EL ARBOL DE LA CIENCIA-PÍO BAROJA
El árbol de la ciencia es una de las obras maestras de Pío Baroja. Escrita a
principios del siglo XX, presenta una visión áspera y hostil de la sociedad española
de finales del siglo XIX. El pesimismo del protagonista se corresponde con el del
propio autor y con el ambiente dominante en la sociedad española de la época,
enormemente afectada por la llamada crisis del 98.
La obra tiene dos partes separadas por una larga conversación de carácter filosófico
entre el protagonista, Andrés Hurtado y su tío, el doctor Iturrioz, en este diálogo,
especialmente, encontramos tesis características del pesimismo existencial del que
Pío Baroja fue un firme representante.
Esta novela tiene un carácter semiaut obiográfico. En la primera parte se narra la
vida de un estudiante de Medicina, como el propio Baroja, que asiste en Madrid a
una Universidad mediocre y corrompida fiel reflejo del mundo que le rodea.
En la segunda parte, a través de la estancia de Hurtado en Alcolea, un pueblo
manchego, Baroja nos expresa su disconformidad por las tradiciones típicas de la
España rural del siglo XIX. También aquí hay ecos de la breve época en que Baroja
ejerció como medico rural en el país vasco. En el campo, la situación no es mejor
que en Madrid: pobreza, caciquismo, ignorancia, resignación etc. Tras una breve
estancia en Alcolea, Hurtado vuelve a Madrid, en donde después de experiencias
durísimas ejerciendo su profesión, encuentra un paréntesis de paz al casarse con
Lulú, intermedio que acaba con la muerte de esta, del hijo que esperaban y con el
suicidio del protagonista. Los fallecimientos corresponden al final de las ilusiones,
de la lucha, la derrota de los ideales y la resignación hacia un mundo sin esperanza,
un mundo destinado a la fatalidad.
Un aspecto interesante de la novela es el uso casi único del narrador en tercera
persona parcial, centrado en el protagonista, que es un ser desorientado, que no
encuentra sentido en el mundo en que vive, que desea cambiar las cosas, pero a
quien la sociedad acaba aniquilando, de tal manera que el lector obtiene una única
visión del mundo, la del propio Andrés Hurtado, tan semejante a Baroja.
También es interesante, la enorme cantidad de personajes secundarios, casi todos
caracterizados de forma negativa, y que le sirven al autor para trazar una
despiadada radiografía del Madrid burgués y proletario de finales del siglo XIX.
El estilo de la novela es muy sencillo, de ritmo rápido y directo a pesar de la
variedad de situaciones y de la gran cantidad de personajes, lo que da amenidad a
una obra tan llena de sentimientos personales y de reflexiones filosóficas.
Por último llama la atención el final de la novela cuando el tío califica a Hurtado de
precursor, es decir de alguien que no puede soportar los valores de una sociedad
que no sirven de palanca para la mejora del individuo ni para el cambio social.
Introducción a El árbol de la ciencia:
El árbol de la ciencia (1911), una novela semi-autobiográfica de Pío Baroja, es una obra
emblemática de la generación del 98 y refleja muchas de las inquietudes sociales, científicas y