El adn y la firma del gran arquitecto

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About This Presentation

como Dios ha creado al ser humano atraves de la combinacion de acidos nucleicos


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El ADN y la Firma del Gran Arquitecto… (YHVH)
“Y creó Dios al hombre a su imagen, una imagen de Dios lo creó; varón y hembra lo creó.”
(Génesis 1:27 Reina- RVR 1960)

Por la revelación de los códigos científicos de la Torah, entendemos que el Eterno
formó al primer hombre del polvo de la tierra. Lo moldeó micro y macro
estructuralmente. Su cadena de ADN fue creada por el Altísimo también. Desde estos
códigos, también sabemos que para crear al ser humano (hebreo Adam) no se valió de
ningún ser vivo existente. No empleó los procesos de prueba-error ni tampoco siguió
los lineamientos de la falsa “evolución teísta“.
Por todo esto, creemos y confesamos que Yahvéh es el Creador. En su mente está cada
detalle de este universo. Con Su Palabra creó y ordenó la materia, y por su voluntad
todas las cosas subsisten, antes y después del pecado humano.
“Con su poder creó todo lo que hay en el cielo y en la tierra, lo que se ve y lo que no
se ve, ya sean ellos seres espirituales, poderes, autoridades o gobernantes. Todo ha
sido creado por él y para él.”
(Colosenses 1:16)
Está bien claro, las Sagradas Escrituras, explicando la ciencia de la Torah, revelan que
cada enlace atómico, cada molécula, cada ser vivo fue formado de acuerdo a los
designios de la Intención divina. Pero el hombre no fue creado como un organismo
más. ¡No! Él sería la parte más importante de su creación.
La complejidad del ADN es maravillosa, pero aún más asombrosa, es la vida espiritual
que Yahvéh dio a este “organismo” especial llamado ser humano:
“Formó, pues, Yahvéh (YHVH) Dios al hombre del polvo de la tierra, y alentó en su
nariz soplo de vida; y fue el hombre en alma viviente.”
(Génesis 2:7)
Notamos que de los minerales de esta tierra hizo el Eterno al hombre, y le dio vida
física y espiritual. ¿Y cuál “modelo” usó para dar vida al hombre? ¡YHVH mismo!
Pues nos creó a Su imagen para que nos desarrolláramos a Su semejanza (Génesis
1:27).
Ahora bien, todos los seres humanos poseemos un ADN específico en el núcleo de
nuestras células. ¿Qué gran secreto celestial se esconde en este material genético
primordial?

Corría el año 1953 cuando James Watson y Francis Crick lograron lo que parecía
imposible: descubrieron la estructura genética que está en lo más profundo del núcleo
de nuestras células. A este material genético se le llama ADN, una abreviación
de ácido desoxirribonucleico. Este descubrimiento de la estructura de doble hélice de
la molécula del ADN abrió las puertas para que los científicos examinaran el código
que está en él. Actualmente, más de medio siglo después del descubrimiento inicial, el
código del ADN ha sido descifrado.

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A medida que los científicos empezaron a decodificar la molécula de ADN humano,
encontraron algo sorprendente: un exquisito lenguaje compuesto de 3.000 millones de
letras genéticas. Uno de los descubrimientos más extraordinarios del siglo XX fue que
el ADN almacena información (instrucciones detalladas para la producción de
proteínas) en forma de un código digital de cuatro caracteres. Se comprobó así que la
materia es energía comprimida. La información son patrones de energía. Hay un
fluido de información en nuestros cuerpos. La regulación de todo el organismo y
la coordinación de todas las células se consiguen con campos de información.
¿Qué o quién podría comprimir en forma de nano-energía semejante información y
colocar este inmenso número de “letras” en la secuencia adecuada como un manual de
instrucción genética? ¿Podría la evolución desarrollar un sistema semejante a
éste? ¿Podemos acaso imaginarnos que algo mucho más complejo que el programa
que maneja un supercomputador (es decir el ADN), sea producto de un accidente
evolutivo?
Sabemos que la probabilidad de que el ADN se creara de forma accidental o
espontanea (teoría de evolución de Charles Darwin), es según estudios informáticos
igual a una entre el número de átomos existentes en el universo.
El ácido desoxirribonucleico, frecuentemente abreviado como ADN, es un ácido
nucleico que contiene las instrucciones genéticas usadas en el desarrollo y
funcionamiento de todos los organismos vivos conocidos y algunos virus, y es
responsable de su transmisión hereditaria. El papel principal de la molécula de ADN es
el almacenamiento a largo plazo de información. Muchas veces, el ADN es comparado
con un plano o una receta, o un código, ya que contiene las instrucciones necesarias
para construir otros componentes de las células, como las proteínas y las moléculas de
ARN. Los segmentos de ADN que llevan esta información genética son llamados
genes, pero las otras secuencias de ADN tienen propósitos estructurales o toman parte
en la regulación del uso de esta información genética. El ADN es un conjunto de
instrucciones moleculares o código que muestra las especificaciones usadas en la
creación de todos los organismos vivientes.
En síntesis podemos decir que el ADN es un conjunto de moléculas especializadas y
responsables de codificar la información individual de cada organismo biológico que
existe en el planeta. Por eso, el ADN es el que define las características de cada
individuo.
Ahora bien, me interesa destacar aquí lo que investigaciones científicas acerca
del ADN han revelado con respecto a la revelación escritural de que el ser humano
lleva la imagen del Eterno. Este es un dato muy importante que no se da en difusión
por los medios. El código del ADN, comenzó a descifrarse ampliamente a través del
célebre proyecto internacional “GENOMA”. Desde aquí, cada hallazgo, ha una fuente
de asombros para científicos de todo el mundo. Los científicos, involucrados en este
programa, están examinando el cuerpo a través de la lente de la física cuántica y han
descubierto que somos mucho más que máquinas bioquímicas. Muchos estos
investigadores estudian actualmente en el lenguaje genómico y aseguran haber
encontrado lo que pudiera ser la prueba tangencial de la existencia de Dios.

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En los últimos años muchos biólogos moleculares han
creado grupos de colaboración junto a criptólogos, estadísticos
y lingüistas entre otros profesionales, con el fin de
descifrar el mensaje guardado en la gran molécula.
Entre estos, un investigador que se especializa en el ADN
humano y utiliza un microscopio electrónico para
sus investigaciones, ha descubierto un patrón bastante singular que forma ‘saltos’ en la
secuencia de aminoácidos entre los que él denomina “puentes”. En 1973, mientras
estaba en la Universidad de California, el Dr J.J. Hurtak llegó a comprender que
existía una conexión entre las asociaciones lingüísticas y genéticas en las Letras que
conforman el nombre de Dios en el Hebreo Bíblico (YHVH)
Entiendo que mi explicación será bastante deficiente, pero intentaré ser lo más sencillo
en expresar este asombroso descubrimiento. El primer salto es en un intervalo de 10, el
segundo de 5, el tercero de 6 y el cuarto de 5 aminoácidos. La investigación demostró
que el patrón en el ADN humano se repite todo el tiempo en el camino a través de la
hebra: 10, 5, 6, 5; luego otro 10, 5, 6, 5; y otro 10, 5, 6, 5; y así sucesivamente.
Entiendo que algunos de ustedes pueden reconocer estos números. ¡Sí, así es! Ellos
resultan ser el valor numérico de cada letra en el Tetragramatón o Nombre de Dios. El
Tetragrámaton (en griego: τετραγραμματον, “cuatro letras“) es el teónimo הוהי en
hebreo, cuadrilateral, que identifica al Dios de Israel, y transliterado como YHVH a
otros idiomas.
Recordemos que el Tetragrámaton está conformado por la
siguiente secuencia de letras: yod-hei-vav-hei. Teniendo en
cuenta la guematría de las letras hebreas, la yod tiene un valor
numérico de 10, la hei tiene un valor numérico de 5,
la vav tiene un valor numérico de 6 y la hei final, por
supuesto, es otro 5. Sabiendo esto, podemos afirmar que la
firma del arquitecto se puede encontrar en el ADN humano, tal como se encuentra en
casi todo lo demás, en un nivel u otro.
En suma, la relación entre el código lingüístico del Nombre Divino (Tetragrámaton) y
las partes celulares de la estructura humana puede ser vista en cuanto a la forma-onda
del ADN de una cierta frecuencia vibratoria que compone la biocomputadora humana
a través de 64 áreas celulares de una compleja matriz. El Código Divino es el
mecanismo codificador comunicado a través de rangos de micro señales, donde el
vínculo vibratorio forma la “materia genética” dentro de las células como un patrón de
flujo de energía divina. El cuerpo es visto como un bio-traje de luz (lightware; n. de t.
programa de luz) que opera vía un lenguaje de luz bioquímica que da millones de
instrucciones por segundo. La identidad de cada individuo se alberga en este laberinto

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interno de letras químicas que equipa al genoma completo con el mecanismo anímico
de la vida.
En resumen, hay una frecuencia vibratoria sónica
imperceptible al oído humano. Ésta vibración sonora
sería la “pronunciación exacta” del Nombre de Dios.
Ésta vibración se “materializa” operando en el ADN, el
cual actúa como un receptor equivalente-molde al
“sonido” del Tetragramatón. Esta acción es la que
desencadena la creación del cuerpo humano en la forma
del óvulo fecundado que comienza a transformarse en embrión.
La operación de estas fuerzas superiores vinculadas al sonido imperceptible del
Nombre, fue descrita con sencillez sublime por el sabio-rey Salomón:
“Tal como no te das cuenta de cuál es el camino del espíritu en los huesos de un
bebé dentro del vientre de la que está encinta, de igual manera no conoces la obra
del Dios, que hace todas las cosas.” (Eclesiastés 11:5)
Model of embryo with DNA
Así mismo, el salterio, sostiene en sus líneas musicales la
certeza de la existencia de una codificación que determina las
características de la de vida de un embrión de ser humano:
“Mi embrión vieron tus ojos, Y en tu libro estaban escritas
todas aquellas cosas que fueron luego formadas, sin faltar
una de ellas.
!Cuán preciosos me son, oh Dios, tus pensamientos!¡Cuán grande es la suma de
ellos! Si los enumero, se multiplican más que la arena; Despierto, y aún estoy
contigo.” (Salmos 139:16-18 – RVR 1960)
Considerando esto, el antiguo libro de sabiduría hebrea, denominado El Zohar (escrito
en el siglo II E.C.), sostiene, al explicar el libro de Bereshit, que el universo fue creado
y es manejado por un código cósmico hecho de secuencias de letras hebreas y de la
energía que representan. De la misma manera que el ADN, este código tiene las
especificaciones para la creación y mantenimiento de la vida. El código de ADN está
escrito en cuatro letras y su posicionamiento determina nuestras características, así
mismo, el Tetragramatón kabbalístico está escrito en cuatro letras y, según el Zóhar, su
posicionamiento también determina nuestras características.
Se nos dice que un día todos los hombres sabrán el nombre de Dios:
“Por eso, ahora voy a darles una lección. Les voy a enseñar de una vez por todas lo
que es mi poder y mi fuerza; así aprenderán que mi nombre es YHVH.”
(Jeremías 16:21)

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Seguramente este descubrimiento científico sobre el ADN realmente está dando a
conocer este nombre único y podamos comprender lo que comunican estas letras, que
este nombre literalmente reina encima de todo.
El nombre representado por el Tetragramatón (YHVH = Yahvéh, no Jehová) ha sido
traducido como “Yo Soy”, “Yo Soy el que Soy”. En verdad este nombre proviene del
verbo “ser” (hayah). Algunos eruditos piensan que YHVH se corresponde con la
forma causativa de este verbo. De ser así, significaría literalmente “El que causa que
sea, el que trae a la existencia”. Sobre esta base, sería apropiado decir que el nombre
representado en el Tetragrmatón (Yahvéh), tiene una conexión con cada uno de
nosotros, con la propia vida humana integral. No solo el Nombre estaría vinculado con
el Propósito de Dios a nivel general, sino que estaría íntimamente ligado con nosotros
mismos en cada detalle psíquico y físico. De esa forma su propio Nombre adquiere un
significado más íntimo y esperanzador. Un significado más personal.
Recordemos que en la mentalidad hebrea, al hablar del
“Nombre”, la verdadera referencia puede ser no sólo una
palabra o expresión utilizada para designar a un individuo,
sino la persona misma, su personalidad, cualidades, principios
e historial, lo que él mismo es. Por consiguiente, sería correcto
afirmar que, aunque conozcamos el nombre con el cual se
llama a una persona, si no la conocemos por lo que
verdaderamente es, no conocemos en realidad su “nombre” en el sentido real y vital.
Lo cierto de esta información es que, lo que está detrás del Nombre Divino, es una
carta de amor celestial de instrucción y habilitación para realizar buenas obras. Se trata
de una carta que está incrustada en la estructura humana célula por célula (y ahora
sabemos y creemos que de manera literal) para poder compartir, que nos acercamos a
romper la barrera imaginaria que separa la Fe de la Ciencia. Cada ser humano sería
“proyectado” de alguna forma a través de sonidos y frecuencias cuánticas que
lograrían activar el milagro del ADN.
Es en el ADN donde viene codificada la necesidad de Dios de todo ser humano. Esta
necesidad se satisface plenamente al vivir en una unión íntima y constante por medio
del Mesías activo soberanamente en el interior del ser humano. El mismo Yeshúa,
nuestro Mesías, dijo:
“Yo he venido para que tengan vida, y para que la tengan en abundancia.”
(Juan 10:10).
No existe otro medio divino para la Salvación… “Y en ningún otro hay salvación;
porque no hay otro nombre bajo el cielo, dado a los hombres, en que podamos ser
salvos.” (Hechos 4:12). No hay otro método… “Más a todos los que le recibieron, a
los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios; los cuales

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no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón,
sino de Dios” (Juan 1:12-13). Es necesario creer que Yeshúa es el Señor, quien pagó
en la cruz por nuestros pecados (Salvador), y que por su gracia se obtiene salvación y
la vida eterna.

Es por medio de Yeshúa, el Mesías, que se obtiene el ADN Celestial,
es decir, el Espíritu Santo que YHVH ha prometido a sus herederos:
“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el
evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis
sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de
nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para
alabanza de su gloria.”
(Efesios 1:13-14)
Es el “ADN CELESTIAL” (El Espíritu Santo) que te constituye en
“semilla de luz”, la cual germina en tu interior para llevarte a la altura del varón
perfecto:
“… hasta que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de
Dios, a un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo.”
(Efesios 4:14)
Es necesario reflejar el “ADN Celestial” mediante intención (kabaná) y acción que
sean acordes a la voluntad de Yahvéh revelada en Su Instrucción (Torah) y explicada
perfectamente en todas las Sagradas Escrituras hebreas. Es necesario identificarse
como “miembro activo” de su familia en el lugar donde él decida enviarte. El Espíritu
Santo te capacita para reflejarlo con convicción, poder y espontaneidad en todo lugar y
circunstancia.
“Vosotros sois la luz del mundo; una ciudad asentada sobre un monte no se puede
esconder. Ni se enciende una luz y se pone debajo de un almud, sino sobre el
candelero, y alumbra a todos los que están en casa. Así alumbre vuestra luz delante
de los hombres, para que vean vuestras buenas obras, y glorifiquen a vuestro Padre
que está en los cielos.”
(Mateo 5:14-16) ¡Por todo esto te suplico que no escondas tu “ADN CELESTIAL”!
“Mira pues, no suceda que la luz que en ti hay, sea tinieblas. Así que, si todo tu
cuerpo está lleno de luz, no teniendo parte alguna de tinieblas, será todo luminoso,
como cuando una lámpara te alumbra con su resplandor”(Lucas 11:34-35)
https://davidnesher.com.ar/el-adn-y-la-firma-del-gran-arquitecto-yhvh/

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En la enseñanza bíblica y kabalista la estructura del cuerpo humano surgió de la
pronunciación de la Palabra Divina. El Libro del Conocimiento establece una
correlación de este Nombre Divino como la clave que está detrás del código de
trascripción de las letras químicas que desarrollan el cuerpo humano. En 1973 Hurtak
llegó a comprender que existía una conexión entre las asociaciones lingüísticas y
genéticas de las Letras que conforman el nombre de Dios en el Hebreo Bíblico
(YHVH). Elaboró una tabla de recursos genéticos usando el Código del Nombre Divino
en un arreglo triple de letras, incluyendo el “inicio” y la “parada” en la codificación de
las letras para cada una de las secuencias de los aminoácidos y de los ácidos
nucléicos. Este trabajo fue presentado ante la Academia de Parapsicología y Medicina
como una matriz para la interrelación entre el lenguaje y la genética en el uso del
nombre de YHVH.
En cuanto a los códigos de combinación del ADN que conforman los muy complejos
aminoácidos,La Clave 202, delinea al código del ADN como una serie de matrices. La
primera y fundamental matriz cúbica consiste en las permutaciones del
Tetragrámaton, las cuatro letras en Hebreo que se traducen como Yahweh (Yod - Heh-
Vav-Heh). Esta matriz se denomina ‘Palabra-Espíritu’. La tabla ‘Palabra-Espíritu’ se
conforma de las tres letras del Nombre Divino que, en varias combinaciones, crean
las 64 celdas. Aunque el Nombre Divino se escribe con cuatro letras, utiliza sólo tres
del alfabeto (Y-H-V, con la H repetida), tal como el ADN o el ARN tienen cuatro
nucleótidos como “letras” pero solamente se leen tres a la vez para formar el codón
que codifica los aminoácidos de nuestro cuerpo. El Nombre Divino no es estático, al
igual que las secuencias del ADN, y se puede volver a combinar para diferentes
funciones (V-H-Y-H-Y-V-H-H-V, etc).
Se nos dice en Juan 1.1: “En el principio era la PALABRA, y la PALABRA estaba con
Dios y la PALABRA era Dios”, y cita un acto creativo con la PALABRA que proviene del
Divino Yod-Heh-Vod-Heh como el código Dios dentro de la creación. Después de la
primera y fundamental tabla “Palabra-Espíritu”, finalmente, continúa la secuenciación
para conformar la tabla matriz de los nucleótidos del ADN que, a su vez, codifican las
secuencias de los aminoácidos mientras que las otras caras del cuadrado (cubo)
adicionan otras secuencias matemáticas y sonoras vibratorias.
Ha tomado varias décadas de investigación poder comprender la vastedad de los
mecanismos codificadores del ADN humano. A principios de 1970 los investigadores
que trabajaban con La Academia para la Ciencia Futura confirmaron la existencia de
un verdadero “código” en el nivel de nuestra estructura genética que co-evoluciona la
vida de acuerdo a un plan evolutivo superior. Esto desafía la inherente
indeterminación del mundo físico mismo y muestra niveles superiores de simetría y
equilibrio, es decir, un mundo no dominado originalmente por la llamada teoría del
caos.
Puesto de manera simple, existe un proceso triple o trinitario que imprime las
instrucciones genéticas de la secuencia de aminoácidos gobernados por la interacción
de las tres letras del Nombre Divino- YHV- usadas para crear los veinte aminoácidos
básicos. Entiendan que el código genético humano, por un lado, es la ‘tabla de
instrucciones’ única de funcionamiento del genoma humano con la gran variedad de
instrucciones en la evolución del cuerpo humano validada por la investigación y el
descubrimiento científico. Den un paso más y entiendan que en las enseñanzas
místicas de las escrituras sagradas (el textus receptus en Occidente) el mismísimo

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manual de instrucción para el cuerpo humano en la forma de las moléculas de ATP es
sostenido por la Palabra de Dios como un alfabeto de instrucción biofísica para los
ingredientes sustentadores del bio-traje que arropa a cada persona como una
biocomputadora.
El Libro del Conocimiento: da a entender que hay un patrón preexistente del ADN
arriba que se refleja abajo en la organización del material dador de vida,
estableciendo un homomorfismo. El Código Divino de “letras” opera como un
mecanismo disparador de codificación y re-codificación y muestra la dependencia
sensible de toda la vida humana en las condiciones iniciales del lenguaje vibratorio
que existe en otro plano de realidad parafísica.
En suma, la relación entre el código lingüístico del Nombre Divino y las partes
celulares de la estructura humana puede ser vista en cuanto a la forma-onda del ADN
de una cierta frecuencia vibratoria que compone la biocomputadora humana a través
de 64 áreas celulares de una compleja matriz. El Código Divino es el mecanismo
codificador comunicado a través de rangos de micro señales, donde el vínculo
vibratorio forma la “materia genética” dentro de las células como un patrón de flujo
de energía Divina. El cuerpo es visto como un bio-traje de luz (lightware; n. de t.
programa de luz) que opera vía un lenguaje de luz bioquímica que da millones de
instrucciones por segundo. La identidad de cada individuo se alberga en este laberinto
interno de letras químicas que equipa al genoma completo con el mecanismo anímico
de la vida. Únicamente podemos salir de la inconciencia y entender las instrucciones
codificadoras superiores al seguir el hilo de la vida en las letras de los Nombres; la
persona que ha perdido este hilo se pierde en el laberinto del cuerpo y la mente. Una
persona así es impotente porque construye su torre hacia el cielo con promiscuidad
mental, fijándose sólo en los ladrillos y en las partículas de su cuerpo y no en la
fuente del biotransductor. Los secretos que constituyen el “pegamento” que mantiene
juntos los ladrillos quedan olvidados y hasta desatendidos por la arrogancia del
intelecto.
En la Academia hemos usado Nombres Divinos específicos de Dios que han sido
compuestos lingüísticamente para estados superiores de creatividad, particularmente,
el nombre principal del Padre Eterno Divino (YHVH y sus permutaciones). Más
específicamente, hemos encontrado las reacciones generadoras de energía que se
producen al cantar o pronunciar un Nombre Divino como mantra, junto con la energía
de la música pueden incrementar el flujo de energía en ciertos individuos y
demostrar, por un proceso de retroalimentación, que la salud corporal depende de las
enzimas apropiadamente conformadas y concentradas que, a su vez, dependen de un
ADN y un ARN sanos en el núcleo de nuestras células. No sólo las resonancias
musicales actúan como disparadores de nuestros estados de ánimo, la inve stigación
demuestra que cuando se le aplican diferentes frecuencias al cuerpo no sólo se
producen células que combaten infecciones, sino que el sonido o ciertas frecuencias
específicas podrían usarse directamente para destruir bacterias invasoras.
Tanto sus vibraciones sonoras como los Nombres Divinos deben ser usados con
sabiduría y entendimiento, en cuanto a la profundidad y enfoque de cada Nombre y
Letra, para la alabanza del Dios Viviente y Su servicio, ya que, particularmente, existe
la tentación de usar el Nombre para obtener poder o poder material. Los Nombres de
Dios NO deben ser usados para mejorar el estado financiero u obtener beneficios
materiales. Los Nombres de Dios no deben ser usados o invocados por razones vanas,

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ni deben ser usados para una aplicación puramente individual, ni deben ser usados,
exclusivamente, como un medio para sintonizarse al Divino. Los Nombres son sólo un
pequeño componente del holismo más grandioso de la Sabiduría que debe incorporar
oración, estudio, meditación, enseñanza y sabiduría en un modo de vida santo.
Durante muchos siglos de tradición los Nombres Divinos fueron usados
cuidadosamente por sacerdotes, rabinos, místicos y estudiosos de las religiones para
servir a las necesidades de la condición humana sin recibir reconocimiento personal o
recompensa monetaria por hacer el trabajo de Dios para Su gloria. Cada Nombre
Sagrado ilustra un poder o atributo de Dios. Por ejemplo, ABBA (Padre), YAHWEH (El
Dios de Israel) y EL EL ELYON (El Dios Más Alto) tienen diferentes
nombre/naturalezas y, sin embargo, son el mismo Dios. Creo que las diferencias en el
nombre/ naturalezas de Dios son la razón de la existencia de grandes y diferentes
religiones tales como el Judaísmo y el Cristianismo. Los diferentes
nombres/naturalezas son también la razón de que existan diferentes denominaciones:
Hinduismo, Budismo, Catolicismo, Bautistas, Metodistas, Judíos Ortodoxos y
Musulmanes. Cada grupo le da forma a su propio sistema de creencias (ethos)
basándose en su propio concepto particular de uno o múltiples nombre(s)/ naturaleza
de Dios. Pensamos que esta es la razón primordial por la que, como comunidad
humana, no nos llevamos muy bien y esperamos que dentro de poco cambiemos para
mejorar con el uso más grandioso del poder y la resonancia que está detrás de los
múltiples Nombres de Dios. En resumen, lo que está detrás de los Nombres Divinos
es una carta de amor de instrucción y habilitación para realizar buenas obras, una
carta que está incrustada en la estructura humana célula por célula para poder
compartir, en un compañerismo ecuménico, un futuro positivo que nos lleve de nuevo
hacia la onda de Luz.