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En los últimos años muchos biólogos moleculares han
creado grupos de colaboración junto a criptólogos, estadísticos
y lingüistas entre otros profesionales, con el fin de
descifrar el mensaje guardado en la gran molécula.
Entre estos, un investigador que se especializa en el ADN
humano y utiliza un microscopio electrónico para
sus investigaciones, ha descubierto un patrón bastante singular que forma ‘saltos’ en la
secuencia de aminoácidos entre los que él denomina “puentes”. En 1973, mientras
estaba en la Universidad de California, el Dr J.J. Hurtak llegó a comprender que
existía una conexión entre las asociaciones lingüísticas y genéticas en las Letras que
conforman el nombre de Dios en el Hebreo Bíblico (YHVH)
Entiendo que mi explicación será bastante deficiente, pero intentaré ser lo más sencillo
en expresar este asombroso descubrimiento. El primer salto es en un intervalo de 10, el
segundo de 5, el tercero de 6 y el cuarto de 5 aminoácidos. La investigación demostró
que el patrón en el ADN humano se repite todo el tiempo en el camino a través de la
hebra: 10, 5, 6, 5; luego otro 10, 5, 6, 5; y otro 10, 5, 6, 5; y así sucesivamente.
Entiendo que algunos de ustedes pueden reconocer estos números. ¡Sí, así es! Ellos
resultan ser el valor numérico de cada letra en el Tetragramatón o Nombre de Dios. El
Tetragrámaton (en griego: τετραγραμματον, “cuatro letras“) es el teónimo הוהי en
hebreo, cuadrilateral, que identifica al Dios de Israel, y transliterado como YHVH a
otros idiomas.
Recordemos que el Tetragrámaton está conformado por la
siguiente secuencia de letras: yod-hei-vav-hei. Teniendo en
cuenta la guematría de las letras hebreas, la yod tiene un valor
numérico de 10, la hei tiene un valor numérico de 5,
la vav tiene un valor numérico de 6 y la hei final, por
supuesto, es otro 5. Sabiendo esto, podemos afirmar que la
firma del arquitecto se puede encontrar en el ADN humano, tal como se encuentra en
casi todo lo demás, en un nivel u otro.
En suma, la relación entre el código lingüístico del Nombre Divino (Tetragrámaton) y
las partes celulares de la estructura humana puede ser vista en cuanto a la forma-onda
del ADN de una cierta frecuencia vibratoria que compone la biocomputadora humana
a través de 64 áreas celulares de una compleja matriz. El Código Divino es el
mecanismo codificador comunicado a través de rangos de micro señales, donde el
vínculo vibratorio forma la “materia genética” dentro de las células como un patrón de
flujo de energía divina. El cuerpo es visto como un bio-traje de luz (lightware; n. de t.
programa de luz) que opera vía un lenguaje de luz bioquímica que da millones de
instrucciones por segundo. La identidad de cada individuo se alberga en este laberinto