dificultades sutiles que se pueden atribuir a otros problemas o se confunde
con una mala crianza que despierta culpabilidad en muchos padres. Un
terapeuta ocupacional es el único profesional sanitario cualificado para
tratar desde el Enfoque de Integración Sensorial, este puede reunirse con el
niño y ver si tiene una disfunción de la integración sensorial. Esta reunión
puede incluir una entrevista con los padres, listas de comprobación sensorial
y pruebas estandarizadas, obteniendo una valoración de las funciones
sensoriales del niño que incluye motricidad, equilibrio, coordinación,
capacidad de organización, planificación, desempeño de actividades de
autocuidado y características del ambiente que lo rodea.
Los expertos describen como perfil de los niños con DPS lo siguiente:
Son hostiles, irritables, difíciles, agresivos o explotan en llanto sin
razón aparente.
Los niños con DPS tienen muchas dificultades en el aprendizaje.
Son retraídos, lentos, excesivamente tranquilos y mantienen la
postura decaída o todo lo contrario: extremadamente activos y
ansiosos; no paran de correr y de moverse.
Se enfadan al percibir ciertos sonidos, estímulos visuales,
movimientos, texturas y olores. Les molestan las etiquetas de la ropa,
las sábanas, cortarse las uñas, el pelo o comer ciertos alimentos.
No siguen el mismo ritmo de aprendizaje que los demás niños de su
edad, es decir, tienen problemas con la coordinación de las manos y
la escritura. Se confunden al copiar de la pizarra, leer, escribir o
recortar.
Tienen dificultades en el razonamiento lógico, en la secuenciación o
en la planificación motora. También en las tareas matemáticas y en la
memorización de conceptos.
Son descoordinados para practicar deportes y se tropiezan mucho. No
les gusta trepar, saltar, colgarse o columpiarse.
Son inusualmente sensible a la ropa o a vestirse.