 23. ef? Dxg3 como
23. Th4 Cd5 24. Ce4 Da5 25. b3 Ta3
26. Tg4? f5 27.
ef gf no valen la pe­
na para las blancas. En vez de ello,
hay otras posibilidades:
a)
En la partida por correspondencia
Koroliov-Vdovin, 1979, las blancas
jugaron sólidamente: 23. Thdl Cd5
24. Ce4 Da5 25. b3 Ta3 26.
Df3 f5
27.
ef gf 28. g4. Es notorio que las
blancas
tienen que preocuparse más
por su seguridad que por adquirir
ventaja: 28 .... b4 29. Dg3 f5
30. gf
146
ef 31. Dh3 Rb8 32. Dx f5 Te8 33.
Te! Ra7 34. Dg6 Te7 35. Tf2 Da6
36. Td2 Da5 1/
2-1/2.
b) En la partida por correspondencia
E. Zhajarov-Shakarov, 1978, las
blancas entregaron la calidad con 23.
Th3 Cd5 24. Ce4. La posibilidad de
un sacrificio de este tipo ha estado
en el aire -¿no es el caballo de d6
más
fuerte que una torre? Pero aún
así es preciso pensar, buscando las
mejores condiciones posibles para el
sacrificio, que aquí no resulta con­
vincente: 24 .... Cf4 25. Df2 Cxh3
26. gh Rb8 27. Cd6
Tf8 28. b3 Ta6?
(subestimando las posibilidades
blan­
cas en el ala de rey; las negras debe­
rían haber puesto la torre en juego
vía a8) 29. Dg2! (las negras habían
contemplado 29. Dg3? f6
30. Tg2 fe
31. Dxe5
Tfl+ 32. Rb2 Txa+!) 29 ....
f6
30. ef gf 31. Dg6 e5 32. Tg2! (y
no 32. Dxh6? Tg8), y las negras
tu­
vieron que luchar por las tablas.
e) 23.
Df2, que defiende el peón de
d4 y el
caballo de g3, y apunta al
peón de f7 por anticipado, parece la
más lógica. Lo que sucedería después
de 23
.... Cd5 24. Ce4 tiene todavía
que aclararse, puesto que
en la parti­
da por correspondencia Marzell-Sha­
karov, 1977, las negras cedieron a
la
tentación de 23 .... Cg4 24. Df4
( 183).

24 .... CxeS 25. b3 Da5!? (25 ....
Tb4 26. Thdl no es menos arriesga­
da) 26. ba Db4+ 27. Rcl (27. Tb2?
Dxb2+) 27
.... Dc3+?! 28. Rdl Cc4.
Después de 29.
Tfl! e5 (29 .... Cxd2?
30. Ce2!) 30. Df5+ Rb8 31. Ce4 Db4,
la posición es bastante compleja,
aunque probablemente favorece a las
blancas. (Sin embargo, las blancas no
lograron estabilizar la situación
-¡el
problema es su rey!-y después de
una aguda lucha la partida acabó en
tablas: 32. Re2?! Cxd2 33. Dxe5+
Ra7 34. Cxd2 Txd4 35. De3 ba 36.
Rel f5! 37. a3 Db2, etc.)
En lugar de 27 .... Dc3+?!, hay
más motivos para preocupar a las
blancas en la continuación 27 ....
Dc4+! 28. Rd 1 Cd3 29. De3 (29.
Dxf7 Dxd4 es peor) 29 ....
Txd4
30.
ab f5! 31. be f4, con ventaja negra;
o bien 30. Ce2 Dxa4+ 31. Tc2 Td7,
con el mismo veredicto; o bien 30.
Re2 Ce5+ 31. Rel Del+ 32. Re2
Dc4+, entablando.
Debemos
añadir que las blancas
no estaban obligadas a tomar la torre
de inmediato; podrían haber jugado
26. Thdl ó 26. Ce4. El análisis de
estas posibilidades ha arrojado los si­
guientes resultados: 26. Thdl Cc4!
27. be (27.
ba Dc3) 27 .... Dc3 28.
Tb2 Tb4, con unas tablas; o bien 26.
Ce4 Cd3! (¡el
tema principal de esta
variante consiste en dejar piezas en
prise!) 27. De3!? (27. Txd3 Txa2)
27 .... Taxd4 28. Cd6+ T4xd6 29. cd
Cb4
30. Dc3! Da3 31. Dxg7 Cd5, y
el resultado final está oscuro.
Aún existe otro derrotero inte­
resante para las negras. A partir de
la posición del diagrama 183, pueden
jugar 24 .... DeS!? 25. Dxg4 Taxd4
26. Txd4 Txd4 27. Df3 Td2 ( 184),
con buenas posibilidades. Por ejemplo: 28. Da3 (si 28.
Dc3, entonces 28 .... Dd5! es fuerte)
28
.... b4!? (o bien 28 .... f5!?, des­
pués de lo cual las blancas perderían
con 29. Da8+?
Rd7
30. Dxb7+ Rd8
31. Da8+ Re7 32. Da3 Txg2, y por lo
tanto deben jugar 29. Tcl) 29. Da8+
(29. Dxb4? es mala a causa de 29
....
Txg2
30. Ce4 Txb2+!) 29 .... Rc7 30.
Da5+ Rc8 (30 .... Rb8 31. Dxb4
Txg2 32. Tdl) 31. Da8+ y tablas.
Hemos recorrido
un largo e ami­
no con nuestros análisis, pero como
conclusión podemos
afirmar con se­
guridad que en la compleja y en
ocasiones aguda lucha que resulta de
17 .... Ta5, las negras tienen contra­
chances sustanciales.
Como conclusión de nuestra
in­
vestigación de la Variante Clásica de
la Defensa
Caro-Kann, podemos de­
cir que el método moderno de juego
(13. c4 b5; 13.
Rbl c5; 13. Ce4 Ae7;
13. De2 c5; 1
O .... e6) está caracteri­
zado por el esfuerzo que realizan las
negras
para crear posiciones donde
los jugadores han elegido enroques
opuestos, y donde el juego se desa­
rrolla en ambos flancos. Al mismo
tiempo, el método tradicional (1 3 .... 0-0-0) ha mantenido su sólida repu­
tación.
147

RESUMEN
15 ... c5 16 c4 cd
148
'i!>b8
lhd4 17 'i!>b1
17lhd4
(16 llh4! -cf. 15 llh4)
lld5 16 b4 llxa5 17 ba ~bd5
~a4
~a3+ 18 'i!>bl
Y ahora:
20Wf3 Wxa5 21 ~e2
16~xb6ab 17f4 ~d6 18c;!;>b1
/
17 c4 lld8
lla5
ltJa4
;¡¡rs
~d5
lld8
±
±
;!;
00
!loo
Í/oo
19 lld3 ~b4
;!;
22 llh3 :::¡:::
22\!fxr?
19 c3 'i!>b8 ±
c5 00
(19 c4-
cr. 17 c4)
ool=

íNDICE DE VARIANTES
1. e4 c6 2. d4 d5 3. Cc3 de 4. Cxe4 Af5
Capítulo 1:
A
5. Ad3 7
B 5. Df3 12
e 5. ee5 13
el 5 .... e5 14
e2 5 .... b6 15
C3 5 .... De? 16
C4 5 .... Db6 16
Capítulo 2: 5. Cg3 Ag6 6. Cle2 (6. h4 h6 7. eh3 19; 6 Ch3 20)
A 6 .... e6 21
B 6 ....
ect7 23
e 6 .... ef6 25
el 7. h4 26
C2 7. ef4 27
e21 7 .. .. e5 27
e22 7 .... Cbd7 29
Capítulo 3: 5. Cg3 Ag6 6. Ac4 e6 7. Cle2 Cf6 (7 .... Ad6 33)
A 8. h4 34
B 8. ef4 39
e 8. o-o Act6 9. f4 42
Cl 9 .... De? 42
C2 9 .... Af5 43
e3 9 .... Dd7 44
Capítulo 4: 5. Cg3 Ag6 6. Cf3 (6. f4 47; 6. h4 h6 7 f4 47)
A 6 .... ef6 48
B 6 .... ect7 50
Bl 7. Ae4 50
B2 7. Ad3 53
149

Capítulo 5: 5. Cg3 Ag6 6. Cf3 Cd7 7. h4
A 7 .... h5 59
B 7 .... h6 8. Ad3 Axd3 9. Dxd3 Dc7 10. Ad2 e6 11. 0-0-0 Cgf6 61
Bl 12. c4 63
B2 12. Rbl 65
Capítulo 6: 5. Cg3 Ag6 6. Cf3 Cd7 7. h4 h6 8. h5 Ah7 9 Ad3 Axd3 10. Dxd3
e6
A
B
11. Ad2 69
11. Af4 72
Bl ll. ... Cgf672
B2 11. ... Da5+ 75
Capítulo 7: 5. Cg3 Ag6 6. Cf3 Cd7 7. h4 h6 8. h5 Ah7 9. Ad3 Axd3 10.
Dxd3 Dc7
A 11.
Th4 79
B 11.
0-0 82
e 11. Ad2 e6 84
Cl 12. Del 84
C2 12. c4 86
Capítulo 8: 5. Cg3 Ag6 6. Cf3 Cd7 7. h4 h6 8. h5 Ah7 9. Ad3 Axd3 10.
Dxd3 Dc7 11. Ad2 e6 12. 0-0-0 Cgf6
A 13. c4 93
B 13. Rb1 97
B1 13. ... 0-0-0 97
B2 13 .... c5 99
Capítulo 9: 5. Cg3 Ag6 6. Cf3 Cd7 7. h4 h6 8. h5 Ah7 9. Ad3 Axd3 10.
Dxd3 Dc7 11. Ad2 e6 12. 0-0-0 Cgf6 13. Ce4
A 13 .... 0-0-0 14. g3 103
Al 14 .... Cc5 104
A2 14 .... Cxe4 15. Dxe4 105
A21 15 .... Ae7 107
A22 15 .... Cf6 110
B 13 .... Td8 112
e 13 .... Ae7 114
150

Capítulo 10: S. Cg3 Ag6 6. Cf3 Cd7 7. h4 h6 8. hS Ah7 9. Ad3 Axd3 10.
Dxd3 Dc7 11. Ad2 e6 12. 0-0-0 Cgf6 (12 .... 0-0-0 13. De2 Ad6 117; 12 .
...
Ad6 118) 13. De2
A
13 .... Ad6 119
B 13 .... c5 121
B1 14. Cf5 122
B2 14. Th4 123
Capítulo 11: S. Cg3 Ag6 6. Cf3 Cd7 7. h4 h6 8. hS Ah7 9. Ad3 Axd3
10.
Dxd3 Dc7 11. Ad2 e6 12. 0-0-0 Cgf6 13 De2 0-0-0 14. CeS
A 14 .... Cxe5 127
B 14 .... Cb8 130
e 14 .... Cb6 132
Capítulo 12: S. Cg3 Ag6 6. Cf3 Cd7 7. h4 h6 8. hS Ah7 9. Ad3 Axd3 10.
Dxd3 Dc7 11. Ad2 e6 12. 0-0-0 Cgf6 13 De2 0-0-0 14. CeS Cb6 1S.
Aa5
A 15 .... c5 135
B 15 .... Td5 137
B1 16. b4 138
B2 16. Axb6 141
151

íNDICE
INTRODUCCIÓN .......................................... ................................................... 7
SÍMBOLOS EMPLEADOS EN ESTA EDICIÓN ................ ............................ 8
CAPÍTULO 1 .................. ............................ ..................... ............................. .... 9
5.
Ad3, 5. Df3 y 5. Cc5
CAPÍTULO 2 . ...... ..... ... .... .. .. . .. ...... ...... .. .. .. ... . . ..... ......... ......... .. ... . ... . .. ... ..... ...... 19
5. Cg3 Ag6 6. C1e2
CAPÍTULO 3 ........................................ .......................................................... 33
6. Ac4
CAPÍTULO 4 .. .. .. .. .. .. .. .. . .. . . .. .. . .. . .. .. .... .. .. .. .. .. .. .... .. .. .. .. .. .... .. .. .. .. .. .. .. .. .... .. .. . .. .. . . 4 7
6. Cf3
CAPÍTULO 5 ....................... ........................................................................... 59
6.
Cf3 Cd7 7. h4
CAPÍTULO 6 .. .. .. .. .... . . .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. ... .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .... .. . .. . .. .. . .. . .. .. .. . .. .. .. .. . 69
8. h5 con 10 .... e6
CAPÍTULO 7 . .. .. .. . .. . . .. . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .... .. .. .. .. .... .. .. .. .. .. .. .. .. . .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. .. 79
10. Dc7
CAPÍTULO 8 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . .. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .. 93
10 .... Dc7 11. Ad2 e6 12. 0-0-0 Cgf6
CAPÍTULO 9 ............ .................................................................. .................. 103
13. Ce4
CAPÍTULO 10 .............................................................................................. 117
13. De2
CAPÍTULO 11 .............................................................................................. 127
13. De2 0-0-0 14. Ce5
CAPÍTULO 12 ........................................................................ ...................... 135
15. Aa5
ÍNDICE DE VARJANTES ............................................................................................................. 149

colección RICARDO AGUILERA
En el año 1947, Ricardo Aguilera, entonces director en Madrid de
la revista «Ajedrez Español», publicó un breve tratado de iniciación al
ajedrez. Fue el primer paso del largo camino que la editorial de su nom­
bre, así fundada, recorrió durante casi cuarenta años.
Tras los primeros textos sencillos, siguieron las obras clásicas de
Capablanca, de Nimzowitch, de Reti, y, después, los más actuales es­
tudios de Kotov o Suetin, entre muchos otros autores.
También vieron luz algunos libros debidos a la propia pluma del
editor; textos apreciados por su valor didáctico y ameno estilo. Fue­
ron, en fin, muchos, los títulos que Ricardo Aguilera, el apasionado aje­
drecista, puso en manos de los aficionados hispanos para, según sus
propias palabras, «dotar al jugador de la necesaria formación técnica».
Esta nueva colección que se ofrece a los lectores, pretende conti­
nuar ese fructífero trabajo de divulgación del ajedrez, recuperando
obras ya consagradas a la par que publicando las más interesantes
producciones de los autores del momento.

1. EL ESPIRITU DE
LA
APERTURA
Ricardo
Aguilera
Las aperturas de ajedrez al alcance de
todos. Un sistema
didáctico directo, senci­llo, razonado. El lector comprende la razón
de ser de cada apertura sin necesidad de
retener
en
la memoria las enojosas y proli­
jas variantes de cada línea de ata,que o de
defensa.
Un libro que ayuda al que se inicia y al ju­
gador que ya conoce algo. Constituye un
arma eficaz
contra
los que saben las aper­
turas de memoria, a quienes de esta mane­
ra puede hacerse frente con éxito.
Cuarta edición.
206 página s.
62 diagramas. Notación descriptiva.

2. MIS MEJORES
PARTIDAS
1908-1923
Alexander Alekhine
El ajedrez debe a Alekhine no sólo el te­
soro de sus formidables producciones
como jugador sino, además, el haber reco­
gido y analizado sus partidas en una obra
inmortal.
Este libro recoge la primera parte de esa
obra
y comprende cien partidas
seleccio­
nadas entre aquellas que el genio conside­
ró mejores de
toda su primera época, de
1908a1923. El aficionado tiene la fortuna de cono­
cer, conducido de la mano del propio Alek­
hine, la maravillosa técnica del gran cam­
peón en un libro que es, a la vez, un tratado
para la enseñanza del juego y un legado
para la historia del ajedrez.
Segunda edición.
352 páginas.
2
60 diagramas. Notación descriptiva.

3. CURSO
CIENTIFICO
DE AJEDREZ
Richard Reti
El discutido sentido científico del aje­
drez aparece con naturaleza afirmativa en
estas clases dictadas por el genial didacta
checoslovaco. La visión de Richard Reti
del fenómeno del pensamiento sobre el ta­
blero se ordena en una normativa que sólo
puede ser clasificada como ciencia en
cuanto puede ser objeto de sistemas me­
todológicos generales, con normas y ca­
racterísticas que sean comunes a las dis­
tintas concepciones de cada maestro. R.
Reti muestra con palabra fácil esta ruta
científica para
comprender
el ajedrez, a
través de lecciones sencillas e inspiradas.
Segunda edición.
152 páginas.
60 diagramas. Notación descriptiva.

El sistema clásico de la Defensa Caro­
Kann es una antigua variante utilizada toda­
vía con frecuencia. ·
· Los autores consideran que su práctica
habitual
en torneo ha
llevado a esta apertura
por derroteros poco usuales, calificándolos
incluso de revolucionarios.
La obra es de una
rigurosic::lad poco co­
mún, plena de aportaciones originales
en
franca revisión de todos
los esquemas ar­
-quetípicos.
Gari Kasparov, campeón mundial, mues­
tra aquí sus otras dotes ajedrecísticas: ana­
lista e investigador infatigable. Alexander
Shakarov
es reputado entrenador y estrecho
colaborador
del campeón.