Agradecimientos
Gracias a mis pequeños y grandes pacientes que han llenado mi camino de aprendizaje
y sabiduría. Gracias a vosotros, papás y mamás, ¡lo que hemos aprendido en estos
años!, ¿verdad? Gracias por la confianza ciega que depositáis en mí. Gracias por
vuestras historias, vuestros secretos, vuestras lágrimas, vuestros miedos… Gracias por
respetar nuestros pactos sagrados de miradas y silencios. Gracias por hacer de mi
trabajo la profesión más bonita del mundo.
Gracias a ti, lector, gracias por haber llegado hasta aquí. Gracias por asumir esta
responsabilidad como la más grande, difícil y maravillosa que tendremos nunca: cuidar
de nuestros hijos, lo mejor de nuestras vidas.
Gracias a la Editorial Planeta por haber confiado en mí una vez más y ya van seis.
Gracias a todos los editores con los que he tenido el privilegio de trabajar y aprender en
un tiempo récord. Gracias a David Figueras, mi mentor, mi «descubridor». Gracias por
aquel primer email: «Lucía, he visto tu blog. Ven a Barcelona, quiero conocerte». Ese
fue el inicio, querido, y ya nos acercamos a la mágica y soñada cifra, los 100.000
ejemplares. ¿Te acuerdas cuando no me conocía nadie y ya lo soñábamos? Gracias a
Javi Moreno, espero que te vaya bonito de verdad, querido, como tú eres. Gracias a
Lucía Álvarez Rovira, aún guardo tu dulzura y sensibilidad aquí conmigo, dentro y para
siempre. Gracias a Laura Morán, no pierdas nunca la fuerza y la pasión con la que te
conocí, te hará grande. Y, por supuesto, gracias a mi querida y admirada Ángeles
Aguilera, mi «jefa», mi confidente, mi amiga, mi maestra, mi compañera de viaje desde
el primero hasta hoy, el sexto… Gracias por tus palabras siempre alentadoras, tus
«tranquila, Lucía, cariño, todo va a ir bien». Gracias, siempre.
Gracias a mis personas refugio, aquellas que te dan cobijo en la tempestad,
aquellos que te abrigan, te cuidan y te quieren incondicionalmente. Aquellos que
celebran cada éxito como propio y recogen uno a uno tus trocitos cuando te rompes.
Gracias, Roci, Lourdes, Raquel, María Jesús, Ruth, Carolina, Ana y Juanjo. Os quiero
en mi vida.
Gracias a mi familia, papá, mamá, José, mi columna vertebral, mi cable a tierra,
mis pies en el suelo y mis alas para volar. Nunca tendré vidas suficientes para
agradeceros lo que habéis hecho por mí, lo que aún hacéis. Todo esto que hay aquí os
pertenece, todo, podéis sentiros orgullosos de lo que habéis logrado. Siempre
presentes, siempre dispuestos, siempre entregados y generosos. Gracias por el
maravilloso legado que me habéis dado.
Gracias a Fran, la pieza del puzle que faltaba. Gracias por quererme así con todo,
con lo que tengo, con lo que me falta y lo que jamás tendré. Gracias por quererme
entera y no a trocitos. Gracias por estar, mi contrapunto, mi silencio, mi calma, mi voz