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de gerenciamiento: la constitución de mallas de interacción, que consiste en unir a las
empresas en una vasta red de cooperación para hacer “más y de otro modo entre muchos”,
como dice G. Archier, en el cap. XX del Tratado de la Calidad Total, tomo I.
Hay tres tipos principales de mallas, en función de su finalidad:
• La malla en cadena, orientada a la optimización de la calidad/precio del producto final,
mediante nuevos modos de relación y asistencia a lo largo de toda la cadena
cliente/proveedor “intra e inter empresa”, como sería el caso de las franquicias, por ejemplo.
• La malla de promoción, que procura reunir participantes y medios para lograr objetivos
definidos dentro de un proyecto global común, como serían las jointventures, el enjambre
de empresas, etc.
• La malla de desarrollo, o malla abierta, como sería el caso de uniones para promover el
desarrollo regional, con una ambición pero sin un objetivo definido de antemano en forma
precisa.
Las mallas generalmente no tienen una estructura jerárquica: son polimorfas y originales,
en función del proyecto común de sus miembros, de su contrato de adhesión, jurídico o no,
su motor animador y su órgano prestador de servicios, los cuales también son muy variados:
asistencia técnica, banco de datos, información sobre mercados, oportunidades de
negocios, reunión de medios técnicos y financieros, etc.
La constitución de mallas propone una nueva estrategia de crecimiento, no unificadora, no
cuantitativa en principio, centrada en la penetración de la calidad en los miembros, como
vector de expansión industrial, financiera e incluso política, en el caso de las mallas de
desarrollo regional. También entraña una evolución cultural hacia valores cooperativos.
A fines de los años 70 y principios de los 80 se desarrolló, por obra de investigadores de la
Escuela de Negocios de Harvard, como Abernathy, Clark, Hayes y Weelwrigth, el llamado
“Paradigma de la Estrategia de Manufactura” que toma las “cinco P” (Personas, Plantas,
Partes, Procesos y Planeación) de la Administración de la Producción como variables de
las decisiones estratégicas y tácticas, con el criterio de elegir y realizar extremadamente
bien algunas tareas (no todas) en base a transacciones entre valores tales como costo
reducido, alta calidad y flexibilidad de diseño y de gestión.
• La “manufactura de clase mundial”.
La creciente internacionalización de la economía hace pensar que, aunque quede sitio para
empresas locales o nacionales, la mayor parte del mercado mundial quedará en manos de
las llamadas “empresas globales”. En ese selecto grupo solamente podrán sobrevivir
aquellas empresas que sean competidores de clase mundial, y para ello la Administración
de la Producción debe convertirse en una formidable arma competitiva, en el principal
instrumento de marketing, ya que como dice T. Peters, “la calidad, el mantenimiento, el
tiempo de respuesta, la flexibilidad, la duración del ciclo de innovación…son controlados
por la fábrica”.
Según Hayes y Wheelwriht, hay cuatro fases en la competitividad de la producción:
• Etapa 1: Internamente neutral: El papel de la Producción es resolver el tema, haciendo
que el producto pueda ser entregado a los clientes de acuerdo a lo previsto, ya que el éxito
depende más bien del marketing o del diseño.