o La factura es rápida, para poder captar la inmediatez de los efectos luminosos y atmosféricos.
o Se emplea una pincelada vibrante, corta, para que el artista pueda captar la fugacidad del instante.
o Aplican las teorías modernas de la descomposición de la luz, los descubrimientos de Rood y
Chevreuil, y por ello pintan con manchas de color sueltas, muchas veces empleando colores puros,
sin mezclar en la paleta. Las pinceladas de color se yuxtaponen: en vez de mezclarse los colores en
la paleta, se ponen uno junto a otro, para que su fusión se realice en la retina del espectador.
o Habitualmente emplean una paleta de colores clara, muy luminosa y vibrante, acentuada por las
posibilidades de los nuevos pigmentos.
o No suelen usar el negro, pues no existe en la naturaleza y las sombras se realizan empleando con
los colores complementarios más oscuros.
o Los trazos dejan de ser minuciosos y dan sensación de abocetamiento. Las formas se diluyen, los
contornos son borrosos, difuminados, las formas son abocetadas y la línea desaparece y se
sustituye por manchas de color.
Dado que el interés está en la propia pintura, los impresionistas se desinteresan por algunos aspectos que
fueron fundamentales en la pintura desde el Quattrocento, por lo que elementos tradicionales de la pintura,
como la perspectiva y el modelado, pierden interés, pues lo que interesa es el estudio fugaz de la luz sobre el
objeto y no la tradicional mímesis de la realidad. Apuestan por una pintura de aspecto plano y bidimensional,
en parte por influencia de la estampa japonesa, y renuncian al claroscuro tradicional, sustituyéndolo por
manchas yuxtapuestas de color.
Estos pintores también abandonan los sistemas académicos de composición, en parte por la moda del
japonismo y en parte por la influencia de los nuevos encuadres que permite la fotografía (con la que ensayan),
y optan por encuadres atrevidos, predominando la asimetría, con encuadres casuales, recortando las figuras y
objetos, incluso con grandes picados y contrapicados.
En cuanto al tema, es lo menos importante para el pintor impresionista, convirtiéndose en un mero pretexto,
puesto que lo que le interesa es la plasmación de la luz y desarrollar los valores puramente pictóricos. Ya no se
hablará de “tema“ sino de “motivo”. Dado que de lo que se trata es de congelar la impresión fugaz de la luz,
se tratará de captar también fragmentos fugaces de la vida cotidiana contemporánea: paisajes, paisajes
urbanos, escenas de la vida contemporánea de la sociedad moderna, sus calles, tertulias, cafés, teatros,
cabarets, carreras de caballos, bailarinas…, así como elementos de esta nueva sociedad moderna en la que
viven, como estaciones de ferrocarril, bulevares, calles con el bullicio y la animación propios de la gran ciudad.
Habitualmente se representan con una cierta sensación optimista y desenfadada de la vida.
Por el contrario, desaparecen los temas históricos, religiosos, épicos o mitológicos del academicismo, así como
las pasiones y ensoñaciones románticas, pues la instantaneidad de la luz tan solo puede pintando la vida
cotidiana contemporánea.
Entre los factores que pudieron conducir al desarrollo del impresionismo, pueden señalarse numerosos
aspectos que tienen que ver con la cambiante sociedad del último tercio del siglo XIX:
Los cambios vertiginosos de la sociedad de la 2ª Revolución Industrial y la obsesión por los relojes y
por el tiempo y la fugacidad como experiencia vital.
Los avances de la física y el estudio de la luz y la teoría del color.
La influencia de la fotografía.
Los avances de la industria química y los colores sintéticos en tubo.
La proliferación de museos y galerías de arte y la aparición de la figura del marchante, que liberará a
los artistas de la tiranía de la Academia y los salones.
La moda del japonismo
En la tradición pictórica, pueden rastrearse como posibles antecedentes: