LOS ELEMENTALES
Los pueblos antiguos llamaban elementales a las materias simples; según ellos
formaban todas las demás. Los elementales eran: el fuego, la tierra, el aire, o
aguas de arriba, y las aguas de abajo, ríos y mares, es decir dulces y saladas.
Ellos creían que cada uno de estos elementales era un principio activo y que si se
propiciaba este principio activo se podían modificar las condiciones en las que
ese principio actuaba; por eso, por ejemplo, combatían la fiebre con calor, o los
catarros y las diarreas con aguas y cocimientos.
Ahora sabemos que si bien el principio no era verdadero (el fuego no es un
elemento sino una energía, la tierra está compuesta por muchas sustancias, no
hay aguas arriba sino aire, de muy compleja fórmula también, y el agua es un
compuesto de oxigeno e hidrógeno), la magia de combatir el agua con agua y el
fuego con fuego funciona, y también el viento con viento.
Los pueblos antiguos adjudicaban a cada uno de los elementales una diosa: La
del fuego se llamaba Tastar, en Mesopotamia, y Tanit en el Mediterráneo
Oriental. La del agua se llamaba Anath, y en Grecia se la conoció como
Afrodita. La de la tierra se llamaba Gea, Rea o Cibeles, y la del aire se llamaba
Isa, Isis o Nut.
Todos estos nombres forman parte de los más antiguos conjuros, pero recuerde la
maga que la mayoría de los conjuros no son más que formas de medir el tiempo
de los cocimientos, o la efectividad de los emplastos, por eso, mejor que una
formula, que además suele estar muy mal traducida, es un buen reloj.
Hay unos encantamientos que dejaremos para el final, son los llamados
encantamientos de protección. Sirven para alejar el miedo y desarrollar la
autoestima, una buena maga tiene que poseer varios y ser capaz de elaborarlos
por si misma para beneficio de sus clientes.