Israel se conformo con los proyectos que tenían; vivir,
multiplicarse, heredar la tierra, y se olvido de cumplir el propósito por
el cual fueron elegidos, aunque hoy no es muy diferente, muchas
veces se nos olvida el propósito de nuestro llamado, y nos
centramos en vivir, trabajar, adquirir cosas, y no es que todas estas
cosas sean malas en sí mismas, pero no tienen ningún sentido si
quitamos a Dios de nuestras vidas.
Si no existe un propósito en común, tampoco tendremos unidad,
porque no hay un objetivo que seguir.
Cada apostasía de Israel traía un castigo por parte de Dios, traía
miseria y cautiverio, Dios los disciplinaba para despertar en ellos el
volverse al propósito que se les había perdido, Israel se arrepentía,
Dios levantaba un caudillo y les daba liberación, pasaba el peligro y
volvían a lo mismo, sin darse cuenta Israel cayó en un círculo
vicioso.
Cada apostasía era seguida de un castigo más severo, sus tierras
eran saqueadas, sus cosechas, labraban, plantaban, pero no
cosechaban porque el fruto de su trabajo se lo llevaban otros ¿has
sentido eso en tu vida?
La época en la que Dios se manifiesta a Israel bajo el nombre
Jehová Shalom, era una época difícil los enemigos de Israel
invadían, y saqueaban sus cosechas y todo lo que tenían, el pueblo
de Dios se vio obligado a construir túneles bajo tierra con agujeros
como respiradores, igual que las catacumbas, allí tenían que
esconderse de sus enemigos, también tenían que tener vigías
permanentes para advertirles de los peligros
Era un periodo alternado el que vivía Israel, entre esclavitud, y
libertad, entre prosperidad y miseria, entre paz y guerra, cuando
pecaban, caían en desgracias, cuando se arrepentían y clamaban a
Dios, el levantaba un caudillo y los libertaba, mientras vivía ese juez