Hace millones de años, Deméter, la diosa griega de la agricultura, el ciclo de la vida y la
fertilidad, dio a luz a una preciosa hija, junto con su hermano Zeus, a la que llamó Perséfone.
A pesar de ser una indefensa niña, su madre quería que Zeus la dejara bajar a la Tierra, pero
él se negó. Cuando creció, de vez en cuando se bajaba con las ninfas a jugar como cualquier
niña normal, a recoger flores por los campos, a bañarse en las bellas aguas de los ríos los
días más calurosos del año…
Un dia, Plutón vió a Perséfone con las ninfas y sus hermanas, Artemisa y Atenea, mientras
jugaban al escondite por el jardín y se enamoró de la hermosa niña. Pero claro, él vivía en el
infierno y ella estaba en un mundo totalmente distinto. No podía llevársela con él asi como
asi, entonces decidió que debía pedirle permiso a Zeus, el Dios de los dioses. De inmediato
fue a visitarlo, y tras preguntarle por la hermosa Perséfone, Zeus no le dijo ni sí ni no, pero
éste le guiñó un ojo. Plutón dió por hecho que ese gesto era un sí, de modo que aprovechó y
fue a buscar a Perséfone. Justo en el momento en que la pequeña fue a coger un lírio,
apareció una luz de una grieta del suelo y se tragó a Perséfone. Ésta se desmayó y despertó
en el Tártaro junto con Plutón, que la convirtió en la diosa de los Infiernos.
Deméter recibió la noticia de que su hija había desaparecido unas horas después, cuando
llamó a las niñas para cenar y Perséfone no apareció. Ésta inició unos laaaargos y tristes
viajes en busca de su querida hija. durante todo este tiempo, la tierra se volvió estéril,
dejando a los miles de humanos sin poder cultivar sus tierras y, por tanto, sin prácticamente
alimentos.
Pasó un tiempo, y Zeus se arrepintió de lo ocurrido. Vió a su hermana tan triste y desolada
por la pérdida de su hija que decidió actuar. Rápidamente llamó a Hermes, el mensajero de
los dioses, para que fuese al Tártaro y ordenara la liberación de Perséfone. Pero ya era un
poco tarde, la pequeña había celebrado su llegada y su proclamación como diosa de los
Infiernos con un gran banquete y se había hartado de comida. Así que no podía regresar a la
tierra, porque una vez comes comida de los infiernos, no puedes irte de ella.
Deméter, horrorizada por el hecho de que su pequeña no iba a volver nunca con ella,
intentó hacer un trato con Platón. Perséfone se negaba a volver a la tierra, no porque no
quería vivir con su madre, sino porque le encantaba ser la diosa de los Infiernos y se había
enamorado de Plutón. En el Tártaro podía hacer lo que quisiera: bañarse en las aguas de
lava con su barca, jugar con los gigantes… Ella estaba encantada de vivir ahí. Pero Deméter
le enseñó cómo iba el mundo por abajo, y si ella no estaba con su madre, la tierra se volvía
inútil y los humanos iban a acabar extinguiéndose por la falta de alimentos. Perséfone,
deméter y Plutón decidieron reunirse para hablar del tema.
Decidieron, finalmente, que la pequeña pasaría tres meses en el Tártaro, y los seis restantes
con su madre Deméter en la Tierra.