Por ejemplo, cuando los españoles llegaron a América, ¿acaso era necesario robar todo el oro y
apoderarse de estas tierras? Los despojan y aseguran su posesión legítima, convirtiendo la
usurpación en verdadero derecho y el goce en propiedad…
En el libro II se habla de la soberanía inalienable y como la sociedad debe ser gobernada. Un lazo
social se forma cuando hay un acuerdo común entre los deferentes intereses; para esto tenemos
en pacto social. En este primer capítulo del segundo libro se explica las consecuencias del pacto
fundamental, la teoría de la ley, las clases de leyes, las características del legislador, y como dije al
principio, ¿cómo la sociedad debe ser gobernada?
La soberanía y la voluntad general son un fundamento de esa autoridad que garantiza el respeto
por los derechos de los miembros del cuerpo social. La voluntad puede ser de dos tipos: particular
y general. La particular (naturaleza) tiende a las preferencias y la general que tiende a la igualdad.
Se cree que la voluntad general es siempre recta, que busca un mismo fin, y tiende la utilidad
pública; sin embargo, no es así, pues el pueblo por lo general busca actuar con rectitud y cree
hacerlo, pero no por convicción propia, sino porque se les engaña y entonces en cuando creen que
están haciendo el bien. Existe la voluntad de todos y la voluntad general. La primera busca en
interés propio, y la segunda e bien general.
Así como la naturaleza da al hombre un poder absoluto sobre sus miembros, el pacto social da al
cuerpo político un poder; el que va dirigido por la voluntad general, lleva el nombre de soberanía.
Es necesario distinguir entre los derechos de los ciudadanos y del soberano, y de los deberes que
hay que cumplir. El poder, los bienes, la libertad que se da con el pacto social, es importante para
la comunidad, pero aquí el soberano es el único juez.
Todos los servicios que los ciudadanos ofrecen al Estado, se los debe dar también al soberano;
pero esta situación no se presenta como una obligación, sino como muto acuerdo. En pocas
palabras en trabajar para el Estado, pero esto no se puede hacer sin trabajar para sí mismo.
Capitulo V. Del derecho de vida y de muerte. Todo hombre tiene derecho a arriesgar su propia vida
para salvarla…o acaso ¿se ha escuchado alguna vez que quien se lanza por una ventana para
escapar de un incendio, sea acusado de suicida? La respuesta es: No, porque sencillamente esa
persona tiene derecho a arriesgarse para salvar su vida de ese incendio, y el fin del contrato social
es la conservación de sus contratantes.
Pero, téngase en cuenta que quien quiere conservar su vida a costa de otros, también debe
arriesgar la suya por los demás cuando sea necesario. La vida es considerada un don condicional
del Estado, ya que si para este es conveniente que una persona muera, debe morir.
Capítulo VI. De la ley. Se necesitan convenios y leyes para unir los derechos a los deberes y llevar
la justicia a su objeto. Toda justicia proviene de Dios, y si todas las personas supiéramos obedecer
a su palabra no necesitaríamos de leyes ni de gobierno. Sin embargo, en toda sociedad es
necesario tener alguien que tenga inteligencia superior y sea capaz de buscar el bien común sin
necesidad de tener ningún tipo de relación con la naturaleza de los demás.
Las leyes son hechas para proteger a las personas, pero se debe ver en qué situación se
encuentra el pueblo y si son capaces de soportarlas, ya que con el pasar del tiempo algunas cosas
se vuelven incorregibles, pues no existe madurez…