DESINTEGRACIÓN SENSORIAL.docx

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Desintegración sensorial


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DESINTEGRACIÓN
SENSORIAL
La integración sensorial es la capacidad del sistema nervioso para interpretar
la información percibida por los sentidos y generar respuestas inmediatas,
es decir es la función del sistema nervioso para asimilar la información del
entorno y obtener la percepción correcta de la situación que nos rodea,
debido a que permite utilizar el cuerpo eficazmente en cada contexto,
organizando la información sensorial que se recibe del mismo individuo y
del entorno para emitir respuestas adecuadas. Cuando falla una de las piezas
que componen ese mecanismo, los niños no pueden manejar la información
procedente de sus sentidos y se enfrentan a más obstáculos de los
habituales, ya que se irritan, se retraen o explotan emocionalmente y pueden
presentar dificultades de aprendizaje, dificultades para jugar, juntarse o
hablar con otros y para hacer las actividades diarias.
Con lo anterior la secuencia lógica es percibir, organizar y responder, sin
embargo, una falla esto es denominada disfunción sensorial (DIS) o desorden
en el procesamiento sensorial (DPS) y este afecta a niños que no tienen
problemas neurológicos ni genéticos, además genera dificultades para el
desarrollo de capacidades como concentración, planificación, praxis,
aprendizaje académico, autoestima, autocontrol y habilidad motora, ya que
el funcionamiento del sistema sensorial y su integración es la base para el
desarrollo óptimo de las mismas. Es posible detectar esta disfunción desde
que los niños son bebés debido a comportamientos como retraso motor,
dificultades de alimentación, intolerancia a estar boca arriba o alteraciones
del sueño.
Aunque parezca sencillo esta disfunción no es fácil de detectar por una
persona que no esté específicamente formada porque se manifiesta en

dificultades sutiles que se pueden atribuir a otros problemas o se confunde
con una mala crianza que despierta culpabilidad en muchos padres. Un
terapeuta ocupacional es el único profesional sanitario cualificado para
tratar desde el Enfoque de Integración Sensorial, este puede reunirse con el
niño y ver si tiene una disfunción de la integración sensorial. Esta reunión
puede incluir una entrevista con los padres, listas de comprobación sensorial
y pruebas estandarizadas, obteniendo una valoración de las funciones
sensoriales del niño que incluye motricidad, equilibrio, coordinación,
capacidad de organización, planificación, desempeño de actividades de
autocuidado y características del ambiente que lo rodea.
Los expertos describen como perfil de los niños con DPS lo siguiente:
 Son hostiles, irritables, difíciles, agresivos o explotan en llanto sin
razón aparente.
 Los niños con DPS tienen muchas dificultades en el aprendizaje.
 Son retraídos, lentos, excesivamente tranquilos y mantienen la
postura decaída o todo lo contrario: extremadamente activos y
ansiosos; no paran de correr y de moverse.
 Se enfadan al percibir ciertos sonidos, estímulos visuales,
movimientos, texturas y olores. Les molestan las etiquetas de la ropa,
las sábanas, cortarse las uñas, el pelo o comer ciertos alimentos.
 No siguen el mismo ritmo de aprendizaje que los demás niños de su
edad, es decir, tienen problemas con la coordinación de las manos y
la escritura. Se confunden al copiar de la pizarra, leer, escribir o
recortar.
 Tienen dificultades en el razonamiento lógico, en la secuenciación o
en la planificación motora. También en las tareas matemáticas y en la
memorización de conceptos.
 Son descoordinados para practicar deportes y se tropiezan mucho. No
les gusta trepar, saltar, colgarse o columpiarse.
 Son inusualmente sensible a la ropa o a vestirse.

 Se sienten inusualmente incómodos con los cambios de pañal y lavado
del cabello, baño o cepillado de los dientes.
 Les molesta y evitan tocar la tierra, la suciedad, las pinturas para dedos
o el pegamento.
 Tienen dificultades para imitar a otros o para jugar a diversos juegos
y en deportes
 de equipo.
 No sienten el dolor ni la temperatura.
 Son un comedor inusualmente quisquilloso y descuidado.
 Mastican o comen objetos que no son alimentos.
Para tratar la desintegración sensorial el padre o responsable del menor y el
terapeuta ocupacional crearán un plan de tratamiento sensorial. Juntos
intentarán cumplir los objetivos terapéuticos del niño, de la educación de los
padres y las actividades en el hogar. El terapeuta ocupacional ayudará al
infante en un entorno de juego que estimule mucho los sentidos, con
actividades que él disfrute. Existen distintos tipos de terapia para el DPS:
 Terapia de integración sensorial (IS): consiste en actividades divertidas
en un ambiente controlado. Junto con el terapeuta, el niño
experimenta estímulos sin sentirse abrumado donde puede
desarrollar habilidades de afrontamiento para lidiar con esos
estímulos. A través de esta terapia, las habilidades de afrontamiento
pueden convertirse en una respuesta regular y cotidiana ante los
estímulos.

 Dieta sensorial: Muchas veces, una dieta sensorial complementará
otras terapias de DPS. Una dieta sensorial no es la dieta típica de
alimentos. Es una lista de actividades sensoriales para el hogar y la
escuela. Estas actividades están diseñadas para ayudar al niño a
mantenerse enfocado y organizado durante el día. Al igual que la IS,
una dieta sensorial se adapta a las necesidades específicas del infante.
Una dieta sensorial en la escuela puede incluir:

 Un momento cada una hora en que su hijo podría caminar 10
minutos.
 Un momento dos veces al día en el que su hijo podría
columpiarse durante 10 minutos.
 Acceso a auriculares en la clase para que su hijo pueda escuchar
música mientras trabaja.
 Acceso a juguetes para aliviar el estrés.
 Acceso a una silla de escritorio con un cordón elástico. Esto le
permite a su hijo realizar movimientos con las piernas mientras
está sentado en el aula.

 Terapia ocupacional: el niño también puede necesitar esta terapia para
ayudar a aliviar otros síntomas relacionados con el DPS. Puede ayudar
con las habilidades motoras finas, como la escritura a mano y el uso
de tijeras. También puede ayudar con las habilidades motoras
gruesas, como subir escaleras y lanzar una pelota. Puede enseñar
habilidades cotidianas, como vestirse y cómo usar los utensilios.
Esto se realiza en sesiones individuales en las que, a través del juego, se
utiliza la motivación intrínseca del niño para conseguir respu estas
adecuadas del procesamiento sensorial, estas actividades no constituyen
una exposición continua a estímulos sensoriales ni entrenamiento repetitivo
en habilidades, sino que se centran en las experiencias sensoriales para
obtener respuestas cada vez más complejas.
La terapia ocupacional es muy activa y busca enganchar la motivación interna
lo que, en los niños, se logra a través del juego. El objetivo es ganar su
atención para encaminarlos hacia la rehabilitación.
La Disfunción de Integración Sensorial exige un proceso de neuro-
rehabilitación. En ese sentido, los niños pueden mejorar mucho, sobre todo
cuando inician en edades muy tempranas, porque el sistema nervioso aún
es maleable y hay plasticidad neuronal, sin embargo, el DPS deja marcas
sutiles que pasan a ser rasgos del temperamento o de la forma de ser, por

ejemplo, hay personas a las que llamamos 'tranquilas': evitan luces, sonidos
o grandes concentraciones de gente y otras, en cambio, disfrutan con
estímulos fuertes.
Caso:
Un niño de 6 años que al iniciar la Educación Primaria Obligatoria empieza a
llamar la atención a sus maestros por las pocas habilidades motoras que
presenta, en este caso, asociadas a la escritura, pero enseguida empiezan a
encontrar que también en la clase de educación física aparecen problemas
poco esperados. Nunca fue un niño motrizmente hábil en su etapa de
Educación Infantil, pero, en ese momento, no se detectó como un problema.
Es un niño intelectualmente hábil, destaca por encima de sus compañeros y
el Equipo de Atención a la Diversidad compuesto por profesionales de la
educación y de la salud comienza el proceso de evaluación. Tras las
valoraciones médicas y psicoeducativas se concluye que no hay ninguna
alteración que justifique las dificultades motoras, pero éstas es tán
interfiriendo significativamente en su vida y concluyen que podría tratarse
de un Trastorno del Desarrollo Motor. Inician el trabajo en el propio centro,
pero creen que no hay suficiente avance para las capacidades que este niño
tiene en otras áreas y acuden al servicio de Terapia Ocupacional.
El niño es el mayor de dos hermanos sin antecedentes destacados, parto y
embarazo normales y adquisición de los hitos evolutivos dentro del rango
de normalidad. Es sociable, aunque está empezando a tener problemas con
los compañeros porque responde con cierta agresividad a su propia
frustración y prefiere juegos intelectuales, leer, etc. a los juegos de habilidad
motriz, aunque juega a baloncesto. En el colegio y en la familia lo describen
como “un desastre y un caos” “Todo se le cae de las manos, todo lo pierde”,
“siempre va enseñando el calzoncillo y el culete, con la chaqueta torcida…”.
En Terapia Ocupacional se hace una valoración basándose en la Teoría de la
Integración Sensorial y se observan dificultades en c ontrol postural,
equilibrio y propiocepción fundamentalmente. Los resultados no son

congruentes en cuanto a fuerza. Resulta imposible pasarle pruebas
estandarizadas completas porque, cuando empieza a sentir que falla o que
no es tan hábil como cree que debería ser, rechaza, no sigue la instrucción
o se tira al suelo por lo que, a lo largo de las primeras sesiones y muy
interrelacionadas con el juego, se van pasando aproximaciones a las pruebas
que nos dan la información descrita anteriormente. La familia destaca que
no tiene mucha sensibilidad al dolor y en las sesiones se manifiesta en
frecuentes choques al suelo o las paredes con cierta fuerza que le provocan
risa y satisfacción, pero no muestra especial atracción por columpios y
toboganes, por lo que impresiona de hiperreactividad vestibular (imposible
pasar nistagmus postrotatorio).
Se inicia el trabajo en TO desde la Teoría de la Integración Sensorial de Ayres,
acordando con la familia y la escuela los objetivos que se van a trabajar. Tras
6 meses de tratamiento durante una hora a la semana vamos a lograr:
 Que sea capaz de tener organizada su mesa en el colegio.
 Que sea capaz de ir con la ropa mejor colocada al salir del colegio.
 Que coja mejor los cubiertos para comer.
En las sesiones de Terapia Ocupacional desde el punto de vista de la
Integración Sensorial, éstas se dirigen a proporcionar al niño una gran
cantidad de estimulación vestibular y propioceptiva, con el desafío preciso
que le ayude a organizar su movimiento y su cuerpo. Las actividades
propuestas deben ser un reto lo suficientemente complejo para que resulte
atractivo, pero también realizable, que garantice el éxito. Dicho éxito será lo
que ayude al cerebro a organizarse . Proporcionamos a los niños
oportunidades para organizarse en relación con el ambiente y responder a
éste. Este principio es fundamental para comprender cómo la Integración
Sensorial impacta en el SNC para mejorar la participación de niños con
dispraxia.
Para la intervención, aunque la valoración no había sido fiel a ASI, se decide
aplicar los principios de esta teoría:

Se trabaja a través del juego para generar respuestas adaptativas con
profesionales formados en ASI. El juego tiene para los niños una motivación
intrínseca.
Se han consensuado objetivos con familia y escuela. El niño también es
consciente de que tiene dificultades y verbaliza alguna de ellas, aunque no
se exponga a la evidencia en la sala.
La terapia se desarrolla en un ambiente seguro con elementos que permiten
tener sensaciones vestibulares, propioceptivas y táctiles y oportunidades
para la praxis. El terapeuta debe crear una atmósfera cálida, de respeto y
confianza.
Las actividades que se plantean y que se van desarrollando son ricas en
sensaciones, con especial atención a las vestibulares, táctiles y
propioceptivas. Promueven la regulación del estado de alerta, el afecto y la
fundamentación para nuevas oportunidades de aprendizaje.
Deben facilitar el control óptimo postural del cuerpo mientras se mueve en
el espacio. El niño debe ajustar sus posturas a los cambios del centro de
gravedad. Debemos promover la praxis, la organización del cuerpo en
relación con el espacio y con el tiempo.
El desafío debe ser justo para que el niño pueda responder de forma
adaptativa al modificar las demandas complejas del contexto. La
consecución de las actividades es la recompensa ya que el terapeuta asegura
el éxito alterando las actividades, que deben ser congruentes con las
habilidades del niño.
Las actividades no son propuestas cerradas, sino que se negocian con el
niño, se replantean y se modifican a lo largo de la sesión. El terapeuta
aumenta o disminuye las demandas sensoriales y motoras del ambiente para
crear desafíos.

Además del trabajo en la sala, se valoran con el equipo psicopedagógico qué
pautas se pueden seguir en el aula para mejorar el trabajo e igualmente con
la familia.
RESULTADOS
Aunque terapéuticamente, cada sesión se analizaba, fue después de 3
meses, cuando se realizó una sesión intermedia con familia y colegio para
valorar la eficacia o no del trabajo que se estaba haciendo con él, no sólo
desde Terapia Ocupacional sino también desde el centro educativo y la
propia familia. Se observó que había disminuido el movimiento permanente
que tenía cuando estaba sentado en la silla y eso le facilitaba tener la mesa
mejor organizada. También salía del colegio con el pantalón mejor colocado,
aunque el resto de la ropa y la mochila seguían desorganizadas, lo que
provocaba que olvidase algunas cosas en clase. Con estos resultados, se
decide continuar con la línea de trabajo, incorporando pequeños ajustes.
Tras los 6 meses de trabajo previstos, el niño es capaz de tener mejor
organizada la mesa del colegio y de salir con la ropa mejor organizada, lo
que le ayuda a llevar mejor la mochila, no golpear a sus compañeros con ella
y se genera menos conflicto.
Usa mejor el tenedor y la cuchara, pero el trabajo bimanual con tenedor y
cuchillo todavía es muy rudimentario.
El niño consigue realizar adecuadamente la mayor parte de las tareas que
habíamos planteado, consigue participar más y mejor en el ambiente y, al
no necesitar prestar tanta atención a estos problemas, puede estar más y
mejor con los iguales.
En este caso, el trabajo no ha concluido. Pueden establecerse nuevos
objetivos que permitan al niño participar cada vez mejor.
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