Hace mucho
tiempo...un día,
los romanos se
dieron cuenta
que no tenían
leyes para su
gobierno.
Deberíamos
preguntarle a los
griegos porque ellos sí
las tienen
No debemos
dárselas porque
no las entenderán
Organicemos una
disputa para ver si
los romanos las
merecen
Mientras tanto en
Grecia...
Los romanos aceptaron y
firmaron un convenio para
realizar la discusión por señas
pues no entendían sus
respectivos lenguajes.
¿Cómo haremos?
Los griegos son
muy sabios y
nosotros no
Busquemos un
hombre rústico
y que conteste lo
que le parezca
Los romanos buscaron un
hombre rústico y lo vistieron
con las mejores ropas
Ante todo el pueblo reunido...
Subió el romano al estrado
¡Que venga el griego!
También subió el griego, doctor
sobresaliente, elegido entre todos los griegos
Con mucha calma
extendió su mano
con el primer gesto
El romano de malas
maneras se levantó y
contestó con el
siguiente gesto
El griego se
levantó y contestó
con su segunda
seña
El romano volvió a levantarse y con
fuerza adelantó su puño
Los romanos
merecen las leyes,
no se las nieguen
El griego dijo: “Hay un solo Dios”
El romano contestó: “es uno entre tres
personas”
El griego dijo: “estoy bajo la voluntad
de Dios”
El romano contestó: “Estamos en su
poder”
Creo que merecen las
leyes porque entienden
y creen en la Trinidad
El griego dijo: “Te quebraré un ojo”
El romano contestó: “yo te quebraré los
ojos con dos dedos y los dientes con el
pulgar”
El griego dijo: “te daré tal palmada
que los oídos te vibrarán”
El romano contestó: “te daré tal
puñetazo que no te alcanzará la
vida para vengarte”
Cuando vio que la
pelea era muy
despareja el griego
dejó de
amenazarme y se
retiró
No hay mala palabra si
no es tomada a mal.
Verá que es bien dicha
si fue bien entendida.
Moraleja