Desarrollo económico: Centrémonos en seis limitaciones relevantes: 1. La escasa atención concedida a los efectos distributivos del crecimiento. Probablemente esta desatención no se debió a que creyeran en el denominado “ efecto de filtración hacia abajo ” ( trickle down effect ), que asume que el crecimiento económico eleva el bienestar general de la sociedad, filtrándose hacia abajo desde las rentas más altas (que son las que generan la inversión y perciben el grueso de los beneficios del crecimiento) hacia las rentas bajas (que apenas pueden invertir, porque la mayor parte de sus recursos se destinan al consumo ). 2. La concepción del desarrollo como un proceso consensual y beneficioso para el conjunto de los actores, no contemplando la existencia de conflictos de interés entre distintos grupos sociales (por ejemplo, trabajadores y empresarios) y entre países (especialmente entre países desarrollados y en desarrollo). 3. La tendencia al “ determinismo histórico ”… 4 . El ensalzamiento de la “modernización ” de la economía como panacea del subdesarrollo, en detrimento de las actividades tradicionales —cuyas contribuciones al desarrollo son injustificadamente desconsideradas. 5. La consideración del crecimiento económico como objetivo y “fin” último del desarrollo, y no como un “medio” para mejorar las condiciones de vida de las personas. 6. Y, en definitiva, la concepción unidimensional (económica), y por lo tanto parcial, del desarrollo, sin considerar otras dimensiones (sociales, políticas, culturales y medioambientales) que determinan también el bienestar humano. e l proceso de cambio estructural... El desarrollo se concibe como un “proceso de transformación” a través del cual las sociedades transitan desde “economías tradicionales” (predominantemente rurales, agrícolas y poco productivas), a “economías modernas” (mayoritariamente urbanas, industriales y altamente productivas). Es precisamente el avance de la productividad del trabajo lo que facilita la mejora de los niveles de vida de las personas, por cuanto sociedades más productivas son capaces de remunerar mejor el trabajo, lo que, consiguientemente, permite a las personas aumentar su consumo de bienes y servicios (y este consumo incrementado, a su vez, genera una expansión de la producción que realimenta el proceso de crecimiento). Consiguientemente, desde este enfoque, el desarrollo (económico) se mide a través de la tasa de crecimiento de la renta per capita de las economías (que es el indicador promedio de la capacidad de compra de bienes y servicios de sus ciudadanos).