Camilo A. Tene C. Diagnóstico y Tratamiento del Asma. 2013
DIAGNÓSTICO DEL ASMA
El asma puede ser diagnosticada en base a síntomas y signos característicos (disnea,
sibilancias, tos, opresión torácica), generalmente episódicos, con empeoramiento nocturno
o de madrugada y que pueden ser producidos por desencadenantes como el ejercicio, las
infecciones víricas, animales, tabaco y ambientes húmedos entre otros. Ninguno de estos
síntomas y signos son específicos de asma, por lo que generalmente son necesarias
pruebas objetivas (espirometría, variabilidad del FEM, etc.) para apoyar el diagnóstico
(SIGN Scottish Intercollegiate Guidelines Network, 2011).
La guía SIGN propone clasificar la probabilidad de asma en base a las características
clínicas y anamnesis.
Características clínicas que incrementan la probabilidad de asma en adultos Dos o más de
los siguientes síntomas: sibilancias, disnea, opresión torácica y tos, particularmente si los
síntomas empeoran por la noche y de madrugada, síntomas desencadenados por el
ejercicio, la exposición a alérgenos y el aire frío, síntomas tras la ingesta de aspirina o beta
bloqueantes.
Antecedentes de atopia.
Antecedentes familiares de asma y/o atopia.
Sibilancias en la auscultación.
Valores bajos de FEV1 o pico flujo no explicables por otras causas.
Características clínicas que disminuyen la probabilidad de asma en adultos Síntomas de
mareo, temblor periférico.
Tos productiva en ausencia de sibilancias o disnea.
Alteraciones de la voz.
Síntomas que ocurren sólo durante los catarros.
Antecedentes de consumo elevado de tabaco.
Enfermedad cardíaca.
Pico flujo o espirometría normal en presencia de síntomas. A veces las medidas
repetidas de la función pulmonar son más informativas que una única.
PRUEBAS DIAGNÓSTICAS:
- Historia Clínica:
Anamnesis:
Constatación de los síntomas y signos de asma, precisando sus características, dado que
la disnea, ruidos respiratorios sibilantes, tos y opresión torácica son muy sugestivos de
asma, pero por sí solos no son diagnósticos; hay que tratar de definir si los episodios
son de disnea sibilante de predominio espiratorio, procurando evitar la utilización de
términos confusos (“padece bronquitis”, por ejemplo).
Características de las crisis: modo de presentación, tanto en su inicio como en su
desarrollo, duración, intensidad, variación horaria, patrón perenne o estacional
Valoración de la gravedad de los episodios: frecuencia, asistencia a urgencias,
hospitalizaciones, necesidad y respuesta a la medicación (beta-2, corticoides, etc.).
Valoración de los periodos intercrisis: asintomáticos o no, tolerancia al ejercicio,
necesidad de medicación ocasional o frecuente, despertares nocturnos por los
síntomas, etc.
Identificación de factores precipitantes o agravantes: infecciones respiratorias,
exposición a alergenos (polvo doméstico, epitelios de animales, pólenes etc.) o a
contaminantes ambientales (humo de tabaco, olores, etc.), relación con cambios de
ambiente (vacaciones, segunda residencia), factores emocionales (llanto, risa, etc.),
alimentos y aditivos, fármacos (aspirina) y factores inespecíficos (aire frío, ejercicio,
cambios climáticos, etc.)
Valoración de la familia y del propio paciente en el conocimiento de la enfermedad, su
cronicidad, manejo de los medicamentos (sistemas de inhalación...)