ENCUENTROS George W.
Early
RELAT OS SOBRE OVNIS
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muy sonoro. Estamos aceptando la graciosa hospitalidad de Walt y Emma, que nos
van a contar lo que ocurrió la famosa noche del 3 de octubre, llamada también El
Incidente del Tres de Octubre o la visita de Grantha. Adelante, Lou Del Bello.
Lou, algo nervioso, comenzó:
—Quisiera aclarar, ya que se ha mencionado esta hospita lidad que Walt y
Emma han rechazado incluso el pago de un bocadillo o de una taza de café, a
cuantos visitantes han tenido. Lo digo para salir al paso de cualquier acusación o la
simple sugerencia de "comercio".
Long Tom hizo una pausa, mientras se llevaba a la boca una rebanada de pan
casero untada en jalea de manzana y con un gesto animó a Joe Trobidge.
—Sí, Lou —intervino éste—, la misma gente que no creyó en Colón y que ahora
está celosa de los innumerables éxitos de nuestra asociación, la misma clase de
gente, quiero decir: algunas personas, que no voy a nombrar, han insinuado que la
visita de Grantha es un truco o que los Towns y yo estamos de acuerdo...
Miss Anderson intervino:
— ¿Te refieres a ese material que parece tela? Long Tom se tragó lo que tenía
en la boca y luego se limpió.
—La verdad, no sabía que aún se hiciera jalea de manzana tan buena, Emma
—luego siguió—. Sí, señores, amigos que me escucháis, los Towns de Paviour's
Bridge, Nueva York, tienen una granja de gallinas, pero si Emma decide entrar en el
negocio de la alimentación, puede contar conmigo... Joe le interrumpió:
—Me agradaría aclarar un punto, Tom... —Naturalmente, Joe. Adelante. Esta
es la hora de Long Tom, amigos que me escucháis. El programa de las cinco, con
entrevistas y música en la emisora WRO... Si Haffner habló por primera vez:
—Tengo entendido que ese material parecido a tela sigue rechazando o, mejor
aún, desafiando los análisis del laboratorio, ¿no es así, Joe?
Joe respondió que así era. Este material parecido a tela, recordó a los oyentes,
se lo olvidaron el día 3 de octubre. Era blanda, absorbente y no se inflamaba;
además, no se parecía a nada de cuanto conocían los científicos. Intentó analizarlo
en su laboratorio particular, pero, al no conseguirlo, se lo entregó a la Compañía
General de Química. Hasta aquel momento, ni siquiera ésta, con sus grandes
medios, había podido averiguar de qué se trataba. Aunque en cierto modo le
halagaba que le creyesen aliado de una empresa tan grande...
—Sí, señor —interrumpió Long Tom—, tengan la seguridad, amigos que me
escuchan, de que no he comido un bocadillo de pollo tan bueno como los de Emma
Towns, de Paviour's Bridge, Nueva York. Estupendos. Ahora, me agradaría, Emma,
que usted misma nos explicara, qué es lo que pasó la noche del 3 de octubre, que se
conoce corno la Visita de Granula. Por favor, explíquelo.
—Bueno —dijo Emma.
—Explíquenos cómo pasó el día. ¿Qué fue lo primero que hizo?
—Pues ver... —comenzó Emma.
Lo primero que hizo fue levantarse y calentar la comida de las gallinas. No le
importaba levantarse tan pronto. Muchos de los que viven en la ciudad y soñaban
con montar una granja avícola, descubrían, al hacerlo, que no les agradaba
demasiado. No era éste el caso de Emma. Desde luego, no se trataba del horario.
Tampoco se quejaba del trabajo. Le agradaba trabajar. La casa era sólida, se
caldeaba fácilmente y tenía buena vista. Pero estaba aislada de todo el mundo.