En esa travesía, se encontró por allá en un Jagüey de la región de Ariguaní,
a una mujer con aspecto de una anguilla, él se asombró mucho al verla,
porque creía que sólo, él podía tener ese aspecto de mitad hombre y mitad
caimán, ella al instante le preguntó: ¿para dónde vas hombre caimán?, él, le
respondió: voy hacia el norte en busca de un canto dulce y angelical; ella le
dijo: ese recorrido que llevas es muy peligroso, hay cientos de cazadores
en búsqueda de especies como nosotros, a lo que él le respondió, me he
cansado de estar sólo por mucho tiempo y he salido a buscar una bella voz
que escuché hacia lo alto de la montaña blanca; ella le dijo, debes tener
cuidado, hay muchos peligros por el camino, él no hizo caso y siguió su
aventura, más adelante en una gran Ciénega, que llaman Zapatoca, el
hombre caimán vio a lo lejos una criatura extraña, al acercarse se sorprendió
al ver a una mujer galápago, no se sorprendió mucho, porque ya había visto
a la mujer anguilla, él le dijo: no te asustes que no te voy hacer daño, seguiré
mi camino, hacia aquellas montañas blancas que se ven hacia el norte, voy
detrás de un bello canto y una maravillosa voz, la mujer galápago, le deseo
suerte y él siguió su aventura.
En el camino, se encontró con un hermoso rio que se llama el Cesar, halló
una escena muy dolorosa, cientos de peces muertos, por la contaminación
del rio, eso le dolió mucho, pero siguió su camino, más adelante, se
sorprende al ver una especie semejante a él, pero con forma de mitad
hombre y mitad sapo, eso lo sorprendió más que la mujer anguilla y la mujer
galápago, hasta sintió compasión de él, ¡pobrecito! Exclamó, que infortunio
ser un hombre sapo. El hombre caimán le dijo: no te vayas asustar, que no
te voy a comer, sólo ando en la búsqueda de una bella voz, que he
escuchado por estos lados, el hombre sapo le respondió, nunca he
escuchado esa voz, ni ese canto, a lo que le respondió el hombre caimán,