Dependiendo de la manera en la que elijamos comportarnos, podemos
promover el éxito de los demás, obstruir su desempeño o no tener ningún
efecto sobre su fracaso o su éxito (Johnson y Johnson, 1998).
Lo cierto es que para trabajar cooperativa o colaborativamente es necesario
aprender a hacerlo. No todo es cuestión de poner en un mismo de personas,
sentarlos juntos frente a frente e indicarles que cooperen o colaboren en la
realización de una actividad.
La necesidad de cooperación y trabajo con otros, esta implícita en el ser
humano y por ello en las bases de nuestras sociedades, es en el inicio del
lenguaje que podemos comenzar a coordinarnos con otros (Maturana, 2002), y
construir las grandes ciudades, monumentos, establecer reglas, crear
empresas y con ello generar cultura y sociedad. Es en esta capacidad de
lenguajear y por ende de coordinarnos con otros, la fuerza creadora del Ser
Humano, por ello toda estrategia debe considerar la cooperación como uno
de sus elementos fundamentales.
·La cooperación en las aulas
Muchos profesores se han percatado de la dificultad
de encomendar actividades grupales a los alumnos,
dada las resistencias que ofrecen algunos de ellos al
trabajo en equipo.
El reparto desequilibrado de tareas (aprovechándose
del estudiante aplicado de turno), la inhabilidad para
ponerse en el lugar del otro a la hora de llegar a
acuerdos y negociaciones, y la insana competitividad de los que necesitan
destacar por encima de todo, ejemplifican algunos de los obstáculos con los
que suelen encontrarse los docentes cuando intentan que se hagan ejercicios
prácticos colectivamente.
Un buen trabajo grupal va más allá de la suma de las partes, no basta con
repartir tareas y escribir el nombre de todos los participantes. Hablamos de un
aprendizaje cooperativo, donde se enseñe al alumno que alcanzará sus
objetivos sólo, o sobre todo, si sus compañeros también lo consiguen. Con esta
finalidad el tutor de una clase, el monitor de un grupo o el padre con sus hijos
puede promover la cooperación a través de dinámicas diseñadas a tal efecto,
en las que se priorice la colaboración mano a mano.
Se ha encontrado repetidamente que el aprendizaje cooperativo es
significativamente superior tanto al individualista como al competitivo, y
esta neta superioridad no atañe sólo a variables de socialización y de
relaciones interpersonales, sino que alcanza también a variables cognitivas y
de rendimiento académico. Sin embargo, no es la mera cantidad de interacción
entre el alumnado lo que acarrea estos efectos positivos, sino su naturaleza.
El aprendizaje es un aspecto más de la regulación de conflictos. El
desarrollo cognitivo se manifiesta cuando el alumnado participa en
interacciones sociales que sólo serán estructurantes en la medida en que
susciten un conflicto de respuestas entre las compañeras. De este modo